Aguantar las ganas de despojarse de todo y coger como animales hasta el paroxismo.
Relato
Sin estorbarse, en el baño, Daniela y Carlos se cambian para ir a la cena. Ella se maquilla frente al lava manos mirándose en el espejo. No lleva nada puesto, salvo una tanga negra que se convierte en un hilo en su trasero. Él la observa mientras se abotona la camisa y aprecia la silueta del perfil de Daniela donde los senos sobre salen del contorno curvilineo de su cuerpo. Se acerca hasta ella por la espalda con una media erección y la abraza. Ella no le presta atención, tan sólo mira hacia sus pechos y ve como las manos de Carlos apritean despacio sus tetas. Ella arquea un poco la espalda y empuja hacia atrás para sentir el bulto en sus nalgas. Trata con mínimos movimentos de hacer coincidir ya la erección completa de Carlos con la raja de su trasero mientras termina de maquillarse. Él pasa su lengua desde la base de la nuca buscado la oreja de ella y puede escuchar como la piel de Daniela se eriza desde el coxis como una ola enorme, un tsunami de vellos en tensión, hasta el lóbulo de la oreja derecha y con una voz que a ella le fascina le dice:
- No salgamos.- Su lengua se entretiene adentro de la oreja de Daniela.
- Yo quiero ir y cenar. Nos venimos temprano como siempre hacemos - respondió Daniela justo antes de que un pequeño gemido se ahogara en su garganta. Carlos le masajeba los pezones haciendo pequeños círculos y ejerciendo la presión exacta para que ella empezara a chorrear un poco por su entrepierna. Carlos la empezó a embestir de tal manera que su enorme pene ya no cabía en su ropa interior. Con una mano se bajo el boxer negro que tenía puesto, movio a un lado el hilo que lo separaba del placer y busco el hoyo negro que tanto anhelaba. Ella abrió un poco las piernas dejó el maquillaje en la repisa de baño y empezo a separarse del lavamos de tal manera que pudiera apoyarse en el y ofrecerle a su amante el culo en perfecta posición. Cuando despacio lo sintió entrar, una extraordinaria sensación de placer la embriagó toda y empezo a chuparse los dedos como si se tratara del sexo tieso de un tercer amante. Dilatado, su ano recibía la espada de Carlos mientras este seguía apretando sus senos en un desenfreno maravilloso. Daniela subió el pie izquierdo al bidet que estaba al lado del lavamanos dejando aun más espacio para que la penetraran. Carlo enderazaba su espalda y soltando las tetas de ella la tomaba por cada lado de la cintura para bombearla con fuerza. Duro. Adentro y afuera. El clítoris de Daniela era un cuerpo palpitante y Carlos empezó a frotarlo con su mano derecha inclinándose hacia delante. Mojada toda, hasta sus pies, Daniela acababa con gemidos gruesos y palabras ininteligibles. Carlos sólo pudo aguantar un poco más para soltar todo su néctar en la espalda de Daniela y con sus manos regarlo por sus nalgas redondas y turgentes.
Daniela se enderezó y con ambas manos recorrio su piel desde el bajo vientre, pasando por sus dos pechos y estirando su cuerpo con sus manos arriba le dice a Carlos:
- Es hora de irnos.
