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Jacqueline mi amante

Relato enviado por : learcu el 26/05/2016. Lecturas: 2897

etiquetas relato Jacqueline mi amante   Infidelidades .
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Resumen
Jacqueline siente sus manos en ese momento delicadamente empujando su espalda y se dobló sobre su fregadero, recargué mi pecho en el borde y abrí mis piernas lo más que pude… estaba ardiente necesitaba macho y Leo pagaría su cuenta, así inclinada Leo metió dos de sus dedos en mi vagina y comenzó a masturbarme con mucho deseo


Relato



Me contrataron para realizar un a mini central eléctrica en un fundo y debía proyectarlo y realizarlo, me daban casa donde residir esos tres meses que demoraría todo el proyecto y la alimentación me la daba la esposa de un mayordomo del predio casado con Jacqueline una mujer joven para él tendría unos 22 o 25 años más no y él era un maduro caballero de unos 50 años, sin hijos por el momento me decía él. Ya vendrán.

Al ir al almuerzo normalmente estábamos los tres en el comedor diario de la cocina, en rara ocasiones don Ramón no estaba. Un día don Ramón viajó a la capital y no estuvo en el almuerzo,

Jacqueline estaba muy nerviosa ese día y me dice que se pone así cuando esta por llegarle sus días de menstruación y que don Ramón no sabe calmar por que es de eyaculación precoz y no la acaricia ni la mima dejándola insatisfecha…, en verdad me case con este hombre por que estaba en la calle mi madre se había muerto y mi padre un cero en la mantención de la casa, el sabía trabajar y después tomar, de responsabilidad nada.

