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Él sobó…

Relato enviado por : narrador el 19/07/2013. Lecturas: 9658

etiquetas relato Él sobó…   Gay .
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Resumen
Me encontraba trabando en mi finca, junto a uno de los peones que acostumbro a contratar, cuando sufrí un accidente, o mejor dicho, por bruto me pasó lo que me pasó. Ya que después de que talé un tronco, una vez que cayó al suelo, no sé cómo se me ocurrió tratar de levantarlo para moverlo de lugar, y zas que de momento sentí un fuerte dolor en mi cintura, era como si me hubieran partido a la mitad.


Relato
Por suerte Pedro el peón que estaba trabajando conmigo ese día, al escuchar mi grito de dolor, se dio cuenta de que yo me había lastimado la espalda, y rápidamente me llevó al pueblo, el médico después de ver las placas de Rayos X, simplemente a parte de darme un buen regaño, me ordenó descanso, unas pastillas para el dolor, y si encontraba quien me diera un masaje podría beneficiarme.

Como soy viudo desde hace varios años, me debo cuidar yo mismo, así que seguí al pie de la letra las recomendaciones del doctor. Todas menos la de los masajes, pero aun el dolor persistía, no con tanta fuerza, pero definitivamente era algo sumamente molesto, que prácticamente me impedía seguir trabajando en la finca.

A diario Pedro venía a casa, le daba las instrucciones y a la tarde regresaba para informarme que se había hecho. Fue en uno de esos momentos que le pregunté a Pedro si conocía quien diera masajes, él se quedó sin entender la pregunta, y cuando le explique detalladamente, poniendo cara de entender lo que le decía me dijo, aquí los sobos los daba mi vieja, y ella me enseño un poco de eso.

La verdad es que no me pasó por la cabeza decirle que me diera un sobo como él decía, pero si le pedí que por favor me ayudase a llegar a la ducha para darme un baño, ya en la ducha, tras desvestirme, mojarme y enjabonarme, sentí un fuerte olor a sudor, resulto ser el mismo Pedro que realmente apestaba, por lo que le indiqué que sería bueno que se diera un baño. Y mientras me secaba él tras quitarse su ropa se metió bajo el agua, y a los pocos segundos, ya se retiraba. Fue cuando le pregunté si no usaba jabón, se sonrió y dijo que no.

Bueno le dije que no saliera de la ducha hasta que se enjabonase, y por lo menos se quitara de encima esa fuerte peste a sudor, de varios días. Pedro de buena gana me hizo caso, y mientras se enjabonaba, no pude dejar de ver su tremendo miembro. No es que yo fuera de los que les guste ver hombres desnudos, ni nada de eso, pero lo cierto es que me llamó la atención, por lo que discretamente, procuré que no se diera cuenta de mi curiosidad.

Al salir del baño, ayudado por Pedro, ambos con toalla a la cintura, le dije que podía ponerse alguna de mi ropa limpia. Pero que antes me dejase acostado en la cama, en la que apenas pude me recosté boca abajo para no sentir tanto dolor en mi lastimada cintura y espalda. Ya me había recostado, cuando Pedro, se ofreció a darme un sobo, al principio no pensé en aceptar, pero ante su insistencia y la plena seguridad con que decía que después del sobo, el dolor desaparecería, finalmente acepté.

Yo por aquello de ser agradecido, le indiqué a Pedro que si lo deseaba podía agarrar varias de las cervezas que había en la nevera y mientras me daba el sobo, tomarnos una que otra. Así que después de tener todo listo, es decir la toalla, aceite, y las cervezas, Pedro que continuaba con su toalla atada a la cintura comenzó a darme el sobo. Comenzando por los pies, lentamente fue subiendo por mis piernas, y muslos, pasando por alto mis nalgas.

