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La mamadora

Relato enviado por : Micifuz6 el 10/03/2006. Lecturas: 18880

etiquetas relato La mamadora .
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Resumen
Versión editada de un relato enviado con anterioridad, sobre las dotes sexuales de una mujer madura.


Relato
La mamadora

Fuimos al estacionamiento por el auto, apenas habíamos salido de un bar en Garibaldy y estábamos un poco tomados, y ahí mismo, en la total penumbra, la señora de buenas tetas y nalgas firmes no espero más, se acercó lo suficiente para darme un beso y de paso tocarme el sexo por encima del pantalón, sintió la dureza de mi verga y no esperó más, desabrochó el pantalón y sin más agachó su rostro lo suficiente para empezar a darme una rica mamada, al principio con cierta lentitud, pero momentos después ya empezó a poner en práctica su repertorio de buena mamadora, me sorprendía que se tragara todo el miembro, de forma pausada, y cuando ya lo tenía bien clavado lo iba sacando lentamente apretando su boca sobre el tronco para al final lengüetear el glande con suavidad y lascivia, minutos después ya chupaba con fruicción sacándome líquido pre seminal y frotando el lomo de la verga con su mano en forma circular, aquello hizo que en segundos sintiera la eyaculación en la punta de la pinga, protesté: "espera, vas a hacer que me venga"; "no importa, anda, quiero tu lechita, dámela toda" y volvió a mamar todo el pito, no pude más y me vine en su boca, y contrario a lo que me había ocurrido con otras mujeres, esta no se quitó, sino que por el contrario chupó con mayor fuerza al sentir los chorros de semen y uno a uno se los fue tragando para al final repasar la cabeza de la verga con restos de mocos por su rostro suspirando agitada. Cuando terminamos la mujer se limpió el rostro con kleneex y yo puse en marcha el auto, me sentía satisfecho, pero ella no, así que enfilamos rumbo a un hotel pero ella se opuso "hoy no, ya es muy tarde, mis padres se van a preocupar, mejor lo dejamos para otro día que tengamos más tiempo".

En nuestra siguiente cita, luego de dejar que mamara mi verga casi media hora, por fin pude hacerla mía. Pero para hacerlo tuvimos que usar condón, de esa forma pude disfrutar de su pucha cálida y viscosa; se vino dos veces y yo tuve que conformarme con eyacular en el condón. Así seguimos por varias semanas, nos hicimos más íntimos y cierta vez le comenté acerca de su rica manera de mamar, al principio se negó a comentarme como había adquirido esa depurada técnica, hasta que una noche accedió a platicar:

--"Vas a pensar que soy muy puta, pero siempre me ha gustado hacerle el sexo oral al hombre que está conmigo. Y como sabrás eso no lo enseñan en ningún manual de sexología, ¿verdad?".

Se quedó pensativa mirando el techo del cuarto de hotel y empezó:

--"Fue hace muchos años, era una jovencita apenas. Tuve mi primer novio a los 14, me llevaba al cine, ocupábamos los asientos más alejados y en la penumbra fajábamos o como se decía entonces nos echábamos un "caldo". Yo no sabía nada de fajar ni menos tener sexo, era virgen, y así me mantuve por varios años pese a la calentura natural de esa época. Con ese novio aprendí a besar, él me enseñó, nos excitábamos mucho, pero no le permitía nada más que besos y alguna caricia en mis senos, cuando intentaba meter su mano entre mis piernas, en ese momento suspendía el "faje" pese a sus protestas. Luego cedí un poco. Una noche en el cine puso mi mano sobre la erección de su pene, que mantuvo dentro de su pantalón, se lo acaricié un rato de esa forma mientras nos besábamos muy rico; la siguiente vez fue más osado, en la oscuridad escuché el peculiar ruido del cierre del pantalón y algunos movimientos que hizo, luego llevó mi mano hasta su entre pierna y sorprendida comprobé que se había sacado el miembro del pantalón, fue la primera vez que le hice una chaqueta, en el cine, yo asustada porque nos fueran a descubrir, él suspirando por mis caricias que aunque torpes lo llevaron a terminar, mi mano quedó pegajosa de semen y a nuestro derredor olía a eso, a semen.

