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La emboscada (final)

Relato enviado por : pulga53 el 15/06/2011. Lecturas: 5355

etiquetas relato La emboscada (final)   Amor filial .
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Resumen
El plan de Raúl y Clara sigue adelante y Carlos y Eva no pueden menos que ser partícipes.....


Relato
5
La semana transcurrió sin novedades. De pronto todo volvía a la normalidad y Eva pensó que la historia había terminado. Cuando Carlos le comentó de la nueva invitación, se puso molesta, pero no tenía argumentos para impedirle que saliera con Raúl.
- Está bien, pero yo me aburro sola, le dijo como tímida oposición.
Es una pena que a Clara no le guste navegar, sino seguramente podríamos ir los cuatro, dijo con tristeza Carlos, y Eva se preguntó si la tristeza era por que ella no podía ir, o porque no podía ver a Clara.
- sabes que, iré a visitar a mi prima, dijo ella por fin. Le pareció lo mas razonable, no estaba dispuesta a quedarse en casa para que Clara volviera a visitarla para burlarse de ella y mostrar que el plan estaba funcionando.
- Bueno, si quieres puedes llevarte el auto que yo no voy a usarlo, dijo el conciliador.
- Me parece perfecto, aceptó ella.
El sábado no tuvieron sexo. Por alguna razón ninguno de los dos tenía ganas y por la misma razón. Ambos, de diferente manera, estaban pendientes de la salida del día siguiente.
Temprano, ella cargó unas cosas y salió en el auto. El cerró la casa y se dirigió de Raúl.
Tocó timbre. Esperó un rato e insistió. La puerta se abrió y Clara, con el cabello revuelto y con apariencia de haber estado durmiendo, vestida con una camisón corto negro, lo saludó.
- Carlos, buenos días, pasa por favor, dijo franqueándole el paso. Toma asiento completó, cuando ya habían ingresado.
- Perdona, no quise despertarte, es que Raúl me invitó a que viniera, recuerdas?
- Si, por supuesto y no me despertaste, en realidad me despertó mi maridito quien me llamó para decirme que había tenido que salir urgente, que ibas a venir, que lo esperaras y que te atendiera de la mejor manera posible, dijo ella poniendo cara de nena caprichosa.
- Mira, mejor me vuelvo a mi casa y cuando el regrese que me llame, dijo Carlos levantándose
- Ni lo sueñes. Si te dejo ir pavada de escenita que me montará mi maridito. Aguarda que me pondré mas presentable.
- Para mi estás ya muy presentable, dijo tratando de que sonara como un chiste.
Los ojos de la hembra brillaron
- ¿ Hablas en serio Carlos? Mira que me creo todo lo que me dicen, dijo con una sonrisa capaz de sacarle agua a las piedras.
- Hablo en serio, pero pretendió ser un elogio inocente, no te ofendas.
- No, si no me ofendo. Muy por el contrario, tus elogios me gustan, pero de verdad no me siento cómoda contigo vestido y yo con ropa de cama. Alguno de los dos desentona, así que espérame un momento.
“ Yo desentono”, tuvo ganas de decir Carlos, pero no se atrevió.
Al quedar solo, comenzó a rogar que Raúl llegara pronto, pues no soportaba estar a solas con esa hembra a la que había visto en acción y que lo desesperaba. Al rato la vio volver. Impecablemente peinada, finamente maquillada, con un top corto, una minifalda muy corta, sin medias, y calzada con una sandalias con taco que estilizaban aún más, si eso era posible, su figura. Carlos interrumpió hasta su respiración para verla bajar la escalera.
- Así está mejor, ¿ No te parece? ¿ Quieres un café? Yo todavía no tomé nada, ya te sirvo uno, le dijo pasando de largo hacia la cocina.
Esa ráfaga sensual que la acompañaba lo dejó boquiabierto. Nunca se había sentido tan excitado con una mujer. Tenía que controlarse. Si Raúl llegara en este momento y la viera sería todo muy evidente. Respiró profundo, y trató de calmarse.
Tomaron el café mientras conversaban del barrio, de la casa, del yate, en fin todos temas triviales. Carlos le comentó que su esposa se había ido de una prima a pasar el día, y que esperaba disfrutar de otro día embarcado como el fin de semana anterior.
En ese momento sonó el móvil de Clara. Ella se levantó a atenderlo, se disculpó y salió al patio a recibir la llamada. El podía verla por el vidrio caminando mientras hablaba. Una verdadera gata. Jugaba con su cabello, se estiraba la corta pollera, en fin, cada gesto le parecía extremadamente sensual, y es que toda ella destilaba sensualidad.
- Perdona Carlos, pero me acaba de llamar Raúl para decirme que no va a regresar hasta la noche. Me pidió que lo disculpes y que me encargara de que estuvieras cómodo. Lo que mas lamento es que tu esposa se ha ido, con lo que ambos nos quedamos solos y aburridos, le dijo con tristeza.
- No te preocupes Clara, seguramente encontrare cosas para hacer en mi casa.
Los ojos de Clara se iluminaron con una chispa de picardia.
- ¡Ya sé! ¡Salgamos a navegar igual!
Carlos saltó en el asiento.
- ¡¡No!! Cómo se te ocurre, si Raúl me confesó que no te gusta hacerlo, dijo poniéndose colorado
- No me gusta salir con él, que es tan autosuficiente para todo, pero contigo sería distinto. Además saldríamos de mentiritas. Ninguno tenemos registro para conducir un yate. Digo que vayamos allí, nos quedamos anclados en el puerto, tomamos sol, almorzamos y luego volvemos. Así te compenso el día que mi marido te hizo perder. Y no digas nada, Se que eres demasiado caballero para aceptar, pero tomo un bolso con algunas cosas, y salimos, dijo y sin más corrió a la planta alta a prepararse.
Carlos no atinó a responder nada. Pasar en día con Clara era más de lo que nunca hubiera soñado. Sabía que ella lo hacía de pura inocencia, pero igual se sentía complacido. Pensó en como reaccionaría Raúl al enterarse que había pasado la tarde a solas con su esposa, pero bueno, un problema por vez, pensó. Un problema por vez.
En cuestión de minutos bajó Clara con un bolso de mano, y le hizo señas de que la siguiera. Por una puerta pasaron al garaje. Ella subió a su camioneta y le abrió la puerta para que el hiciera lo propio.
- Mira Clara no quiero que te tomes este trabajo por mí. Yo puedo volver a mi casa. No quisiera que tuvieras problemas con tu esposo, tampoco, por que yo.....
Ella lo miró, con una sonrisa indescifrable, activó el control remoto de la puerta, encendió el vehículo y dando marcha atrás, salió de la casa, cerrando el portón. Pisó la calle y como una exhalación emprendió el camino al embarcadero.
Una música suave invadió el habitáculo. Carlos , apoyado contra la puerta de su lado Carlos intentaba concentrarse en las imágenes que pasaban velozmente. De reojo veía a Clara concentrada en conducir, sin darse cuenta que su corta pollera se había subido más de la cuenta y las maniobras de conducción la dejaban prácticamente desnuda frente a su compañero.
Mientras conducía, Clara hablaba de temas diversos: el tránsito, el problema del estacionamiento, lo complicado que era manejar sola una casa, ya que su marido no estaba casi nunca, en fin cosas triviales que le ponían aún más morbo a la situación. El constante parloteo obligaba a Carlos a mirarla para contestarle o meter algún bocadillo y cada vez que la miraba, la veía más desnuda, mas deseable, mas accesible. Su boca estaba seca y sus ojos eran dos brasas ardientes. Su cuerpo despedía calor, que él creía que la hembra debía notar. Y sin embargo, la charla era normal, sobre cuestiones cotidianas.
Por fin, llegaron al amarradero. Clara estacionó el vehículo y dándose vuelta tomó el bolso del asiento trasero. La maniobra hizo que dejara a la vista de Carlos sus piernas abierta, y allí en el fondo una fina bombacha de seda roja, era un poderoso llamador para la lujuria del macho.
Bajó y cuando Carlos hubiera hecho lo propio, cerró la camioneta y se dirigió a la embarcación. Carlos detrás de ella no perdía detalle de sus movimientos. Al llegar al yate, la planchada estaba un poco alejada y Clara se detuvo dudando sobre que camino seguir. Carlos agilmente saltó sobre la embarcación, y desde el otro lado le dijo a Clara que saltara también que el la ayudaría.
Clara arrojó el bolso en la cubierta del yate, se descalzó para evitar patinadas, y tomando una pequeña carrera saltó cayendo en los brazos de su invitado. El impulso hizo que los brazos de Carlos se vencieran y sus cuerpos chocaran. Trastabillando cayeron enredados en uno de los asientos de cubierta. La situación hizo que Clara empezara a reir alegremente, y esto permitió que Carlos se recompusiera y también riera de la situación, aunque el segundo que estuvo abrazado a Clara le había quemado el cerebro.
- Bueno, aquí estamos dijo ella , recuperando la compostura.
- Si, y es un hermoso día, comentó Carlos
- Muy lindo, ideal para las actividades al aire libre, dijo ella, si me disculpas voy a cambiarme y tomar un poco de sol.
No hay problemas, haz de cuentas que es tu yate, dijo él intentando una broma.
- Ja, ja, pero mejor juguemos a algo. Hagamos de cuenta que hoy, este yate y todo lo que hay en él te pertenece. Así no estarás tan cohibido, le dijo mientras bajaba al camarote.
“ El yate y todo lo que hay en él”. Las palabras se marcaron a fuego en su mente. Ojalá todo lo que hubiera en él le perteneciera, aunque más no fuera por una tarde. Es increíble la inocencia de las mujeres luego de un tiempo de casadas, pensó, no me ve como una amenaza, como alguien que podría aprovecharse de ella, y actúa con una deshinibición que me enloquece.
Se dirigió al timón y una vez allí jugó a que conducía esa poderosa nave. Tomó una gorra de capitán que había en un casillero y la colocó en su cabeza.
- me agrada que te guste el juego que te propuse, mi capitán, escuchó que decían a sus espaldas y antes que pudiera darse vuelta, un cuerpo bronceado y simétrico, adornado ( porque no puede decirse cubierto) con una bikini turquesa, paso a su lado , se dirigió a la cubierta delantera, se inclinó, acomodó una toalla y se recostó con los pies hacia donde él estaba. Pudo verla inclinarse y ahora veía su trasero desbordar a ambos lados de la pequeña prenda que ni intentaba cubrir su anatomía. Ella separó un poco sus piernas, y la suavidad de la tela, permitía imaginar lo que entre ellas se escondía. Carlos desde el lugar privilegiado que ocupaba casi podía tocarla. El cuerpo de la hembra quedaba a la altura de su cintura. Estuvo un buen rato allí observando. En un momento ella con habilidad desató la parte de arriba de su traje de baño, para que las cintas no marcaran su espalda.
- Carlos, llamó ella sin moverse.
- ¿Sí? Preguntó el con indiferencia.
- ¿ Puedes traerme algo para tomar?
- Como no, ¿ Qué prefieres?
- Un jugo de naranja estaría bien, aunque tu eres el capitán. Yo sólo obedeceré tus órdenes, le dijo burlona.
Carlos bajó al camarote. En el dormitorio se veía sobre la cama la ropa que ella se había sacado al cambiarse. La bombacha roja de seda estaba allí. Se acercó, la tomo y la olió profundamente. El aroma a hembra hizo que su vara saltara como un resorte. La mezcla de sus olores con el perfume importado que la envolvía como una túnica, era realmente excitante. Sintió que en su interior algo estaba cambiando. Ella quería jugar al barco pirata, pues le daría el gusto. Se cambió de ropa poniéndose un short de baño.
Se dirigió a la heladera y allí eligió una botella de vino blanco helado, la destapó y sirvió dos copas, llevándolas a cubierta, junto con la botella.
