Es una historia real hasta el momento que llegué a casa. Una mezcla de trabajo, placer, y de darle su merecido a quien me quiso tomar el pelo.
Relato
Mayo del dos mil cinco...estaba ya muriéndose la primavera, acariciándome el verano. No por eso hoy mi trabajo en el Restaurante iba a ser diferente, debería de haber más gente a comer y beber pues el sol imperaba en un cielo azul pálido; aparte, era sábado, sabadete…Los últimos días antes de las diez de la mañana atendía a bastantes guiris que venían a almorzar; veraneaban en mi Galicia quizá porque nuestro clima no era tan diferente al que estaban habitualmente acostumbrados. Casi todos ellos eran de ideas muy tradicionales (muy diferentes a las mías, bastante predecibles porque actuaban igual en ocasiones similares entre si… dándome pie a saber como tratarlos ganándome su confianza, y… volvían al día siguiente. La mayoría hablaban español, aunque se les notaba ese peculiar acento… los que no, me brindaban la oportunidad de menear mi pobre dominio del inglés. Si me sentía agobiado por el curre me relajaba dando rienda suelta a mis ojos, dejando caer mi mirada sobre alguna minifalda de turistas que mereciese la pena, o penetrando… solo con la mirada, vista en algún poderoso escote de alguna clienta foránea; había quien me decía sin palabras que me pusiera a trabajar, otras se ponían muy nerviosas o… alagadas, y las que menos, se enfadaban. La mayoría de ellos estaban alojados en el Parador de turismo, a unos cien metros. Casi a media mañana llegó el camarero chulo, a tomar su cafelito y ojear el diario deportivo sin que nadie lo molestara, antes de entregarse a la misma labor que hacia cuatro horas que me tenía en pie. Poco después llegaron las otras camareras y cocineras. Aparecieron como otras muchas veces clientes conocidos de ocasiones… para recordar, que sintiéndose seducidos por una botella de albariño recordaban historietas que vivieron o bebieron en mi compañía, algunos hacían públicas esas intimidades que generalmente se pueden saber, pero… sin decírselo a nadie. Incluso contaban un montón de historietas, en las que casi siempre había mucho whisky por medio, estábamos rodeados de hermosas mujeres que regalaban cositas sensacionales a cambio de dinero (y además te llamaban mi amor). Muchos clientes, decían en mi bar que cogiera una copa, y me sentara con ellos, pero… ¿que dirían otros si me veían a media mañana en mi puesto de trabajo sentado, sin pegar golpe y bebiendo vino? Sin duda alguna lo mejor sería hacerlo sin que casi nadie lo supiese. Sobre las doce era el turno de olvidarme un poco de la jornada laboral; curioseaba por otras madrigueras actuando ahora como huésped, dejando ahogarme con vermut blanco, hielo, limón, más un chorro de vodka, como un amigo hostelero de Valencia se encargó de hacerme descubrir el sabor de esa bendita pócima.
Volví al trabajo… poquito faltó para que se llenaran las once mesas del comedor, las siete de la entrada, más las cinco de terraza. Al acabar, subí a donde vivo, en el primer piso; para dormir dos horas. Al despertar, me duché, para volver a disfrazarme con un chaleco azul, una camisa blanca, la corbata, un pantalón negro de pinzas más una radiante e hipócrita sonrisa en mi rostro. Me tomé un café solo doble en la barra; me fijé en una chica que estaba en la terraza, pero la acompañaba un chico. Su novio, era unos años mayor que ella, eran una parejita de que estuviera en el comedor unas horas antes. Poco hablara con ellos, pues me daba la impresión de que sobre todo él, se creía mucho más que yo y que el resto... La chica me pareció bastante tímida, reía las gracias del anterior, pero ella no contaba nada.
Pregunté a la camarera si hacia mucho que volvieran, a lo que respondió que no se fueran desde que yo subiera. Añadió que no paraban de beber albariño, él era un prepotente peligrosamente pronunciado…Eso ya lo sabía; cuestioné si ya pagaran, me respondió que sí; y dije que eso era importante. Al rato se fueron acompañados de los efectos secundarios embotellados que admiraban.
