Mi esposa y yo somos una pareja algo fuera de lo común,
Relato
Después de aquella primera ocasión, en que mi esposa María debido a una apuesta que hicimos, me dio por el culo usando uno de sus juguetes, lo seguimos repitiendo, en un sinfín de oportunidades, en las que a medida que fueron sucediendo, yo sin mucho esfuerzo por parte de mi esposa, la complacía gustosamente, en sus atrevidos, y fuera de lo común, de sus pedidos. Debido a ello fuimos a sex-shop y adquirimos otros juguetes, la gran mayoría de ellos, más grande, largos, y gruesos, que aquel que usamos por primera vez.
Además de eso cuando una noche, en que ambos regresamos algo bebidos de una fiesta, y María me propuso que me depilase todo mi cuerpo, sin dudarlo acepte de inmediato. Por lo que ella me indicó que me desnudase totalmente, para luego recostarme sobre la cama, y ella con sus manos, con la ayuda de una crema que olía a frutas cítricas, comenzó a depilarme. Hasta que no me dejó un solo pelito, del cuello a la punta de mis pies. Al terminar de hacerlo, vi como María se enterraba parte de su juguete, y como se lo aseguraba a su cuerpo gracias a unas finas correas de cuero, quedando aquel gran trozo de verga colgando entre sus piernas. Ese en particular era de color carne, casi del mismo tono de piel de María.
Lo que con lo bebido y mareado que yo me encontraba, ya que ella a medida que fue depilando todo mi cuerpo, me fue sirviendo varios tragos de güisqui en las rocas. Bueno eso en parte, en cierto momento me hizo pensar o creer que a María le había crecido una buena verga. Pero una vez que terminó de ajustar su juguete a su cuerpo, como yo me encontraba recostado boca abajo sobre la cama, esperando que me penetrase, cuando en lugar de eso, abriendo sus piernas tomó asiento en la cama frente a mi cara, quedando su juguete a la altura de mi boca, por lo que cuando ella me dijo, ponte a mamar.
Simplemente la obedecí, por lo que a medida que yo chupaba esa tremenda cosa de goma, al mismo tiempo se la empujaba a ella dentro de su coño, una y otra vez, hasta que ella agarrándome por mi cabeza, presionó mi rostro contra su coño, al punto que prácticamente me tragué casi por completo todo su juguete, al hacerla disfrutar de un tremendo orgasmo, tras el cual y sin demora, volvió a penetrarme divinamente por el culo. Al principio o desde que comenzamos manteníamos ese tipo de relación muy ocasionalmente, una o dos veces al mes, pero a medida que el tiempo fue transcurriendo, el que mi mujer me diera por el culo, se hizo tan común y tan seguido, como era el que yo le diera por el coño o por el culo a ella.
Ya llevábamos varios meses practicando ese tipo de sexo, cuando una noche, antes de que nos acostásemos me propuso que me pusiera algunas de sus prendas intimas, al principio me negué, diciéndole que me quedarían sumamente pequeñas y que quizás hasta se podrían romper. Luego descubrí que mi mujer, se había tomado el trabajo de comprarme algunas prendas íntimas de acuerdo a mi talla, y quizás por lo morbosa de la situación finalmente acepté ponérmelas para ella. Esa noche en particular María disfrutó como loca, de ponerme a mamar su juguete y darme por el culo, como una salvaje. Y no les voy a negar que yo también lo disfruté otro tanto. Sobre todo cuando ella, me decía que yo me había convertido en su putita personal. Por lo que en ocasiones el que me vistiera de mujer para que mi esposa se sintiera mucho mejor, era algo que yo hacía voluntariamente. Además yo se lo bien que ella se sentía al dejarla que me diera por el culo, es algo así como un ejercicio de poder, si de poder joderme comiéndome el culo, aunque fuera con una verga de goma.
Aunque continuábamos manteniendo nuestras relaciones normales, y ocasionalmente aprovechábamos para tomar un descanso uno del otro. Cuando María me propuso que hiciéramos un trió, lo primero que pensé era que ella deseaba que trajésemos otro hombre a casa, para que ella se acostase con él. Por lo que de manera muy sutil me negué, hasta que la escuché decirme que su idea era traer a una amiga, y que mientras yo se lo enterrase a su amiga o a ella, María y su amiga harían cosas de chicas. Lo cierto es, que eso de ver dos mujeres teniendo sexo lésbico, siempre lo he disfrutado, hasta con cierto grado de envidia. Por lo que cuando mi esposa me comentó que nos encontraríamos en el Pub, con su amiga ese viernes en la noche, comencé a soñar despierto con todas las cosas que ellas dos podrían hacer frente a mí.
En el Pub conocí a Luisa, que fue compañera de habitación de María cuando ambas estudiaban en la universidad. Así que gran parte de toda la noche aparte de beber y bailar con las dos, escuché por boca de Luisa, lo liberal que era mi mujer antes de casarse. Bueno del Pub nos fuimos a casa, y durante el trayecto tanto Luisa como María, se fueron cayendo a besos, y profundas caricias, mientras que yo conducía. Al llegar a la casa tras servirnos algunos tragos, besarnos, continuar tocándonos, y acariciándonos entre los tres. María finalmente nos condujo a nuestra habitación, en la que no se qué momento decoró, como si fuera un harén persa o árabe. Entre ambas siguiendo un tonto juego, me han quitado toda la ropa, y sin mucho esfuerzo Luisa se dio cuenta de que yo no tenía un solo pelo o vellosidad sobre mi cuerpo.
Entre las dos en un abrir y cerrar de ojos me han vestido de mujer, y de igual forma, se puede decir que prácticamente me violaron, bueno para el caso me sodomizaron, ya que Luisa al igual que mi mujer cargaba entre sus piernas uno de esos juguetes, así que mientras se lo mamaba a una la otra me daba deliciosamente por el culo, tratándome como si yo fuera una puta cualquiera. Si bien es cierto que también pude enterrarle mi verga a Luisa, no es menos cierto que no lo disfruté tanto como yo esperaba. Ya que mi intención era darle por el culo, pero finalmente ella nada más aceptó a que se lo enterrase dentro de su peludo coño, el cual debí mamárselo hasta el cansancio mientras que María me clavaba una y otra vez su divina verga de goma.
Ahora lo que me preocupa es que María quiere que volvamos a repetir lo del trió, pero en lugar de que nos acompañe Luisa, me ha estado insinuando que quizás para variar sería bueno que nos acompañase un conocido suyo. Cosa a la que yo no me opongo, pero temo que le estoy agarrando el gusto a que me traten como si fuera una puta, y termine siendo una…
Yadira y yo que me llamo Luis, llevamos varios años de casados, pero no nos consideramos una pareja común y corriente, ya que desde que éramos novios nos dimos cuenta que tanto ella como yo somos personas de mente abierta, ella no se considera dueña de mi cuerpo, ni yo tampoco me considero dueño del suyo, por lo que si nos place en algún momento llegar a tener relaciones con otra persona, las disfrutamos abiertamente, sin que por ello el amor que nos sentimos mutuamente se vea lesionado o disminuido. En ocasiones tanto ella como yo también le damos rienda suelta a nuestras fantasías, con la completa colaboración tanto mía como de parte de ella.
Relato erótico enviado por narrador el 13 de March de 2011 a las 21:45:11 - Relato porno leído 120859 veces