La casa de la Montaña (1)
Me llamo David tengo 23 años, soy el mayor de tres hermanos, Laura de 21 años y Jorge de 20.
Relato
Me llamo David tengo 23 años, soy el mayor de tres hermanos, Laura de 21 años y Jorge de 20. Formamos parte de una acomodada familia de una ciudad española. Nuestro padre es un pudiente funcionario y la familia de nuestra madre es dueña de una empresa constructora de gran prestigio nacional. Con esta composición de lugar os imaginareis nuestro estatus, costumbres, vida... los típicos niños pijos, hijitos de papá: carne de las más prestigiosas facultades de derecho y empresariales…pensar esto de Laura o de mi es un acierto: ella con su finísimo ropero de top ,mini y tacón de aguja, engalanado con pulseras de plata y pendientes de aro y las cuatro visitas semanales, las veces que menos, a la peluquería para no dejar de insuflarle vida a su voluptuosa melena negra – complemento perfecto para una talla, estatura y cuerpo perfectos-; yo con mis trajes de rayas simétricas y mis pulcros zapatos, chaleco, reloj de oro y corbata para los lectivos, americana o traje negro para los festivos y polos los sábados para pasear de la piscina al gimnasio, y del gimnasio a la calle para fardar de coche…pero Jorge… Jorge es otra historia. Su engreñada melena negra parecía estar movida por el huracán de la música que escuchaba, vivía atrapado en prendas anchas donde, por su excesiva delgadez, espacio había para librar las batallas de elfos y dragones que imaginaba…podía ser la oveja negra de tan fina familia si no fuera por su intelecto: ante las notas normales que siempre obtenemos su hermana y yo, él sacó el bachillerato con matrícula, y ya va a pasar al tercer curso sin dejar atrás ninguna asignatura haciendo a la vez Filología Inglesa e Historia. Él es la razón por la que escribo esto: me retó a escribirlo, y en ello estoy.
Todo ocurrió el pasado mes de Marzo, las vacaciones de Semana Santa. Aprovechando que aún quedaba mucho para terminar el curso, cada uno por su cuenta tomo la decisión de pedir prestada a los padres la casita que tenemos en la montaña para pasar dos semanas a solas con nuestras respectivas parejas, pues ellos se quedarían en la ciudad y no la iban a usar. Un jueves noche, a principio del mes de Marzo, antes de la cena, me dio por comentarle a mis hermanos mi idea de llevarme a mi novia a la casita de la montaña para pasar ella y yo solos la Semana Santa. Mis hermanos, cada uno en su estilo, me miraron muy mal; y con las frases más diferentes que dos personas pueden decir para expresar lo mismo, reclamaron que esa idea ya la habían tenido ellos, cada uno por su cuenta, y añadieron, con una extraña sonrisa, que habría que hacer algo.
Por un momento se me ocurrió esgrimir mi primogenitura, pero rápidamente descarté esa demagogia barata y, con tono conciliador, les dije que no pasaba nada que se echaría a suertes. Ante, seguro que la puse, mi cara de Gran Gilipollas del Reino, mis hermanos se comenzaron a reír cómplices.
Pero entonces... ¿qué?...¿Nos rifamos la casa?- pregunté yo sin saber si lo que le hacía gracia era que a los tres se nos hubiera ocurrido lo mismo, o porque la idea del sorteo les pareció estúpida.
Sí hermanito... sí, ya lo rifaremos.- Respondió Jorge con sorna; y siguieron riendo.
Pero no pude indagar porque la cena estaba lista y tuvimos que ir volando a la mesa, pues mis padres luego se irían al cine.
Mi madre recriminó las risas nerviosas de mis hermanos, diciendo que ya no eran unos críos: que dejaran de comportarse así: que llevaban los dos una temporada muy tonta.
Todos nos acabamos riendo y fue una cena muy divertida, pero a mí me seguía picando la curiosidad....¿De qué se reían esos dos? ¿Qué tenían entre manos últimamente (según lo que dijo mi madre)? Era extraño verlos tan unidos, cómplices de algo: normalmente Laura y yo eramos los que pasábamos tiempo juntos, hablando de cosas de la facul o de nuestros líos con chicos y chicas, o incluso de ropa y coches, Jorge por su parte, era muy cordial con nosotros pero estaba en otra onda.