- Aquí tienes, le dijo alcanzándole el vaso.
Ella se incorporó un poco haciendo visera con una mano y cubriendose sus pechos con la otra, y miró lo que le ofrecían.
- Te dije que quería un jugo, le dijo sonriendo.
- Y también dijiste que yo era el capitán hoy, y el que decidiría todo lo que haríamos, le contestó poniéndose serio.
- Si, mi capitán, dijo ella siguiéndole la corriente. Pero te advierto que el vino en ayunas no me pega bien. No tengo mucha resistencia al alcohol, así que probablemente tendrás que lidiar el resto del día con una ebria.
- Sería un verdadero placer verte un poco fuera de control, le dijo el haciendo chocar las copas.
Apuraron el contenido de los vasos en un par de sorbos. Realmente era un muy buen vino, estaba helado y el día cálido invitaba a tomar. El volvió a llenarlos, mientras hablaban de sus cosas cotidianas. Para el medio día, más de la mitad de la botella había desaparecido, y Carlos sólo había tomado un par de copas.
- Por favor, abróchame la bikini le pidió ella, cosa que el hizo al instante. Luego ella se levantó, mostrando un poco de mareo.
- Vaya, vaya, mi capitán, ha conseguido hacerme perder el equilibrio. Si no fueras mi amigo, pensaría que lo hiciste a propósito con alguna intención sucia, dijo ella mientras lo miraba.
- ¿Qué intención sucia puedo tener? Me conoces, soy un hombre de familia, dijo el a la defensiva.
- Si, todos los hombres son de familia. En fin, vamos a comer algo a ver si consigo recuperarme de la borrachera que me provocaste.
Bajaron al camarote, y sacaron de la alacena diversas conservas. Atún, sardinas, y de la heladera algo de fiambre y pan, con lo que tenían suficiente para comer ellos dos. Para tomar Carlos decidió que siguieran con el vino, con la excusa de que era una pena desperdiciarlo una vez abierto.
Para el final del almuerzo, Clara estaba achispada, y Carlos debió acompañarla al dormitorio para que se recostara un rato.
Una vez cerradas las cortinas, que dejaron la habitación en penumbras donde apenas se divisaban los objetos , salió para dejarla descansar. Una vez afuera, recordo que su bolso estaba en el dormitorio, y entro sigilosamente a buscarlo. Una respiración suave le indicó que ella dormía. Se quedó un rato hasta que sus ojos se acostumbraron a la oscuridad. Y recién allí la vio. Antes de dormirse, tal vez instintivamente se había desnudado totalmente. Yacía boca arriba, con su cabeza ladeada. Sus pechos lucían en toda su magnitud y sus piernas apenas abiertas, dejaban ver su nido, perfectamente depilado, tal como lo recordaba del video que habia visto. Aprovechando que estaba dormida, se sentó en la cama para disfrutar de cerca de ese espectáculo que seguramente no volvería a ver en su vida. Cuando se sentó en la cama ella refunfuñó y giró su cabeza hacia su lado. Ese rostro hermoso y perfecto ahora estaba a su alcance. Despacio, con un dedo, dibujó la curva de su rostro.
- Raúl, dijo ella
- Raúl, volvió a repetir dormida.
- Que mi amor, respondió Carlos siguiéndole la corriente.
- Bésame, le pidió. Carlos se quedó helado.
- Bésame mi amor, repitió ella, haciendo un esfuerzo por levantarse. Rápidamente Carlos pensó que era peor que se despertara y lo encontrara sentado en su cama observándola y entonces pegó sus labios a los de ella. El beso inocente que el le dio, no era lo que ella esperaba, ya que ella le obligó a separar los labios y le introdujo la lengua hasta el fondo de su garganta, jugueteando con ella. Carlos, ya completamente excitado, se dejó besar disfrutando del momento, hasta que sintió que una mano de la hembra bajaba por su pecho y con decisión se aferraba a través de la ropa a su verga endurecida.
- Dejame masturbarte, le pidió sin despertarse, y Carlos sacando su verga por el costado del short la dejó a su merced. De inmediato ella comenzó a descapucharla con su mano, lento al principio, y tomando velocidad a medida que la excitación la iba ganando. Carlos no podía seguir soportando ese tratamiendo y la obligó a detenerse tomándole la mano.
- Basta que me corro, por favor, le dijo desesperado.
Entre sueños, ella se rió sin abrir la boca. Se dio vuelta hacia el otro lado y sacó su culito hacia afuera,
- Córrete, le dijo, mostrando sin dudas lo que realmente quería. Ya Carlos era una locomotora que nada podría detener. Se levantó de la cama y se desnudó. Se arrodilló sobre la cama y su mano buscó su vagina y jugueteó con sus labios hasta que una humedad pegajosa le indicó que la hembra estaba preparada. Se acostó detrás de ella y colocando su pierna izquierda sobre las suyas colocó la cabeza de su verga entre sus labios vaginales.
- Despacio Raúl, no me lastimes, dijo siempre dormida. Carlos avanzó unos centímetros y la cabeza de su verga se internó entre los labios de ella. Con otro empujón, la cabeza cruzó la puerta, y llegado a ese punto se afirmó en los hombros de Clara y se hundió hasta las cachas. El placer que sentía era imposible de contar. Debió quedarse unos segundo quieto para no correrse. Cuando pudo controlarse comenzó a bombearla, con estocadas largas y continuas, que ella recibía con ganas, diciéndole lo bien que se sentía empalada de esa forma. Cuando el comenzó a acelerar ella juntó sus piernas apretándole la verga como una morsa, y su mano se aferraba a su pierna con fuera haciéndole doler, pero ese dolor solo le incitaba más a reventarla. Cuando emprendió la corrida final ella empezó a despertarse, y para cuando el se vació en su vientre, ella estaba totalmente despierta, aunque no entendía todavía quien la estaba montando.
Los alaridos del macho seguramente terminaron de despertarla y ella se quedó quieta disfrutando de su propio orgasmo pero también gozando de los chorros de semen que golpeaban su matriz.
Cuando él terminó se quedó recostado detrás de ella. Al rato ella giró y un grito mostró la sorpresa al ver quien la había empalado.
- ¡No puede ser! ¿ Qué hiciste?, dijo tratando de saltar de la cama. Carlos, con una agilidad desconocida la retuvo. La acostó nuevamente en la cama y con su boca silenció la boca de la hembra mientras su lengua prácticamente la dejaba sin aire. Luego de unos minutos se separó de ella, que quedó boqueando tratando de recuperar el aire.
- Soy el capitán, tu lo dijiste, y hoy todo en este barco me pertenece, dijo mientras avanzaba sobre el cuerpo de la hembra y colocando una rodilla a cada lado de su rostro, le coloco la verga en la boca. Ella quiso protestar pero estaba totalmente inmovilizada. Sólo pudo tragarla y chuparla, mientras Carlos la dirigía.
- Así esclava. Fue una suerte que te rescatara en altamar, donde los tiburones te hubieran devorado. Mi tiburón en cambio no te va a devorar. Te va a usar un poco para placer de los dos, pero una vez que lleguemos a puerto serás libre. Mientras tanto puedo dejarte donde te encontré si no obedeces. Clara mientras tanto se afanaba chupando esa verga que se recuperaba a paso redoblado. Ya estaba casi tan dura como al principio.
- Y ahora, ya que me has calentado nuevamente, te voy a coger como se merece una señora como tú, y diciendo esto se corrió hacia abajo y se acomodó entre sus piernas. Clara inmóvil esperaba el empalamiento, pero él cambio de opinión, y bajando más, levantó sus piernas y comenzó a lamer su concha con dedicación. Lo inesperado de la maniobra sorprendió a la hembra quien comenzó a retorcerse y con evidentes signos de placer se aferraba a la cabeza del macho. Un largo rato estuvo Carlos recorriendo el sexo de su amante, y , por fin, la depósito sobre la cama, y ahora sí, se acomodó para gozar de su cuerpo. Cuando la punta de su verga tocó la entrada, las piernas de Clara envolvieron las suyas, signo inequívoco de que ella también la quería adentro, y acompañó presionando cada centímetro de verga que fue recibiendo a medida que Carlos se hundía en ella. Una vez que la enfundó toda comenzó el pistoneo, mientras sus manos jugaban con las tetas de la hembra y su boca de a ratos chupeteaba la de ella. Esta segunda vez, él pudo durar más. Cambiaron de posición varias veces. Ella se montó a horcajadas de él, el la hizo poner de pie apoyada en la cama para empalarla de atrás, y por fin, sobre la cama en cuatro patas, le volvió a echar todo su semen dentro, mientras Clara gritaba de placer.
Por fin salieron del dormitorio. Carlos se sentía el mas macho de todos los machos. No podía creer la mujer que acababa de pasar por la piedra, y aunque lo contara nadie se lo creería. Clara se asomó a la cubierta y diciéndole que no había nadie, subió desnuda y se arrojó al agua. Carlos, totalmente fuera de sí, hizo lo mismo. Nadaron alrededor del yate. Nadie estaba a la vista. Los demás yates habían partido y los que quedaban no tenían tripulantes, Jugaron en el agua como dos adolescentes y cuando increíblemente la verga de Carlos volvió a endurecerse, para sorpresa de los dos, allí mismo en el agua, aferrado a la escalerilla del yate , con los cuerpos bajo el agua volvió a penetrarla, mientras ella envolvía su cintura con las piernas y estaba colgada de su cuello y lo besaba como si quisiera sacarle la vida por la boca. Largo rato estuvieron tirando, hasta que por fin, con un orgasmo que fue más mental que físico Carlos acabó. La dejó adentro y al rato Clara también alcanzó un clímax agotador.
Ya era de noche cuando regresaron a la casa de Clara. No habían hablado en todo el camino. Clara detuvo el vehículo en la puerta de la casa de Carlos, aún vacía.
- Mira Clara, no se como seguirá esto. Quiero que me disculpes, no quería aprovecharme de tí. No se que me paso, intentaba Carlos explicar en forma rudimentaria lo ocurrido.
- No te preocupes Carlos. Nada pasó que no quisiéramos que pasara.
- Pero tú estabas dormida y yo abusé de tí.
- ¿ Dormida? ¿ En verdad crees que no me di cuenta de lo que iba a pasar desde que llegaste a mi casa esta mañana? Por otro lado me agrada que me consideres tan buena actriz como para haberte engañado de esta forma, dijo Clara con satisfacción.
Carlos quedó atónito.
- ¿ Fue todo planeado?¿ Sabías que era yo quien te estaba cogiendo?
- Por supuesto tontito. Hace falta mucho más que un par de copas de vino para que pierda el sentido como para no reconocer la verga de mi marido. No te enojes, la tuya no está nada mal, pero cuando pruebas la de mi marido la reconoces entre todas. Después de tantos años teniéndola adentro te imaginarás que la reconozco de solo tocarla. Si, sabía que eras tú. Me desnudé para incitarte a acercarte y luego fue fácil conseguir que me cogieras. Eres muy inocente. Eso pasa cuando uno lleva muchos años con la misma pareja. El día de hoy fue planificado hasta el último detalle. Fue un juego del cual participaste activamente y me parece que tan mal no la pasaste, pero ya terminó. Seguiremos siendo amigos, pero no es probable que lo de hoy se repita. No de esta manera , por lo menos.
Carlos bajó del auto, y cerró la puerta. En ese momento comprendió la frase.
- ¿ Y de que otra manera podría repetirse?
- Cuéntale lo sucedido a tu esposa y tendrás la respuesta, le dijo
- Nunca se tiene que enterar, contestó él.
- Sólo tu y yo lo sabemos, y solo tú y yo podremos contar lo ocurrido, le dijo arrancando la camioneta.