A las dos horas volví a verlo a él, estaba de pie delante de la entrada, sujetando una botella ámbar, además de lucir una danza sin ritmo impresionante. Aparatosa y descaradamente se sentó en la terraza, pero antes depositando el vino sigilosamente sobre una de las mesas. Le pedí a la camarera que me dejase atenderlo a mí… y con cara de pocos amigos salí a su encuentro, diciéndole:
-Muy buenas ¿Qué desea?- A lo que me respondió riéndose y mostrándome la frasca que trajo a saber de dónde – No voy a beber nada, sólo estoy esperando a mi novia. – El veneno que había dentro de mí, se revolvió expulsándolo por mi boca (no era habitual que me cabrease con los clientes):
- Como comprenderá, esta es la terraza de un Restaurante que tiene que pagar sus impuestos por estar abierto al público, es decir, estas sillas más las mesas que nos rodean son para que la gente que quiera comer o beber pueda sentarse-Eso le dije; me remiró con una irónica sonrisa en su rostro, y pidió un chupito de orujo, con hielo. Me dirigí a la barra para pedirle a la que en esos instantes era la sirvienta que le llevase, si no le importaba el ojén; en esos momentos me acordé de lo que una tarde que acumulando copas whisky en otro local me anotara un colega:
-Una copa de aguardiente, y que le den por el culo al cliente. –
Para cenar, solía haber ya menos de gente, como éramos dos camareros, y una ayudanta, llamé desde mi teléfono móvil a mis cofrades de las noches para saber en que lugar se refugiaban; al rato fui a junta de ellos, que estaban celebrando sin mí, que era sábado por la noche. Me gustaba ese buen rollito de que cada uno pagara una ronda, sin que… casi nadie esquivara su turno; íbamos a otro antro, más tarde seguíamos otra ruta… y así hasta las cinco de la madrugada que cada uno nos íbamos por su lado porque no quedaba pasta como para pagar una ronda de siete cubatas, además... los malos espíritus del alcohol, se mezclaban con nosotros haciéndonos decir o hacer… cosas muy extrañas.
Esa noche quedamos Alberto, Benito y yo. Como en mi Cambados lo que no estaba cerrado prácticamente no tenía gente, nos fuimos a la Illa de Arousa. Había muy pocas chicas en comparación con semanas anteriores, así que nos bebimos unas cervecitas que son más ajustadas de precio que el whisky… y nos fuimos. Internándonos nuevamente en Cambados, dije al piloto del bólido en el que iba al llegar a la Plaza de Fefiñanes, que me arrojara allí mismo, los doscientos metros que faltaban a mi casa los haría caminando; me miraron con cara de asombro, ya que habitualmente era yo el último en irme a dormir; a última hora de la madrugada iba por algunos locales buscando a una chica que se encontrarán en una situación más dañada que la mía, pero…esa noche no fui a buscar nada, estaba muy cansado.
Empecé el camino a mi destino … bastó con andar cincuenta metros para que me asustara y sorprendiera, sólo un poquito, una voz angelical; en esos momentos no sabría decir si era extranjera o estaba borracha; llevaba una faldita corta de cuadros, pantis negros, una blusa blanca que embellecía su escote mas cabello recogido. Me pidió un cigarro…¿Cómo no se lo iba a dar? Me preguntó si había visto a su novio, a lo que respondí que no ¿Por qué tenía que conocer yo a su dueño sentimental? La miré de arriba abajo, parecía apetitosa, estaba bebida, posiblemente no me diría que no a algunas cositas... entonces me preguntó si sabía quien era, a lo que yo respondí con hipocresía:
– Por supuesto que sé quien eres.-
Sin preguntarle nada ella me recordó que su novio más ella estuvieran comiendo donde yo trabajaba, y que bebieran bastante; entonces… sentí como llegaron a mi interior los aires del infierno venidos del mismo Satán diciéndome:
- Mira la pobrecita, tierna y tímida niña que no se atrevía a hablar.- Principió a lloviznar, ella me agarró por la cintura pidiéndome que la siguiese ¿Y yo que iba a hacer? ... El cliente siempre lleva la razón; emprendió a contarme todo lo que le sucediera en ese oscuro día. Yo ponía cara de interés, pero lo que me contaba no me importaba ni lo más mínimo. Le ofrecí otro cigarro, la abracé, acercándome a sus…su frontal (solo porque estaba conmovido). No me dio una bofetada, ni me apartó,. Se llamaba… Natalí, hacia cinco años que salía con su novio, y agregó poco convencida que lo quería muchísimo, conmigo sólo quería hablar, nada más. Quiso volver a averiguar si estaba seguro de que no viera a su mitad sentimental; en ese momento me iluminó un destello… de una flama del infierno contradiciéndome con lo anterior que le indicara; con cara dolorida le pedí que se mantuviera tranquila y me escuchara. Dirigí la mirada al suelo, para decir realmente apenado:
– Sí lo he visto, serían las cuatro de la madrugada.. Estaba con dos rubias de muy buen ver en pub –para quedar bien adjunté, – pero se le notaba que estaba muy borracho.- Me quedé conmovido por el despiadado ataque que arrojé por mis labios, así que añadí- yo también estaba un poquito bebido, a lo mejor me confundí y no era él; pero la hermosa doncella continuaba deshecha. La notaba muy dolida, … se sentó a mi lado, me pidió un pitillo; en esos momentos mi corazón debía desprender generosidad por millares; su semblante reflejaba que necesitaba un hombro para consolarse, y como buena gente que soy, le ofrecí el mío. Me dijo que tenía frío así que le ofrecí mi chaqueta; había conseguido dar un paso de gigante. Me acerqué más a ella, le di un cigarrillo y la abracé. Le pedí que por favor que no se sintiera tan mal, que yo era muy sentimental, al verla así… me estaba poniendo enfermo. Descendí con mis manos hacia sus caderas, nada más que para que se sintiera mejor. Me dijo que entre el frio y el disgusto tenía sueño, quería acostarse; pero su novio tenía las llaves. Sintiéndome obligado a ser hospitalario con ella, le ofrecí mi cama, respondiéndome:
- Quiero mucho a mi novio, no voy a serle infiel-
- ¿Yo no dije lo contrario? Sólo vamos a dormir; además, por la mañana tengo que trabajar.-
En los doscientos metros que nos separaban de mi casa no pasé de cogerle la mano, de que sintiera el fuego que el mismísimo Satanás había encendido en mi interior, y que a cada paso hacia mi nido, se encargaba de avivar las llamas. Ya en la puerta de mi guarida, cogí las llaves para abrir sigilosamente, pues ella no quería que nadie más supiese que estaba conmigo. Una vez que estábamos en mi cuarto, me senté en cama, a su lado; después de charlar un poquito se fue al baño, mientras yo me engalanaba el traje para dormir; salió del bañó, se quedó mirando fijamente para mí. Me sentí confuso porque dijera que no quería nada más que dormir, pero no apartaba su mirada de mi entrepierna, y… soy un hombre, estaba con una mujer a solas en mi cuarto, yo en pijama y ella… en ropa interior negra; Un invitado se quería abrir un hueco en el pantalón de mi traje de cama, como queriendo … ¡Atacar! Nos metimos en cama, apagué las luces; la alcoba quedó en completo silencio unos segundos hasta que rompí el hielo preguntándole:
-¿En que ciudad de Francia vives? ¿Tienes hijos o sobrinos? ¿Vives con tu novio? – Y tras resumirme su vida contraatacó con:
-¿Cuánto tiempo llevas trabajando de camarero?
- Le respondí- Nueve años; los siete primeros tuve un bar, y después mi madre se quedó con el, que juntándolo a otro bajo hizo el restaurante.
-¡Ahhh! ¿Eres tu el jefe?-
-Bueno…casi.- Me miraba ya con otros ojitos, la apreciaba mucho más tranquila
Penetré con mis dedos en su cabello recogido, contemplando lo hermosa que estaba, y la comí a besitos, hasta llegar con mis manos a admirar las costuras de su ropa interior,
Metí mis manos entre su ropa interior, descendiendo ella con su lengua por mi pecho con sus manos hasta llegar a la vertiginosa y erguida… Torre Eiffel; mi pene palpitaba con verdadera pasión a cada segundo, ella lo sujetó con sus manos hasta llevarlo a la boca...dedicándome un francés de infarto. Queríamos que la pasión perpetuara...