"Sin embargo mi aprendizaje con ese novio duró poco. Mi padre estaba buscado mejorar la economía familiar y la opción fue mudarnos a otro estado. Pasaron los meses y de pronto ya estábamos viviendo en San Luis, mi padre puso un negocio en sociedad con otro señor, casi viejo, de más edad que él, al poco tiempo se hicieron compadres y por ello el viejito nos visitaba seguido en casa. Cierto día mi padre enfermó y tuve que ir a abrir la tienda y de esa forma me encontré a solas con el viejo, se inmediato se me lanzó, mientras acomodaba cosas en un estante el vejete me agarró por detrás, intenté zafarme, grité y corrí a la bodega, fue peor, ahí me acorraló, lo amenacé con gritar y decirle a mi padre lo que intentaba hacer: "No se atreva, viejo jijo, se lo diré a todos, quítese y déjeme ir".

--"No chula, no grites, no es para tanto, anda déjate tantito, nomás quiero agarrarte bajo tu vestido".

--"Lárguese de aquí, viejo cochino, sinvergüenza, maldito, déjeme ir".

--"No chiquita, o te dejas o no sales, nomás tantito, además te voy a dar algo, anda acepta".

--"¡Qué no!, le digo, déjeme salir, ya me voy a mi casa…".

--"Al final tuve que acceder, el viejo se regodeaba agarrándome las chiches, ya crecidas, carnosas –pues desde chica fui tetona--; o metiéndome la mano bajo el vestido, yo por supuesto me negaba, cerraba las piernas con todas mis fuerzas tratando de impedir que el vejete fuera más lejos, eso a pesar de que sentía muy rico cuando los dedos del tipo jugaban con la raja encima de la pantaleta, que se mojó rápido, pero me mantuve firme, al final me dejó en paz, y mientras me acomodaba el vestido y la blusa, el viejo sacó un billete de a 50 pesos y me lo dio, pero antes me pidió "otro favor".

--"Mira, ya no te voy a hacer nada, pero quiero que te quedes aquí, mientras hago una cosita".

--"¿Qué cosa?", contesté asustada.

--"Una travesura, tú nomás miras, yo hago todo ¿si?".

--"No supe qué contestar. Atónita vi al vejete abrirse la bragueta del pantalón y sacarse el miembro erecto, quise voltear, pero él lo impidió: "no, no voltees, quiero que me veas, te voy a dar algo más de dinero". Y lo vi, más bien disfruté, cuando el viejo se empezó a masturbar, era extraño, pero me sentí excitada mirando aquello: el tipo frotando con fuerza su pene erecto, muy erecto; era una verga morena, gruesa, no muy larga, pero estaba muy dura por lo que alcanzaba a ver, sobre todo era excitante mirarlo como trataba de terminar, pensé que le costaba trabajo venirse, pero luego el viejo suspiró hondo y un fuerte chorro de semen casi me alcanzó hasta donde estaba, luego fue otro chorro y otro más, fue mucha leche; el tipo parecía agotado, respirando con fuerza, manteniendo el miembro goteante agarrado con la mano, luego salí de aquel lugar. Un rato después el hombre me entregó un billete de 20. Esas cosas siguieron a mi pesar, pero luego, poco a poco, les encontré placer.

--"Una semana después el viejo volvió al ataque, me dejé cachondear un rato. El tipo me mamó las tetas mientras dedeaba la pepa, por supuesto que me calenté, pero no dejé que me cogiera: "no, eso no, viejo cochino, ya déjeme", le contesté, pero él no me soltó:

--"Te doy 50 si me la acaricias".

--"No tuve opción. Casi era la primera vez que tenía una verga erecta en las manos y siguiendo sus instrucciones aprendí pronto: rodear el tronco con toda la mano, subir la manita lentamente hasta arriba, pelar la cabeza y luego al contrario, a la inversa, así una y otra vez, hasta que el morado carajo estuviera mojado y cuando el viejo anunciaba: "me vennngoooo", aceleraba el trajín dándole apretoncitos, el semen brotaba furioso y mi mano quedaba empapada de mocos, espesos, pegajosos, de olor como el almidón, luego me levantaba e iba al baño a lavarme las manos, ahí tocaba mi pepa para comprobar que estaba escurriendo, los calzones empapados de líquido, también viscoso, pegajoso y sumamente apestoso. Luego me iba a la casa contenta con 50 pesos en la mano. Dos o tres veces hicimos lo mismo, de esa forma aprendí a hacer "chaquetas", al tipo le encantaba que rodeara su pito con mi mano y que se lo acariciara haciendo círculos sobre el lomo, como si estuviera dando cuerda a un tornillo, o que le rodeara el glande haciendo un anillo con los dedos pulgar e índice y frotarle así la cabecita de la verga, hasta que suspiraba de placer. Por supuesto que los fajes con el tipo me dejaban ardiendo, así las cosas, en ocasiones cuando llegaba a casa me encerraba en mi cuarto para acariciarme la pepita.

