A mi mujer y a mi siempre nos ha gustado actuar papeles y situaciones. Aquel sábado seguimos actuando ahora junto a mi mejor amigo y su mujer.
Relato
Dale.
Nooooo.
¿Por qué no?
¡Te dije miles de veces el por qué!
No seas malita... ¿qué puede pasar?
Mirá, no quiero hablar mas del asunto. Ya sabés las razones y no creo que la memoria te ande fallando, no?
¿Te dije que lo hablé con Pablo?
Esta vez, mi mujer, siempre anteponiendo el "no" antes de decir nada se me quedó mirando intrigada.
¿Lo hablaste con Pablo? ¿Y qué le dijiste?
Bueno, no le dije que tenía fantasías de que me culeaba a su mujer, hablé.... en general, digamos.
No ves que sos un guarango...
¿Te sigo contando o no?
.......
El tema es que le dije que me gustaría hacer un intercambio, es decir, mas que culearme a Florencia le dije que tenía ganas de verte a vos siendo poseída por otro hombre.
Mi mujer abrió la boca y estuvo así de que se le cayera el plato que estaba fregando.
¿Eso le dijiste? Mirá, no te revoleo el plato por la cabeza porque te quiero.
¿Cómo pudiste decirle eso?
Lo mejor fue lo que me respondió él y que me dejó en llamas.
Ay, Dios.
Por su expresión, enseguida me di cuenta que se moría de ganas de que le contara. Mi mujer es muy fantasiosa, bastante calentona pero un poco reprimida en cuestiones sexuales. Sin embargo, estaba seguro de que si persistía en el lavado de bocho lograría doblegarla. En realidad no tenía interés en forzarla a nada que ella no quisiera; mi intención era únicamente que se soltara de una buena vez y se atreviera a dar el paso hacia la realidad.
Levanté mis cejas esperando a que me instara a hablar, le obsequié mi mejor sonrisa y le hice cosquillas en el estómago:
¿Y?
¿Qué?
¿Qué te dijo?
Di un fuerte suspiro solo para intrigarla mas y la miré misterioso.
Dale, Juan, ¿qué dijo? Me lo estás haciendo a propósito....
Trató de evitar la sonrisa y por fin, lentamente, largué las palabritas:
Que le encantaría ser ese hombre.
Su cara se volvió roja como un tomate y aunque hubiera querido no pudo disimular cierto orgullo.
¿Así que eso quiere, eh?
No sabés como me puse cuando me dijo eso. Se me paró de solo pensar en que te cog....
¿Qué mas dijo?
No mucho mas porque justo llegó Florencia y no pudimos seguir hablando.
¿Se te puso dura delante de él?, dijo casi interrumpiéndome otra vez.
Y de ella también... hasta sentí un poco de vergüenza. Decí que disimuladamente me tapé con el saco.
Seguro que nadie se dio cuenta, dijo irónicamente.
Y bueno, es el efecto que me causás mamita....
Quedamos unos segundos en silencio y acoté:
¿Y ahora?
Y ahora nada. Todo sigue igual. Sigo pensando igual que antes.
No me mientas. Estoy seguro de que te encantaría estar con Pablo... si siempre te gustó Pablo.
Si, pero de ahí a otra cosa hay un largo trecho.
Los tres nos conocíamos desde chicos: Pablo era compañero mío del colegio y Julieta, mi mujer, vecina del barrio. Ella siempre "había gustado", como decíamos cuando éramos chicos, de los dos; sin embargo, por esas cosas incomprensibles de las mujeres, se decidió por el mas feo: yo, myself, moi.
Decidí dar por terminado el asunto y esperar a que el cerebro y sus hormonas hicieran todo el trabajo. Pero acoté como último recurso de efecto:
Ah, ahora que me acuerdo, el próximo sábado Pablo y Florencia nos invitaron a
cenar.
Salí de la cocina dispuesto a darme un baño. Mientras me desvestía cientos de imágenes pasaron por mi cabeza: en todas mi mujer se revolcaba con Pablo, yo con Florencia y mi verga no pudo evitar moverse por sí sola. Después de quitarme el calzoncillo y de mirarla por enésima vez le dije:
Para la fiesta vas a tener que esperar a que mamita se decida. Y eso no depende de mi, ya viste que hice todo lo que estuvo a mi alcance, mas no puedo hacer.
