Vea paisano, por aquí no se acostumbra a estar así, con las nalgas al aire, ya que quien lo hace está invitando al que pase que se las coma.Yo aun más asustado le comenté que era que me había estado nadando y casi me ahogaba, y que no sé cómo fue que llegué a la orilla y me quedé así. Pero al tiempo que yo daba esa falsa excusa, los tres chicos comenzaron a rodearme.
Relato
Trabajo para un banco internacional, donde me dedico a realizar auditorías, razón por la cual me la paso constantemente viajando por todo el país. Hace unos cuantos meses atrás, cuando me dirigía a la provincia, en lugar de irme en avión y rentar un auto en el aeropuerto, decidí irme en el mío.
Después de terminar mí trabajo, justamente el viernes en la tarde, cuando ya estaba de regreso a mi casa, decidí hacer una parada a eso de las seis de la tarde en lo que yo pensaba era una solitaria playa, realmente no se veía a nadie por todo eso, así que decidí darme un chapuzón, solo que no cargaba traje de baño por lo que sin pensarlo mucho me quité la ropa quedándome con mis pequeños interiores puestos. Ya dentro del agua disfruté un buen rato nadando, hasta que de momento se me ocurrió hacerlo completamente desnudo, y como no había nadie por todo eso, finalmente también me quité el interior, salí del agua y lo coloqué cerca de la orilla para en caso de que si veía venir a alguien me diera tiempo de buscarlo y volvérmelo a poner.
Ya llevaba un buen rato nadando, sintiendo las cálidas aguas del mar por todo mi desnudo cuerpo, pero como ya había oscurecido, se me antojó salir del agua y recostarme a la luz de la luna, boca abajo sobre la arena aun sin ponerme mi interior. Quizás por el mucho ejercicio que hice, me quedé medio dormido, hasta que de momento escuchó una gruesa voz que dice. Si es verdad tiene un lindo y apretado culito. Asustado me desperté y al ver a mi alrededor, me encontré que se encontraban tres jóvenes, como de unos 21 a 23 años, corpulentos. Su apariencia era de ser pescadores, lo digo por su manera de vestir, descalzos, en pantalones cortos decolorados y raidos al igual que sus camisas sin botones, además por lo oscuro y broceado de su piel, y por lo reseco de su cabello. Contrario a mí que soy bien blanco por no decir pálido, delgado y no muy alto que digamos.
Esbozando una forzada sonrisa y muerto de vergüenza por dentro por encontrarme así desnudo frente a ellos, comencé a buscar con mi mano el interior con la intención de ponérmelo lo más pronto posible. Fue cuando el de la gruesa voz me dijo. Vea paisano, por aquí no se acostumbra a estar así, con las nalgas al aire, ya que quien lo hace está invitando al que pase que se las coma. Yo aun más asustado le comenté que era que me había estado nadando y casi me ahogaba, y que no sé cómo fue que llegué a la orilla y me quedé así. Pero al tiempo que yo daba esa falsa excusa, los tres chicos comenzaron a rodearme.
Más asustado aun, traté de ponerme el interior, cuando uno de ellos me lo arrebató de la mano, eso me asustó más todavía y me quedé paralizado del miedo, sin saber que decir o hacer. De inmediato el de la gruesa voz dijo, bueno ya que estamos aquí y así, sería tonto no aprovechar la ocasión. Sus amigos al escucharlos se sonrieron maliciosamente, lo que terminó de asustarme más todavía. Yo en ese instante debido al miedo que tenía de que me fueran hacer algo, traté de salir corriendo, sin pensar si quiera hacía donde me podía dirigir.
Pero mi intento fue en vano, ya que no había terminado de tratar de pararme, cuando los tres a la vez, me han sujetado con sus gruesas y callosas manos. Como si yo fuera un muñequito de papel, terminé tirado boca abajo sobre la arena. Inútilmente traté de soltarme, pataleé, grité, y hasta me sacudí en vano. Dos de ellos me sujetaron por pies y manos, mientras que el líder, se fue colocando tras de mí, al tiempo que me decía. Grita todo lo que quieras, que aquí nadie te va a escuchar, y si lo hacen más bien se van a alejar, para no meterse en líos con nosotros.