--"En la siguiente ocasión cuando estaba masturbando al viejo me pidió algo inusual: "dale unos besitos a mi palo, anda, se buenita", no le contesté, el tipo insistió, fingí no escucharlo y seguí haciéndole la chaqueta, luego no supe cómo pero cuando me di cuenta ya tenía la erecta verga junto a mi cara, el penetrante olor me pegó de pronto, pero no me quité, quise saber qué sabor tenía eso y primero, como dudando, le di un ligero beso en el tronco; era carne, no sabía a nada sólo que estaba un poco caliente, luego besé la punta, ahí donde el glande cubierto por su capuchón rezumaba humedad, me supo extraño, el olor y el sabor eran indefinidos, pero era excitante, más si tomaba en cuenta que el vejete me deslizaba como sin querer un dedo por la orilla de su calzón, eso me calentó más y envalentonada abrí los labios para posarlos sobre el grueso glande, el viejo reculó como tratando de meter todo el miembro en mi boca, pero lo contuve y volví a besar la punta de la roja y como sin querer abrí los labios para permitir que entrara un poco más de esa carne dura, hasta que toda la cabeza de la verga estaba en mi boca, entonces lo escuché: "huuuum, que rico, chupa, anda dale chupaditas", eso hice y a la tercera vez ya media verga entraba y salía de entre mis labios, tragándome el líquido, entre salado y dulce, que emanaba el duro pedazo de carne, el viejo insistió: "chupa, anda, chupa más, cómete toda la verga, anda ya, que me viene"; y lo intenté, pero cuando tres cuartos de miembro estaban dentro de mi boca un acceso de vómito me detuvo, me saqué el miembro pero volví a mamar, ahora despacio, chupando, rodeando con la lengua el glande; entonces descubrí que aquello me gustaba, y mucho, mamar verga era delicioso, pensaba cuando un inesperado chorro me llenó la boca de semen, la verga se contraía, palpitaba con ritmo, como los focos del árbol de navidad, que prenden y apagan, o como las luces intermitentes de los autos, era algo parecido, quise quitarme de inmediato, pero la dura mano del viejo sobre mi cabeza lo impidió y dejé que la boca se me llenara de mocos, luego, cuando ya no pude contener tanto semen abrí los labios para dejarlo salir, y los chorros resbalaron hasta gotear sobre la blusa; cuando por fin terminó la eyaculación solté el vergajo medio flojo y pude escupir en el piso lo que quedaba de leche en mi boquita. Así aprendí a mamar. Dos o tres practicas más y aprendí las reglas básicas de "cómo se debe mamar una verga". El viejo por su parte estaba más que feliz, una tarde cuando habíamos terminado de hacer eso me comentó "aprendes rápido para estar tan niña, sigue así y cuando le hagas una buena mamada al hombre que esté contigo nunca te va a olvidar, recuérdalo", al paso del tiempo comprobé que aquel consejo resultó muy cierto.

--"Durante ese tiempo empecé a acariciar la idea de coger con el viejo, de por fin acceder a soltarle la verija y sentir el sabroso trajinar de una verga erecta en la conejita, y hubiera cumplido mi deseo de no haber ocurrido un inusual descubrimiento: una tarde en que estaba planchando la ropa de la familia, dado que era la mayor de las hermanas, escuché un escándalo en la casa, era mi padre que gritaba y manoteaba, no entendía nada, luego mi padre se fue sobre mi hermana Vanesa, la que me seguía en edad y la encerró en un cuarto y por los gritos me percaté que el señor le estaba dando una paliza a mi hermana, no entendí porque, pero unos días después lo supe: una vecina había descubierto al viejito mientras se cogía a Vanesa, "hasta la chamaca le pedía ´quiero más, dame más verga y ponía los ojitos en blanco´", le dijeron. O sea, mi hermana menor se me había adelantado. Mi papá puso fin a la sociedad con el viejo, no sin antes amenazarlo de levantar una denuncia por abuso de menores, así dejé de ver al viejito, "ya hasta le estaba agarrando cariño", recordé.