Traten de no tomarme por loco, pero ustedes saben tan bien como yo que las vergas toman sus propias decisiones y muchas de estas no dependen de nuestra voluntad. La mía estaba en una amago de erguirse y la dejé, total...... hasta la ayudé un poco con unos masajeos debajo de la ducha. Tenía ganas de ponerme a mil y luego hacerle el amor a mi mujer. Parece que ella estaba a 2000 porque la vi entrar al baño completamente en bolas.
Mi mujer es una delicia preciosa. Tiene una linda cara, muy dulce aunque con ella también puede expresar toda su lujuria que es mucha. Sus tetas son grandes, pesadas, muy suaves y nunca me canso de tocarlas. Con sus 25 años me siento orgulloso cuando otros hombres voltean disimuladamente para mirarla. Tiene un par de piernas espectaculares, su piel aceitunada en un eterno bronceado las hace lucir torneadas y un poco brillantes. El culo no es exactamente su fuerte, pero compensa con todo el resto y con una personalidad e inteligencia avasallantes. Desde chico estoy enamorado de ella, así como es, y aun lo sigo estando pero eso no me impide fantasear con que otros hombres la posean.
¿Juan?
¿Qué mamita?
¿Te gustan mis tetas?, dijo mientras se metía en la bañadera conmigo.
Son las mas lindas que vi en mi vida
¿Las mas lindas?
Si, las mas lindas, las mejores. Me vuelven loco.
A mi mujer le gusta hablar en todo momento, antes, durante y después... aunque también le gustan otras cosas...
¿Y de mi qué es lo que mas te gusta?
De vos me gusta todo.
La abracé y la besé en la boca. Su lengua, siempre golosa, comenzó a enredarse con la mía y sus senos turgentes se aplastaron contra mi pecho. Continué besándola en los ojos, la nariz, pasé nuevamente por su boca jugosa y bajé para lamer su cuello al que recorrí por completo hasta llegar a la canaleta de sus tetas. Respiraba agitadamente y me excitaba muchísimo palpar sus nalgas mojadas. Su piel se sentía mas suave de lo normal gracias al agua que se deslizaba por el cuerpo. Me atrajo hacia sí mientras me acariciaba el culo.
Me encanta sentir entre las piernas tu verga parada.
Me refregué un poco contra ella y se dio vuelta para cerrar la canilla de la ducha.
Eh, que todavía no terminé de bañarme...
Sin decir nada, y completamente mojados salimos del baño. Me llevó hasta la habitación e hizo que me acostara en la cama. Mi verga todavía no estaba a todo motor pero estaba seguro de que Julieta terminaría el trabajo. Comenzó a besar mis pies mojados, los lamió íntegramente para luego subir por las canillas y los muslos hasta llegar a mi verga que enseguida se puso a pleno. Con una sonrisa pícara la oí decir:
¿Pablo?
¿Qué Julieta?
Me gustaría chuparte la verga, ¿me dejás?
Le sonreí y enseguida acoté:
Si a tu marido no le molesta...
Mi marido quiere que te la chupe y yo también tengo ganas....ya que estamos diciendo verdades...
Volví a sonreír y levanté mis caderas invitándola a que me chupara.
Mientras te la chupo contame que está haciendo mi marido con Florencia, dale?
Enseguida sus manos pasaron por mis huevos, la verga salió disparada y no pude decir ni mu. Me los estuvo tocando una y otra vez hasta hacerme casi reventar y traté de hablar cuando ella dijo:
Y? No me estás contando que están haciendo.
Julieta se la está chupando.
Y a él le gusta?
Parece que mucho porque está agitadísimo.
Apenas terminé la frase su boca fue a dar a mis huevos, a los que lamió despacio con la punta de la lengua. El escalofrío me recorrió el cuerpo cuando se los metió en la boca y allí dentro, rebosante de saliva, les pasó la lengua por todos lados. Gemí desesperadamente y traté de seguir hablando.
Ahora tu marido se la está montando, hummmm
En ese mismo momento mi verga entró de un sopetón en su boca. No tenía mas ganas de hablar pero sabía que si lo seguía haciendo ella se pondría mas caliente y me daría una mamada espectacular.
Tu marido tiene una potencia feroz, las tetas de Florencia se bailotean de un lado al otro..... escuchás como jadea mi mujer?
Mi verga entraba y salía de su boca a la que mantenía llena de saliva, a ritmo constante y como pude traté de seguir hablando.
Me parece que tu marido está por acabar...