Con lagrimas en sus ojos se levanta a lavar los platos…, me acerque a ella ya tengo mis 20 años y a pesar de ser joven experiencia con mujeres los tengo desde los 16 años. La tomo por los hombros se atiesa nerviosa, esta anhelante de macho y que yo la tome la excita…,
Jacqueline siente sus manos en ese momento delicadamente empujando su espalda y se dobló sobre su fregadero, recargué mi pecho en el borde y abrí mis piernas lo más que pude… estaba ardiente necesitaba macho y Leo pagaría su cuenta, así inclinada Leo metió dos de sus dedos en mi vagina y comenzó a masturbarme con mucho deseo, y yo empujaba mis glúteos hacia atrás para disfrutar de esos dedos; pude sentir en mis glúteos un pene grande y parado, bien recargado entre éstos y chocando con mi espalda… sus caricias y penetraciones me arrancaron un fuerte orgasmo que fue largo y caliente, ¡muy largo y muy caliente!… ¡como nunca había tenido uno con mi marido!…
Sentí que mi vista se me nublaba y que mis piernas se me doblaban mientras me venía de una forma exquisita, pero Leo me sostuvo entre sus brazos y así me quedé, como una muñeca de trapo a su completa voluntad, mientras mi orgasmo pasaba poco a poco este macho se aprovecha de mí a su gusto y placer metiéndome y sacándome sus dedos de mi vagina.
Pero cuando aún estaba saliendo de la ricura de venida que me estaba dando sentí que su miembro comenzaba a penetrarme por mi vagina. Sentí un tronco grueso y caliente que me entraba en intimidad mejor guardada… nada que ver con el pene flaco y pequeño de mi marido, ni con los muchos penes que me habían penetrado desde niña, porque este pene era muy diferente, pues eran del macho que me fascinaba y yo deseaba… pude sentir un pene muy duro y largo que comenzaba a recorrer mi estrecha vagina… ¡sentí que el mundo estaba adentro de mi!.
En ese momento me vino a la mente la imagen de ser su amante a diferencia del marido con el cual siempre guardaba mis recatos para que no piense que soy una puta… ¡y exactamente aquello me estaba pasando a mí! Quería ser su puta…
Pero eso si, siempre que este macho me tratara como dama y dándole besos, caricias y arrumacos que por lo general los hombres si saben si quieren darle a sus hembras placeres, pero con sus amantes eso es muy diferentes Este pensamiento me hicieron que deseara a ese hombre como nunca había deseado a otro en mi vida…
¡Y ahí estaba Yo!, ¡Jacqueline, la esposa de Ramón, a partir de ese momento era una amante más de Leo… quien desde ahora me tenía por esposa, amante casada… ¡y desde aquel momento Yo era su nueva putita!.
¡Tenía ahí empinada a una mujer casada, bien abierta de muslos, firmemente penetrada y dejándose hacer todo lo que el macho desee, calienta a cualquier hombre por lo candente, prohibido y lujurioso de la situación!…
Y como por fin había despertado del orgasmo que Leo me había provocado con sus dedos, ya no pude aguantarme más y le pedí que me penetrara muy duro, hasta el fondo, rápido y duro… que me dejara ir su pene hasta el fondo de mi intimidad, quería sentirlo todo adentro de mí, pues ya me tenía completa y totalmente empalada. Deseaba sentirme repletada, ese pene me hacía perder la razón, estaba enardecida y frenética con ese miembro en mis entrañas.
Comenzó a bombearme delicadamente y yo comencé a mover mi cola de adelante a atrás y de forma circular para poder devorarme ese rico pene que me hacía ver estrellas. De repente sentí que se me venía otro orgasmo y sin darme cuenta comencé a emitir gemidos y a apretar y aflojar los músculos de mi vagina como si de una mano se tratara, pude darme cuenta de que eso a Leo lo calentó aún más… y era lógico:
Leo emitió un gemido varonil de gusto infinito y entonces aceleró sus arremetidas, y tomándome de las caderas me jaló hacia metiéndome y sacándome su pene de mi vagina, como si fuera su muñeca. Como me penetraba.
Una y otra vez me jaló hacia él y una y otra vez me empujó para casi sacar su pene de mi vagina… me empujaba su pene hasta adentro y yo solamente me aferraba al borde de mi lavaplatos y cerraba los ojos mordiéndome los labios con fuerza para no gritar… de repente se me nubló la vista y comencé a venirme, al mismo tiempo que él me eyaculó dentro de mi vagina con una fuerza que me hizo sentir un gran chorro de semen caliente y viscoso golpeando el fondo de mis entrañas.
!Fue delicioso!… me vine como nunca antes me había venido y casi me desmayo en el lavaplatos… pero como él me tenía bien agarrada de las caderas me sostuvo con fuerza, y como si fuera una muñeca siguió envistiéndome con fuerza aún después de venirse…
Los momentos que siguieron fueron para mi interminables, minutos de lujuria, placer y satisfacción total, me estaba usando como una muñeca, buscando nuevamente el placer y venirse nuevamente adentro de mí, hasta que lo hizo una vez más, inyectó otra carga de semen, pero la calentura que él sentía por mi lo hizo convulsionarse de una forma que casi nos lleva al piso.
Por mi parte sentí un orgasmo tras otro una y otra vez, sentí que el mundo entero en mi vagina que estaba hinchada y caliente, sentí su pene entrar y salir una y otra y otra vez… nunca con mi marido había sentido aquello, pues ese mequetrefe tan sólo me penetraba, se venía adentro de mí y me sacaba a un lado como si de una puta se tratase, y siempre tenía que apaciguar mi calentura masturbándome yo misma, ahora enloquecida de placer como me meneaba. Con este macho la cosa era muy diferente… me estaba obsequiando orgasmo tras orgasmo y me encantaba darme cuenta de que despertaba en él una lujuria irrefrenable y enloquecedora, y esto hacía que yo me calentara más y más y le pidiera más y más a cada instante…
Mientras me cogía por última vez por momentos me decía Jacqueline, eres deliciosa yo recibía sus más calientes sueños lujuriosos… ÿ eso me satisfacía y calentaba más y más!…
Después de mi último orgasmo, cuando por fin reaccioné, estábamos los dos recargados en el lavaplatos, exhaustos, sudados y completa y totalmente satisfechos me estuvo un rato besando mis labios y jugueteando con mi lengua. Mientras la transpiración y su semen corrían por mis muslos hacia el suelo,
Pero al pasar de la cocina a la sala, llevándome él entre sus brazos, la puerta entreabierta del estudio me muestra a mi marido tirado en el sillón completamente borracho, con una pierna y un brazo colgando y una cara de imbécil que no podía ocultar, la baba le escurría por su bocaza asquerosa que tan mal aliento tenía, y los ojos en blanco por la borrachera, pareciera que era él quien hubiese tenido tantos orgasmos juntos como yo había tenido.
Sentí tristeza por mi marido, por ese guiñapo de hombre que era Ramón y que tantas veces me había hecho llorar con sus infidelidades, pero el calor del pecho de Leo me reconfortó y me volvió a la realidad, y simplemente me abracé a su cuello y besé sus labios con dulzura, con entrega, con pasión.
A partir de esa fantasía hecha realidad tengo sexo con Leo cada vez que podemos y me ha seguido satisfaciendo mucho. Cada vez somos más calientes y yo me he entregado a él sin medidas y con muchísimo placer
¡Estoy loca por Leo como que estoy embarazada de este macho!. En estos tres meses no hay día que no haya sido su mujer, su puta.


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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 22:00) dice: SEX? GOODGIRLS.CF

katebrown (18 de October de 2022 a las 19:27) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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