El escucharlo decir esas palabras, me termino de desmoronar, lo siguiente que le escuché decir fue. Sepárenle las piernas que se lo voy a empujar completo por ese culo, al mariconcito este. Yo le pedí por lo que más quisiera que no me hiciera eso, pero lejos de convencerlo de que se detuviera como que lo excité más. Casi de inmediato sentí sus gruesas manos sobre mis nalgas, jamás en mi vida otro hombre me las había agarrado, y menos de la manera tan lujuriosa que este lo estaba haciendo. Sentí sus dedos llenos de saliva, acariciando mi hueco, y casi de inmediato ese tremendo dolor.
Me había penetrado con su verga por el culo, sin consideración alguna, el grito que pegué fue tremendo, las lágrimas me corrían por las mejillas, mi boca estaba casi completamente llena de arena, mientras que él continuaba metiendo su miembro entre mis nalgas. En ese instante aparte del dolor físico, me sentí el ser más desgraciado sobre la tierra, infinitamente molesto conmigo mismo por haberme dejado hacer eso, por bañarme en esa playa y a esas horas de la noche. Sus gruesas manos me agarraban por las caderas, apretándome completamente contra su cuerpo, hasta que de seguro me había introducido toda su verga. Sentí su respiración sobre mí nuca, al tiempo que me decía, tienes un culito rico y sabroso mariconcito. Y tras decir eso comenzó a meter y sacar completamente una y otra vez toda su verga de mi adolorido culo. Yo prácticamente estaba desfallecido, resignado a mi mala suerte.
Pero a medida que la bestia esa continuó metiendo y sacando su verga de mi cuerpo, uno de ellos agarrándome por el pelo, levantó mi cabeza y me dijo, mientras se arrodillaba ante mí cara sacando su verga del pantalón. Bueno de verdad sería una lástima no aprovechar la ocasión, para que me des una buena mamada. Yo levante mi rostro debido al jalón de pelo que él me estaba dando, y viéndolo como si no entendiera que era a lo que se refería me mantuve con mi boca cerrada, pero no fue por mucho tiempo, una fuerte cachetada y su verga casi a la altura de mi boca, me hizo entrar en tiempo.
Ya en el estado en que me encontraba, y temeroso de que me fueran a seguir golpeando, sumisamente abrí mi boca y de inmediato el tipo ese introdujo su verga dentro de ella. No me quedó más remedio que obedecerlo, por lo que aunque sin gana alguna comencé a mamar. El chico que me estaba dando por el culo, continuaba salvajemente haciéndolo, y diciéndome cuanto insulto se le ocurría, mientras que yo tendido sobre la arena, no es que me dejase hacer todo eso, es que no podía hacer nada por evitarlo.
Pero algo raro me pasó, a pesar de lo avergonzado y molesto que estaba, comencé a sentir algo bien distinto. Un extraño y raro placer, que jamás en mi vida había llegado a sentir. Eso de que me estuvieran empujando esa tremenda verga entre mis nalgas, me comenzó a producir algo bien distinto, y aunque en algunos momentos me sentía extremadamente mal, por otra parte eso me estaba comenzando a gustar, no tan solo el que me dieran por el culo, sino el trato cruel que los tres me estaban dando. Ya que el tercero, mientras aun me sujetaba por los pies, no dejaba de decirme cosas, y de amenazarme con meterme su gruesa verga, que en esos instantes decía que la tenía agarrada entre sus manos, esperando que su amigo terminase para él también darme por el culo.
Creo que fue algo que hice de manera involuntaria al principio, comencé a mover mi culo al tiempo que el chico que se encontraba sobre mí, continuaba metiendo y sacando su verga. Y de la misma forma y manera también me dediqué a mamar de manera gustosa y con más ganas la verga que tenía dentro de mi boca. Desde luego que ellos se dieron cuenta de mi cambio, y fue cuando en lugar de seguir insultándome mientras me continuaba clavan do su verga dentro de mi culo, el líder comenzó a besar mis orejas y mordisquear sabrosamente mi nuca. Al tiempo que me comenzó a darme un trato diferente, acariciando parte de mi cuerpo suavemente con sus manos, mientras continuaba clavándome sabrosamente toda su verga por mi culo.