Sin sacarse la verga de la boca comenzó a girar hacia mi, abrió las piernas y su vulva completamente mojada se posó sobre mi nariz. La chupé desesperado, la oí gemir agitada y me aprisionó con su zona caliente hasta casi dejarme sin respiración. Me deleité y excité bastante, mas de lo que estaba, y le pasé la lengua por toda la raja, deteniéndome a saborear su clítoris hinchado. Ella había acrecentado a ritmo de infierno sobre mi verga y yo estaba que no podía mas, me moría por penetrarla aunque teníamos toda la noche para coger. Sentí que me estaba yendo y moví un poco mis caderas para que me chupara mas fuerte, no se hizo esperar y me dio tal chupón que me acercó casi al límite de la eyaculación. Me faltaba el aire, abrí mi boca para tragar una pequeña dosis de oxigeno pero recibí mas concha, mas jugos; completamente sacado metí lengua en su vagina y no se qué hizo, se movió o algo así y no pude aguantar mas la tensión: terminé descargándome dentro de su boca.
Como una liberación dejó de comerme de esa manera alocada y me sentí relajado aunque su conchita caliente siguió moviéndose sobre mi cara. Ahora sin tanta presión la chupé con devoción y para excitarla mas metí dedos, que salían todos mojados, y los volví a meter por su concha una y otra vez. Jadeaba como loca y mientras la penetraba la escuché decir casi gritando:
Siiii, Pablo, si, que ya llego, siiiii, siiiii....
Que dijera el nombre de mi amigo me alentaba a hacerle de todo, tenía ganas de calentarme al mango otra vez para actuar como si fuera él pues al muchacho se le atribuía fama de semental.. bah, eso decían. Aceleré todos mis movimientos dentro de ella, comenzó a tensarse y a emitir unos gemidos extasiados que me volvieron loco. Me encantaba oírla jadear y saborear en mi boca los jugos de sus orgasmos. No faltaba mucho para que acabara y enseguida mis dedos comprobaron la llegada de sus espasmos; los saqué de su vagina mojada y metí la lengua para degustar todo su sabor.
Me sentía en la gloria y a pesar de que estaba cansado por el trabajo deseaba seguir cogiendo. Me llevaba bastante tiempo estar a pleno otra vez pero no me importó resignar algunas horas de descanso mientras pudiera penetrar con mi verga la cueva profunda, caliente y húmeda de mi mujer. Además, que Julieta estuviera representando el papel que yo deseaba se hiciera realidad me tenía desquiciado.
Esperé a que se tranquilizara y miré sus nalgas que continuaban muy cerca de mis ojos. Ella se movió y se sentó sobre mi abriendo su concha y exponiéndola sobre la piel de mi estómago. Se la sentía caliente, mojada, sus vellos me rozaban y sus hermosas tetas me invitaban a comerlas. Me quedé tranquilo para admirarla en esa posición que me excitaba mucho y empecé a hablar mientras ella se movía suavemente sobre mi. Sonriente le dije:
Juliette?
Si, Juan
Seguí con lo de Pablo.
Si, Pablo.
Me encantó el 69.
Sabía que iba a gustarte, a mi marido también le encanta.
¿En serio?
Ajá.
¿Y qué mas le gusta hacer?
Mucho cosas mas...... ¿querés probar alguna?
Por supuesto.
Sin decir agua va, agua viene se sentó sobre mi verga que estaba muy debilitada y empezó a refregarse sobre ella. Sentía sobre mi piel su concha caliente, un poco mojada cuando habló sensualmente:
Te gustaría que se hiciera realidad?
Ya te dije que sí mamita, me pondría de la cabeza verte con Pablo. ¿A vos no te gustaría estar con él?
Si....... pero me dá cosa.
No pienses, si lo pensás no vamos a hacerlo nunca.
Se movió durante un largo rato sobre mi, me dio algunas caricias con sus manos y con su boca y logró ponerme al palo otra vez. Por supuesto, hicimos el amor actuando gran diversidad de personajes y situaciones, tal cual a mi –y a ella- le gustaba.
El sábado llegó lento y cerca de las 8 de la noche partimos hacia la casa de Florencia y Pablo. El asunto me daba vueltas por la cabeza como una obsesión pero Julieta no me dijo nada y tampoco quise preguntar: si ella lo tenía decidido, si es que finalmente íbamos a hacerlo me daría cuenta enseguida, je.
Toqué el timbre de la casa con una nerviosidad extrema y miré a mi mujer: se la veía tranquila y preciosa. Llevaba una falda corta que dejaba ver sus hermosas piernas, una remera ajustada y el pelo suelto.
Estas muy linda, mi amor.
