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INTRIGAS EN LA CORTE (I)

Relato enviado por : gustavo8000 el 25/07/2013. Lecturas: 3613

etiquetas relato INTRIGAS EN LA CORTE (I)   relato .
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Resumen
Un reino medieval. Una reina casada por conveniencia. Pronto descubre que su matrimonio no funciona y, finalmente, empieza a descubrir que tiene instintos... Tras varios años de abstinencia sexual, sus instintos le llevan a recorrer su castillo por la noche en busca de excitantes experiencias...


Relato
Transcurría la mitad del siglo XIV. En un reino quizá no muy lejano, la imprenta estaba por inventar y los señores feudales imponían su ley por sus dominios. Y el Rey era el Rey, y nadie , excepto Dios, mandaba más en el Reino.
El castillo del Rey era el centro de la corte. En ella, cortesanos, lores y milores cacareaban y vociferaban en torno al Rey, intentando como chacales atraer sus favores y, en consecuencia, su bienestar económico. Para lograrlo, cualquier maniobra, treta, estratagema o juego sucio podía valer. Todo por intentar saciar sus ansias de poder.
Tener el poder era lo más importante. Y eso fue algo muy tenido en cuenta por Cástrix, el padre del actual rey, cuando concertó la boda de su hijo con la princesa Valentina, futura heredera del rico reino de Costa Rica.
Por aquel entonces, aunque Valentina era apenas una mozuela, ya se vislumbraba en ella una mujer hermosa y brillante, con una exquisita educación y un porte propio de una futura reina.
Cástrix la conoció en una visita de cortesía al reino vecino y, nada más verla, supo al instante que aquel casamiento sería muy favorable para el futuro de su amado reino.
Y así ocurrió. Un año después se celebró un boda por todo lo alto. Al banquete acudieron las personalidades más importantes y más influyentes en cientos de kilómetros a la redonda, y la boda fue recordada durante muchos años por su boato y su esplendor…, pero ah!, aquello quedó lejos ya.
No obstante, relataremos brevemente lo que fue la noche de bodas, donde Valentina de Costa Rica perdió su virginidad a manos del Rey Cástor, su esposo. Únicamente diremos que fue un encuentro bastante desabrido. A Valentina le dolió, porque Cástor era hombre poco atento, y no mostró interés hacia ella en ningún momento, pues el matrimonio era convenido y no estaban enamorados. La poseyó con rudeza y sin ganas y, en mucho tiempo, no volvió a compartir lecho con ella.
Al poco tiempo, Valentina descubrió, por las habladurías de palacio, el motivo de su abandono conyugal. Al parecer, el Rey tenía raras apetencias sexuales, diferentes a las de cualquier hombre corriente, al menos eso era lo que se rumoreaba. Valentina sintió ofendido su honor como mujer y Reina y habló con él, que le confirmó todos y cada uno de los rumores. No obstante, Cástor no era un mal Rey, y ambos decidieron guardar las apariencias. Desde entonces, cada uno hizo su vida en palacio y, como ella estaba muy bien educada, supo callar las desviaciones de su marido y llevar la cabeza bien alta. Y el reino fruto de su unión siguió prosperando.
No obstante, Valentina pronto cayó en un estado de tristeza casi permanente al darse cuenta del fracaso amoroso de su matrimonio: ninguno de los dos se amaba.

Los años pasaron. Años de soledad conyugal, sin compañía masculina a su lado. A veces, se despertaba en plena noche, agitada, completamente bañada en sudor, completamente caliente. En aquellas ocasiones sólo podía llamar al servicio para que le preparasen urgente un baño de agua bien fría. Entonces, se sumergía dentro de la tina helada y notaba como poco a poco, su cuerpo se calmaba. Los pezones se le ponían duros y rígidos, y resaltaban por encima de su fina bata. Cualquier hombre hubiera perdido la cordura con aquella imagen.
Valentina empleaba un fino lienzo para lavarse, notando la caricia de la tela en su cuerpo. Cuando lo hacía, notaba una sensación diferente a lo que hasta ahora había sentido. Hemos de pensar que, hasta ahora, el Rey no le había satisfecho en ningún momento y, por ahora, la reina sólo conocía el placer de aquellas suaves caricias.
Pasaron días, semanas e incluso algún mes. Y llegó otro verano. Y una noche de mucho calor, volvió a despertarse, empapada en sudor y febril. Agitada, se levantó y pensó en llamar al servicio para que le preparasen un baño de agua fría. Sin embargo, le supo mal despertar a su criada a aquellas horas de la noche. Probablemente, dormiría profundamente. A Valentina le supo mal despertarla con la campanilla y decidió bajar ella misma a buscar el agua.
Salió de su alcoba envuelta en un batín gaseado, apenas tapando su esbelto cuerpo, camino de los caños de la cocina. En su camino, pasó por delante de la alcoba de su criada y escuchó un gemido que le llamó la atención. La reina no conocía aquellos sonidos, pero algo en su interior le hizo entender que no eran de dolor. Curiosa, entornó la puerta sin hacer ruido y…
Asombrada se quedó, cuando vio a su criada desnuda, con los pechos al aire, bien erguidos y firmes, clavada sobre el torso de un hombre. La reina comprendió la situación, miró un instante más y se retiró, sonrojada. Subió corriendo a sus aposentos, presa de una mayor agitación de la que ya tenía anteriormente y se sentó en la cama.
La imagen de su criada sobre un hombre, con aquel rostro de gozo al moverse encima de él… cuán diferente parecía aquella cópula a la que recordaba con su marido, el Rey.
De repente se descubrió más febril que antes, con un calor en su cuerpo…. No obstante, decidió esperar, abrasada, un tiempo para dejar que su criada terminase sus cosas antes de tocar el timbre.

