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La despedida de soltera de Ana 9a

Relato enviado por : chequeva el 28/03/2023. Lecturas: 1087

etiquetas relato La despedida de soltera de Ana 9a   gangbang .
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Resumen
De regreso a casa y para amenizar el viaje, los chicos cuentan sus experiencias eróticas más excitantes. Empieza Emilio con un relato sobre su hermana, Antonio también involucra a su hermana en su historia, además de a su empleada marfileña y Fran nos cuenta sus aventuras con sus primas y su hermanastra.


Relato
Toca regresar a casa. Nos ponemos en marcha ya en la tarde noche de ese sábado tan especial y para dejar a todos en su casa o cerca de ella, hacemos un itinerario para cada coche y cada cual se apunta a uno, bien porque le dejan en casa o porque tiene todavía algún asunto pendiente.
Somos 20 personas y hay cinco coches. Marta exige que en su coche con ella vaya Ana, dado ese repentino enamoramiento entre ambas, y Carlos su futuro marido en principio, Luis se apunta también, no quiere dejar sola a Ana con esa pareja.
Como Carlos no puede llevar su coche porque se va en el de Marta se lo deja a Jorge que me invita a ir con él y dejarme en mi casa. Nadie más se apunta con nosotros porque el jefe de Laura y Elena dice que él las deja a las dos en casa de Elena ya que Laura se quedará a dormir allí y con ellos se apuntan Lucas y Emilio que su casa queda en la misma ruta. Con Miriam en su coche irá Caridad que se quedará a dormir con ella y se apuntan Fran y Héctor que les queda de camino. Por último, Susana elije el coche de Enrique en el que también irán Martín, Esteban y Antonio, más que nada porque se ha quedado con ganas y piensa en una última oportunidad para tirarse a los cuatro.
Por fin de vuelta en la carretera, los cinco coches en fila india, volvemos a conectar móviles y es ahora Caridad quien recuerda que en la ida solo las chicas contamos nuestras experiencias sexuales más excitantes, que ahora debían ser los chicos los que nos alegraran el viaje. Ana sugiere que alguien cuente como fue su primera vez.
Emilio recoge el guante y aclara que fue la primera vez que estuvo con una chica, pero no metió y que su historia tiene algo de incestuoso. Eso dejó expectantes a todos y se hizo un silencio sepulcral para escuchar lo que iba a contar Emilio.
-Bueno tengo una hermana mayor que me saca cuatro años. Vivíamos con mis padres en una casa unifamiliar en Segovia en la época en que mi hermana Susi empieza a tontear con los chicos. Una noche, en la que no puedo dormir, ya tarde, mis padres sobando, la oigo llegar y bajo a la entrada para abrirle la puerta, pero antes miro por la ventana que está en una esquina del salón que da al porche exterior y la veo que se está morreando con uno. Del morreo el chico pasa a sobarle las tetas y a sacárselas de dentro del sostén; ¡menudas tetas que tenía mi hermana!, ya me había percatado viéndola con ropa ajustada o con el bikini, pero hasta ese momento nunca me había excitado. Sería la edad, la vista al natural de los dos senos colgando, los pezones puntiagudos o el magreo que le estaban dando que me entró un acaloramiento repentino y una hinchazón tremenda de polla. El chico pasó a chuparle los pezones y siguió tocándole las tetas y morreándola. De repente paró y se acomodó la bragueta, lo que entendí como que se había corrido dentro de los calzoncillos. Mi hermana lo dejó y se fue hacia la puerta y yo subí corriendo a la habitación y me pajeé esa noche con la visión de las tetas de mi hermana grabadas en la mente.
A partir de aquí me dediqué a espiar a mi hermana, permaneciendo despierto hasta que volvía de sus salidas nocturnas. Así otro día la pillé, pero con otro chico. Igual que la vez anterior se morrearon y, el chico le magreó las tetas y le chupó los pezones, pero esta vez ella le bajó la cremallera del pantalón, le sacó el miembro ya tieso y le comenzó a masturbar hasta que se corrió en la mano de Susi sin despegar él sus labios del pezón que estaba lamiendo. Mi hermana se limpió la mano en los pantalones de él y le dejó. Esta vez no me dio tiempo a subir a la habitación me corrí allí mismo derramando algunas gotas en el respaldo del sofá en el que estaba de rodillas mirando la acción y me tuve que esconder detrás de las cortinas para que no me viera mi hermana al entrar.