6
Eva volvió un buen rato después. El ya se había bañado y relajado. Se sentía culpable. Nunca había engañado a su esposa. Pero tenía decidido negarlo siempre. Eva no lo toleraría, y él estaba seguro que esta locura no volvería a repetirse. Su mujer le preguntó que tal había pasado el día, y el, sin mentir, le dijo que había sido fabuloso, aunque por razones distintas de las que se suponían.
Esa semana, Clara y Raúl viajaron. La casa quedó vacía, y Eva sintió que todo se estaba normalizando. La presión sobre su esposo había cesado. Quizás Clara había cambiado de idea, quizás no había podido vencer la resistencia de Carlos. En fin, las posibilidades eran muchas, pero lo importante que su vida recuperaba la normalidad.
A mitad de semana, pasado el mediodía, el timbre sonó. Eva abrió la puerta y se encontró con Raúl, vestido con su traje importado, portafolios y anteojos oscuros.
- Hola Raúl, atinó a decir.
- Hola Eva, disculpa que te moleste. ¿ Estás sola?, preguntó
Eva dudó por un instante.
- Si, lamentablemente Carlos no está, pero puede regresar en cualquier momento, dijo para protegerse.
- ¿ puedo pasar?
- Si, por supuesto, pasa, y le franqueó la entrada.
Raúl entró con la seguridad que tenía para todo, Parecía que era su casa. Entró al salón principal, y se sentó en el sofá, dejando sus lentes sobre la mesa. Eva se quedó de pie, frente a él.
- Te extrañará mi visita, le dijo.
- Un poco. Nunca habías venido a nuestra casa.
- Es muy bonita, por otra parte
- No puede compararse con la tuya.
- La belleza de una casa no está en lo que se puede comprar. El ambiente lo hacen las personas, dijo sonriendo.
- Te agradezco el cumplido, pero dime a que has venido, se que tu tiempo es valioso.
- No hay problema. Te cuento. En unos días en mi casa de fin de semana organizo una fiesta de disfraces, y necesito que tu y tu maridito concurran.
- Es difícil, dijo Eva, pensando que era otro paso del plan para que Clara pudiera acostarse con su esposo, y no estaba dispuesta a facilitarle las cosas.
- Vamos que se van a divertir, dijo mientras se levantaba y la tomaba de los brazos, consiguiendo que a su contacto la piel de Eva se erizara de deseo. Las imágenes de los momentos compartidos volvieron a la cabeza de la hembra en un flash.
- No estamos acostumbrados a tus fiestas, le dijo sin intentar separarse
- ¿ y que sabes de mis fiestas? Le dijo al oído mientras sus manos recorrían sus brazos a contrapelo hasta sus hombros.
- Me imagino a toda gente de tu nivel. Nada tenemos que hacer allí.
Sus manos tomaron su cara y su boca se apoderó de la suya.
- Por el contrario, tendrás mucho que hacer en esa fiesta, te lo aseguro. Serás la atracción de la noche, puedo firmártelo le decía entre beso y beso.
- Espera que mi marido puede regresar en cualquier momento, dijo ella tratando de liberarse en ese momento, sabiendo que si esperaba unos minutos más ya no lo lograría.
El avanzó hasta que la aplastó contra la pared.
- ¿ Y si tuvieras la seguridad de que tu marido no regresara, que harías? ,le preguntó mientras le besaba el cuello.
- Por favor, déjame. Si Carlos no viniera no habría problemas, pero en esta situación no me animo, dijo sin mucha convicción.
El se separó de ella , se apoyó en el respaldo de uno de los sillones, sacó su celular, y efectuó una llamada.
- Hola, Carlos, si Raúl te habla ¿tienes un rato? ¿ A qué hora sales del trabajo? Bien me gustaría comentarte algo, así que si no tienes problemas nos encontramos a esa hora en el barcito que está en la esquina de tu oficina ¿ me esperas? Trataré de ser puntual. Si gracias por la atención. Nos vemos. Y cortó
- Así que no va a volver hasta que se encuentre conmigo.A ver, son las 13. Pongamos media hora para llegar a nuestra cita...hmmm. Saliendo de aquí 18,30 estoy a horario. Tenemos más de cinco horas para nosotros. Acércate, le ordenó.
Eva, sorprendida por la habilidad de Raúl para organizar todo, se acercó despacio.
- Desnúdame, le ordenó.
Eva pensó en resistirse, pero el fuego en los ojos del macho le recordaban una vez más las sensaciones que había tenido cuando él la poseía. Por otro lado pensó en la ventaja que le estaba sacando a Clara. Ella todavía trataba de conseguir a Carlos mientras a Raúl lo volvía a tener a su entera disposición toda una tarde.
Abrió su saco y sus manos recorrieron el cuerpo de Raúl para luego dejarlo caer sobre el sillón. Aflojó el nudo de la corbata y la sacó por encima de su cabeza. Lentamente comenzó a desabotonar la camisa, acariciando su pecho mientras lo hacía. Las manos de él se apoyaron en sus hombros facilitando que ella desabrochara los puños, mientras lo miraba a los ojos. Tiró de la camisa sacándola de dentro de los pantalones y la dejó caer sobre el saco.
Raúl se quitó los zapatos, y esperó. Eva aflojó el cinturón de cuero, desabrochó el botón del pantalón y bajó el cierre. Cuando el pantalón cayó, pudo ver el bulto que tanto la enloquecía prisionero de los boxer que Raúl estaba usando.
Salió agilmente de los pantalones y se quedó con los brazos en jarra que su esclava completara el trabajo encomendado.
Eva acarició la herramienta de Raúl por sobre la tela, recordando su descomunal tamaño, y luego metiendo dos dedos a los costados de la última prenda que quedaba, procedió a bajarlos muy lentamente. Cuando la prenda llegó a sus muslos, una vara de carne quedó erecta apuntando a su cara, latiendo como si tuviera vida propia.
Raúl se sentó en el sillón, y Eva procedió a arrodillarse y a terminar de sacar la última prenda que le quedaba. Raúl comenzó a masturbarse lentamente.
- Ya sabes lo que sigue, le dijo dulcemente, y Eva avanzando de rodillas procedió a tomar con sus dos manos la verga que le ofrecían y comenzó a besarla y a introducirla en su boca. Despacio fue tragando la vara hasta que toda su boca estuvo llena. Sus cachetes mostraban el jugueteo de su lengua sobre ella, así como la fuerza que hacía al succionar. Raúl, tirado hacia atrás tomaba con sus manos la cabeza de Eva dirigiendo la tarea.
- ¿ Te acuerdas de nuestra primera vez? ¿ Que te hubiera gustado hacer que no hicimos? ¿ De qué tienes ganas? ,le preguntaba.
- El que tiene experiencia eres tú, haremos lo que tengas ganas, pero no entiendo porque esta fijación conmigo con las mujeres hermosas que conoces, le dijo dejando de chupar por un minuto para luego volver a engullirla.
- Bebé, tienes razón. Conozco todos los días mujeres hermosas, naturales y artificiales, tal vez más bonitas que tú, aunque eres realmente atractiva, y a muchas de ellas las tuve en mi cama a mi entera disposición. Pero ¿ sabes? ¿ Con cuantos hombres has estado en tu vida?
Ella sacó la verga de su boca, y siguió acariciándola junto con las pelotas, mientras contestaba.
- Mi primer novio, mi esposo y tú, le dijo sin dejar de masturbarlo.
- ¿ ves? Eso es lo que me calienta. Las mujeres que conozco se acuestan todos los días con un hombre distinto. Yo fui uno más. Y a mí me gusta pervertir mujeres hermosas como tú. Fieles, con poca experiencia fuera de sus parejas estables, y dispuestas a aprender lo que puedo enseñarles. Cuando pases mas tiempo conmigo, aprenderás muchas cosas. Ahora por ejemplo voy a enseñarte a ordeñar una buena verga. Estoy a punto de acabar, así que metela en tu boca.
Eva nunca había tragado leche, pero estaba dispuesta a todo lo que pudiera satisfacer a su macho. Engulló su pedazo todo lo que pudo y Raúl dirigía su cabeza como si se masturbara con ella. Fue acelerando cada vez más y al final empujó, prácticamente clavándola hasta la garganta, Eva pensó que se ahogaría pero pudo retirarse un poco. La verga en su boca creció un poco más, tembló, y un potente chorro se estrello en el fondo de su garganta. A este siguieron 4 o 5 más, a cual más caliente y mas abundante. Sus cachetes se hincharon por la cantidad de líquido recibido y despacio comenzó a tragarlo ya que Raúl no estaba dispuesto a desenfundar su verga y no quedaba otra posibilidad.
