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La metamorfosis de Brenda

Relato enviado por : Minotauros el 05/06/2023. Lecturas: 1501

etiquetas relato La metamorfosis de Brenda   Confesiones .
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Resumen
Antes que nada debo confesar que soy un hombre que gusta demasiado de las mujeres, tanto que soy consciente que en ocasiones la mujer que deseo pudiera no resultar una mujer atractiva o ‘deseable’ para la gran mayoría de los hombres. Pero ese no es impedimento para que yo la vea y encuentre un ‘je ne sais quoi’ que me enciende inmediatamente.
Justamente fue esto lo que me sucedió con Brenda.



Relato
Antes que nada debo confesar que soy un hombre que gusta demasiado de las mujeres, tanto que soy consciente que en ocasiones la mujer que deseo pudiera no resultar una mujer atractiva o ‘deseable’ para la gran mayoría de los hombres. Pero ese no es impedimento para que yo la vea y encuentre un ‘je ne sais quoi’ que me enciende inmediatamente.
Justamente fue esto lo que me sucedió con Brenda.

Esta historia sucedió hace unos 3 años en la ciudad de Guadalajara, en ese entonces yo debería andar por los 38 y aunque mi situación profesional era muy buena, me encontraba estancado en un matrimonio miserable, nunca me han faltado oportunidades de una relación o de un acostón, pero nunca alguien como ella había encendido tanto deseo en mi.

Debo mencionar que me dedico a la construcción y tengo un taller por la zona de Arenales donde laboran normalmente entre 10 y 12 personas, habitualmente siempre hay trabajadores todo el día y yo me encuentro la mayor parte del día encerrado en mi oficina ocupado en actividades administrativas. Una tarde estaba en la cocina sirviéndome un café cuando uno de mis trabajadores me dijo:
- Hay una muchacha en la entrada preguntando que si no necesitamos que corten el pasto de la banqueta.
Yo pensé que ya urgía que alguien lo cortara así que salí para decirle que lo hiciera, así que me dirigí a la puerta.
Entonces la vi. Se encontraba recargada en el marco de la puerta y desde que observé su silueta a contraluz algo dentro de mi se encendió, me dirigí a ella con bastante interés y al llegar con ella pude ver que era algo diferente a lo que me produjo la primera impresión, era una mujer joven y muy delgada, tal vez unos 19 años, y comencé a observar su ropa, llevaba un short y una blusa de tirantes sucios y desgastados, unos tenis grises que alguna vez fueron blancos y una gorra rosa sucia y con el borde de la visera ajada; realmente parecía una chica que recogía latas o basura.

Debo mencionar que en ese momento me encontraba perplejo, observándola y estudiándola con gran interés, no se si fue uno o dos segundos los que duré estupefacto, pero regresé al mundo real cuando ella volteó hacia mi y con una sonrisa me dijo: ¿No quiere que le corte el pasto?. Inmediatamente le dije que si, que por favor lo hiciera, ella puso manos a la obra, tomó sus tijeras y se puso de rodillas sobre el pasto de espaldas a mi, obviamente me demoré unos segundos mirándola y tratando de grabarme esa imagen. Yo seguí con mis actividades y después de 1 hora aproximadamente, tocó la puerta de mi oficina para recibir su pago, fue entonces cuando pude observarla con detalle, debajo de esa máscara de sudor seco y polvo se encontraban unas facciones muy agradables, como ya mencioné era muy delgada pero sus piernas y brazos estaban deliciosamente torneados, sus manos se veían muy maltratadas, sucias, resecas por la tierra, pero algo había en ella que me tenía tremendamente excitado. Mientras ella se encontraba cortando el pasto yo había estado pensando en la idea de ofrecerle trabajo de limpieza, así que se lo ofrecí, la paga traté de mejorarla un poco, porque quería que aceptara y así poder verla todos los días, a ella le alegró la propuesta y quedamos en que se presentaría al día siguiente a las 8 de la mañana (una hora antes que el resto de los trabajadores).