Así pasaron algunas semanas, yo espiando y ella despidiéndose de estos dos chicos, unas veces uno y otras el otro, más o menos de la misma manera, hasta que un día llegó con los dos maromos y una amiga que yo había visto por casa alguna vez. Los cuatro discutían, desde mi posición privilegiada entendí que los dos chicos querían follar pero que la amiga de mi hermana no quería. Parece que mi hermana lo solucionó mandando a la amiga a que se sentase en un sillón de mimbre que había en el porche justo delante de la ventana donde yo estaba observando todo y ella se encargaría de contentar a los chicos. La amiga se sentó justo delante de mí, con la ventana abierta nos separaban solo las cortinas, yo en silencio absoluto. Los chicos desabrocharon la blusa de mi hermana, le quitaron el sujetador y comenzaron a magrear sus grandes tetas como siempre, pero ahora los dos a la vez. Sacaron sus penes de dentro de los pantalones para que mi hermana se los meneara arriba y abajo cada uno con una mano, hasta que uno de ellos colocó el suyo entre las tetas y el otro se lo metió en la boca. Así con los dos bombeando en tetas y boca observé que la amiga de mi hermana estaba sentada con las piernas abiertas y con una mano en su coño masturbándose. Tuve que liberar mi polla, ya dura como una roca y me di cuenta de que la amiga de mi hermana no llevaba sujetador; sus tetas las tapaba ligeramente una blusa que se abrochaba a su espalda y que le dejaba al aire parte del vientre. Sin pensarlo mucho saqué los brazos por la ventana y cubierta mi cara por la cortina hice llegar mis manos por la espalda de la chica hasta sus senos. Dio un respingo de sorpresa, pero no se quitó, me dejó hacer, manoseé sus tetas, no tan grandes como las de mi hermana, pero duras y redondas y acaricié sus pezones.
Al alzar la vista hacia mi hermana vi como la tenían entre los dos chicos, ella de pie, pero inclinada hacia delante y mientras uno se la follaba por detrás agarrado a las caderas y dándole empellones, el otro se la metía en la boca sujetándola por los hombros.
Esto fue demasiado para mí, la amiga seguía masturbándose sin importarle quien le sobaba las tetas y mi hermana jadeaba sin importarle quien la oyera. Descargué sin quererlo sobre las cortinas que separaban mi polla de la espalda de la amiga y con mis manos todavía sobre sus tetas. Los dos chicos desenvainaron sus espadas de las dos aberturas en que estaban y mientras uno descargaba sobre la espalda y el trasero de mi hermana el otro lo hacía sobre la cabeza, porque al llegarle el éxtasis a Sussi, agachó la cabeza justo cuando al otro también le llegaba el orgasmo. Por último, la amiga se corrió frotando su clítoris con los dedos de una mano y con los de la otra dentro de su coño, un poco después que yo abandonara sus tetas a su suerte. Esa noche ya en la habitación me hice otra paja. No fue la primera vez que follé, pero si la primera que me corrí tocando unas tetas.
Nada más terminar Emilio con su relato, se le oyó a Antonio intervenir para asegurar que él también podía contar su primera experiencia y que también era incestuosa. Otra vez el silencio. -Venga, venga, cuenta, cuenta se le oyó decir a Susana que iba con él en el coche.
-Pues sí, yo tampoco había estado con una chica, quitando algunos morreos y toqueteos, cuando en mi casa contrataron como empleada interna a una chica de Costa de Marfil. Piel de ébano, alta, esbelta, cuerpazo increíble. Me quedé de piedra cuando mi madre me la presentó sin saber que decir. Ella como no hablaba mucho español tampoco dijo nada, pero me sonrió. El sábado era el día que más la veía porque durante la semana iba al instituto y el domingo ella libraba. Cada vez que me cruzaba con ella con su uniforme bien ajustado y sus trastos de limpieza me quedaba aturdido sin saber que hacer, pero con un cosquilleo en el estómago y una excitación que hacía que mi polla se endureciese y que yo trataba de disimular, ella siempre me sonreía y yo pensaba que le debía parecer tonto.