- Ahora limpiala bien, y trata de endurecerla de nuevo que llegó tu turno, le dijo cariñosamente.
Eva siguió chupando y con su lengua terminó de limpiar la verga que se sentía blanda. Su trabajo bucal debía ser bueno porque de a poco sintió como volvía a recuperar su rigidez.
En ese momento Raúl la obligó a soltar el chupetín, y a ponerse de pie.
- Quiero ver como te desvistes, le dijo acomodándose en el sillón.
Eva tenía puesto un solero sin mangas, fresco, que usaba siempre de entrecasa. No tenía corpiño puesto y su bombacha era una normal que usaba para dormir. No se sentia para nada sexy. La próxima vez Raúl la encontraria más preparada.
- Me gustaría cambiarme primero, ponerme mas presentable, le dijo
- No hace falta. ¿ No entendiste lo que te expliqué? He poseído mujeres vestidas con los modelos más eróticos de Victoria`s Secret. No me interesa. Me interesa cogerme una mujer normal, como tú. Eso realmente me calienta.
Eva se alejó unos pasos y despacio tomó su vestido y lo sacó por encima de su cabeza, dejando su cuerpo a la vista.
- Eres muy hermosa. Es un placer pensar que en unos minutos estaré dentro tuyo, le dijo mostrando una verga totalmente distendida que reafirmaba sus dichos. Eva se excitó ante lo que oía y lo que veía.
Bajó su bombacha y quedó de pie, desnuda, frente a él.
El se levantó y tomándola de la mano la llevó al sofá y la arrodilló sobre él
- ¿ Te comenté que me gusta montar a las hembras, no?, le dijo mientras se arrodillaba en el sofá detrás de ella y colocando la cabeza de su verga en la puerta de entrada de su sexo. La tomó de los hombros y su verga abrió los labios de su concha.
Eva hasta dejó de respirar esperando la penetración. Estaba suspendida en el aire, esperando el sublime momento en que esa herramienta que adoraba la llenara por completo.
- ¿ Estás preparada? Le preguntó
- Si, reventame, por favor, le dijo agachando la cabeza para mejorar el ángulo de penetración.
Ante ese pedido, Raúl combinó su empujón hacia adelante con la atracción de la hembra hacia atrás al tomarla por los hombros. Esta combinación hizo posible que su verga, de un solo golpe se introdujera hasta el fondo, chocando su pelvis con el trasero de la hembra.
Un alarido probó que la verga había entrado arrasando con el sexo de la hembra.
- ¡Ayy! ¡Me partes! ¡ Es muy grande!, gritaba Eva fuera de sí.
- Shhh. Tranquila que lo peor ya pasó. Quédate quieta mientras te acostumbras.
Quedaron allí pegados como perros, esperando que los órganos se distendieran. Despacio Raúl comenzó a retroceder y a avanzar, y cada vez, las quejas de la hembra fueron menores, hasta que por fín solo se oían gemidos y suspiros de placer. En ese momento, Raúl retrocedió y retiró su verga ante la queja de Eva.
- Sigue, por favor, no me dejes así, le rogó
- Tranquila que hay para rato. Ahora vamos a tu dormitorio,estaremos más cómodos, le dijo
Eva no quería ensuciar su cama matrimonial con una relación adúltera, pero necesitaba que la volvieran a clavar, así que se levantó y se dirigió al dormitorio. Llegó y se acomodó en la cama boca arriba. Raúl llegó un ratito después. Se paró en la puerta y la miró.
- Ya llegará el momento en que te empale de frente y te aplaste contra el colchón, pero ahora te quiero de espaldas como una yegua. Vas a gozar como nunca, te lo aseguro.
Eva obedeció. Se dio vuelta , volvió a arrodillarse, y dejó su cabeza apoyada en la almohada ofreciendo un ángulo espectacular para recibir al padrillo. El se acercó , subió a la cama y ubicándose a su grupa volvió a clavarla sin miramientos. De inmediato comenzó a bombearla.
El placer que sentía Eva no permitió que le llamara la atencion el tratamiento que Raúl le estaba dando a su ano. De un pote que sacó de su portafolios antes de venir al dormitorio, comenzó a embadurnar su trasero con vaselina. Uno de sus dedos entraba y salía de su agujero trasero, acompañando el mete y saca de su verga, Eva empezó a acabar.
- ¡Me estás matando! ¡Qué placer! ¡ Me muero! ¡Me muero!
- No todavía, ya vas a tener ganas de morirte de verdad, y dos de sus dedos comenzaron a abrir su culo. Esta sensación hizo que los orgasmos de Eva se enhebraran uno con otro.
Cuando tres dedos entraban con facilidad, Raúl se retiró, sosteniendo con un brazo a Eva para que no se despatarrara en la cama por la cantidad de orgasmos conseguidos. En esa posición apoyó su verga en el culo y con una leve presión la cabeza ingresó.
Eva, concentrada en su placer, notó algo raro, pero cuando entendió lo que pasaba ya era tarde. La cabeza había perforado su esfinter y descansaba dentro de su culo
- ¡ No, por favor! ¡Nunca lo he hecho por ahí!, mientras trataba de escapar, pero el brazo de Raúl le impedía cualquier salida.
- Nunca lo habías hecho, en realidad, porque ya lo estás haciendo, quedate quieta y goza que en un momento la tendrá toda adentro, le dijo Raúl mientras seguía empujando lentamente y con cada esfuerzo, un par de centímetros de verga iban escondiéndose dentro del cuerpo de Eva.
- ¡ Me duele¡ ¡ Me duele!, decia Eva mientras sollozaba, pero Raúl sin importarle nada seguía entrando en ella, hasta que sus cuerpos se tocaron y allí se quedó.
Eva lloraba. Se sentía totalmente empalada, violada, usada. Nunca la habían tratado así.
- Ya está. Ya te la comiste toda. Tocá le dijo. Ella dirigió una de sus manos por debajo de su cuerpo hasta llegar a su trasero. Allí encontró las dos pelotas duras y grandes del macho. Su verga no estaba. Ella la tenía bien adentro.
- Ahora me quedaré un rato dentro tuyo, sin moverme, mientras tu juguetearás con mis pelotas. Verás como se endurecen, como se llenan de leche, y cuando estés lista comenzaré a serrucharte. Pienso correrme dentro tuyo y llenar tu culo de leche para que nunca te olvides de mi. Seguramente muchas otras vergas podrán entrar por allí, pero la primera es inolvidable. Vamos juega con mis pelotas.
Eva comenzó a juguetear con ellas. Era cierto estaban duras y a medida que jugueteaba sentía como se iban llenando más y mas. Esto la excitó. Ella iba a provocar que esos globos cargados de esperma se vaciaran. Ella y nadie más recibiría ese sublime riego en su interior. El dolor dejó lugar al placer y cuando Raúl con su experiencia, notó el cambio comenzó a retroceder y a empujar, primero despacio, pero luego cada vez más rapido.
- Así, preciosa, así, ¿ La sientes? ¿ Te gusta? Si que te gusta, me doy cuenta. ¿ Quieres que te inunde con mi leche ? ¿ Quieres saber lo que se siente cuando te queman el culo con semen hirviendo? ¿ No te sientes toda una puta así, enculada por completo?
Eva sólo podia gritar.
- ¡Si! ¡Si! ¡ Lléname! ¡ Por favor, lléname!
- ¿ te cuento un secreto? Mi esposa no me deja que la encule. La muy puta tiene miedo de que la reviente, así que estás disfrutando de algo que mi esposa nunca disfrutó.
Esto último terminó de enloquecer a Eva. Estaba gozando algo exclusivo que Clara no había sentido. Esto la llevó a un nuevo orgasmo.
- ¡Estoy lista! ¡nundame por favor! ¡ Quiero tu leche! Mientras apretaba sus huevos con fuerza, terminando por descontrolar al macho.
- ¡Ahí la tienes puta! ¡ te parto! Y hundiéndose hasta el fondo comenzó a vaciarse sin hacer caso de los gritos de la hembra que no estaba preparada para semejante penetración que sintió que realmente le rompía el culo.