Al día siguiente llegó muy puntual, vestida exactamente igual que el día anterior y le indiqué sus labores, era muy dedicada en su trabajo y yo no perdí oportunidad de estarla observando por las cámaras de seguridad. Al final del día la llamé a mi oficina para preguntarle que le había parecido el trabajo y como se había sentido, afortunadamente se encontraba muy contenta con el trabajo, así que se despidió y quede de verla al día siguiente que era un sábado. Al igual que el día anterior llegó muy puntual, con la misma ropa y la misma mugre que el primer día, normalmente los sábados se trabaja en el taller, pero ese día en particular mi gente iba a estar ocupada sábado y lunes en una instalación, le dije que ese día no iba a haber mucho que hacer porque no iba a haber gente en el taller, así que en cuanto terminara de hacer el pago de nómina quería que me acompañara al super a comprar consumibles para el taller. Terminé con mis pendientes en menos de una hora, así que bajé al taller a buscarla.

Le pregunté si estaba lista para irnos y me dijo que si, antes de salir le dije que quería pedirle un favor, le comenté que me había dado cuenta de que diario llevaba la misma ropa y que quería que me permitiera regalarle algunos cambios, le insistí en que no se ofendiera, que entendía su situación pero que quería ayudarla y que además creía que se vería muy bonita con ropa nueva. Al principio la vi un poco confundida pero asimiló la idea rápidamente ya que me preguntó: ¿Qué le diré a mi marido?, le dije que podía decir que alguna compañera de trabajo vende ropa y que se la dejó muy barata y a pagos, le pareció buena idea aunque le veía cara de que no le iban a creer. Le dije antes de ir date un baño, puedes ir a tu casa y regresar. Su rostro dibujó una mueca graciosa, entre avergonzada y divertida dijo: Es que en mi casa no tenemos agua!. ¡Gracias al cielo! Pensé.
- En mi baño hay una toalla limpia, shampoo y jabón, puedes ducharte ahí o tomarlos y ducharte en el baño del taller, donde tu prefieras.
- Si no le molesta, preferiría bañarme en el de usted, -sugirió ella-.
- ¡Claro!, cierra la puerta, nadie te va a molestar.

Pasé los siguientes 25 minutos imaginando lo que estaba pasando en mi baño, finalmente salió completamente transformada en una mujer hermosa, con el cabello mojado y enredado (tomé nota de que hay que comprar un cepillo, porque yo llevo el cabello muy corto y no uso), pero muy limpia y con su misma ropa sucia, que ya no se veía tanto, estábamos listos para ir a buscar nueva ropa.
De camino fuimos platicando de su vida, de su marido, que tenían 3 años y un hijo juntos, que era peón o albañil pero que no quería trabajo formal, que recogían cosas de la basura para vender, que era la primera vez que iba a comprar ropa a un lugar que no fuera un tianguis,

Fuimos a Walmart de Ciudadela, buscamos las cosas para el taller y después pasamos a la ropa, escogió un par de shorts, unos tres pantalones y algunas blusas, en eso tomó una falda corta y la estaba observando y le dije: ¡con esa falda te verías increible!, estaba indecisa y le sugerí que se la llevara, y me preguntó que si la podría dejar en mi oficina.
- A mi marido no le gusta verme con faldas cortas, me dice que parezco puta.
- Que pendejo tu marido, a mi me encantaría verte con una de esas puesta.
- ¿En serio?
- ¡Claro que sí!
- Entonces me la llevo y me la pongo un rato los sábados en el trabajo.
- Pero sólo cuando estés trabajando en las oficinas porque sino los de taller no te van a dejar en paz.
- ¡Si! es solo para que usted me vea.

Yo estaba encorvado sobre el carrito del super tratando de disimular la erección que traía y esperando la primera oportunidad para meterme la mano en el pantalón y acomodármela de lado para que no se notara.
Finalmente pasamos a la ropa interior y me dijo: ¿Me ayuda a escoger?, yo ya tenía la verga completamente hinchada y dura, cada tanga y calzón que escogía, lo hacía imaginándolo puesto en esas nalgas que aun no conocía pero que intuía firmes y bien formadas.
Pagamos sin mas contratiempos y regresamos a la oficina, yo esperaba que ella se fuera directamente a su casa, pero me dijo:
- ¿No quiere ver como me queda la ropa?, al cabo que le dije a mi marido que saldría a las 6.
- ¡Me encantaría! -Afirmé-, sintiendo como el pulso se me aceleraba.