Gracias.... Ah, ¿te dije que ayer hablé con Florencia?
¿Qué? ¿De qué?
De.... nada en particular, dijo sonriéndome enigmática.
¿Cómo que de nada en particular...?
Sin posibilidad de responderme Florencia nos abrió la puerta que también, oh casualidad, iba vestida para matar.
Hola, chicos, pasen, pasen.... ¿cómo andan?
Muy bien, dijimos al unísono.
Encontré a Pablo sentado en los sillones del living. Vi que miraba a Julieta como si fuera la primera vez que la veía. Tenía una expresión de deseo indómito. Verlo así me puso de punta y traté de disimular evitando por todos los medios de imaginar lo que seguramente mi amigo estaba pensando.
La cena transcurrió sin sobresaltos aunque vi que Florencia tomaba demasiado vino tinto, algo que ella no estaba acostumbrada hacer. Me estaban carcomiendo los nervios, solo podía rememorar las palabras que mi mujer había dicho y pensé, por la forma en que me lo dijo, que había hablado con Florencia del mismo asunto que yo había hablado con Pablo. Lo único que me restaba era esperar el desenlace, si es que habría uno, aunque estaba seguro de que "algo" iba a pasar: no en vano mi mujer había hablado justo antes de que Florencia abriese la puerta.
¿Te sirvo mas?, dijo mi amigo a Julieta.
Hasta arriba.
La vi mirándome como si tratara de decirme algo pero no pude descifrar qué. En algún momento, cuando ya habíamos acabado el postre, Florencia se disculpó y salió del living. A los pocos minutos llamó a Julieta que salió de allí sin decir nada.
Miré a Pablo intrigado y este me devolvió la misma mirada.
¿Qué?
Ni idea.
Julieta me dijo que ayer habló con Florencia.... ¿sabés de que hablaron?
Noup.
¿Seguro?
Seguro, dijo abriendo sus ojos mas de lo normal.
¿Y qué pensás que estarán haciendo?
Mi amigo apoyó su lengua sobre uno de sus labios como relamiéndose y en tono juguetón me dijo:
Tal vez.....
Todo el juego me estaba sacando un poco. Comencé a sentirme excitado y muy ansioso. Tal vez no pasara nada pero todo el misterio que rondaba la situación me hacía sentir inquieto.
¿Tal vez qué?
...hayan hablado de lo que hablamos nosotros. ¿Le contaste a tu mujer de lo que hablamos?
Si, ¿vos le contaste a la tuya?
Y dejó caer su cabeza en tono afirmativo. No hubo tiempo de decir nada mas pues las dos se aparecieron vestidas de mucamas, con sendas bandejas trayendo champagne y copas. No pude mas que abrir la boca cuando las vi enfundadas de aquella forma. Mi mujer tropezó y casi deja caer todo pero enseguida Florencia acotó:
Es la nueva camarera, así que tengan consideración con la pobre chica.
Mi mujer se quedó callada pero me miró sonriente, los ojos de Pablo iban y venían de Florencia a Julieta; y yo me dediqué, también, a contemplarlas por completo. Eran dos preciosuras que nos sirvieron champagne y nos vieron tragarlo despacio mientras Pablo le decía a Florencia:
A vos te tengo vista de algún lado, pero a vos no, ¿cómo dijiste que te llamabas?
Julieta, dijo mi mujer.
Mucho gusto, dijo Pablo y continuó: el es Juan.
Le extendí la mano y tomando la suya con la mía, la besé. Pablo continuó con todo el teatro y yo estaba completamente anonadado aunque excitado de ver a mi mujer actuando aquella osadía fantástica.
¿Y ustedes brindan servicio completo?, me escuché decir.
Completísimo, dijo Florencia
¿En serio?, pregunté a mi mujer.
Todo completo, respondió ella.
Pablo se movió sobre el sillón acolchado y yo sentí que la verga se empezaba a aclimatar. Ellas se sirvieron champagne y lo apuraron mientras Pablo decía:
Invita la casa.
Un sonrisita ahogada salió de la boca de Florencia cuando apuraba el espumoso y mientras veía los finos labios de la mujer de mi amigo apoyados en la copa, Julieta me miró a los ojos. Una media sonrisa salió de mi boca y sin mas, Julieta miró a Florencia y dijo: YA!!! En ese instante, las dos, se levantaron la pollera y sentí morir cuando ante nuestros ojos una vulva toda peluda, la de mi mujer, y otra completamente rasurada quedaron expuestas sin mas a nuestras miradas. Quedé completamente impresionado y me excité bastante al ver aquellas golosinas inesperadas. Pablo debe haber quedado igual de impávido que yo porque ni se movió ni habló, evidentemente tampoco se lo esperaba.
