Tengo que reconocer que la historia me había puesto muy cachonda y que no podía quitarme de la cabeza los detalles sobre Javi. Yo nunca había estado con otro hombre que no fuese mi marido y, después de tantos años, nuestra vida sexual había alcanzado un punto de monotonía y aburrimiento
Relato
Aquel fin de semana habíamos organizado una fiesta en mi casa. Pudimos dejar a nuestros hijos con sus abuelos y decidimos aprovechar para invitar a algunos amigos a cenar y tomar unas copas.
En un momento de la noche me quedé a solas en la cocina con una de mis mejores amigas y aprovechó para contarme la aventura que Javi, uno de los mejores amigos de mi marido, había tenido con una conocida nuestra.
Mi amiga me contó, con todo lujo de detalles, la noche que aquellos dos habían pasado juntos. Al parecer Javi estaba muy, pero que muy bien dotado y sabía cómo hacer feliz a una mujer. Era uno de los pocos amigos de mi marido que permanecía soltero y no porque le faltasen pretendientes. Era simplemente un hombre un poco difícil.
Yo lo conocía desde que éramos pequeños. Mi marido, él y yo habíamos ido juntos al colegio e incluso llegué a tener unos escarceos amorosos con él en los primeros años de instituto. Hace ya mucho de aquello.
Me contó que Javi tenía unos gustos sexuales un poco raros pero que mi amiga había quedado prendada por su enorme aparato y el buen uso que hacía de él. Al parecer la tuvo buena parte de la noche atada a la cama e hizo con ella todo lo que le vino en gana. Logrando eso si, que ella alcanzase numerosos orgasmos.
Llegado cierto punto del relato pedí a mi amiga que parase.
- ¿Te estás poniendo cachonda, Rosa? – Me dijo.
- No es eso. No seas boba. Pero sabes que lo conozco hace mucho y no me agrada saber esos detalles de su vida íntima.
- Pues yo juraría que te está subiendo la temperatura… No me digas que no está bueno y que nunca has pensado en tirártelo.
- ¿Cómo puedes decir eso? Es uno de los mejores amigos de mi marido!!!
- Bueno, pero reconoce que está bueno y que si tiene una polla tan grande como dicen, estaría bien pasar un rato con él. A ti te vendría fenomenal. Se ve que hace tiempo que no te follan como es debido.
- Calla anda, y lleva estas copas al salón.
Tengo que reconocer que la historia me había puesto muy cachonda y que no podía quitarme de la cabeza los detalles sobre Javi. Yo nunca había estado con otro hombre que no fuese mi marido y, después de tantos años, nuestra vida sexual había alcanzado un punto de monotonía y aburrimiento.
Pasaron varias horas y, comenzamos a recoger. Javi se ofreció a ayudarme a fregar los platos y los vasos. Siempre lo hacía pero aquella noche yo no podía quitarme la cabeza la historia que me habían contado. Notaba como, al estar a su lado y recordar los detalles, me subía la temperatura entre las piernas y me ponía cachonda como hace tiempo que no estaba.
El notó que había algo raro en mi comportamiento.
- ¿Te pasa algo conmigo, Rosa? No me has dirigido la palabra en toda la noche.
- No…no… tartamudeé…. ¿Qué me va a pasar?
- No sé. Te noto rara. ¿Estás enfadada por algo?
- ¿Por qué iba a estarlo? - dije. Pero me di cuenta de que me daba rabia no haber sido yo la que estuvo atada a esa cama. Por un momento lo deseé con todas mis fuerzas y me enfadé con él por no haberme elegido…
- Pues dame un abrazo hombre!!!
Y me estrechó entre sus brazos. Lo rechacé y di un tortazo en la cara. Él se quedó sorprendido, me pidió perdón y se marchó de casa.
Pasé un par de días muy malos pensando en la estupidez que había hecho, hasta que me llamó. Una tarde se presentó en casa con una caja de bombones y me pidió disculpas por algo que había hecho, no sabía el que, pero me había sentado mal.
Al momento le expliqué que la que se había portado como una estúpida había sido yo. Y que si alguien debía pedir disculpas era yo y no él.
- ¿Hacemos las paces entonces? – me dijo.
- Si. Por favor.
Nos abrazamos de nuevo. Pero esta vez nuestras caras quedaron una frente a la otra y cuando quise darme cuenta él ya tenía su lengua en mi boca.
Su mano bajó por mi espalda hasta llegar a mi culo. Comenzó a apretarme las nalgas. Primero con una mano y luego con las dos. Jugaba con mi trasero. Lo apretó y me atrajo tanto hacia él que pude notar el bulto que crecía en su pantalón.
Entonces me di cuenta de que estaba siendo infiel a mi marido con un de sus mejores amigos. Lo separé de mí como pude y le pedí que se marchara.
- Mira Rosa, ya somos muy mayores para estas estupideces. Lo estás deseando más que yo. Deja de engañarte. Te voy a dar dos dias para que los pases deseando que vuelva para follarte.
Mañana te arrepentirás de haberme pedido que me marchara. Pero pasado vas a ir a una tienda de ropa interior y te vas a comprar un tanga blanco. Quiero que pienses en mi mientras lo compras. Quiero que recuerdes que lo estás comprando porque esa tarde planeas serle infiel a tu marido. Que recuerdes que estás allí porque estás deseando que esa misma tarde venga a follarte como te mereces.