En mi vida me había sentido así, aunque eso de que me dijeran de momento nena, me turbó un poco al principio, a medida que él me continuaba clavando su verga dentro de mi culo, el placer que comencé a sentir fue algo único, por lo que con más fuerzas comencé a menear mis caderas, buscando sentir más y más dentro de mí su miembro. Fue tanto el cambio que di, que mis captores me soltaron de pies y manos, y mientras yo seguía desesperadamente mamándole la verga a uno de ellos el tercero se colocó a su lado mostrándome su tremendo instrumento. Al que yo me sentí atraído como si fuera un imán, por lo que estirando mi mano derecha se lo agarré, al tiempo que aun seguía mamándole la verga a su compañero.
Fue cuando escuché decir a uno de ellos riéndose, este es como los tipos esos que la policía les da un golpe para que hablen, y como cien para que se calle. La verdad es que no sé que me pasó, me olvidé de todo, lo que deseaba era seguir sintiendo sus miembros dentro de mí. El jefe del trío me apretaba sabrosamente contra su cuerpo, al tiempo que yo continuaba restregando mis nalgas contra el cuerpo de él, hasta que sus penetraciones y movimientos se hicieron más y más fuerte y de momento se detuvo dando tremendo grito de placer.
Él al poco rato se retiro de encima de mí, escuché y sentí como su verga salía de mi culo, para mi sonó como el descorche de una botella de champan, pero no por eso dejé de mamar viciosamente la sabrosa verga que tenía dentro de mi boca, hasta que su dueño al igual que su amigo también se vino, no tan solo haciéndome tragar gran parte de su semen sino que también me embadurné toda la cara con el resto de su leche, quedando finalmente tendido y bien satisfecho sobre la arena. Hasta que el tercero de los chicos dijo, bueno ahora me toca a mí.
Sin demora le hice señas de que se esperase un momento, y con toda mi calma me levanté y me dirigí a la orilla de la playa, donde por iniciativa mía me lave el culo, la cara y expulse lo que el líder del grupo había dejado dentro de mi culo. Para luego regresar al lado del tercer chico y sin decir nada me disponía a volverme a recostar sobre la arena cuando él me dijo que me acostase boca arriba, y que tras levantar mis piernas al tomarme por los tobillos las separó, dejando mi culo a su completa disposición.
No demoró nada en ensartarme con su verga, aunque volví a sentir ese fuerte dolor, casi de inmediato le dio paso a ese tremendo placer que me había vuelto loco. El ver como esa gran pieza de carne comenzaba a entrar dentro de mi culo me excitó tremendamente, tanto que al tiempo que el tercer chico me clavaba su gruesa verga, yo comencé a masturbarme, de momento al ver a mi derecha observé al jefe del grupo, que recién se había lavado en la orilla de la playa su miembro, y actuando como un desesperado le hice señas para que metiera su verga dentro de mi boca, la que aun algo mustia y apagada, comencé a chupar en cosa de segundos se volvió a parar.
Así estuve disfrutando de mis inesperados amantes hasta que el que me daba por el culo finalmente también se vino en parte dentro de mis nalgas, pero parándose de inmediato y regando el resto de su leche sobre mí pecho, la que yo gustosamente al tiempo que aun le mamaba la verga a su amigo, y me masturbaba con una mano con la otra me regué todo su semen por el resto de mi cuerpo, hasta que finalmente yo también me vine. Al tiempo que comencé a tragarme toda la leche que brotaba de la verga del jefe del grupo.
Cuando terminaron con migo, me quedé tendido sobre la arena con mi culo más abierto que una ponchera, pero tremendamente satisfecho. Los tres viéndome tirado sobre la arena, como si fuera una tremenda gracia agarraron sus respectivos miembros y se orinaron sobre todo mi cuerpo, el sentir esa cálida lluvia dorada caer sobre todo mi cuerpo y cara, me hizo sentir especial. Después de lo cual, los tres se retiraron riéndose a carcajadas de mi sin decirme más nada. Apenas recuperé algo de mis fuerzas, me volví a meter al mar hasta que con la arena y el agua retiré todo rastro de su semen de su orine y de su sudor de mi cuerpo. En medio de la noche busqué mi ropa y me dirigí a mi auto, en parte bastante sorprendido por la manera en que finalmente me había comportado, aunque todavía con el hueco de mi culo bastante adolorido y abierto como una ponchera como ya dije.