Pero justamente encima de ellas sobre la parte baja de mi cintura era que yo tenía el mayor dolor, Por un largo rato Pedro me embadurnó casi todo mi cuerpo con el aceite, y a medida que yo sentía que sus cálidas manos pasaban por mis caderas, el dolor como que iba cediendo en intensidad, cosa que le comenté a medida que tanto él como yo nos dábamos un largo trago de cerveza.

De momento Pedro me comentó que si no me molestaba que él se colocase sobre la cama, con el fin de poder sobar mis caderas de manera más fuerte. Lo cierto es que no me incomodé para nada, hasta que lo vi que se quitaba la toalla, y su mustio miembro colgaba entre sus piernas. Yo únicamente me apuré la cerveza que estaba bebiendo, mientras que él continuó dándome ese poderoso sobo, por todo mi cuerpo.

Sus manos recorrían desde mis talones hasta mi nuca, y fue cuando sentí como me agarraba con fuerza las nalgas, una y otra vez. Yo que estaba recostado boca abajo, simplemente separé un poco más mis piernas, y Pedro sobó con más fuerza mis muslos, y gran parte de mis nalgas. Yo sentía sus poderosas manos recorriendo todo mi cuerpo, cuando de momento al mismo tiempo que sentía sus manos a la altura de mi nuca y hombros, también sentí algo duro y caliente que rozaba justo el centro de mis nalgas.

Pedro repitió ese movimiento en par de ocasiones más, es decir me embadurnaba con más aceite, y dejaba que sus manos después de sobarme por un buen rato mis nalgas, se deslizaban hasta mis hombros. Y en ese instante volvía yo a sentir esa cosa dura y caliente prácticamente entre mis nalgas. Hasta que yo, sin hacer comentario alguno, separé un poco más mis piernas, y levanté mis nalgas, justo en el preciso instante en que Pedro me tenía sujeto por los hombros y su verga se encontraba encima de la raja de mi culo.

A medida que Pedro continuó sujetándome por los hombros, sentí como esa cosa grande, gruesa y caliente se fue deslizando dentro de mí. Era algo en lo que yo jamás había pensado en que me podía suceder, y en ese momento, lo encontré como lo más rico y sabroso que me hubiese sucedido en la vida. Pedro continuó presionando su miembro contra mis nalgas, y sabrosa y lentamente continuó penetrándome, hasta que sentí sobre mi todo su cuerpo.

De momento sonó como si un hueso cayera en su lugar, y el dolor de mi espalda desapareció, por completo dando paso a un extraño y desconocido placer para mí en esos momentos. Lo cierto es que yo comencé alegremente a mover mis caderas con fuerza, restregándolas contra el cuerpo de Pedro, buscando sentir más y más dentro de mi toda su sabrosa y varonil verga.

Pedro por su parte me sujetaba con fuerza masculina por mis hombros, mientras enterraba más y más su grueso instrumento. Yo me sentía tremendamente bien, y la verdad es que no me molestó para nada el que mi peón me estuviese dando por el culo tan sabrosamente. No es que pensara en salir corriendo por el medio de la carretera y decirle a todos lo que Pedro me había hecho, pero una vez que se vino dentro de mi culo, y descansó por un rato, yo me pude poner de pie sin ninguna dificultad o dolor.

Me dirigí al baño me asee, y expulsé todo lo que él me había depositado dentro de mí, y al regresar a la cama tomé una toalla y una palangana pequeña llena de agua, me recosté a su lado y no sé de donde saqué la habilidad para limpiar su mustio miembro. El cual una vez que hube terminado, simplemente me provocó a manera de agradecimiento, el darle una buena mamada.

Pedro sigue trabajando para mí, aunque ocasionalmente requiero de sus expertos servicios como sobador, los cuales me da sin el menor problema.

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Si te ha gustado Él sobó… vótalo y deja tus comentarios ya que esto anima a los escritores a seguir publicando sus obras.

Por eso dedica 30 segundos a valorar Él sobó…. narrador te lo agradecerá.


Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 22:22) dice: SEX? GOODGIRLS.CF

katebrown (18 de October de 2022 a las 19:57) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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