Un sábado en la tarde volví a casa de jugar al futbol y según abrí la puerta escuché como susurros y jadeos en la cocina. Me acerqué sigilosamente y me quedé estupefacto. Allí estaba mi hermana sentada en la mesada de la cocina totalmente desnuda con el pelo mojado y con las piernas abiertas, mostrando la vagina bien abierta y con nuestra interna marfileña comiéndole el coño. Faitai que así se llamaba la chica estaba de pie inclinada sobre mi hermana con una especie de camisón, pero sin sujetar en los hombros, lo que provocaba que sus orondas tetas colgaran del tronco y se balancearan según ella se movía y con unas braguitas de color blanco que tapaban su sexo, pero no su redondo culo que culminaba unas largas y tensas piernas abiertas. Mi hermana me vio, pero no me miró y siguió como tal cosa jadeando de placer, Faitai giró la cabeza por un instante, me miró, me sonrió y me hizo un gesto con la cabeza como diciéndome: -vamos méteme. Yo tímido, aturdido e inexperto estaba allí como un pasmarote, hasta que ella con una mano apartó de su raja el pedazo de braga que la tapaba y abrió con sus dedos el coño enseñándomelo. Así desperté de mi letargo, me bajé los pantalones y el calzoncillo, mi polla salió como un resorte, en unos segundos había alcanzado su máxima expresión y como desesperado o poseído, no sé, se la metí a Faitai, mientras ella volvía a lamer la raja de mi hermana. Yo no duré mucho, me corrí dentro de la gruta de Faitai con gran profusión de semen y a mi hermana la oí gritar como una posesa, lo que interpreté como que también se corrió. Faiati sin embargo permaneció tranquila sin aspavientos, aunque cuando saqué la polla de su coño observé que no todo lo que derramaba era leche mía.
Con mi hermana nunca hablé de esto, hacíamos como si no hubiese ocurrido nada. En bastante tiempo no tuve otra oportunidad de estar solo con Faitai, así que un día decidí hacer pellas en el Insti para volver a casa y encontrarla sola. Cuando llegué oí como caía el agua de la ducha del baño del servicio, pensé que se estaba bañando y me fui allí para sorprenderla desnuda. Si, ella estaba desnuda pero el sorprendido fui yo. El agua saliendo de la ducha efectivamente, pero cayendo sobre sobre su cabeza y cuerpo y sobre el del maromo que tenía detrás y que la penetraba. Era su novio de su mismo color y país al que no pude verle la cara porque le tapaba la cortina del baño. Sin inmutarse Faitai me sonrió como siempre y se inclinó hacia mi abriendo la boca. Esta vez la indirecta la agarré a la primera. Bajé mis pantalones, saqué la picha, la meneé un poco y enseguida estaba firme para introducirla en la boca de Faitai. Esta vez duré un poco más pero igual fue rápida mi corrida que inundó la garganta de Faitai mientras su novio la seguía follando el coño. Les dejé allí pegados, aunque creo que terminaron también, pero eran tan silenciosos que no puedo asegurarlo.
Lo intenté otra vez. Estaba enamorado de mi empleada marfileña. Volví a hacer pellas y aparecí sigiloso en casa. Me asomé a la habitación de Faitai y otra vez su novio había llegado antes. Él estaba boca arriba en la cama y ella encima con la polla incrustada en su coño y dando saltos sobre ella. Tampoco esta vez le pude ver la cara, pero si la polla que era bien grande como se espera de un negro y que colmaba toda la abertura de Faitai. Al darse cuenta de que yo estaba allí, volteó la cabeza, me sonrió y se miró el trasero. Como yo no reaccionaba se chupó un dedo y se lo llevó a su agujero de atrás introduciéndolo un poco. Otra vez bajada de pantalones y crecida de polla, ensalivé un poco polla y ojete y se la ensarté por detrás, mientras el novio la seguía manteniendo delante. Empujé un poco siguiendo el ritmo que marcaban ellos dos y me corrí con fuertes espasmos. Al sacar la polla de mi agujero vi como también por el de delante salía leche, aunque ellos dos permanecían abrazados sin mayor demostración de placer.
No me pude despedir de Faitai, mis padres la echaron poco después de este último episodio, no sé si porque se enteraron de que se follaba a su novio en casa o porque follaba con mi hermana y conmigo. Nunca supe más de ella, pero quedé añorándola mucho tiempo, fue ella la que me desvirgó, muy joven disfruté de los tres agujeros de una mujer, aunque todavía no había besado con lengua ni lamido unas tetas.