- Hola Raúl, dijo Carlos cuando aquél llegó a su mesa.
- Hola Carlos, disculpa que te haya demorado, pero necesitaba hablar contigo unos minutos.
- ¿ Quieres tomar algo?
- Te agradezco pero tengo mi agenda muy apretada. En realidad quería invitarte a una fiesta de disfraces que daré dentro de unos días en mi casa de fin de semana.
- Lo lamento, pero a Eva no le gustan mucho las reuniones donde no conoce a nadie.
- Pero eso es lo bueno de esta fiesta. Nadie conocerá a nadie gracias a los disfraces, y todos haremos nuevos amigos.
- Mira, si Eva quiere, iremos.
- Bueno confío en que puedas convencerla. Un par de días antes recibirás la invitación y los disfraces que tienen que usar.
- Ahh, está todo organizado, hasta los disfraces de cada uno.
- Si, ya verás por que. Bueno me voy que tengo todavía un par de reuniones, saluda a tu esposa de mi parte, y diciendo esto se fue.

Eva estaba tirada en la cama totalmente dolorida, como si un caballo la hubiera pasado por arriba, y algo de eso habia. Nunca había tragado el semen de un hombre, y lo había disfrutado. Nunca la habían sodomizado, y le habia gustado a pesar de que el tamaño de la verga no era el más apropiado. Seguramente con una verga como la de su esposo el placer hubiera sido mayor. Pero era la resistencia de macho lo que más le había asombrado. Como había prometido, luego de encularla descansó un rató, tomaron algo y tuvo un resto para cogerla aplastándola contra el colchón hasta hacerle temer que la enterrara en el a fuerza de vergazos, para al final levantando sus piernas hacerle sentir el rigor de su verga bien adentro y allí vaciarse nuevamente, esta vez, en forma definitiva, diciéndole que nunca una hembra lo había exprimido como ella, lo que la llenó de satisfacción.
Pensó en la fiesta de disfraces. Al final solo tenía que estar cerca de su esposo para evitar que Clara pudiera apropiarse de él, pero el asunto era si Raúl podría convencer a Carlos.
En ese momento Carlos llegó a su casa. Entró y le extrañó encontrar a su mujer recostada.
- ¿Qué te pasa amor?
- Nada mi vida, estuve trabajando y me dí una ducha, quedándome un rato recostada, dudando entre vestirme nuevamente o ya ponerme el camisón.
- Yo también voy a ducharme. Te cuento que Raúl habló conmigo hoy.
- ¿ En verdad? Dijo Eva dudando de si sonaba convincente.
- Si, quiere que vayamos a una fiesta de disfraces, le dijo
- vaya, que atento, comentó Eva
- Le dije que no sabía si tu querrías ir
- Sabes que no son mis reuniones preferidas, pero no quisiera que quedaras mal con tu nuevo amigo, así que haremos lo que tú quieras.
- ¿ te parece? Bueno entonces le llamo y confirmo que vamos.
- Esta bien, le dijo Eva, mientras sus sensaciones internas eran confusas. ¿ Podría estar a solas con Raúl en algún momento? ¿ Podría evitar que Clara disfrutara de su marido?. Se vistió y se levantó a preparar la cena.
Unos días después un paquete llegó a casa de Carlos y Eva. En el, una hermosa tarjeta negra con letras doradas notificaba de la fiesta:
“ Noche anónima”
Clara y Raúl te invitan a perder tu identidad y disfrutar de las cosas que tu otro yo no te atreve a pedirte”

