Sólo puedo seguir si se lo contas a tu marido –le dije.
Dame tiempo – me respondió Gisel.
De hecho, ella es atea. Sólo accedió a casarse por iglesia para concretar la fantasía de la boda.
Relato
GISEL
Sólo puedo seguir si se lo contas a tu marido –le dije.
Dame tiempo – me respondió Gisel.
De hecho, ella es atea. Sólo accedió a casarse por iglesia para concretar la fantasía de la boda.
Nuestra amistad fue duradera, aunque interrumpida por las relaciones sentimentales de ambos.
Más allá de algún encuentro sexual casual producto de una situación de copas, siempre priorizamos la amistad.
La obediencia y las tareas se dieron a causa de una conversación telefónica como tantas otras. Sólo que en esta, ella me dijo que la calentaban sus alumnos de secundaria.
Mi imaginación comenzó a accionar imágenes eróticas incentivado por sus relatos y mensajes de texto.
En ellos me decía como sentía que los pendejos la observaban. Cómo le miraban el culo. Cómo intentaban rozarla fingiendo un roce casual. Obviamente no podía poner en riesgo su trabajo producto de su calentura. Y más aun teniendo a una hija a la cual mantener.
Pero en sus treinta años no dejaba de mojarse al sentirse observada por los adolescentes.
“Desvirgué a Guido” me dijo con entusiasmo apenas atendí el teléfono.
Guido fue la materialización de su fantasía. Una madre y docente desvirgando a un pibe. Aunque cabe aclarar que Guido no era alumno suyo.
Puede ser por eso que más allá de disfrutar la experiencia, le pareció poco. Y porque no sabía coger, claro.
Franco si sabía coger, por eso se puso de novia la muy pajera. Franco era un pendejo que vivía con su madre.
A Gisel le encantaba visitarlo y que se la cogíera allí. Sabía que su madre se daba cuenta y la idea le encantaba.
“No paramos de coger y la madre se re da cuenta. Un par de veces cogimos sobre el capot de su auto” era uno
de los mensajes que me envío.
Me refregaba por la cara la virilidad del pendejo y cuanto la calentaba gemir en voz alta para que la madre del pibe supiese que su hijo se la cogía muy bien. “Vivía al palo Franco” me decía. Incluso morbeaba con que la madre se pajeara escuchando como cogía con su hijo.
Por circunstancias de pareja, y ella al ser madre soltera, las cosas fueron complicándose con Franco y la relación terminó.
Fue un tiempo de apatía con el genero masculino, más allá de, como alumna terciaria, chuparle en una ocasión la pija a uno de sus casados profesores de la universidad.
Le escribí una tarde cualquiera mientras ella estaba en clase, como docente en un colegio de educación secundaria y la conversación se torno hacia el lado sexual. La muy pajera estaba toda mojada contestándome mensajes y mirando las braguetas de sus alumnos en plena clase. Esto lo supe poco tiempo después cuando me lo comento.
Daba señales de ser una tremenda puta reprimida, por lo cual gracias a mi amistad con ella, decidí comenzar a motivarla
para que se soltara y fuese la perra que queria hacer. Una especie de emputecimiento que ella necesitaba. La reprimía ser madre, ser docente, ser moral.
En una ocasión me cuenta que fue a cenar a casa de una colega y amiga suya, mayor que ella llamada Elsa, y conoció a su hijo y se mojó al instante. “que bueno está el hijo de mi amiga” me escribió por mensaje de texto.
Comenzamos a hablar de la posibilidad de que se lo levantara y a la muy puta le encanto la idea.
Cogerse al hijo de 19 años de su amiga le daba terrible calentura.
Esto me lo contaba en una visita a mi casa mientras me hacia una paja confesando cuanto le gustaría cogerse a ese pendejo, a sus alumnos y a todo menor de 20 años que se cruzara.
Una noche me escribe desde un bar atestado de pendejos que la rozaban, apoyaban y manoseaban como en cualquier boliche nocturno pidiéndome pija.
“Te gustaría que en lugar mío estuviese uno de los pibes que te metieron mano hace un rato en el boliche, no?” le pregunté.
No paraba de asentir con la cabeza por lo cual le dije “hacete cargo que sos una pajera coge pibes.
Primero el hijo de tu amiga y después seguirás con tus alumnos.
¿O nunca pensaste en alguno de ellos?” le dije.
“Hay mas de uno de me encantaría que me cogiera como a la peor de las putas” me contesto gimiendo
como una yegua.
“Ellos se deben matar a pajas con su profe, no?” le dije.