Mis hermanos parecieron calmarse, pero cuando mis padres se fueron al cine las risas volvieron a empezar: andaban haciendo no sé qué en la habitación de Jorge. Me levanté del sofá donde estaba viendo una serie que había empezado nueva, de época muy interesante, para ver qué coño pasaba; a ver si me enteraba de una vez qué hacían estos dos juntos.
Al acercarme al cuarto de Jorge creí escuchar a Laura susurrar:
¿Ves?...te dije que vendría...-
Yo, cada vez más intrigado, giré el picaporte de la puerta, entré en un cuarto a oscuras y...
de pronto, algo cayó sobre mí, uno de los dos me tapaba la cabeza y parte del cuerpo con una especie de manta. Intenté deshacerme de ella, pero me tenía muy fuerte: era Jorge, para lo esmirriado que es, que fuerza tiene el cabrón, es puro nervio.
Me zarandeó un rato y me arrojó medio aturdido a la cama, yo protestaba y les decía que ya valía, que qué rollo era ese....¡ah amigo, pronto lo descubrí!
Al quitarme la dichosa manta de encima, de bruces en la cama y con Jorge encima para que no pudiera moverme, al volverse a encender la luz puede contemplar el espléndido cuerpo desnudo de Laura.
-¡Qu....qué... QUÉ COJONES?!- conseguí decir, atónito por la sorpresa de encontrarme de esa guisa, totalmente cogido por sorpresa y con el coño de mi hermana Laura a medio palmo de mi nariz.
Laura rió nerviosa mientras comenzó a tocarse.
-Venga tío- dijo Jorge – No me digas que no está buena....no me jodas que no te pone-
Yo no me lo creía, eso parecía un sueño subreal.
-¿Pero que dices Jorge?- repuse yo con una indignación vencida por la sorpresa.- ¡Esta es Laura!-
¿Y queeé?- dijo ella marcando con una sensualidad hiperbólica, aún tratándose de ella, una voz de niña pija malvada.- ¿No te puedo poner cachondo aún siendo tu hermana?-
Actuaba como una auténtica gata en celo, moviendo cadenciosamente todas las partes de su cuero, y al acabar de decir esto acercó su ya muy húmedo coñito a mi boca, poniéndome al fin, en un verdadero aprieto.
Fui atraído por su excitación por su aroma a hembra deseosa y me deleité con sus íntimos perfumes. Embriagado por el olor de su sexo, no fui consciente de que Jorge se había bajado de encima mío y se acercaba, también desnudo a mi hermana para tocarla, besarla y excitarla mucho más aún. Dejándome arrastrar por la lujuria general en estampida, comencé a saborear el lindo coño de Laura acariciando con mi ávida lengua cada uno de sus recovecos hasta aprendérmelos de memoria: la excitación de mi hermana Laura iba en aumento con cada una de mis lamidas y se movía cada vez más salvaje. Entonces vi como Laura trabajaba la polla de Jorge y acto seguido se la tragaba mientras siseaba libidinosa sonriendo:
-Sabía que David no se negaría-
Cómo iba a negarme, una vez superada la sorpresa inicial, me lancé al loco disfrute del incesto... Cuántas veces me había masturbado yo imaginando esto mismo, y qué cabrón mi hermano Jorge, que seguro llevaba ya un tiempecito tirándose a la jaca de mi hermana.
Comencé a estimular mi tranca sin cesar de mamar chochito, mientras que Jorge, tomando la cabeza de Laura con fuerza entre sus manos se la follaba violentamente por la boca. Reconozco que la visión del culo de mi hermano moviéndose al ritmo de la penetración oral que le hacía a Laura, acompañado de el vaivén de su larga melena negra, fue para mí como una excitante hipnosis, que aumentaba mi calentura de forma ilógica.
Al rato, estando yo tan cachondo que no sabía qué hacer, mi hermano comenzó a bramar como un toro y vi como un escalofrío hacia temblar su espalda, culo y piernas...poco a poco se separó de la boca de Laura.
Ella me miró con los ojos de la mismísima Lujuria, mostró su boca llena de semen, tragó, y por fin dijo retorciéndose como una serpiente:
-Jorge ya cumplió la tarea de hoy...ahora te toca a ti hacer los deberes como buen hermano-
Sin apartar sus hipnóticos ojos azabache de mí, con la más malévolas de las sonrisas, abrió mucho más sus piernas.