Sábado, 22 hs.
Las Palmeras 35
Barrio “ Le Etoile”

“ Concurrencia obligada con la ropa que acompaña esta tarjeta”.
- Vaya, vaya, nuestros amigos quieren tener todo controlado. Hasta le proveen los disfraces a los invitados para saber quien es cada uno y evitar que entre alguien inesperado, comentó Carlos.
- Si, es raro. En estas fiestas cada uno se disfraza como quiere. A veces hay un hilo conductor para que disfraces, pero jamás supe que te obligaran a disfrazarte de determinada manera.
- Esta gente es bastante rara. Buena, pero rara, dijo Carlos pensativo.
Al abrir las cajas, marcadas con el nombre de cada uno, encontraron, en la caja de Carlos una túnica negra con una capa larga negra, con capucha y una mascara que cubría casi toda la cara. En la de Eva, una túnica blanca, también con capucha, y una mascara similar a la de Carlos que también cubría toda la cara dejando solo libre desde los labios hasta la barbilla
- Bueno al menos, parece que será en blanco y negro. Me imagino que todos los disfraces tendrán estos colores.
- Tal vez han elegido estos contrastes por parejas para que se destaquen, arriesgó Carlos.
- Bueno, ni modo que podamos entender nada, dijo Eva encogiendo los hombros.

7(final)

El sabado se arreglaron tranquilamente. Carlos agregó al conjunto un pantalón y zapatos negros, y al mirarse al espejo descubrió que la imagen que daba con esa ropa era realmente fuerte. Seguramente Clara la había elegido pensando en él. Y al mismo tiempo, pensaba: ¿ Habría posibilidad de acercarse a ella durante la noche? ¿ Cómo hacer para que su esposa no sospeche, ni el marido de ella tampoco?
Pensó que iba a ser difícil pasar desapercibido con ese disfraz y que Raúl sabía que él estaba adentro, así que era muy difícil conseguir alguna privacidad con Clara, que luego del encuentro salvaje que tuvieron, cortó todo contacto.
Mientras, Eva, vestida con su traje, se sentía realmente liberada. Nadie, salvo Clara y Raúl, podían saber quien era ella, así que podría interactuar con los demás sin sentirse cohibida por la belleza o la riqueza que seguramente les sobraba. Podía disimular y mentir sobre ella, sin problemas. La túnica tenía cuerpo, por lo que decidió no ponerse debajo más que su ropa interior, por miedo a que le diera calor en el transcurrir de la noche.
Raúl había sido muy hábil. Y Clara también, pensó. Ahora ellos nos reconocerán como si tuviéramos una señal fosforecente en la cabeza. Estoy segura que está sera la noche que aprovechará Clara. Pero por otro lado también era una buena oportunidad para ella con Raúl. ¿ Cómo conciliar ambas cosas?