Impactados y excitados quedamos con el relato de Antonio, pero Fran desde el coche de Miriam dijo que en realidad de incesto no había nada en los dos relatos de Emilio y Antonio, que el único que se acercaba a algo incestuoso era el que contó Miriam en la ida que se acostó con sus tres primos y que él iba a contar también su experiencia con sus primas y algo más y que ya verían, seguro que le nombraban el rey del incesto.
-Yo soy hijo único, tengo un tío y una tía, hermano de mi padre uno y hermana de mi madre la otra y tengo dos primas, hijas una de mi tío paterno Elsa y la otra de mi tía materna Melissa.
De pequeños por los trabajos de nuestros padres y madres vivimos lejos unos de otros y nos reuníamos de vez en cuando. Fue en la adolescencia cuando nos juntamos y compartimos más tiempo y la verdad es que me uní mucho a mis primas; yo era un poco retraído con las chicas y ellas me proporcionaban ese contacto con el otro sexo que no tenía y ellas como llevaban poco tiempo en nuestra ciudad no conocían mucha gente y se encariñaron mucho conmigo. Al principio no se conocían personalmente pero sí que coincidieron en un cumpleaños mío cuando todavía éramos adolescentes y no habíamos intimado mucho. Las dos se quedaron en casa la noche del cumpleaños; mis padres las pusieron a dormir en la misma habitación en el piso de arriba del dúplex en que vivíamos. Y en esos juegos de adolescentes fue la primera vez que las vi las tetas. El caso es que antes de acostarme subí a su habitación y estuvimos hablando un buen rato en pijama y salió el tema del sexo y de los cuerpos, que si estaban buenas, que si gustaban a los chicos que cual de las dos estaba mejor, que si tenían buenas tetas y culo. Me lo pusieron a huevo, les dije que no podía opinar porque no las había visto desnudas que me enseñaran algo y opinaría. Se quedaron un poco atónitas por mi desparpajo, ya he dicho que era un poco retraído en esa época, pero Elsa se lanzó y me espetó: -te enseñamos las tetas y tus nos enseñas el pilín. Melissa se quedó un poco azorada y yo dije que no era justo que tetas por tetas y pilín por rajita. Melissa se turbó aún más, pero Elsa aceptó: -vamos. Melissa por fin reaccionó: -primero tu. Me quité la camiseta del pijama y dije ahora vosotras. Elsa fue la primera en ponerse de rodillas en la cama y subirse la parte de arriba del pijama y dejar ver unas tetas no muy grandes, pero bien formadas y firmes, y se tapó. -Ahora tu Melissa. También se puso de rodillas en la cama y me enseñó las tetas unos segundos, pequeñitas, pero también duritas y con fuertes pezones. Se bajó también la camiseta y tuve que insistir para que las dos la subieran otra vez y ver los dos pares de tetas juntas unas al lado de las otras lo que me excitó mucho. Después quise verles el culo pero primero tuve que enseñarles el mío, me di la vuelta y me bajé los pantalones. -No está mal primo. Les tocaba a ellas y ahora sí, las dos se dieron la vuelta y a la vez se bajaron los pantalones para enseñarme los culos bien formaditos y orondos que me produjeron fuerte excitación y mi miembro empezó a crecer. Quedaba la parte de delante, ya bastantes desinhibidos no hizo falta insistir, los tres de frente nos miramos y a la vez bajamos otra vez los pantalones del pijama, pero esta vez para enseñar nuestro sexo; yo vi dos rajitas bien cerradas cubiertas por abundantes pelillos. Ellas celebraron efusivamente el ver mi miembro en estado de semierección con olés y exclamaciones de satisfacción. Me subí rápidamente los pantalones, ellas hicieron lo mismo y me fui diciendo algo así como -me voy a dormir qué somos primos. Esa noche me masturbé, ellas tiempo después me dijeron que no lo hicieron porque se tenían vergüenza una de otra pero que ganas no les faltaron.
Después de aquello mi relación con las dos fue muy afectuosa, hicimos como que olvidamos aquel episodio y con la una o con la otra nos tocábamos y abrazábamos, jugábamos a pelearnos y a luchar y ahí nos magreábamos un poco como quien no quiere la cosa; las he tenido encima en el sofá, nos hemos dormido abrazados también en el sofá, las he llevado en brazos, a caballito, en los hombros en algún concierto y nos dábamos picos para saludarnos o despedirnos; esto con cada una por separado claro y si alguna vez nos pasábamos un poco siempre decíamos esas palabras: -qué somos primos..