-¡Cabrón!- exclamó refiriéndose a mi moviendo sus labios, su lengua... su ser entero de la forma más sugerente posible.
-Fóllame- dijo ansiosa -Fóllame como nunca se lo hiciste a la furcia de Verónica.-
Su tono, las groserías que decía, su olor a mujer hambrienta, pero sobretodo el que, al mencionar su nombre, tomara consciencia de que le estaba poniendo los cuernos a mi novia con mi propia hermana y disfrutándola con mi hermano Jorge, me puse tan cachondo que, no sólo penetré violentamente a la perra sedienta de tranca en la que se había convertido mi hermana, si no que espeté de repente:
-¡Jorge, arriba esa verga!...¡Vamos a darle polla de verdad a esta cacho Puta!-
Esto calentó muchísimo más a Laura que comenzó, puesto yo entonces boca arriba, bajo ella, a cabalgar me con fuerza.
-Sííííííííííííííííííííííííííííííííííí- dijo con un gran grito de placer. - ¡Soy vuestra puta!¡Haced me lo que queráis!-
Y me instó a mover más mis caderas, con más violencia. Por su parte Jorge llevaba un rato viéndonos follar mientras se la meneaba: poco a poco iba volviendo a tomar consistencia.
Mientras Laura encadenaba orgasmos gritando:
-¡Jode me más duro! ¡Más duro!-
Jorge rió, se acercó a nosotros con su polla ya dura y enhiesta colocándose tras el culo de Laura que subía y baja de forma frenética.
-Laurita- dijo Jorge- Lo que tus hermanos te va a hacer esta noche, va a dejar el listón muy alto para Pablo-
-Deja en paz a Pablito- dijo sin dejar de gemir- que me folla como los dioses y mete me la de una vez por el culo que eso es lo que quieres.- Dio un gran suspiro.-Me muero por tener las pollas duras de mis hermanos dentro de mi a la vez.-
Los alaridos de placer que Laura comenzó a dar cuando Jorge se la metió por el culo casi me dejan sordo. Ella gozaba, se notaba que su culito de niña pija ya estaba bien acostumbrado a tener una polla dentro...de nuevo me volví a preguntar cómo habrían empezado a joder entre ellos y la solo idea me encendió más, así que bombeé con más fuerza.
-Esto te gusta, ¿Verdad, Grandísima Zorra?- le dijo Jorge – Te encanta que te follen por el culo, ¿no es así?-
Ella ya no sabía a qué responder, intentaba decir que sí entre jadeos y espasmos, pero solo llegaba a susurrar. Creo que por primera vez en nuestra vida mi estrambótico hermano y yo nos dedicamos una mirada cómplice, sonreímos con malicia y apretamos cada uno más aún la embestidas, queríamos que nuestra hermana chillara más y más.
Le estuvimos dando polla durante un buen rato, sin parar los dos a la vez, nos cambiamos de posición, recorrimos todo su cuerpo con nuestras lenguas y tal era la vorágine de sexo que en más de una ocasión mi lengua y la de Jorge se encontraron, y lejos de importarnos, nos gustó, procurando cada vez encontrarnos más a menudo hasta que acabamos fundidos en un húmedo beso francés mientras penetrábamos a nuestra aullante hermana.
Exhaustos, después de darle una bien merecida ración de leche, nos dispusimos a recoger y limpiar todo el desaguisado, mientras Laura nos explicaba que lo de la casa de la montaña era muy sencillo: iríamos las tres parejas...
-Eso sí- decía sin dejar de recoger – debéis convencer a las mojigatas de vuestras novias de que iremos juntos y de que en esa casa pasarán cosas... DIVERTIDAS, yo ya lo he comentado con Pablito y le parece bien, ahora movéis vosotros.-
La idea de mi hermana de convertir las vacaciones en un alargamiento de lo ocurrido hacia unos momentos nos encantó, pero ahora nos tocaba convertir esa idea en realidad. Acabamos de recoger y nos fuimos a la cama justo cuando volvían los padres.
Les dí a todos las buenas noches y me hundí en la soledad de mi habitación, pensando en cómo conseguir que Verónica se apuntara, recordando el cuerpo de mis hermanos desnudos entregados sin tapujos al sexo salvaje, y escuchando a mis padres follar en su cuarto, que estaba con el mío pared con pared.