Gertrudiz

Pasaron segundos desde que sentí que mi pene eyaculaba en su interior al mismo tiempo que su cuerpo se contraía y comenzaba a sacudirse con un nuevo orgasmo, sus manos tomaron mi cuerpo se incorporó levemente depositó su boca en la mía en medio de sus gemidos, luego dejó caer sobre la cama su cabeza y nos besamos apasionadamente durante incontables minutos, nos acariciábamos, gozábamos a cada instante, prometía que sería siempre su macho, su semental, nuestros cuerpos se habían aquietado ella se incorporó de la cama diciéndome, toque el cielo ahora que he vuelto a la tierra déjame irme a duchar y vístete.

Mientras en la cocina nos servíamos un bocadillo suena el timbre… al abrir entra Gertrudis una de sus vecina y amiga, venia hecha un mar de lagrimas… Gertrudis una hembra de 32 años lloraba de impotencia y le narraba a Marta sus desdichas.

Esta mujer venia apenas cubierta o una delgada bata y su cuerpo húmedo se pegaba a ella, era mirarla y deleitarse de ver su bien conformado cuerpo, le comentaba a Marta… necesito ser descargada o me trastornaré… el mentecato de mi marido me acarició y me manoseó mi cuerpo en la ducha excitándome a mas de mil, y en los momentos de ir a la cama una llamada telefónica y este sale raudo a la oficina dejándome deseosa y caliente, además de sentirme admirada y adorada, estaba pidiendo cariños por que estaba ardiente y sigo estando ardiente, necesito un macho mi consolador no logró aplacarme mis excitaciones estoy loca por aparearme… ayúdame… Marta solo me mira y en su mirada leo su orden satisfácela.

Cogimos entre ambos a Gertrudis y la trasladamos a la cama del dormitorio, esta mujer estaba extraviada por la fogosidad y ardor acumulado, a nada se oponía. Retorcida y perversamente mortificada se recuesta y no opone resistencia cuando separo su bata y comienzo a morderle un seno recorriendo su cuerpo, mi pene estaba a su exaltación y endurecimiento absoluto, por su conducto seminal resbalaban gotas de ardiente y imperioso secreción, esta mujer me había encendido mis ímpetus carnales, apasionado me introduzco a su lado tomando su cuerpo y de un inclemente golpe ensarto su vagina con mi fibroso pene, quejidos no se si de malestar o excitación emite la garganta de esta hembra…, eso si su cuerpo comienza a moverse y menearse con gran energía, sus piernas abiertas danzaban al aire apretándose contra mi trasero, su abrazo era apretadísimo, y por la fogosidad acumulada sus dedos recogidos se incrustaban en mis carnes, su boca murmuraba ardiente de sensualidad palabras picantes y apasionadas, su pelvis se revolvía en una deliciosa danza de ardiente obscenidad, apenas me movía ella realizaba el apareamiento desesperada diciéndome soy tuya, esto deseaba, ¡Ah…, Oh…., Hmm…, más, dame más destrózame… en eso sus músculos se endurecen y su cuerpo delirante me entrega sus orgasmos por dos veces y flojamente se suelta a mis duras arremetidas que sacudían su cuerpo deslumbrado por el enlace realizado y recibe en su matriz mis ríos de semen tibios arrojados con pasión en sus entrañas. Ella solo se quejaba y gemía satisfecha. Como me has satisfecho, mi marido ni se parece a tus duras embestidas. Déjame ir a ver a mis hijos que quedaron solos en el departamento, la acompaño en su visita estando solo cubierta por su delgada bata, Marta cuidaba de ellos y les había preparado la leche los chicos eran de cinco y tres años…, veo dice Gertrudis que estaban bien cuidados, me voy a vestir y vuelvo con ustedes, le dice.

Nos vamos a su baño donde esta se dará una ducha, pero antes la recorre con mis dedos y acaricio su cuerpo, eres un goloso me dice acabas de satisfacerme y aún quieres mas de mi, me acaricia y me arrastra a su cama donde nuevamente damos inicio a una extravagante sesión de sexo, en ella la madre me lleva a la gloria del pleno placer del apareamiento con sus quejidos de placer cada vez que le clavo mi pene en sus entrañas, los cuales excitaban aún más mis hormonas carnales. Es verdad entre mas madura mejor, como me meneaba sobre esta preciosura, ella con sus piernas bien abiertas siseaba y gemía de placer, nos satisfacíamos de nuevo y ella me dice basta por hoy voy a atender mis bebes.

Con Marta y Gertrudis fuimos amantes por meses, Marta me abandona cuando nace el bebé engendrado en su vientre por mis espermios, no se si de miedo o por protegerse y proteger al bebé.

Con Gertrudis pronto cumpliremos un año de a lo menos dos enlaces semanales, todavía ella me llama hoy me ha llamado y al entrar ella se ubica de rodillas, abrí sus piernas y mi lengua se posó en su clítoris. Lamí sus labios vaginales, mordía dulcemente el botón de amor y ella prendida a mis cabellos llegaba a su clímax. Chiquillo, eres divino gritaba. Me puse de pie, la bese con desesperación y la deposité a lo largo sobre el lecho.
Desnuda, hermosa, caliente, era una mezcla explosiva. Abrió sus piernas y me pidió: nene sin brusquedades ubícame ese pene hermoso aquí, y así lo hice. Comenzó a mover sus caderas en círculo y acababa en forma repetida, sus dedos se clavaban en mi espalda y gritaba: mío, amor eres mío. Yo, en estado de desesperación sexual, aceleré el ritmo y sin poder contenerme comencé a eyacular. Cada chorro de semen sobre el fondo de su vagina le provocaba un grito y un orgasmo. Eres un macho divino, amor. Te contaré que fui al médico y este me dice que estoy fertilizada de tres meses y en estos meses tú has sido el único que ha vaciado su leche en mí. Es tuyo este tercer crío de mi vientre.