Pasaban alguna noche en mi casa o yo en las de ellas o me llevaban los tíos algún fin de semana a su apartamento en la playa. Cuando eso pasaba ellas no se cubrían mucho, aunque yo estuviera delante; las he visto en bragas, sin sostén con una blusa amplia dejando transparentar sus pechos, salir de la ducha con la toalla ajustada al cuerpo, en bañador, en bikini, y hasta en toples en la playa. Jugábamos un poco a la provocación y hablábamos de sexo mucho y a veces nos excitábamos, pero siempre parábamos cuando la cosa se pasaba un poco de madre con las susodichas palabras: -qué somos primos. Bueno seguimos en el mismo plan algún año más con nuestros besos, arrumacos, abrazos y nuestra excitación por el otro u otra creció.
Estando una vez un verano en el apartamento de Elsa la vi duchándose desnuda en la piscina y cuando terminó me miró y dijo ¿Te ha gustado? -Si, por supuesto. Se puso una toalla y vino a sentarse encima de mis piernas me besó con lengua, primera vez, y me tomó de la mano para ponerme de pie y ahí mientras me entretenía dándome besitos me desabrochó el cordón del bañador y de un golpe me bajó el bañador dejándome al aire el paquete y me dijo: -te toca ducharte. Me duché, con ella sin dejar de mirarme y en un momento dado, tumbada en la tumbona tal como estaba comenzó a acariciarse el clítoris. Mi polla al instante se endureció y todo mojado me fui hacia ella, acerqué otra tumbona y me senté enfrente de ella mirando lo que hacía. Seguía tocándose y desnuda en la hamaca se abría bien el coño para que yo lo viera, quise acercarme, pero me paró con el qué somos primos. Yo en mi hamaca también comencé a masturbarme viéndola a ella como se frotaba el clítoris con los dedos y se metía estos dentro de su vagina, hasta que terminamos los dos uno enfrente del otro derramando nuestros jugos.
Ese mismo verano pasé también con Melissa unos días en la playa. Nos fuimos a una cala escondida donde no había nadie y Meli se fue al agua y yo quedé en la arena en la toalla. No sé en qué momento se quitó el bañador, pero de repente la vi salir del agua, como Halle Berry en la película del 007, con un cuerpo esplendoroso pero sin bikini, totalmente desnuda. Alucinado, se me acercó, me dio la mano para ayudarme a levantarme y me dijo con una sonrisa: -eso sobra, mirando a mi bañador; me lo quité y los dos de la mano corrimos desnudos hacia el agua. Allí después de unas zambullidas y de echarnos agua uno al otro, ella saltó sobre mí estando yo de pie dentro del agua y se encaramó sobre mis caderas aprisionándome con sus piernas y echando los brazos alrededor de mi cuello. Me besó también con lengua por primera vez y así besándome y abrazándome, se llevó una mano al coño mientras con la otra se sujetaba en mis hombros y empezó a masturbarse; quise tocarle el culo, pero me dijo la consabida, qué somos primos, entonces agarré mi polla y comencé a meneármela, así dentro del agua como estaba. Los dos terminamos al cabo de un rato derramando leche y jugo en el agua del mar.
