Hotel nudista 2

Por la noche, después de cenar, nos fuimos las cuatro a la discoteca del hotel. Nos tomamos unos cubatas y nos pusimos a bailar en la pista, que estaba repleta. Resultaba excitante tanta gente desnuda moviendo sus cuerpos al ritmo de la música. A las chicas se nos movían las tetas de arriba a abajo y a los chicos mejor dotados (¡casi todos!) el rabo se les movía de una forma muy cachonda. Con tanta apretura eran frecuentes los tocamientos involuntarios, sobre todo de los culos más respingones. Luego de un rato sudando pusieron música lenta. Como ya nos habíamos echado y guiñado el ojo algunos, rápidamente hicimos parejas de baile. Iris y Jenny se pegaron como lapas y sus pechos sudorosos entraron en contacto. Cinthya se abrazó con un chico de unos treinta años fuerte y musculoso, pero la verga más grande fue para mí, un tío cuarentón pero guapísimo y con una polla escandalosa que me puso supercachonda. Como era de esperar, casi todas las vergas se empinaron al contactar con los chuminos, además del contacto de pechos, tocamientos de culos y algún que otro chupeteo de cuellos y bocas. Como estaban prohibidas la fornicación y la masturbación en zonas públicas, cuando la excitación se hacía incontrolable las parejas abandonaban la pista para subir a las habitaciones. Pero yo soy de fácil penetración. Le pedí a mi pareja de baile que me la metiera aprovechando la poca luz. Sólo tuvo que ponerla a la entrada y empujar suavemente. La polla se deslizó hasta el fondo... ¡y todavía le quedaba rabo fuera! Los dos estábamos muy cachondos, así que en dos minutos sentí su leche en mi interior y yo también me corrí como una perra. La dejó dentro un poco más para que todo cayera en mi vagina. Luego la sacó, justo cuando acabó la música lenta y se iluminó algo la pista.

Las cuatro decidimos subir a nuestra habitación. Era la hora convenida con los chicos para vernos. La única que se había corrido era yo. Ellas se habían quedado con los coños muy excitados, necesitaban follar urgentemente. Hubo suerte, los chicos nos estaban esperando. Nada más entrar, las tres se abalanzaron sobre los que la tenían más tiesa. Yo pensaba que a Iris sólo le gustaban las almejas, pero no era así, parecía una ninfómana fornicando. Viendo a las tres cómo gozaban, otro de ellos me puso a cuatro patas y metió la verga en mi chumino. Los otros dos que sobraban le metieron las pollas en la boca a Iris y a Jenny. No tardaron en correrse y mis amigas se tragaron todo el semen. Luego nos fuimos corriendo los demás. Estuvimos follando más de tres horas. Fuimos penetradas vaginal, anal y bucalmente por todas las vergas. Quedamos exhaustos sobre las camas. Eran las cuatro de la madrugada y nos dormimos. Al amanecer los chicos volvieron a su habitación y nosotras seguimos durmiendo. Nos despertamos muy tarde, nos duchamos y nos fuimos a desayunar. ¡Estábamos muertas de hambre! Pero eran las once y llegamos tarde, así que decidimos ir a la cocina a pedir algo.

Había cuatro hombres. Iban vestidos, seguramente por higiene. Al vernos se pusieron muy contentos.

- ¿Qué buscáis, chicas?

Cinthya, inocentemente, se pasó en las explicaciones:

- Anoche estuvimos follando hasta las cuatro y hemos llegado tarde para el desayuno. ¿Nos podéis dar un poco de leche y algo de comer?

- Tenemos huevos con salchicha, y la leche sale de dentro, jajaja.

- ¡Gilipollas! -dijo enfadada Jenny-. ¡La leche se la vas a poner a tu puta madre!

A los cocineros no les gustó la contestación.

- ¡Ahora os vais a enterar, zorras!

Se nos echaron encima, y aunque intentamos defendernos, apenas teníamos fuerzas. Con unas cuerdas nos amarraron y nos abrieron de piernas. Primero nos metieron a las cuatro completamente una zanahoria por el culo.

-¿Tenéis hambre? ¡Comed, putitas!

Luego cogieron un pepino y nos lo metieron en el chocho. Cuando se cansaron, sacaron su verga y nos follaron, una a una. Nos dejaron el chumino lleno de semen. Finalmente se divirtieron haciéndose una paja y corriéndose en nuestras caras. Luego nos desataron y nos echaron de la cocina a patadas.

- La próxima vez no habléis tanto -les dije a Jenny y a Cinthya.

Nos limpiamos la cara con unas toallitas y nos fuimos a la piscina a tomar un poco el sol y refrescarnos. Nos llamó la atención un hombre que estaba amarrado de pies y manos a unas argollas y con un letrero junto a él que decía:

"Castigado 24 horas por haber sido descubierto masturbándose en la piscina".

La gente se le acercaba y le escupían en la cara. Otros les daban patadas. Una niña cogió un palo y se lo metió por el culo. El hombre gritaba de dolor.

- ¡Maldito degenerado! -gritaba una mujer-. ¡Hay que darle un buen escarmiento!

Como acabábamos de ser forzadas por unos tíos, decidimos vengarnos y nos ensañamos con este desgraciado. Le sacamos el palo del culo y nos liamos a darle una paliza con él. Lo dejamos lleno de moratones. Para terminar le dimos unas patadas donde más le dolía. Le dejamos la polla y los huevos destrozados. Cuando nos divertimos lo suficiente, nos pusimos a tomar el sol mientras seguían haciéndole de todo al tío pajillero. ¡Qué poco nos imaginábamos que al día siguiente nos iba a tocar a nosotras!