infiel por ingenua

Me llamo Susana, mexicana de 32 años, casada desde los 19, soy de mediana estatura, de mucho busto y gran trasero, desde los 18 trabajo en una universidad pública como secretaria por lo que tengo relación con alumnos, maestros y trabajadores de distintas edades, de los cuales muchos siempre me han hecho proposiciones que nunca he aceptado, sin embargo el año pasado un maestro chileno me invitó a tomar un café porque quería platicar conmigo.
Me llevó a una cafetería muy discreta y me dijo que tenia 52 años, viudo desde hacía seis años y que no tenía ningún familiar en México (su esposa también era chilena), y que ya no trabajaría más en la universidad por tener cáncer y que solo le quedaban entre cuatro y cinco meses de vida. Y que por ese motivo tenía que vender y deshacerse de de todas sus cosas para regresar a Chile. Pero que desde hacia tiempo yo le gustaba mucho, por lo que me propuso tener sexo aunque fuera solo una vez.
Aunque me gustaba, en ese momento le dije que no, que le agradecía el café pero que no insistiera porque era casada y no me parecía correcto hacerle eso a mi esposo.
Me siguió llamando por teléfono para decirme cuanto tiempo le quedaba en México y aprovechaba para decirme cosas cachondas con las que se me mojaba mi conchita.
Ya le quedaba una semana y me invitó a comer a su casa, con el pretexto de quería darme algunas cosas de su casa en buen estado que no se llevaría a Chile.
Cuando llegué me invitó una copa de vino de su país y me empezó a decir que si no quería probar otra cosa chilena que era muy buena. En esos momentos me empecé a calentar, no sé si por el vino o por lo que decía, de repente me abrazó y me dio un beso, con lo que sentí que se humedecía toda mi conchita, luego metió la mano entre mis piernas y me dijo “que bien mojadita estás y lista para cojer”. Yo me quité pensando en mi esposo y apuré lo que quedaba en la copa, pero ya estaba excitada y no dije nada cuando me dio otro beso. Me dio otra copa de vino y me sentó en un sillón largo, me volvió a dar otro beso este más largo que me hizo ver estrellitas, desabrochó y quitó, la blusa y el sostén, desnuda de arriba empezó a morder y chuparme los pezones mientras me quitaba las medias y mi tanga, después empezó desearme mi super mojada panochita, para entonces ya bien excitada y lista para ser cojida, le saqué la verga, la tenía como de veinte centímetros y gorda, cuando se la empecé a mamar se puso totalmente dura y me llenaba toda la boca, después de un rato sentí como su lechita llegaba hasta mi garganta. Se puso de rodillas frente a mi y me quitó la falda, subió mis pies a la orilla del sillón quedando en V y comenzó a lamer y besar mi clítoris con pequeños pellizcos en mis nalgas y tetas por lo que sentí un rico orgasmo, le pedí que me metiera su verga, que ya la necesitaba, que quería que me cojiera, me recostó y separó mis piernas, con su saliva se mojo los dedos y la untó en todo mi sexo, luego empezó a pasar su verga desde mi ano hasta el clítoris con lo que se mojo con mis jugos y su saliva, yo ya pedía a gritos su verga, la puso en la entrada de mi panocha y de repente me dio un fuerte empujón que me la dejó ir toda dentro de mi conchita por lo que di un grito de placer, con el mete y saca, apretaba con sus manos mis nalgas y yo sentía tan rico como me penetraba, que habría más mis piernas para comerme todo lo que me estaba dando, hasta que sentí otro orgasmo. Así, con la verga clavada me fue volteando hasta ponerme boca abajo, yo me sentía en el paraíso, sacó su verga y me levanto de las nalgas y me puso en cuatro patas. Me acariciaba, sobaba y besaba el trasero y yo solamente decía “que bonito siento, que rico.”
Luego ensalivó mi ano y separo mis nalgas y dijo “ahora si vas a gozar como nunca” y puso su verga en mi anito, yo le dije que no, que no me gustaba por ahí, a lo que me contestó “ya verás que rico sientes” y de un empujón me dejo la mitad adentro, no supe si el grito fue de dolor o de placer, pero ya estaba ensartada y me empezó a gustar tanto que empuje mis nalgas contra él para sentir toda su verga adentro, agarrando mi tetas y con sus movimientos me hizo gritar de placer y pedirle que me la diera más fuerte, sentía como sus huevos pegaban en mi conchita, me vino un de nuevo orgasmo cuando sentí como su semen caliente me inundaba toda por dentro.
Ya tenia perfectamente mojado tanto por adelante como por atrás que sentía como escurría líquido por mis muslos. Lo sacó y me dijo “ya sentiste lo rico de Chile por la boca, panocha y culo” “pero no hay una cuarto malo” y así boca abajo me la dejó ir otra vez por mi vagina, él la metía toda y luego la sacaba dejando la cabeza de su verga adentro, yo le pedía que me diera más y más fuerte, que me estaba volviendo loca, que la quería toda, que me destrozara.
De repente la saca de mi conchita y la meter de un empujón en mi ano (solo pude decir noooooooooo) una, dos tres, cuatro metidas y sacadas y la regresa a mi concha una, dos, tres, cuatro clavadas y de vuelta a mi ano y así varias veces hasta que aventó sus semen en mi espalda.
Nos quedamos sentados en el sillón sudando y jadeando, yo con ganas todavía le dije en México se dice “queno hay quinto malo” y me subí en sus piernas ofreciéndole mis tetas para que me las mamara y yo misma me enterré su verga en la panocha, subía y bajaba mis nalgas con un ritmo cadencioso sintiendo un total éxtasis por la cojida que me estaba dando, sin decir nada me tomó de las nalgas y se paró recargándome en la pared, las subidas y las bajadas me hacían gritar “más, más, más” “lo quiero sentir todo” “dame más, dame más”.
No supe cuantos orgasmos tuve ese día, ni los siguientes, porque seguí regresando los últimos cinco días que estuvo en México.