“Si, cogeme y hablame de esos pajeros” grito gimiendo mientras acababa como una cerda.
No había pasado una semana cuando me llegó un texto de ella.
“El hijo de Elsa me invito a salir. Imaginate que pongo en riesgo la amistad por que si la madre se entera me mata, jaja. Que
preferís? Que me coja y vaya a verte con su leche o que me caliente él y me terminas llenando de leche vos?” me preguntó.
“Lo que más te caliente, pajera” le respondí.
“Para serte sincera me calienta más que sepas que estuve con un pendejo antes
de ir a verte, no hace falta que me lo coja, pero si a vos te gusta mas que me lo coja, lo hago. Tampoco implica un sacrificio para mi”
La muy pajera salió con el pendejo hijo de su amiga, obviamente a escondidas de ella, a un bar.
Mientras estaba con él nos escribíamos y me decía lo lindo que era, lo bien que besaba y como ya le había metido mano en el culo.
Toda mojada como estaba, aun reprimiendo su putez, invento una excusa y su salida con Gaby termino en una besuqueada y manoseada nada más.
Caliente como estaba llego a mi casa de madrugada en busca de lechita (como a ella le gusta que le digan).
Obviamente no la bese ya que venia toda ensalivada por el pendejo que seguramente iba a pajearse bastante en su honor.
Tampoco me la cogí, solo hice que me hiciese una paja con una de sus manos, mientras con la otra se pajeaba ella.
Comencé a escupirle la cara repitiéndole que estaba comenzándose a convertirse en una puta y la muy sucia abría la boca para recibir mi saliva mientras le llenaba de leche su mano y salpicaba su tanga ya humedecida por su paja y la calentura que
traía de franelear con el hijo de su amiga.
Está modalidad se repitió en varias oportunidades, sólo que en estas ella llegaba llena de la leche del pendejo y me pajeaba mientras me contaba su encuentro.
No tenía futuro esa relación y después de todo varías de sus fantasías ya habían sido cumplidas, por lo cual se calmó.
Transcurrido el tiempo conoció a un buen hombre y comenzó una relación con él.
La monotonía de la pareja hizo que comenzará a fantasear nuevamente con sus alumnos. Y a mí me encantaba animarla a cumplir sus deseos.
Lo de la calza salpicada de leche en el culo fue mi idea. Y a ella le encantó. Me envió un video pajeandose en el baño de la escuela la primera vez que lo hizo.
Se ponía la calza que mas le marcaba el culo y pasaba por casa previo a su clase.
Me chupaba la pija y cuando yo estaba por acabar apuntaba a su culo y le manchaba todo el culo con leche.
Y así entraba a clase. Sabiendo que los pendejos pajeros miraban sus calzas enlechadas.
Se acercaba a los pupitres y mientras se agachaba a hablarle al alumno que mas despreciaba, e invadía su espacio con el olor a pija que emanaba de su boca, los demás no paraban de mirar y fotografiarle el culo. En los recreos se tocaba en el baño y me contaba las eventualidades de su clase.
Como cuando la rozaban “casualmente”.
Como cuando observó como uno de ellos se tocaba la hinchada bragueta mientras hablaba con ella.
Marcos es hijo de un amigo mío de la infancia. Casualmente este año su profesora en una de sus materias es Gisel.
Puedo hacer cumplir su fantasía siempre que ella cumpla una mía.
Quiero que se case.
Quiero que en el día de su boda, con el vestido de novia puesto y su pareja esperando en el altar, acuse un malestar y lo haga esperar allí durante unos instantes.
Tiempo suficiente para que Marcos, su alumno nuevo, se la coja. Se la coja con su vestido de novia puesto mientras su pareja la espera en el altar.
Tiempo suficiente para que el pendejo le arranque la tanga, se la coja y le deje caminando hacia el altar mientras su leche se desliza lentamente por entre sus piernas.
Curso prematrimonial católico. Así se llama el curso al que acaba de anotarse la muy puta.
...-“Espera”.-Le dije. Me terminé de quitar la blusa, me desabroché el sujetador y liberé mis senos.
Él ni corto ni perezoso acercó los labios y me los empezó a chupar uno a uno. Yo ya no daba, mi vagina se humedecía anhelando tener su erección dentro. Sergio me acariciaba y me chupaba las tetas y pronto puso su mano por encima del pantalón en mi vagina, lo que me hizo soltar un gemido de excitación...
Relato erótico enviado por charly_bo el 19 de February de 2013 a las 00:00:03 - Relato porno leído 150900 veces