--"Ya con poco más 15 años de edad olvidar las travesuras con el viejo fue cosa de días, "para que coger con un viejo, si hay tantos chicos guapos que quieren conmigo", medité en una ocasión mientras me observaba en el espejo del baño. Pero no contaba con la vigilancia paterna, que luego del escándalo de Vanesa no dejaba que ninguna de sus cinco hijas saliera sola a la calle. Sin embargo, pronto comprendí que cuando llegan las ganas no hay poder humano que detenga el logro de nuestros deseos, y tanto yo como mis hermanas andábamos con la hormona desatada, era como una forma de comunicación o un olor especial, parecía que algunos, jóvenes o ya hombres, vieran en mi cara que andaba deseosa, y como casi siempre ocurre uno empieza a desear lo que tiene más a mano. La visita familiares de mi padre me trajo lo que tanto deseaba, se llamaba Rubén y era mi primo, desde que lo vi sentí en el vientre como una punzada, como algo que me anunciaba que mi hora había llegado, y por más que trataba no podía ocultar que el chico me ponía nerviosa, y por supuesto él supo interpretar lo que yo quería. Una noche en que la familia platicaba y miraba la tv, el primo me siguió hasta el fondo de la casa, donde estaban los lavaderos, yo sabía que el llegaría a buscarme y así fue, en la penumbra de ese rincón me abrazó y empezamos a besarnos, con ansia, tal vez con torpeza, pero ambos comunicándonos la mutua excitación, estuvimos fajando un rato, yo suspiraba sintiendo el placer de sentir sus manos recorriendo mi cuerpo, me acarició entre las piernas y sus dedos alcanzaron mi panochita, era delicioso sentir como recorría mi pepa mojada, y seguimos fajando un rato hasta que se sacó el pito y asustada traté de cerrar las piernas, pese a ello hizo a un lado mi pantaleta y lo colocó sobre mi raja, el contacto fue maravilloso, ahí estaba lo que tanto deseaba y lo dejé que frotara su verga sobre mi sexo, desatando mi excitación, sentía que las piernas se me doblaban y que la respiración se iba de mi cuerpo del placer que sentía, creo que tuve un orgasmo pues me sentí desfallecer, en ese momento sentí que su pito palpitaba y se empezó a venir, ahí, sobre mi pepa, entre los labios calientes, sentí su venida y suspiré besándolo con mayor fuerza, seguimos abrazados hasta que su pito dejó de eyacular, luego nos separamos y él se fue primero, todavía temblaba mientras me lavaba las manos y me limpiaba la pucha de semen.

--"Y pese a que en la casa siempre había gente nos dábamos mañas para volver a estar juntos; todo tenía que ser rápido y siempre con el temor a ser descubiertos, la excitación nos fue haciendo perder la poca cordura que teníamos además él insistía en penetrarme, pese a que sólo lo dejaba poner su pene por un lado de mi calzón y así nos movíamos hasta venirnos, pero por más que me defendí cierta ocasión en que estaba más caliente que de costumbre, sin dejar de decirle "no lo metas, nomás la puntita, no lo metas", sentí que el tronco fue entrando, primero poco a poco, yo seguía con mis "no lo metas, ya no por favor, así nomás la puntita" cuando ya lo tenía bien metido hasta el fondo; el dolor de la penetración desapareció cuando empecé a sentir bonito, muy rico, nos movíamos a contra punto, yo alzando la pelvis yendo a su encuentro, él entrando y saliendo fuerte, una y otra vez y cuando se vino tuve la fuerza para hacer que lo sacara y terminara afuera de la panochita, quiso hacerlo otra vez pero un ruido nos alertó, apenas tuve tiempo de subirme el calzón y salir del lavadero. Por fin el día que la familia tenía que irse volvimos a hacerlo, de nueva cuenta me penetró y por fin tuve un orgasmo de esa manera, sentí que todo mi cuerpo temblaba, yo gemía pidiendo más y cuando me vine todo me dio vueltas pero no dejé que se viniera dentro de mi; él no entendía cuando me hinqué sobre el suelo, me miraba desconcertado, y cuando puse mi boca sobre su pito erecto cerró los ojos, fue delicioso, pues además de lamer sus líquidos me estaba comiendo mi propia venida, sabía riquísimo, se la mamaba recordando cómo se lo hacía al viejito, mamaba y chupaba casi toda su verga, que si bien no era muy grande si estaba muy dura y caliente, y se vino mientras le chupeteaba el glande, su semen me bañó la cara y mi mano derecha, seguí chupando y lamiendo el pito que seguía palpitando pausadamente, esa fue nuestra despedida. Cuando lo vi subir al autobús sentí una profunda tristeza, al paso del tiempo volvimos a vernos y a estar juntos y todo terminó cuando supe que también le hacía el amor a mi hermana Vanesa.