Aquel verano no terminó ahí. Mi cumpleaños era al final del mismo y me llamaron las dos para salir de fiesta ese día, Quedamos los tres, fuimos a comer, paseamos un poco y hablamos mucho de todo, repasamos las experiencias eróticas que os he contado, las dos quedaron sorprendidas de lo que había hecho con la otra ese verano y reconocimos que había mucha tensión sexual entre nosotros, es decir entre cada una de ellas y yo, pero éramos primos. Les confesé que me gustaban mucho, que desde adolescentes las quería tocar, aunque fuésemos primos. Ellas también me confesaron que les gustaba pero que sentían celos una de la otra porque yo no me decidía por ninguna de las dos. Si, les dije que si que era así que las dos me gustaban por igual y que deseaba follarme a las dos. -Pues eso hay que resolverlo, dijo Elsa. -Dejémonos de charla y vamos a bailar, propuso Meli. Fuimos a una disco y bailé con una, con la otra y con las dos juntas. Me besaba, y abrazaba con cada una y arrimaba mi miembro al vientre o al culo de ellas durante el baile. -Vamos a mi casa que no están mis padres, ordenó Meli. Nada más cerrar la puerta las dos se me abalanzaron, me besaban, me lengüeteaban y me tocaban. Me llevaron a la habitación y rápidamente me desnudaron, quedé en pelotas allí de pie y mientras Elsa se desnudaba Meli me seguía besando y me agarraba la polla y la meneaba con la mano arriba y abajo. Ya desnuda Elsa tomó el lugar de Meli y agarró mi polla mientras yo le tocaba las tetas. Meli se unió rápido ya desnuda y entre las dos me pajeaban o una me agarraba los huevos mientras la otra seguía meneándomela y las dos me daban lengua a la vez. Me senté en el borde de la cama para que sus tetas me quedaran a la altura de la boca y así les lamí y chupé tetas y pezones a las dos, más grandes las tetas de Elsa, más grandes los pezones de Meli. Así sentado las dos llevaron sus bocas a mi polla y me la chuparon primero una, después la otra o al unísono las dos. Me tumbé boca arriba en la cama y Elsa primero se colocó encima de mi a la inversa para hacer un 69. Abrí bien su coño con los dedos y lamí el interior y el clítoris y chupé los labios mientras Elsa engullía mi polla en su garganta y Meli me comía los huevos. Elsa dejó su sitio a Meli e hicimos lo mismo yo me comí su coño y ella mi polla hasta que Meli cambió de posición y se tumbó encima de mí introduciéndose mi polla en su vagina con grandes jadeos y suspiros que denotaban que se corría. Por un momento me acordé del: qué somos primos, pero lo deseché rápido. Meli retozó un buen rato encima de mi miembro y por fin dejó el sitio a Elsa que hizo lo mismo, se sentó sobre mi polla y comenzó a bombear hasta que sus suspiros delataron se orgasmo. Las puse a cuatro a las dos y admiré los dos coños que abrí con dos dedos de cada mano y detrás de ellas introduje la polla en un coño mientras el otro lo penetraba con los dedos para después meterla en el otro coño y pajear el primero. Cambié de coño varias veces y bombeé cuantiosas veces haciéndolas correr alguna vez más hasta que ya no pude más. Las chicas se dieron cuenta y al unísono gritaron: -qué somos primos y se dieron la vuelta y quedaron a cuatro pero de cara a mi polla que empezó a disparar abundante leche que acertó en las bocas abiertas de ellas que tragaron gustosas. Quedamos los tres tumbados en la cama, yo en el medio y una prima a cada lado que me dieron un pico cada una y después uno las dos juntas y se durmieron con su rostro encima de mi pecho.
No acaba aquí mi historia, con mis primas no volví a acostarme, seguimos viéndonos, siendo amigos, pero el: qué somos primos, se impuso al final. Lo extraordinario es lo siguiente. Mis padres se habían separado hacía unos años y mi padre se echó una novia que tenía una hija de mi edad. Un día vinieron a casa a conocerme, pero yo no estaba. Cuando llegué no vi a nadie, mi padre y la novia habían ido a comprar. Me duché y ya en mi habitación secándome vi por la ventana que había una chica en una tumbona tomando el sol en la terraza. Me pareció espectacular, pelirroja con el pelo suelto, el sol la iluminaba y hacía que le brillara el rostro y la piel. Tumbada como estaba se percibía su cuerpo grácil y sensual y unas piernas largas firmes y delgadas. Llevaba un vestido muy corto y tal como estaba con las piernas abiertas le veía las bragas. Ella miró hacia la ventana, me vio y se dio cuenta que yo estaba desnudo, lejos de sobresaltarse se arrellanó en la tumbona y se abrió más de piernas y comenzó a tocarse el coño por encima de las bragas. Enseguida me excité, pero esta vez no me amilané. Saqué la cabeza por la ventana y le hice un gesto para que se acercase. Ella se levantó y se acercó a la ventana. Yo desnudo sin cubrirme con la toalla le pregunté. - ¿Quién eres? -Luisa. Era mi hermanastra. -Ven, la dije. La ayudé para que saltara por mi ventana y sin más preámbulos nos pusimos a darnos el lote y follar. Nos enamoramos. Nuestros padres no se lo tomaron muy bien, decían que éramos hermanos, pero no, somos hermanastros que no es lo mismo. Seguimos juntos hasta hoy. ¿Qué os parece soy el rey del incesto o no?
Susana enseguida dijo que no, que eso no era incesto porque no había consanguineidad.
Bueno todavía quedan muchos relatos por contar.

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