Pasaron los días, pero Valentina no podía quitarse de la cabeza la imagen de su criada gozando, y los baños fríos se volvieron casi diarios. El insomnio se apoderó de ella, y también el deseo de descubrir el mundo nocturno del palacio.
Así, empezó a salir a hurtadillas de su alcoba cada noche, pasada en un par de horas la madrugada. Entonces, bajaba hasta la alcoba de su criada, esperando volver a ver la escena que le perturbaba, pero no volvió a tener suerte. Finalmente, una semana después, frustrada, decidió ir más allá y comenzó a vagar por otros rincones del palacio.
Fueron varias noches de infructuosa búsqueda, pero por otro lado, era una situación muy excitante. La Reina en bata vagando a media noche por los pasillos de Palacio, por las dependencias de los sirvientes, por las cocinas, por las caballerizas. Si era descubierta, tendría que dar muchas explicaciones…, pero aquel riesgo le excitaba mucho. Al final del recorrido, regresaba a su alcoba y solicitaba su baño de agua fría para calmarse.
Finalmente, una noche, Valentina andaba deambulando por el castillo cuando vio pasar a hurtadillas a una muchacha. Por un pelo no se chocó con ella en plena oscuridad, pero por suerte, la muchacha no advirtió su presencia. Valentina la reconoció: era una de las aprendizas de la lavandería, llegada hacía muy poco tiempo a palacio. Valentina sintió curiosidad y la siguió con el mayor sigilo posible.
La muchacha se deslizó con rapidez por los pasillos del Palacio y bajó las escaleras hasta las caballerizas y desde allí se dirigió campo a través hasta los establos, al otro lado del patio. Valentina sopesó seguirla por el patio. Allí no tenía dónde esconderse y podía ser vista por cualquiera. Sin embargo, el deseo y la curiosidad vencieron su raciocinio y siguió a la muchacha hasta los establos.
Entró con sigilo. Al fondo del establo, una pequeña candela iluminaba una de las cuadras. Quizá había nacido un nuevo potrillo, pensó mientras se acercaba. Se apostó en la cuadra anterior y miró por entre las tablas de madera y…
¡Oh!, No era ningún potrillo. La muchacha besaba con intensidad a un muchacho de su misma edad.
Valentina los miró besarse con una pasión y un deseo como no había visto en su vida. Se quedó paralizada, sin apenas respirar, sin querer siquiera pestañear para no perderse detalle.
Tras unos segundos, la criada se separó del muchacho. Se miraron intensamente.
- No tengo mucho tiempo. Pronto amanecerá y para entonces, ya tengo que estar en la lavandería- le dijo ella.
- Entonces, no lo perdamos. – le contestó él.
Entonces, se volvieron a besar, apasionadamente. Él la atrajo contra ella con sus fuertes brazos, y sus manos recorrieron su espalda. Valentina sintió crecer fuego en su interior. Las manos de él arremangaron el vestido de ella dejando ver a la luz del candil sus piernecitas blancas. Ella procedió a quitarle la andrajosa camisa a él, dejando a la vista su torso delgado y musculoso. La reina notó una excitación creciente al ver aquello.
El muchacho terminó de quitarse la camisa mientras ella empezó a deshacerse de enaguas, corsés y otras telas, hasta quedarse totalmente desnuda.
La reina la observó sin perder detalle. Aquella joven tenía un cuerpo hermoso, con finas piernas, un culo prieto y unos pechos no muy grandes, pero firmes. Los dos muchachos se miraron un momento. Entonces ella se arrodilló y se quedó con su rostro frente a su cintura. Valentina dirigió la mirada al muchacho: se le observaba un bulto en el pantalón. Contuvo su respiración mientras la criada desabotonaba lentamente el pantalón del excitado muchacho, hasta que le sacó la verga.
Valentina ahogó un gemido. Estaba totalmente dura y plantada. Sin perder ni un segundo, la muchacha la introdujo en su boca y jugó con ella durante unos cinco minutos. Para deleite de la Reina, jugó con ella, se la metió, la sacó, le lamió la punta, la chupó y la mordió, haciendo las delicias del muchacho, que se arqueaba y gemía de placer.
Tras unos minutos de juego, ella se levantó de nuevo, se giró y le dio la espalda. EL muchacho no lo pensó y la clavó sin miramientos, bombeándola sin perder tiempo. La muchacha, con el rostro encendido, gemía por lo bajo, mientras se agarraba a unas viejas bridas atadas en la pared. Pronto, sus gemidos fueron haciéndose más intensos hasta que de repente los dos se arquearon y alcanzaron el clímax. Jadeantes, se dejaron caer al suelo un instante. Valentina vio sus rostros de satisfacción.
Se oyó un ruido fuera del establo. Los muchachos abrieron unos ojos como platos y empezaron a vestirse con rapidez. Se besaron por última vez y ambos salieron disparados del establo. Valentina dejó pasar unos minutos y volvió a su alcoba para darse su habitual baño nocturno. Aquella noche lo necesitaba más que nunca.

Bueno, espero que les haya gustado la historia en este breve relato introductorio. Creo que el tema da para escribir más, así que si les apetece, díganmelo y escribiré nuevas aventuras de nuestra reina más caliente. Espero sus comentarios y sus votos!

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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 22:20) dice: SEX? GOODGIRLS.CF

katebrown (18 de October de 2022 a las 19:55) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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