Mientras subíamos a mi oficina iba pensando en como a mis 38 años podía sentirme así de inquieto por una joven de 19.
Entramos a mi oficina y ella fue directo al baño con las bolsas para cambiarse, yo estaba sentado en mi escritorio impaciente, tratando de disimular una incipiente erección, pero a la vez agarrando mi verga y apretándola por encima del pantalón imaginándola cambiarse en mi baño.
Por fin salió, lo primero que llevaba era un pantalón stretch negro y una blusa azul, me quedé completamente atónito la observe de arriba a abajo, ya no era la mujer que había llegado por la mañana a trabajar, ahora se veía increíblemente atractiva, se acercó a donde estaba sentado, su muslo casi rozaba con mi antebrazo y su pubis apretado por el pantalón quedaba casi a la altura de mis ojos.
- ¿Le gusta? -Preguntó-.
Yo estaba sin palabras, únicamente asentí, ella percibió mi turbación y se acercó un poco mas, ahora si su muslo estaba pegado a mi antebrazo.

Ella tenía una sonrisa maliciosa, consciente del efecto que había provocado en mi y se pegó un poco mas a mi antebrazo, no se si fue mi imaginación pero percibí un suave y delicado aroma almizclado, tenía su vientre a escasos 30 cm. de mi, y sólo pude imaginar el sabor de su pucha. Yo ya estaba completamente duro y erecto, y mi pantalón no ayudaba a ocultarlo, sentía mi boxer mojado y apretado contra la cabeza de mi verga.
Ella inmediatamente percibió mi excitación, soltó una risa traviesa mientras se giraba frotando su pierna contra mi antebrazo, me volteó a ver y me dijo:
- Voy a probarme la falda, sé que le va a gustar.

La espera fue poco menos que eterna, comprobé que mi boxer ya estaba mojado y mi glande totalmente brillante y cremoso, pensaba en lo mucho que deseaba que Brenda se la comiera, que limpiara con su lengua y sus labios ese líquido viscoso y lechoso que manaba de mi miembro.

Me la guardé justo antes de que saliera del baño, salió caminando lentamente, luciendo sus piernas y sus pies descalzos, la falda era corta y de olanes, cubría unos 5 cm abajo del nacimiento de sus nalgas, yo sólo atinaba a ver sus piernas, subí mi mirada y observé su torso delgado contorneado y el escote en ‘v’ de la blusa beige que llevaba anudada al cuello dejaba ver el nacimiento de unos pechos bien formados. Volvió a pegar su muslo a mi antebrazo, y vi como se marcaban sus pezones a través de la tela al contacto con mi brazo.
- ¿Le gustó? - me pregunto-.
- ¡Te ves hermosa!, ¡Eres otra!.
- ¡Ya se!, me vi en el espejo del baño y no me reconocí.
Yo sentía la boca seca, supongo que de tanto salivar y le dije:
- Muero de sed, ¿Gustas tomar algo?, ¿Agua, refresco...?.
- Se me antoja una cerveza -me dijo-.

Maldije mi poca afición a la cerveza y le ofrecí en su lugar whisky, (es lo único que suelo tener en mi oficina), ella acepto y me comentó que nunca lo había probado, así que se lo preparé con agua mineral y Coca Cola, yo me serví uno doble con hielo en mi vaso Old Fashion favorito. Nos sentamos en la sala de visitas de mi oficina y apuré el primer sorbo a mi vaso y vi como ella bebía de un trago 3/4 del vaso coctelero alto en que le había servido, y de un segundo trago vació el vaso, yo apenas iba por mi segundo sorbo.

