La satisfacción de una mujer es el deseo de un marido y un amante anal.
Relato
Buenos Aires. Mucho calor. Es verano y viajo en el subte a trabajar. Desde que me casé estoy tranquilo, pero cuando estoy solo no puedo dejar de mirar señoritas. EL subte es muy tentador. En esa tarea "descubri" una chica de unos 25 años. Morocha, con un conjunto de camisa blanca y pollera azul que indican casi con exactitud su tarea de recepcionista. Tenía una nariz particular, tal vez demasiado grande para una chica, pero lo compensaba con un aire de seguridad envidiable y unas piernas hermosas y un busto llamativo. Esquivaba cada mirada. Llegamos a Alem, salió y no pude evitar seguir mirando su figura por el pasillo y la escalera. Su cola less era excitante.
Dos días después, vuelvo a verla, casi se repitió la misma escena, sólo que esta vez ya iba parado y pude ver con disimulo el corpiño blanco de encaje y la insinuación de un pezón intentando refugiarse de la humedad de la camisa producida por la llovizna de la mañana. Se bajó antes, la seguí con la mirada por el andén. Era hermosa.
Casi me había olvidado de ella y una o dos semanas después caminaba por el andén de regreso a casa y la vi sentada en el subte, subí y me senté enfrente. Ella hablaba con un señor. Se hablaban al oído, reía y luego el la besó.
Me miró a los ojos y cruzó las piernas asegurándose que haya tenido una buena vista. El abuelo sentado a mi derecha, me miró con expresión de desconcierto. El viaje siguió siendo un martirio, el pasillo se empezó a llenar de gente. Cuando podía verla me miraba de manera muy sugestiva y mientras le hablaba a él en la oreja.
Me bajé excitado, caminé por el andén y ella se dió vuelta para mirarme. No sabía que hacer. Día tras día esperaba cruzarme con ella a solas, pero la próxima vez fue a la vuelta. El subte estaba increíble de gente y estaba con su hombre. Me acerqué y me puse detrás de ella, que estaba agarrada del pasa manos hablando en secretos. Me vio a través del reflejo del vidrio. Inmediatamente hizo un movimiento para rozarme con su pollera azul. Su hombre seguia hablando con ella como desinteresado de los acontecimientos. Nadie se podía enterar de la situación, sólo yo. Cuando llegué a mi estación pasé de largo. Me bajé con ellos. Los seguí hasta la calle. Se despidieron y se separaron.
La alcancé cuando consideré que era prudente. Hola - dije - ella se dió vuelta con una sonrisa
- Te puedo acompañar - le dije -
- No te parece arriesgado, recién se fue mi novio -
- Me volviste loco... me querés matar...
- ¿Estás casado? - preguntó
- Si, pero....
- Pará, no sigas, no queremos compromisos, sólo nos gusta vivir el momento... y despreciamos a los solteros.
- ¿Cómo? No sabía si había escuchado bien
- Es fácil, si te animás me acompañas a casa, mi marido nos estará viendo, sólo quiere verme teniendo sexo con vos y tal vez se nos una, pero no sé, depende de su momento...
Se me hizo un nudo en el estómago, la adrenalina me volvía loco, creo que hice una mueca o tal vez dije si, no recuerdo. Entramos al departamento. Era muy lindo, muy buen gusto. Me invitó con una cerveza bien fria. Me ayudó bastante. El marido no se veía y no quise preguntar.
- Ya vengo dijo - Entró a la habitación, dejó la puerta abierta y se fue quitando la ropa lentamente, no quitándo sus ojos de los míos. Los pechos estaban cubiertos con un corpiño de encaje, tal vez aquel que ví, parecían pesados. La colaless era divina. Con encaje por delante y una única tirita por detrás. Se dejó los zapatos. Caminó hacía mí. La tomé de los hombros y besé despacio su cuello. Pasé lentamente la lengua por su lóbulo. Buscó darme un beso. Sólo rozó mis carnosos labios. La seguía teniendo por los hombros, lo que me ayudó para rozarles los labios con mi lengua y bajar lentamente por sus pechos. Mi lengua se enloqueció sobre el encaje con su pesón. Los mordí suavemente, los besé, los quise. Su respiración se entrecortaba. La dirigí para que se apoyara con sus manos del respaldo del sillón y que se mantuviera parada, con las piernas suavemente separadas. Mi boca se dirigió a su cola, la besé, jugué con mi lengua en su ano. Era hermoso. Un dedo mojado comenzó a entrar lentamente, la lengua ayudaba con sus jugos. Ella pedía que la tocara adelante.
- Tocame la conchita, por favor, estoy caliente... decía. Yo sólo le decía que esperara, que así era mejor. Seguí con mi lengua y ya con dos dedos. Mi lengua iba a su entrepierna, pero nunca se acercaba al clitorís ni a su vulva, sólo por sus lados, sobre el encaje. Se sentía muy húmeda. Se intentaba fregar contra el sillón. Me paré y después de ponerme un preservativo, mojé mi miembro y se lo acerqué a su cola. No sé dijo, balbuceando.. no sé.... - Intenté tranquilizarla, despacio la acerqué. Ya estaba lista para hacerlo. En ese momento rocé su clitorís con mi mano desde atrás. Se arqueó. Le hice unos pequeños golpecitos con la yema del dedo en su clitorís y luego algunos movimientos sobre el mismo. No daba más. Despacio afirmé mi miembro en su ano y ella misma empujaba hacia atrás. Entró la cabeza y al salivar la parte que estaba afuera de mi pene y con suaves movimientos fue entrando todo.
Gritaba y una mano suya ya estaba con la mía tocándose las tetas y su entrepierna. Ver mi pija entrando en su cola, al lado del hilo de su tanga era un espectáculo colosal. Más aún el escuchar sus gritos, frutos del placer.
En ese momento apareció su marido por delante del sillón. Su pija era impresionante, por lo menos más de 20cm. Ella la agarró con devoción y comenzó a chuparla con desesperación. El sólo miraba el lugar donde me unía con su mujer. Su rostro se desdibujaba. Ella la sacó de su boca mientras gritaba, estaba acabando con violencia. su cuerpo se arqueaba y golpeaba en fuertemente hacia mi. Eso hizo que su marido lancé varios chorros de semen, que parte fue a parar a mi pecho, parte en su espalda y el resto en la cara de ella.
Sólo un par más de estocadas y acabé en su interior. el placer fue máximo. Lo sentí en todo el cuerpo.
Después me enteré de sus fantasías y de los agradecimientos por hacerlo por atrás. La de su marido no había forma de meterla. Pero esto fue después. Esto siguió. Continuará.
yo le metia la verga en el culo una otra ves mientras ella le mamaba la verga ami compadre como una puta desesperada por momentos ella dejaba de mamarle la verga ami compadre por que el ya estaba a punto de venirse para luego mamarle el queso humedo y rojo de mi esposa
Relato erótico enviado por Anonymous el 24 de February de 2010 a las 00:07:43 - Relato porno leído 144233 veces