A las nueve de la noche emprendieron el viaje. No conocían bien esa zona así que equivocaron una bajada de la autopista, algunas calles estaban cortadas. Conclusión: Eran las 22,45 cuando estacionaban frente a la casa.
Un valet parking recibió el auto y otro los acompañó a la puerta de entrada. No le pidieron la tarjeta lo que les pareció raro, hasta que entraron. Un gran salón, con una luz muy tenue, una música bailable muy pegajosa, y allí, unas 10 ó 12 parejas departían animadamente. Algunas bailaban, otras conversaban, pero lo que los asombró fue que todos los hombres y todas las mujeres estaban vestidos como ellos. Y de pronto comprendieron la morbosidad de la reunión. Con la escasa luz, y las bebidas, en el transcurso de la noche toda individualidad se perdería, y nadie sabría cual era realmente su pareja. Como decía la tarjeta, era una ocasión inmejorable para que todos se liberaran.
Inmediatamente Carlos pensó en lo fácil que iba a ser acercarse a Clara, si podía encontrarla. Nadie sabría quien era él.
Eva por su lado, tenía una doble preocupación. Se dio cuenta que era del todo imposible vigilar a su esposo toda la noche, y también que no podría evitar que Raúl se acercara a ella aprovechando el anonimato de la situación. Su esposo no podría sospechar nada.
Los dos por diversas razones, estaban profundamente alterados. Quedaron allí uno al lado del otro sin saber que hacer, hasta que la llegada de nuevas parejas, los obligó a moverse. De pronto fueron saludados por otros invitados sin que nadie dijera ni preguntara el nombre. Esa parecía ser la consigna. Luego de unos minutos en esta tarea, luego de que los mozos les dieran unos tragos, Eva se dio vuelta y no pudo encontrar a su marido. Todos los hombres que veía eran iguales. Otro tanto le pasó a Carlos. Se había alejado de Eva y ahora no podía encontrarla. Luego de un momento de confusión, cada uno de ellos siguió conversando con quienes tenia mas cerca.
En ese momento una pantalla gigante que había sobre una pared se iluminó y Raúl y Clara aparecieron en la imagen.
- Buenas noches queridos amigos, les agradecemos que estén aquí, dijo Raúl desde la pantalla.
- Muchos de Uds. se habrán preguntado porque una fiesta de disfraces donde todos estén vestidos iguales, agregó Clara.
- La tarjeta de invitación era muy franca. Apostamos al anonimato, pero este plan tiene algunas reglas. Simples, pero reglas al fin, y para que sea un éxito es necesario que todos se comprometan a seguirla, remató Clara.
- Como dice mi mujercita, intentamos que este encuentro sea inolvidable para todos, y sobre todo de liberación absoluta. Para empezar necesito que todas las mujeres se reúnan en el extremo Oeste del salón y todos los hombres en el extremo Este.
Todos se miraron, y despacio fueron ocupando sus lugares.
- Ahora le voy a pedir a cada grupo que se mezclen entre sí.
Los hombres se movieron cambiando de posición y las mujeres hicieron otro tanto.
- Bueno, ahora la segunda regla. Está absolutamente prohibido conversar entre hombres y mujeres. Podrán bailar, beber, hacer lo que tengan ganas pero no hablar, como tampoco quitarse las máscaras, completó Raúl.
- Por supuesto, si podrán hablar los hombres y las mujeres con los de su mismo sexo, sino la fiesta sería muy monótona, cerró Clara, pero no podrán decir ni preguntar nombres ni nada que permita identificarlos.
Un murmullo recorrió el salón. Nadie entendía demasiado.
- Veo que todos están confusos. Se lo explicaré. En el transcurso de la noche alguien puede sentirse atraído por una persona del sexo opuesto. Podrá llegar hasta donde el otro le permita, para lo que los diversos espacios de la casa estarán habilitados, pero, cuidado. Puede ser tarde cuando descubran que el otro, o la otra no es quien Uds. piensan. Quizás creyeron que era su esposa, y no lo es, quizaś su marido, y tampoco lo sea. Habrán de conducirse con suma discreción, pero a la vez con gran decisión. Y hacerse cargo de la decisión que tomen., terminó Raúl
- A partir de este momento, diviértanse y disfruten conociendo y conociéndose. Piensen que la vida es una sola, dijo Clara tirando un besito. La pantalla quedó en negro.
- Que idea más retorcida, comentó un hombre al lado de Carlos
- Pero interesante, le contestó otro
- Vamos que no me voy a arriesgar a insinuarme a una mujer que puede ser mi esposa.
- No hay problema. Si ella acepta, nadie se deberá explicaciones porque ella tampoco sabrá que tu eras su marido. Estarán iguales, y soltó una carcajada.
- Pues visto desde ahí. A ver dejame contar. Somos 15 o sea que las posibilidades de que intente tirarme a mi mujer es de 1 en 15. Tengo buenas chances de no acertar, dijo también riendo.
Comentarios similares se produjeron en el ala de mujeres, y más subidos de tono de los de los hombres, como suele suceder.
Terminados estos diálogos, los invitados comenzaron a reunirse nuevamente y con gestos los hombres invitaban a bailar a las mujeres que les resultaban, por alguna razón interesantes. Los sirvientes comenzaron a recorrer el salón con bandejas que contenían lo que a primera vista parecían chocolates envueltos. Carlos tomó un par y descubrió con sorpresa que eran condones. Los guardó rápidamente en el bolsillo de su pantalón. Vio que casi todos los invitados hacían lo mismo. Luego estas bandejas quedaron sobre las mesas del salón, y desde allí, tanto hombres como mujeres hicieron una buena provisión.
Eva fue invitada a bailar, a lo que aceptó amablemente. Ya en la pista, se dedicó a tratar de encontrar a su esposo o a Raúl, pero no había manera de reconocer a nadie. La tenue luz solo permitía a cierta distancia distinguir los contornos de las personas y con esas prendas sueltas, los contornos eran bastante indefinidos.
Su compañero se movía agilmente, y rodeaba su cintura con firmeza. Luego de un par de temas, la acercó mas a su cuerpo. Eva se tensó un poco, pero luego se tranquilizó. Otro caballero le tocó el hombro a su compañero, y este le cedió el lugar. Su nueva pareja la tomó con más fuerza hasta pegarla a su cuerpo, a lo que Eva se resistió, retirándose. Un nuevo intento fue menos rechazado y al tercero, sus cuerpos quedaron pegados. Eva podía sentir el sexo de su pareja rozando su humanidad, mientras se movían al son de la música.
Carlos, mientras tanto trató también de identificar a su mujer o por lo menos a Clara, pero era del todo imposible. Lo único que podía ayudar era la altura, pero con tacos, era complicado identificar a nadie. Decidió entonces comenzar a bailar con todas, para poder saber a que atenerse. Le hizo señas a una que no aceptó. La segunda si salió a bailar, y lo hicieron con mucho respeto. Terminado el tema ella se alejó y el invitó a otra, la que con más confianza se pegó a su cuerpo mientras bailaban. La situación lo excitó y su pareja seguramente lo notaba.
Eva se excitó al sentirse apoyada por su pareja. A partir de allí, cada vez que la invitaban a bailar y que su pareja la avanzaba ella se dejaba hacer. Aparentemente su complacencia fue percibida por todos los presentes, porque cada vez los hombres eran más y más atrevidos. Al final, directamente al comenzar a bailar, una de sus manos bajaba de la cintura para acariciarle su trasero, y a Eva le gustaba. Las demás mujeres la observaban, y comentaban. Algunas siguieron sus pasos. Otras en cambio se alejaban de ella como si estuviera infectada. A ella no le importaba. Nadie la conocía y ella no conocía a nadie
Carlos mientras tanto luego de probar bailar con 4 ó 5 mujeres, deambulaba por la casa. Una mujer lo tomó de la mano y lo llevó a la pista. Comenzaron a bailar. La dama se pego a su cuerpo, obligándolo a apretarla mas fuerte.
Carlos tembló. Le parecía que allí estaba Clara a su lado. Instintivamente la acercó más a su cuerpo. Ella debía sentir, seguramente, su instrumento totalmente hinchado. Luego de un tema, la dama acarició su cuello con un dedo y se alejó perdiéndose entre todas las demás. Carlos no pudo detenerla, al no poder hablar.
Se sentó con otros hombres que comentaban el transcurrir de la fiesta, destacando el comportamiento de algunas mujeres. Se contentaba con escuchar, mientras miraba la pista.
- Lo que voy a hacer es elegir a la dama más ligera y borracha de la pista y me la llevaré hasta el fondo del jardín.
- A que no te atreves, lo acicateó otro.
- Te apuesto una caja de buen vino a que me la llevo y una vez allí, la podremos pasar por la piedra entre varios. A ver ¿ Quienes me van a ayudar? Preguntó
- Yo, por supuesto. Si tengo que pagar la apuesta quiero estar seguro de que las cosas ocurren, dijo sonriente.
- Yo no. Y debieras tener cuidado. Mira si es tu esposa. O la de él. Dijo otro
- Mientras que no sea la tuya terció otro. Bueno, si lo haces, cuenta conmigo.
Carlos no intervino. Era verdad que algunas de las mujeres que estaban en la pista, parecían mas que desinhibidas. A varias de ellas sus parejas les estaban morreando el culo sin ningún disimulo. Pensó si Clara no estaría entre ellas, pero ni manera de descubrirla. A esa distancia, y con esa luz y ropa, todas eran iguales. Por un momento se preocupó por Eva, pero más allá vio a varios mujeres que estaban charlando mientras tomaban algo, y sabía que el baile no era el fuerte de su mujercita, y el sexo con desconocidos, tampoco, al contrario que la puta de Clara.
Eva, mientras tanto, acalorada por el baile y el morreo, cada vez que un mozo pasaba cerca, tomaba una copa, con lo que al acaloramiento y el morreo, le agregó un mareo importante. Sus parejas disfrutaban de ella. Ya no solo le acariciaban el trasero, sino que poniendo la otra mano en su costado aprovechaban para subirla y tocarle las tetas por unos segundos para volver luego a la posición original. Eva, mientras tanto, si su pareja la complacía, bajaba una de sus manos y le acariciaba por un momento la verga a través del pantalón, lo que hacía que su pareja ocasional se enloqueciera totalmente. Varios la tironearon para sacarla del salón, pero ella se negó cortesmente. Esperaba que Raúl se la llevara.
Mientras Carlos, excitado por la charla y lo que veía se acercó a una de las mujeres que estaban en la pista. Le hizo una seña a quien estaba con ella y de inmediato el le dejó el camino libre. La posesión en esa fiesta estaba muy mal vista.
Comenzó a bailar con ella, y la acerco bien a su cuerpo, hasta que su erección latía contra el cuerpo de la mujer. Muy lejos de cortarse la dama se refregaba contra su herramienta. En un momento otra mujer lo hizo girar y se pegó a su cuerpo, con la misma excitación que su anterior pareja, la cual fue de inmediato ocupada por otro hombre, que repitió su maniobra, consiguiendo la misma reacción. Mientras bailaba con su nueva compañera, notó que el hombre de su pareja anterior iba llevándola despacio hacia la puerta del jardín, y él quiso hacer lo mismo pero su pareja se negó. Dejó de bailar y sin pensarlo siguió a la pareja que había abandonado el salón. Una vez afuera, vio como la otra pareja se perdía hacia la izquierda. Unos pasos mas allá, detrás de unos arbustos, un banco estaba libre y oculto de ojos indiscretos. Se dirigieron hacia él, el hombre empujando a su pareja, mientras ella, con una de sus manos le sobaba la verga a través de su ropa. La sentó en el banco y ella de inmediato lo atrajo y hábilmente le bajó el cierre, sacó su verga, y se la comió de un solo bocado. Carlos veía todo desde una posición privilegiada, por encima de los arbustos. Luego de un rato de succión, el hombre acostó a la dama sobre el asiento de piedra. Sacó un condón de su bolsillo y hábilmente encapuchó su miembro. La dama lo miraba y lentamente se aferró con sus manos por detrás de su cabeza, del borde del asiento. El invitado, levantó la túnica de su pareja y ella separó sus piernas. El se acostó sobre ella cubriéndola. Se notó como él le corrió la bombacha hacia un costado y colocó su herramienta en la puerta de su vagina. La mujer lo envolvió con sus piernas. En ese momento, el hombre se apoyó con sus manos a cada lado de la cabeza de la mujer y empujó hacia adelante. El gemido de ella mostró a las claras que la posesión se había consumado. El movimiento de las caderas de él mostraba a las claras que la consumación estaba en marcha. Carlos se alejó. Un frío corría por su cuerpo. Por un lado lo había excitado la situación, pero por otro lado pensó: ¿ Y si era Eva?. Era imposible saberlo. Realmente Raúl y Clara eran dos degenerados, capaces de destruir a cualquiera con tal de dar rienda suelta a su morbosidad.
Eva mientras tanto, visiblemente mareada era magreada sin pausa por cada hombre con el que bailaba y su excitación iba en aumento. En ese momento su pareja de baile la tomó de la mano y la llevó hacia el jardín. En el trayecto, antes que ella reaccionara, dos hombres más se pusieron a su lado tomándola de los brazos, sin que sus pies tocaran el suelo, la sacaron afuera.
Carlos Iba a regresar al salón cuando otra dama, visiblemente mareada era llevada prácticamente en andas por tres hombres. Automáticamente Carlos los siguió. Al fondo del jardín había una cabañita. El grupo entró en ella y Carlos se asomó y ante la oscuridad reinante también entró sin que los demás lo notaran. En el medio había una cama tenuemente iluminada, mientras que fuera de ese círculo de luz todo era negro.
---
En medio del mareo alcohólico observó que la introducían en una cabaña. Ya dentro de ella, los tres hombres la rodearon y comenzaron a acariciarla, haciéndole perder el poco control que tenía . Cuando los hombres se sentaron en la cama y desnudaron sus vergas, comprendió que no tenía escapatoria y se rindió.
---