Florencia parecía llevar la voz campante pues enseguida dijo:
Ustedes eligen, y mirándome dijo: no se el señor que prefiere, si una limpita de pelos o una mata brasilera, ¿qué dice?
Traté de responderle como pude:
Creo que voy a quedarme con la limpita de pelos.
Florencia se miró por debajo de la pollera y dijo:
Ah...esa soy yo, ha hecho usted una buena elección.... y dirigiéndose a Pablo: me imagino que usted no desperdiciará a la nueva camarera, no? La tengo especialmente entrenada para esta ocasión.
Por supuesto que no, dijo Pablo, desde que la vi entrar por aquella puerta me gustó.
Me puse a todo motor cuando las dos se acercaron hacia nosotros. Podía ver claramente el inicio de la vagina de Florencia y me regocijé en solo pensar que minutos después estaría chupándosela. Estaba a punto de apoyar mis manos sobre sus caderas cuando Julieta dijo:
Un momento.... que todavía no terminamos de mostrar la mercadería.
Acto seguido se dieron vuelta, volvieron a levantarse la pollera y nos mostraron el culo. Pasé una de mis manos por el culito duro de Julieta y las dos se agacharon, dejándonos ver la rayas y las vulvas completamente al aire. Yo ya estaba que no podía mas. Si no me dejaban tocar un poco me iba a volver loco.
¿Qué les parece?
Muy excitante, dijo Pablo.
Si, mucho, acoté.
Estábamos sentados en el sillón, volvieron a girarse, se miraron y se sentaron con las piernas abiertas encima nuestro. Mi mujer repetía los movimientos de Florencia que siempre fue al frente. La recibí con gran gozo y mi verga dio un respingo cuando sentí el calor que emanaba su cuerpo.
Ver a mi mujer encima de Pablo me excitó bastante y ambas comenzaron a refregarse sobre nuestras vergas. Empecé a desabrochar la camisa de Florencia mientras ella trataba de desabrocharme la bragueta. De a poco, pues los nervios me traicionaban, fui corriendo botón a botón hasta encontrarme con un par de tetas grandes, pezones rosados y puntas gordas que llamaban por ser chupadas. Pablo había girado a mi mujer a la que ya había sacado la camisa y estaba apretado contra ella afanándose en su tetas mientras movía las caderas de arriba abajo. Mi verga estaba como loca deseando por salir, cuando finalmente Florencia logró sacarla de su encierro. Salió disparada y su boca fue directamente a ella. Me moví impaciente y un sudor frío me recorrió el cuerpo cuando vi los dedos de Pablo metiéndose por la concha de mi mujer. Ella empezó a jadear desesperada y yo emití algunos gemidos cuando Florencia me pasaba la lengua mojada por toda la verga a la que sentía explotar. Me estaba calentando como nunca en mi vida, Julieta jadeaba cada vez mas y se le ocurrió hablar, como siempre hacía:
Si, que rico, si, me gusta, dame mas.
Aquello me puso la verga como un fuego, Florencia me seguía chupando y no pude excitarme mas cuando vi la pija, enorme, de Pablo entrando por la concha de mi mujer. Ella comenzó a jadear como desquiciada, se movía de un lado para el otro y de arriba hacia abajo y seguía pidiendo mas.
Mas, hasta el fondo, siii, si, ssiiiii, hummm
Atraje a Florencia hacia mi porque no aguantaba mas sin meterla. La penetré con mucha gana y ella soltó un gemido, Pablo pareció animarse con aquello pues bombeó con mas fuerza a mi mujer, que se agarraba la tetas y revoleaba las mechas como poseída.
Siiii, siiiiii, gritaba ahora mi mujer.
Sabía que cuando mi mujer gritaba era que estaba por acabar y seguí dándole a Florencia mientras le chupaba esos pezones rosados y le arqueaba la espalda lo mas posible para tenerlos a mi alcance. Estaba sacadísimo, Pablo había empezado a gimotear, Florencia dejaba salir de su boca algo así como suspiros profundos y yo estaba a unos pocos bombeos de una acabada espectacular. El ritmo que había alcanzado Pablo sobre mi mujer era frenético y no se Florencia, pero yo no daba mas, en cualquier momento me descargaría sobre esa concha furiosa que se comía mi verga completamente y que, dicho sea de paso, contraía y laxaba como si me quisiera ordeñar por completo. Florencia sabía como moverse sobre mí para darme el máximo placer, sentía la tensión que me recorría el cuerpo y aceleré el bombeo para descargarme. No hizo falta mas que ella empujara contra mi y yo contra ella en un traqueteo rápido y fuerte para que mi líquido blanco se derramara dentro de su cueva.