Llegaron a la casa de Alberto y Raquel con 15 minutos de retraso. Eran una pareja agradable pero ciertamente algo aburridos. Daniela enseguida se fue a la cocina para ordenar algunas cosas y hablar con Raquel. Alberto siempre los recibía con un vino para ella y whiskie para él. Carlos se sentó en la mesa justo al lado de la cocina para poder comer algunos aperitivos. Así comenzó la cena, como siempre. Al terminar Carlos se sentó junto a Daniela en un sofá enorme que estaba colocado a un costado de la mesa mientras los anfitrinones recogían. Conversaban de cualquier cosa y en cada viaje a la cocina Alberto seducía a su esposa Raquel. Un beso furtivo profundo, una caricia en su perfecto trasero, un roce en los pechos que poco a poco endurecían sus puntas. Pezones que ya se hacían notar en la franela ajustada que llevaba puesta Raquel. Daniela se percató inmediatamente en como su pareja se interesaba en el cuerpo de su amiga. Luego de algunos minutos, las palabras se fueron disolviendo en un atmósfera que nunca había existido en esas reuniones. Pronto cesó la conversación pues Alberto tenía sometida a su esposa en la puerta de la cocina. Comiéndose a besos, mordían sus labios mutuamente y sus lenguas luchaban un combate feroz, frente a frente. Los invitados pudieron apreciar mejor la escena pues Alberto arrastró a su esposa hasta la mesa donde habían cenado. La hizo arrodillarse y con manos expertas Raquel le bajó los pantalones y todos en la estancia pudieron ver la verga erecta de Alberto, no tan larga pero con un grosor divino que hizo salivar a Daniela. Dando la espalda a los invitados, en cuclillas, Raquel le daba una mamada a Alberto mientras este los miraba con la lujuria en los ojos. Daniela tan solo se apartó un poco más de la mesa deslizándose por el sofá en dirección a Carlos para tener una mejor visión. Carlos mientras tanto se daba cuenta que tenía su segunda erección potente del día pero permaneció inmutable al igual que su pareja. Raquel dejó de chupar y se puso de pie y se terminó de quitar la franela quedando sus pechos libres al deseo que flotaba en la habitación. Luego bajo sus pantalones y bragas mostrándole a los invitados un culo perfecto y un reflejo hermoso en su entrepierna por la que brotaban olores y líquidos fascinantes. Se dio la vuelta y dándole la espalda a Alberto se recosto de la mesa para ser tomada. Los invitados recordaron entonces su encuentro en el baño y sus cuerpos tesionaron al borde del colapso. Raquel los miraba con un deseo infinito, con ganas de tomarlos y complacer todas sus fantasías mientras Alberto entraba en su sexo en llamas. Carlo colocó su mano sobre el muslo de Daniela y pudo sentir como esta se estremecía. Cruzaron sus miradas y decidieron estirar más la cuerda del placer. Aguantar las ganas de despojarse de todo y coger como animales hasta el paroxismo. Alberto empujaba fuerte dentro de Raquel y al cabo de unos minutos que fueron horas, acababa con gemidos y gritos de placer inconmesurable mientras Raquel clavaba los ojos en sus invitados y se corría en acuosidades y espasmos. Carlos se corrió primero ocultando sus gemidos mientras Daniela empapaba todas sus ropas y dejaba su marca para siempre en el sofá donde estaba sentada. Los anfitriones se fueron a cambiar a la habitación principal mientras que los invitados se despidieron y llegaron a su casa más tarde que de costumbre, más satisfechos…con ganas de volver.
Hola soy Silvana, tengo 22 años y esta es una historia real.
Todo empezó el día en que mis padres decidieron hacer algunas reparaciones en la casa.
Para esto se contrató a un maestro albañil de unos 50 años y cuatro ayudantes, uno de ellos carpintero, hijo del maestro albañil, de 17 años.
Esto de los arreglos de la casa me ayudo pues mis padres decidieron irse de viaje con mi hermana y mi hermano por lo que yo aproveché para decirles que me quedaría en Buenos Aires por razones de estudio, y así los mantendría al tanto de los trabajos en casa.
Relato erótico enviado por thevintage el 14 de February de 2011 a las 22:49:24 - Relato porno leído 90774 veces
A continuación aprovechando la admisión de estas historias en esta web, yo les relatare este caliente relato, la cual trata de una aventura con un profesor de mi hijo. ¡Espero les guste!
Relato erótico enviado por putita golosa el 16 de March de 2011 a las 00:31:26 - Relato porno leído 55499 veces
Una noche del verano pasado mi hermana de 15 hermosos años trajo a dormir a dos amigas suyas , Julia y Sandra ambas tambien de 15 años yo las conocia del colegio pero nunca pense que estuvieran tan buenas y fueran tan guarras
Relato erótico enviado por Anonymous el 21 de August de 2006 a las 17:36:42 - Relato porno leído 37695 veces
Si te ha gustado Invitados y anfitriones. vótalo y deja tus comentarios ya que esto anima a los escritores a seguir publicando sus obras.
Por eso dedica 30 segundos a valorar Invitados y anfitriones..
leheme
te lo agradecerá.
Comentarios enviados para este relato
katebrown
(18 de October de 2022 a las 20:37) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF
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