Mientras conducía a mi casa, me puse a pensar en todo lo sucedido, en parte me reprochaba a mí mismo, como era posible que a mis treinta años haya hecho eso que hice voluntariamente, y en parte nada más de pensar en ello me excitaba tremendamente. Hasta esos momentos jamás en mi vida había pensado en que un hombre me pudiera hacer sentir así, es más hasta esos momentos me consideraba completamente heterosexual, hasta que me sucedió lo que me sucedió.
Ya en casa procuré no pensar más en eso, ya que en parte me sentía mal por haberlo disfrutado, diciéndome a mí mismo que yo no era maricón. Pero al siguiente fin de semana, estuve a punto de volverme a ir a esa playa, pero me pude controlar, en parte porque mis tías me invitaron a cenar. Cosa que lejos de calmarme me hizo sentir sumamente amargado, hasta que pensando en distraerme un poco decidí salir a caminar. Mis pasos me llevaron directamente a un sex shop, al que al principio pensé en no entrar, hasta que finalmente me deje llevar por la curiosidad. Algo dentro de mí me llevó a los videos gay, de los que de inmediato rente par de ellos y compré unos cuantos juguetes ante la impasible mirada de la joven encargada.
Apenas llegué a casa me dedique a verlos y a medida que lo hacía, fui sacando cada uno de los juguetes que había adquirido, los que tras desnudarme completamente comencé a ir probando uno a uno, aunque no era lo mismo que había sentido cuando fui penetrado por aquellos tres chicos, pero entre los videos y los juguetes termine masturbándome un sin número de veces. El siguiente fin de semana volví al sex shop, y nuevamente renté otros videos, pero en ese momento apareció ante mis ojos un chico alto, moreno, musculoso, bien guapo por cierto, y la boca se me hizo agua. Fue cuando sentí que a mi lado estaba la joven encargada de la tienda, bellamente vestida con una pequeña mini falda a cuadros y apenas cubierta por una ajustada y semitransparente blusa, que dejaba ver sin mucho esfuerzo sus parados senos y sus erguidos y colorados pezones. Dirigiéndose a mí en voz baja me dijo sutilmente. Amor tú no eres su tipo.
Algo incomodo por su comentario pensé no ponerle atención, cuando ella misma dijo. Pero sin embargo si eres del mío. Quizás en otro momento no le hubiera seguido haciendo caso, pero se me ocurrió preguntarle a que se refería con eso. Fue cuando ella tomando mi mano descaradamente en medio del pasillo de los videos gay, la guió hasta debajo de su corta mini falda entre sus piernas. Esa bella y delicada chica que atendía el negocio resultó ser un chico. Yo me quedé sin saber que decir, ni que hacer como aquella noche en la playa. Fue cuando ella retirando mi mano de entre sus piernas me dijo, espera aquí y ya verás.
Despachó al chico que había provocado que la boca se me hiciera agua, y después de eso cerró la tienda. Yo sin salir aun de mi sorpresa esperé en ese pasillo de los videos gay, cuando ella apareció, me tomó de la mano y me condujo a la tras tienda, que más bien parecía un pequeño apartamento de una sola habitación. Parados los dos frente a su cama, acercó su boca a la mía y me dijo. Tú tienes algo que me atrae intensamente, y tras decir esas palabras me ha dado un soberano beso de lengua, yo aun sin salir de mi estupor me dejé llevar por la situación, sin pensar que se trataba de otro hombre como yo.
Lentamente nos fuimos sentando en su cama, sin dejar de besarnos y acariciarnos mutuamente. La verdad es que Tina que es como ella se llama estaba de muy buen ver, tanto que de no ser porque me hizo meter mi mano entre sus piernas, no hubiera ni tan siquiera sospechado de que se trataba de un chico con tetas. Los dos nos fuimos excitando mutuamente, hasta que de momento, yo tomé la iniciativa de comenzar a despojar a Tina de casi toda su ropa, sin que ella pusiera reparo alguno. Sus hermosos senos de momento me atrajeron al punto que comencé a chupárselos y lamérselos como nunca antes se los había chupado a ninguna otra mujer. Sus gemidos me excitaban más aun, y cuando recostándonos sobre su cama los dos continuamos besándonos, fue que volví a sentir su miembro, ahora apenas cubierto por la ajustada braga que usaba contra mi cuerpo.