Lo dijo y se marchó. Cerró la puerta y me quedé embobada pensando en lo que me había dicho.
Al principio me inundó la rabia. ¿Qué se había pensado que era yo para decirme eso? Me sentía hasta insultada. Pero he de reconocer que al rato comencé a sentirme triste y a pensar si decía en serio lo de venir pasado mañana.
Esa noche no pude quitarme el deseo de verle de la cabeza y, por la mañana, recibí un mensaje que decía: “Mañana voy a verte. Recuerda comprarte la ropa interior que me gusta o me negaré a follarte”
En cuanto mi marido se marchó al trabajo comencé a prepararme para comprarme un conjunto como el que Javi me había pedido.
Llegué a la tienda y elegí un tanga blanco liso y minúsculo.
Tal y como había predijo me puse supercachonda pensado en la razón por la que lo hacía. Realmente deseaba llegar a casa y esperar a que él apareciese para follarme. Tan cachonda me puse imaginándome la situación que si cualquier hombre me hubiese abordado en ese momento, me hubiese dejado follar en los probadores de la tienda o en los servicios públicos mas cercanos. Estaba mas cachonda de lo que había estado nunca y no podía esperar a tener a Javi entrando y saliendo de mi.
Llegué a casa, comí con mi marido y, en cuanto se marchó de nuevo al trabajo, me levanté la falta, me quité las bragas negras de encaje que llevaba y me puse el tanga blanco que me había comprado.
No pasó mucho rato hasta que sonó el timbre. Abrí la puerta y allí estaba Javi. Y, sin ni siquiera saludarme…
- Date la vuelta y levántate la falda. – Me dijo.
Al principio me quedé parada, pero segundos mas tarde obedecí. Estaba de cara a la pared de la entrada de mi casa y comencé a subirme la falda poco a poco.
- Mas arriba. Hasta la cintura. Quiero verte todo el culo. Quiero ver que has cumplido mis órdenes.
En cuanto le hube obedecido descargó dos fuertes azotes en cada una mis nalgas. Noté como se colocó detrás, me agarró de los pelos y me susurró al oído: “A partir de ahora harás lo que te diga. Vendré a follarte cuando me apetezca y como me apetezca. Cumplirás todos mis deseos y órdenes o te castigaré. ¿Entendido?”
Sólo pude mover la cabeza arriba y abajo para hacerle saber que lo había entendido.
Tiró entonces de mi pelo para hacerme poner de rodillas. Con una mano manejaba mi cabeza y con la otra se desabrochó en pantalón.
- Se que no se la chupas a tu marido pero quiero que saques mi polla y me hagas una buena mamada.
Era verdad. Hacía muchos años que no se la mamaba a mi marido porque no me gustaba. Pero aquella tarde obedecí sin pensarlo. Le bajé la ropa interior y su enorme polla saltó como si tuviera un resorte.
Frente a mi cara tenía un aparato enorme. Mucho mas largo y ancho de lo que había imaginado.
Viendo mis dudas, se agarró la polla y me obligó a metérmela en la boca. Al principio me dejó hacer pero llegado cierto momento agarró fuerte mi cabeza y la empujó hasta hacer que me tragase aquel enorme pollón.
Me atraganté varias veces pero a él no pareció importarle.
Cuando se cansó de tenerla en mi boca me apartó para quitarse los pantalones. Yo permanecía de rodillas mirando aquel duro cacho de carne que colgaba de sus piernas.
Se acercó a mi, me puso a cuatro patas y apartó el tanga. Comenzó a lamerme el culo a la vez que metía me masturbaba con dos de sus dedos. Yo me sentía como un puta, tirada en medio de la entrada de mi casa, con el culo ofrecido a un hombre que no era mi marido y mas cachonda y húmeda de lo que había estado nunca.
Javi no se hizo derogar y comenzó a follarme con una fuerza desmedida. Me embestía con todas sus fuerzas mientras me agarraba del pelo como si montara a una yegua. Yo temía que los vecinos pudieses oir los golpes de su cuerpo contras mis nalgas y mis gemidos cada vez que su polla entraba dentro de mi.
Me follaba a su antojo. Me introdujo dos dedos en la boca que yo los chupé tal y como hacía pocos minutos había hecho con su polla.
Cuando se cansó de esa postura y me levantó y arrastró hasta el salón. Me empujó sobre el sofá y allí quedé sentada. Se acercó a mí, abrió y levantó mis piernas y de nuevo comenzó a follarme. Yo podía ver como su polla entraba y salía de mi. No sé ni las veces que me corrí viendo como estaba siendo follada por uno de los mejores amigos de mi marido en el salón de mi casa.
Cuando por fin paró, se puso de pie, acercó su polla y se corrió por toda mi cara.
- Rosa, mañana vendré a verte otra vez. Te mandaré un mensaje por la mañana para decirte cómo has de vestirte.
Se marchó y me dejó sentada en el sofá del salón con todo su semen esparcido por la cara.
Ambos iniciamos a besarnos con toda pasión, con aun más pasión que la primera vez, mientras nos besamos Armando comenzó a tocarme mi zona intima debajo la falda de mi vestido y como consecuencia a esto de inmediato me moje toda, ¡Quiero hacerte el amor! Me dijo suavemente al oído, -Lo sé y también quiero- le conteste.
Relato erótico enviado por putita golosa el 29 de August de 2010 a las 23:31:22 - Relato porno leído 513554 veces