Alborota con fuertes resuellos el ambiente y solicita despacio, que me desgarras,
Relato
He cumplido mis 18 años y he tratado de reencontrarme conmigo mismo haciendo un recuento de mi vida amorosa, mejor dicho inquieta, complicada. Fui a la edad de un púber de 14 años conocedor de las habilidades amorosas con mujeres que doblaban mi edad, me miro al espejo y veo un macho de tez cobriza, bronceada, ojos verdes a veces si esta nublado grises en su pupila, pelo ondulado, encrespado cara un tanto alargada de buena conformación atrayente para las mujeres que les encantaba acariciar mi cabello y rostro, eso excitaba mi ser y este reaccionaba tratando de conquistarlas para deleitarme con ellas en la cama, ya que mis tendencias eran un tanto apasionada con respectos a las mujeres, las necesitaba sentirlas mías. Si eran casada me exaltaba, si además eran mamá me excitaban y si eran casada, mamá y de chicos o chicas que conocía me trastornaban carnalmente y solo pensaba en compensarme y satisfacerla con un agradable apareamiento, nunca pensaba en dañarlas, pero me provocaban poseerlas entre mas mayores mas ambicionaba sentirme su macho semental, como que miraba hacia atrás y me recordaba de haber embarazado no menos de tres de mis ocho amantes. Todas mayores y mamá de amigos o conocidos.
Con estos recuerdos cumplía mis 18 inviernos de vida y como los recuerdos me incomodaban, se me ocurre pedir consejos a una profesora y orientadora que venía de compras al negocio de mi padre, mientras la acompañaba llevándole sus compras a casa íbamos charlando de mis aventuras, ella me miraba lujuriosamente por mi conversación y aún creo que provocada por esta se sentía excitada y al llegar a su departamento, no soportó mas sus furores vaginales y carnales abrazándome y besándome como una niña desesperada por las caricias de un macho. Como no soy de los que hay que rogar la tome entre mis brazos y acaricie su bien formado cuerpo a pesar de sus 40 y tantos años, no era una puritana en las lideres del amor me lo demuestra coquetamente, halagándome y abrazándose contra mi cuerpo que rápidamente se excita, al excitarse mi pene toma sus característica de una barra de acero por lo dura, hinchada de unos 18cms. con una cabezota del tamaño de una pelota de tenis en su glande. Griselda queda prendada y seducida por su tamaño, es una maravilla dice, pero no se si me cabrá en mi apretada vagina, me desgarrarás si no lo haces despacio tomándolo entre sus dedos de sus manos.
La tengo semi desnuda con sus piernas abiertas sobre mis hombros y sus brazos tratándome de frenar mis ímpetus para no ser maltratada en la penetración de su vagina, como gime, ruge, sisea y solloza al ser penetrada siente ella como este pene entra ensanchando su cueva sexual dilatándola al máximo. Alborota con fuertes resuellos el ambiente y solicita despacio, que me desgarras, pronto tiene acomodado todo mi pene en sus entrañas y ella comienza un delicioso vaivén que tira y suelta al miembro que tan placenteramente esta cobijado en su matriz.
Se menea desesperada al sentirse atacada fuertemente en sus entrañas. Gime y grita con cada penetrada de mi pene, es una muñeca insaciable entre mis brazos, se entrega a este apareamiento con pasión llevaba mas de dos semanas sin que su marido se preocupara de ella y esto lo tenía enardecida y sentirse atacada por un semental aunque fuera uno de sus alumnos la enloquecía y se entrega apasionadamente a esta sesión de sexo.
Como gozamos, claro que después de ese encuentro la profesora ni siquiera me saluda.