--"Por ese tiempo mi padre aceptó que yo estudiara para secretaria bilingüe y con ello tuve oportunidad de tener novios, no a todos les hice sexo oral, pero ya para terminar el curso descubrí por un comentario de alguna amiga que en la escuela tenía yo fama de ser buena mamadora y decidí corregir eso portándome como una chica recatada, pero no contaba con que uno de los profesores intentaba ligarme; era un hombre joven, muy guapo y apuesto que traía loquitas a las chicas de la escuela; acepté salir con él con la condición de que nadie en la escuela lo supiera. Nuestras primeras citas fueron bastante tranquilas, sólo aceptaba que me besara y me tocara los senos, en eso el curso terminó pero yo mentí en mi casa para seguir saliendo con él; la primera vez que se lo hice oral fue en un estacionamiento cerca de la escuela, dentro de su auto, ahí acepté que se sacara el miembro y se lo acaricié un rato mientras nos besábamos con pasión, luego casi sin darnos cuenta ya estaba yo con mi rostro sobre su entre pierna besándole el glande de su verga gruesa y dura, luego ya bien caliente le empecé a mamar la cabecita del pito y se vino casi al instante, pero no dentro de mi boca, pues me saqué el pito cuando sentí que palpitaba y con mi mano rodee la punta para que se viniera así, de esa forma; a la siguiente cita nomás me subí a su coche y me llevó a un hotel, era la primera vez que estaba en un sitio de ese tipo y estaba muy nerviosa, pero a la vez muy excitada; esa vez me enseñó que era el 69, y nos estuvimos chupando mucho rato, ya ambos nos habíamos venido y seguíamos con ganas, me cogió de varias formas, en varias posiciones, pero siempre usando condón, por fin cuando ya no pude venirme más le volví a mamar la pinga, dejando que terminara dentro de mi boca y tragándome toda su lechita. Cuando ya no pude ocultar en casa que las clases habían terminado, mi madre aceptó que mi "novio" fuera a verme por las noches, platicábamos fuera de la casa un rato, a veces nos besábamos pero no había forma de hacer más cosas, pues mis hermanas siempre se hacían las aparecidas, entonces se me ocurrió una estrategia: salir a verlo cuando ya todos en casa estuvieran dormidos y con la complicidad de una de mis hermanas, pues compartía el cuarto con ella, bajaba a abrirle el portón y en la oscuridad del garaje hacíamos el amor recargados en el auto de mi padre, así perfeccioné la técnica de "cómo se debe mamar una verga". Al poco tiempo conseguí trabajo y con ello oportunidades de conocer más chicos, no fueron muchos y no a todos se los hice con la boca, que era lo que me fascinaba de la relación, luego conocí al que sería mi marido y me casé, el matrimonio duró poco tiempo y ya divorciada seguí aprendiendo de los hombres y sus pitos, sus formas y tamaños, sus sabores y olores; a todos lo que he conocido les ha maravillado la forma en que les hago sexo oral, alguno me llegó a preguntar sobre cómo había aprendido, siempre fingí y a los hombres les encanta que les mientan, hasta ahora que a ti te he contado todo sobre cómo aprendí a mamar".

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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 19:20) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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