Fui a prepararle un segundo trago y regrese a la sala, estábamos sentados en sillones separados que formaban un ángulo de 90 grados, yo en un sillón individual y ella en un sofá, con la confianza que nos dio el whisky me preguntó: -¿Y usted está casado?-, hasta ese momento yo no me había acordado de mi esposa, le confié que tenía 15 años de casado y que teníamos un hijo de 13 años, también le conté que desde hacía varios años ni a ella, ni a mi nos interesaba lo que el otro hiciera durante su día, que teníamos aproximadamente 5 años con esa dinámica, y que si ella veía a alguien realmente no era algo que me preocupara.

Me dijo que lo entendía, que su situación era similar, sabía que su marido veía a otras mujeres y que a ella sólo la buscaba cuando estaba tomado y cuando la buscaba era sólo para él satisfacerse. Que ella dejó de sentir orgasmos 2 años antes, justo cuando se enteró que estaba embarazada. Tuvo que dar un trago largo después de contarme eso, como si el trago barriera con esos malos recuerdos.

El recordar su realidad la entristeció, vi que se esforzaba por contener las lágrimas, y dijo: hay que alegrarnos, ¡Quiero bailar!, le pasé mi teléfono para que escogiera algo en Spotify mientras encendía las bocinas, puso una canción de Los Ángeles Azules, se levantó y estiró su mano hacia mi, la tomé y nos pusimos a bailar. Si hay algo que evito hacer es bailar, pero con ella no pude resistirme, podría decir que desde que lo propuso, ansiaba hacerlo. Comenzamos a bailar no tan pegados, pero a media canción comenzó a acercarse mas a mi, yo estaba mas preocupado por no pisarla ya que estaba descalza, pero sentía su cuerpo pegado al mio, su vientre contra el mio, se abrazó a mi cuello y me miraba mientras bailábamos, yo recorría la parte desnuda de su espalda con mi mano, ella sintió mi verga dura porque comenzó a frotar su vientre con mas fuerza mientras me miraba fijamente mientras. Fue en ese momento cuando perdí el poco control que aun me quedaba, llevé mi mano izquierda a su nuca y la besé.
Abrió su boca para recibir la mía e introdujo suavemente su lengua en mi boca, dejamos de bailar y así de pie nos seguimos besando por algunos instantes, sus manos recorrían mi espalda, bajaban hasta mis nalgas y volvían a subir, yo apretaba sus nalgas primero por encima de la falda hasta que poco a poco fui levantándola y la palma de mi mano pudo sentir la piel de sus nalgas firmes, pequeñas pero perfectas.
Sentí la tanga de hilo que momentos antes habíamos comprado y me dedique a pasear mi mano por sus nalgas, pasaba de una a otra, la metía debajo del hilo, la enredaba con él, las acariciaba, las apretaba, las separaba mientras mi boca encontraba su cuello, sentía su respiración y como se estremecía cada vez que apretaba su cuello con mis labios, ella comenzó a buscar mi verga, la acariciaba con urgencia por encima del pantalón, yo puse mi mano entre sus nalgas y la llevé hacia su pucha, sin abrir sus labios pude sentir que estaba empapada, la tanga me estorbaba, así que se la bajé, ella se sentó en el sofá para que acabara de quitársela y se iba a levantar cuando la detuve, le pedí que siguiera sentada, quería verla así, con las piernas abiertas esperándome.
Un vello ligero y claro cubría su pubis, me senté en una esquina del sofá y la recosté sobre mi costado, seguí besándola mientras mi mano recorría todas las partes de su cuerpo que estaban a mi alcancé, ella tomó mi mano y la llevó entre sus piernas, las abrió para que pudiera acariciar sus labios mojados y brillantes, comencé a acariciar su puchita con las yemas de los dedos, primero con los cuatro dedos, masajeando su clítoris, recorriendo sus labios, mis dedos se resbalaban entre esos labios cálidos y mojados. Saqué sus pechos por los costados de la blusa, eran de tamaño perfecto, con unos pezones suaves y hermosos que se endurecían al primer toque, me arrodillé en el piso para poder besar y chupar esas tetas prodigiosas mientras con mi mano seguía acariciando su pucha, ella mientras tanto acariciaba y apretaba el pecho que quedaba libre, mi lengua se entretenía doblando sus pezones duritos, lamiendo y apretándolos contra sus areolas, mis labios apretaban y estiraban sus pezones suavemente para después liberarlos. Noté que buscaba ansiosa la hebilla de mi cinturón, quería verga, mi verga.