Los hombres rodearon a su presa y comenzaron a acariciarla y sobarle todo el cuerpo. Carlos lo veía a contraluz de donde estaba, con el fondo de la cama iluminada. La mujer gemía y se quejaba pero su estado le impedía cualquier defensa seria. Luego de unos minutos, la resistencia desapareció. En ese momento los machos la llevaron hasta la cama. Los tres se sentaron en ella y descubrieron sus varas, indicándole a la hembra que se las chupara. Ella trabajosamente se arrodilló y comenzó su trabajo con el primero de la fila. Luego de unos minutos, un golpecito en la cabeza le indicó que debía cambiar de pareja. Ella lo entendió y deslizándose por el piso comenzó a ocuparse de la segunda. La escena se fue repitiendo. Un golpecito y nuevo cambio. Así varias veces. Por fin, cada uno de ellos a medida que ella se retiraba se colocó un condón, y cuando los tres estuvieron listos, la hicieron ponerse de pie.
Uno de ellos, el que parecía el jefe del grupo metió su mano por debajo de la túnica y de un tirón le arrancó la tanga. Luego la subió a la cama colocándola en el borde en cuatro patas. Levantó la túnica arrollándola sobre sus caderas y su mano jugueteó con la vagina de la mujer, hasta meterle su dedo medio completo hasta el fondo. Ella respondió con gemidos y grititos ahogados a ese tratamiento, pero al final abrió sus piernas y apoyó su cabeza en la cama, quedando en una posición muy accesible. Los hombres se miraron y el que la estaba sobando, sacó su mano, se acopló detrás de ella y de un golpe guardó su herramienta hasta que sus cuerpos chocaron. La mujer se quejó, pero como respuesta sólo consiguió que se iniciara un bombeo brutal que la terminó de someter. Cada uno de ellos por turno se posesionó de la mujer. Cuando ya estaban por correrse se retiraban y su lugar era ocupado por otro. En un rato, ella comenzó a acabar, ante el tratamiento que recibía, y esta fue la señal que los hombres esperaban. El que estaba en ese momento poseyéndola, aceleró y se corrió. Cuando terminó se retiró y su lugar fue ocupado por otro que siguió el mismo camino. Así hasta que los tres disfrutaron de una buena corrida. Cuando quedaron satisfechos, se arreglaron la ropa y dándole una palmadita en el trasero a la mujer que había quedado desmadejada sobre la cama, abandonaron la habitación. Carlos se quedó unos minutos más allí. La mujer se dio vuelta sobre la cama quedando boca arriba. Se irguió sobre sus codos, miró a su alrededor y comprobó que la habían dejado sola. En ese momento se escucharon voces que se acercaban. Dos hombres entraron al lugar.
- Vaya, vaya. El rumor era cierto. Alguien nos esperaba aquí, y sin decir nada más se acercaron a la cama y comenzaron a acariciar a la mujer. Sin hacer ruido, Carlos salió de la cabaña.
---

Luego de mamarles las vergas a los tres, los vio encapuchar sus varas con sendos condones y se preparó para lo que seguía. La obligaron a levantarse del suelo y uno de ellos mientras la magreaba le arrancó la tanga de un tirón, haciendo que se calentara aún mas. Era raro. No había diálogo, solo se escuchaba la respiración agitada de todos quienes estaban en ese cuarto. Cuando la subieron a la cama y la pusieron en cuatro patas. Levantaron su túnica y un dedo grueso y largo la penetró por su sexo haciéndola gemir. Apoyó la cabeza en la cama, abrió las piernas y espero. No tuvo que esperar demasiado. Una verga dura y gruesa la clavó de un solo empujón hasta el fondo y comenzó a bombearla. En un rato, se retiró y otra ocupó su lugar, y así fueron pasándola de macho en macho, hasta que ella no aguantó más y se corrió. En ese momento el macho de turno se vació dentro de ella. Si no fuera por el condón, la hubiera llenado por completo con la intensidad de la acabada. A ese siguieron los demás y ella quedó despatarrada en la cama agotada. Mientras estaba acostada sintió que los hombres abandonaban la habitación. Se dio vuelta y apoyándose en sus codos se irguió. Juraría que en la oscuridad alguien la observaba pero no vio nada, y en ese momento dos hombres más ingresaron a la cabaña. Se alegraron de encontrarla y sin pedir permiso se abalanzaron sobre ella y continuaron con las caricias. Ella estaba muy cansada para ofrecer resistencia así que se quedó acostada, gozando, nada más.
Rápidamente uno de ellos, sacó su verga, la forró, y se acostó a su lado. La hizo ponerse de costado y levantando su pierna se acercó y la penetró pegándose a su culo. Una vez adentro comenzó un pistoneo rápido y profundo.
El otro se acercó a su cara y le dio su verga para que la chupara, cosa que ella hizo salvajemente. En pocos minutos notó que la verga en su boca se endurecía, y chorros de semen caliente inundaban su boca, arrastrándola en un nuevo orgasmo, mientras tragaba y tragaba. Las contracciones de su vagina hicieron que el macho que la estaba jodiendo también se corriera de manera incontrolable. Terminó de limpiar la lanza que tenía en la boca y el otro le dio la suya para que también la limpiara. Cuando terminó este último le dio una palmadita en la cabeza y se fueron. Eva, rapidamente se fue al baño, se lavó y salió rápidamente de la cabaña. No quería que otros invitados la descubrieran y tuviera que pasarse la noche con las piernas abiertas. Estos preámbulos le dieron más ganas de encontrar a Raúl.
---

Carlos volvió a la fiesta. Luego de dar vueltas un rato, se acercó a cuatro hombres que estaban conversando.
- Te dije que te iba a ganar la apuesta.
- Debo reconocer que eres muy loco, pero lo más retorcido es que ni siquiera se a quien nos cogimos, comentaba el otro, y además le dejamos el regalo a los otros invitados que cruzamos en el camino. Esperemos que lo agradezcan.
- Vamos muchachos, tratemos de identificarla, decía el tercero.
- ¿ Cuál era? Preguntó el otro buscando por la sala
- pero mirá que eres estúpido. ¿ No te digo que no podemos identificarla?
La pantalla volvió a iluminarse, y la música cesó. Los anfitriones volvieron a aparecer en imágenes.
- Bueno, parece que ya estamos un poco más sueltos, pero todavía no vemos mucha acción, y algunos de Uds. no terminan de aprovechar las ventajas de esta noche. Así que vamos a darle más emoción. Los que no estén dispuestos a arriesgar más, este es el momento para saludar y volver a sus casas. Si se quedan, se van a divertir, pero por su cuenta y riesgo.
Un murmullo recorrió la sala, pero nadie se movió. Lo sirvientes comenzaron a recorrer a los invitados entregándoles un número a cada uno.
- Ya que todos tienen sus números, les diré lo que significan, siguió Clara. Los números rojos son dominantes y los amarillos dominados. Cada uno deberá buscar al invitado del sexo opuesto que tiene el mismo número, y el que tenga cartón amarillo deberá ponerse a las órdenes de quien tiene el cartón rojo con igual número. Y esto significa que deberá obedecer todas las órdenes que reciba, sin importar de que se trate. Quienes tienen números azules, solo podran mirar o participar de las atenciones de los esclavos o esclavas, si su dueño lo permite. ¿ interesante no?. Recuerden, no s

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Categoria: Amor filial
una historia de incesto
Relato erótico enviado por Anonymous el 14 de December de 2007 a las 13:35:08 - Relato porno leído 783591 veces
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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 22:15) dice: SEX? GOODGIRLS.CF

katebrown (18 de October de 2022 a las 19:39) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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