Tina a su vez me había ido retirando mi ropa, hasta que prácticamente los dos ya estábamos desnudos. Fue cuando ella colocándose tras de mí, terminó por retirar mi interior, dejando mis nalgas a su entera voluntad. Sus manos sugestivamente comenzaron acariciar mis nalgas, y fui sintiendo como lentamente me las fue embadurnando de aceite. Sus finos dedos se fueron abriendo paso entre mi orificio anal, pero de una manera tan diferente a como me habían tratado los chicos de la playa que casi lloro de la alegría. Tina lentamente y con mucha consideración fue dilatando mi esfínter, hasta que yo no pudiendo soportar más la espera le pedí o mejor dicho casi le rogué que me penetrase.
El sentir como poco a poco su erecto miembro me fue penetrando para mí fue toda una nueva experiencia, su cuerpo se adosó al mío de manera tan divina que casi no lo podía creer. Tina me tenía bien calzado, como quien dice, sentía sus tetas contra mi espalda y sus manos recorrían mi cuerpo al tiempo que continuaba penetrando y extrayendo su miembro de entre mis nalgas. Para mí eso era el colmo de la felicidad, por lo que yo aparte de mover sabrosamente mis caderas restregándolas contra su femenino cuerpo, apretaba y soltaba continuamente mi esfínter. Algo que esa tarde hice por primera vez en mi vida. Las manos de tina tomaron entre sus dedos mi miembro y al tiempo que continuaba penetrándome, comenzó delicadamente a masturbarme, con sus dedos llenos de aceite. El placer que sentía en esos momentos hizo hasta que me olvidase del tiempo transcurrido en esa pequeña habitación.
De momento sentí esa sabrosa explosión de su miembro dentro de mi cuerpo, y sin separarnos nos quedamos así por un buen rato. Aunque en medio de todo me sentía algo avergonzado, le comunique a Tina que me había hecho sentir la persona más feliz del mundo. Fue cuando ella dirigió su boca a mi miembro y sin dilación comenzó a chuparlo lentamente, mientras que yo al poco rato sin pensarlo mucho comencé hacerle lo mismo a ella, al introducir su mustia verga dentro de mi boca y a los pocos segundos sentir como volvía a llenarse de vida me emocionó grandemente. Por un buen y largo rato ambos nos mamábamos mutuamente. El sentir sus finos labios arropando y mamando todo mi miembro era otra cosa que en mi vida me habían hecho.
Tanto el venirme dentro de su boca como el que ella lo hiciera dentro de la mía, fue una de las experiencias más gratificantes en mi vida. Después los dos nos quedamos tendidos sobre su cama, y comencé a contarle lo que me sucedió en la playa. Y ella me contó cómo llegó a convertirse en Tina. Y entre chala y charla, como si fuera un juego entre amigas, terminé vestido y maquillado al igual que ella. A las pocas semanas Tina se mudó a mi casa, pero por lo general, cuando estoy libre la acompaño, pero vestida de mujer en la tienda, en ocasiones salimos de noche, así vestidas a comernos el mundo, pero mientras estamos en casa, simplemente disfrutamos de nuestra mutua compañía.
Yadira y yo que me llamo Luis, llevamos varios años de casados, pero no nos consideramos una pareja común y corriente, ya que desde que éramos novios nos dimos cuenta que tanto ella como yo somos personas de mente abierta, ella no se considera dueña de mi cuerpo, ni yo tampoco me considero dueño del suyo, por lo que si nos place en algún momento llegar a tener relaciones con otra persona, las disfrutamos abiertamente, sin que por ello el amor que nos sentimos mutuamente se vea lesionado o disminuido. En ocasiones tanto ella como yo también le damos rienda suelta a nuestras fantasías, con la completa colaboración tanto mía como de parte de ella.
Relato erótico enviado por narrador el 13 de March de 2011 a las 21:45:11 - Relato porno leído 121178 veces