Dejé que desabrochara el pantalón y me senté para poder quitármelo, ella comenzó a agarrarla por encima del boxer, a recorrerla con la palma de su mano, cerrándola y apretándola con desesperación, comenzó quitármelo, en cuanto lo tuve abajo tomó mi verga con su mano y se inclinó para comerla. yo estaba reclinado en el sofá mientras ella arrodillada sobre el asiento la chupaba y la lamía, estaba ligeramente empinada así que llevé mi mano a su culo, le acariciaba el ano mientras ella comía mi verga, empujaba la yema de mi dedo suavemente contra su ano, para después acariciarlo y bajar hasta sus labios, me encantó sentir como se deslizaba entre ellos.
Yo estaba a punto de explotar, se había puesto a recorrer mi verga con su lengua desde los testículos hasta la unión del glande, cada vez que lo alcanzaba yo sentía que explotaba. Afortunadamente entonces volteó hacia mi y me dijo: Cógeme, ¡cógeme ya!.
Le dí la mano para que se parara y la llevé a un costado del sofá, le quité la falda y la incliné sobre el brazo y la penetré lentamente, sintiendo como mi verga se abría paso dentro de ella, veía su espalda que sólo estaba cubierta con la poca tela que tenía la blusa en la espalda, acaricié sus tetas que colgaban y se movían al ritmo de cada acometida, me excitó mucho ver sus pies, estaba sobre las puntas para alcanzar mejor mi altura, yo quería mas, así que la tomé de la cadera y comencé a penetrarla mas fuerte, ella gemía y pedía mas fuerte hasta que paró y se apretó contra mi vientre, podía sentir sus piernas tensas y temblorosas, llevo sus manos hacia atrás queriendo tocarme así que la abracé mientras ella terminaba con una exhalación muy muy larga.
La llevé de regreso al sofá, me recosté y se montó sobre mi, son sus manos en mi pecho comenzó a moverse, lentamente y después mas rápido, en menos de 1 minuto me dijo: ya me voy a venir otra vez... arqueó su cuerpo hacia atrás tenso y rígido, mientras yo sentía su humedad que se esparcía sobre mi vientre y estómago, estaba empapado de sus jugos, eso me excito mas, la tomé de la cintura y comencé a levantarla y bajarla sobre mi, como si fuera una muñeca, me encendió ver como brincaban sus pechos, y seguí moviéndola a mi gusto, ella estaba mas excitada los gemidos cada vez mas fuertes, ella comenzó a venirse de nuevo bañándome con abundante flujo, sentí como si estuviera orinando sobre mi, yo seguí moviéndola, dirigiéndola, mientras ella seguía tirando esporádicos chorros de flujo. Entonces terminé, una sensación cálida y placentera inundo su interior, en esa placentera y repentina calma se desplomó sobre mi todavía con mi verga dentro de ella.
Nos quedamos así unos instantes, ella acariciaba mis brazos y me besaba suavemente, se intentó quitar cuando sintió que estaba escurriendo todo sobre el sofá, la retuve y seguí acariciando su espalda.

El hambre nos devolvió a la realidad ya eran las 4 de la tarde, ordenamos comida y todavía nos quedamos un rato charlando, yo la iba descubriendo en cada historia o confidencia que me confiaba y mi interés en ella se acrecentaba. Finalmente a las 6 de la tarde se tuvo que ir, únicamente se llevó un pantalón, un short y unas blusas, el resto lo dejó guardado en mi oficina, en la puerta no queríamos despedirnos, pero era necesario para que su marido no le reclamara. Al fin y al cabo el lunes la tendría completamente para mi, sin gente a nuestro alrededor.

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