Empecé a laxarme aunque estaba seguro de que Florencia no había acabado. Mientras, los gritos que pegaba mi mujer seguían firmes, taladrándome el cerebro y generándome una sensación de excitación que me era extraña pues recién había acabado. Florencia siguió moviéndose sobre mi cuando, finalmente, Pablo le dio el golpe de gracia a mi mujer con un fuerte empujón que terminó por hacerla acabar en un grito de gozo casi desgarrador.
Enseguida Pablo se puso detrás de Florencia y la penetró por el culo, yo empecé a moverme y tocarme para hacer que mi verga se irguiera otra vez, algo difícil con tan poco tiempo. Sin embargo ella se movió y puso sus tetas tan cerca de mis ojos y de mi boca que no me quedó mas que chupárselas una y otra vez. Mi mujer se sentó al lado mío mirando aquella sesión y se sonreía como una niña tonta, completamente satisfecha. De a poco Pablo y Florencia se fueron corriendo y mi mujer se dispuso a chuparme la verga. Esta vez, mi aparato tardó bastante menos en empezar a pararse. Estaba excitado nuevamente pues mi mujer me lamía desde la punta hasta los huevos y hacía unos ruidos extraños con la boca que si bien no podía descifrar me generaban cierta lujuria. Para completar las sensaciones observaba la cara desencajada de Florencia mientras su marido la penetraba por detrás y jadeaba como poseso.
Seguro que la chica debió haber acabado miles de veces porque la oía gimotear intensamente para luego calmarse y después, otra vez, parecía tomar impulso con los traqueteos de Pablo que no dejaba de meter y sacar. Tenía un aguante infernal, yo estaba al palo otra vez y el seguía bombeando, dueño de una capacidad inmensa para controlarse la cual envidiaba bastante.
Finalmente Florencia pareció desvanecerse y grande fue mi sorpresa cuando Pablo intentó abrirse camino en el culo de mi mujer. Me miró como pidiéndome permiso y no pude mas que moverme para darle el okey. Sabía que aquello me sacaría loco, corrí rápidamente a mi mujer para que quedara su boca en mi verga y su culo empinado, disponible para que Pablo se lo cogiera.
Estaba agitadísimo, me retorcía y levantaba mis caderas para expresar toda mi ansiedad. Pablo me mostró un dedo que apenas pude divisar y se lo metió a mi mujer por el culo. Esta pareció tensarse y chupó con mas fuerza aun mi verga, fue lamiendo y succionando con mayor devoción cada vez que Pablo metía algún dedo. La acción de él podía sentirla en la boca y en los labios de mi mujer que apretaba y jadeaba como podía, dejándome sentir sus labios, su saliva y su aliento caliente.
Finalmente la penetró despacio con su verga enorme y mi mujer gimoteó un poco para luego comenzar a moverse para todos lados, como si quisiera disfrutar de todos los movimientos. Cuando mi mujer hubo tomado ritmo, él empezó a empujar cada vez mas fuerte y cuando ya todo se había convertido en un coro de jadeos, pude ver como la verga de Pablo entraba y salía por completo del ano de mi mujer. Ella lo disfrutaba como loca y yo estaba que no podía más. Mi mujer había empezado a gritar y trataba de hablar con mi verga en su boca. Unas sobadas y traqueteos mas llevaron a mi mujer a acabar, dando alaridos sobre mi pija que estaba a punto de explotar. Segundos después Pablo fue el que derramó su líquido blanco sobre la espalda y el culo de mi mujer, y yo, en una ansiedad insoportable terminé lentamente con un par de chorros sobre Julieta que mantuvo su boca abierta mientras veía entrar mi semen en aquella cavidad que tanto placer me había causado.
yo le metia la verga en el culo una otra ves mientras ella le mamaba la verga ami compadre como una puta desesperada por momentos ella dejaba de mamarle la verga ami compadre por que el ya estaba a punto de venirse para luego mamarle el queso humedo y rojo de mi esposa
Relato erótico enviado por Anonymous el 24 de February de 2010 a las 00:07:43 - Relato porno leído 144233 veces