Aparté con mucho mimo su tanga para penetrar lenta y delicadamente por el Arc de Triomphe. Mi cuerpo a
ardía de pasión, un cálido, hermoso y majestuoso sueño que me trasladaba hacia los hermosos jardines de los Champs-Élysées...le separé las piernas e inserté uno de mis dedos, mientras ella me miraba a los ojos. Acomodé mi cara en sus pechos, mi cuerpo estaba apoyado en su cintura, mis manos sobre sus caderas…para continuar con ella cabalgando encima de mí;Ella misma inició una maniobra para arrodillarse sobre mí, girando, usándome como un eje. Se inclinó hacia adelante para cambiar el ángulo de penetración. Se tumbó encima de mis piernas, a, frotando su cuerpo con el mío, ofreciéndome un contacto máximamente pronunciado favoreciendo las sensaciones más intensas… apretó sus nalgas ondulando su cintura favoreciendo el orgasmo. Se enfureció el fuego basculando ella su espalda hacia atrás, viniendo de izquierda a derecha experimentando sensaciones extrasensoriales. Se posicionó de cuclillas encima de mí, alzando y embelleciendo su erguido busto, liberando a sus anchas las fantasías de dominación, teniendo yo las manos libres para proporcionar todavía más placer acariciando sus senos, sus nalgas y clítoris. Estaba engrandecido, me arrodillé en el suelo y la penetré sentada sobre una silla; estrechó sus piernas alrededor de mi cintura; se tumbó en el escritorio, ingresando de pie mi miembro. Después sobre mis rodillas comprimiendo los muslos de mi mujer contra sus senos. Me tumbé sobre mi espalda mientras se adueñaba de mi cima, colisionando nuestros muslos, maximizando las sensaciones. Con sus piernas plegadas se tumbó en posición recogida, po sicionándome detrás; acariciando sus senos, besándola en la más cálida intimidad. Plegó sus piernas al igual que lo hiciese una planta con hojas grandes y flores; posee un cojín bajo sus nalgas que permitieron la profundidad. Me senté hacia el borde de la cama dándome ella la espalda, agachándose hacia adelante…mientras yo la sostenía por las tetas. Ligeramente sobre su costado, apoyó sus piernas sobre mi cadera, penetrándola con suavidad. Acercó sus nalgas al borde de la cama, apretando con sus piernas mi cintura. Abrió de forma amplia sus piernas, y la penetré de costado. Direccioné mis piernas hacia sus hombros, estrechándose ella de placer, continuando la estimulación atacándome en repetidas ocasiones; hallábase ella tumbada sobre la espalda levantó las piernas sobre uno de mis hombros más el antebrazo opuesto levantando yo sus nalgas, ella apretaba sus extremidades alternando penetraciones profundas, suaves, superficiales... Tendido yo en cama, ella basculaba hacia mis pies retrasando mi eyaculación más regalándome una vista excitante, mejor estimulación y una profunda penetración… Nuevamente me situé sobre sus rodillas, ella tumbada sobre la espalda, sus pies contra mi corazón… enfrentándome cuerpo a cuerpo con el regocijo, contra sus amenazantes pezones, con una de sus piernas desplegada sobre mi costado, la otra sobre mi busto; después me dio la espalda sirviéndole los pies de apoyo. Estando arrodillado, ella se ayudó de mi cabeza más piernas permitiéndome una penetración óptima. La sostuve por las caderas y empecé entonces una penetración vigorosa observando sus reacciones. Luego mi pene le sirvió de asiento, deslizándose frontalmente, levantándola yo por las nalgas. Sentado en cama, sintiendo ya mi espalda contra la pared se sentó ella sobre mis muslos guiando mi pene hasta su vagina. Volvió a surgir en mi el fuego con ella sentada girando en el sentido inverso a mí, permitiendo observar nuestras reacciones, utilizando ella sus piernas danzando alrededor de la Torre Eiffel. A partir de la posición de la alineación perfecta, el hombre abre las piernas para hacer deslizar los muslos de su pareja entre los suyos. Intentó dejarse a su hombre, con las piernas abiertas… Me senté sobre la mesa para respirar, fue cuando ella se cubrió sobre mis rodillas ¡Uff!
Estaba ya acostado, y ese pedazo de...francesa me levantó las piernas sobre su espalda, apoyándose en mis pies, la sujeté por las muñecas para no perder el equilibrio, diciéndole:
- ¡Para Ya!- Pero no entendía bien el castellano, porque no había forma.
Me levanté y me fui a la ducha, la primera vez que pude relajarme ya entrada la mañana; el agua caliente acariciaba mi miembro... ¡Coño era ella otra vez!
Hola soy Silvana, tengo 22 años y esta es una historia real.
Todo empezó el día en que mis padres decidieron hacer algunas reparaciones en la casa.
Para esto se contrató a un maestro albañil de unos 50 años y cuatro ayudantes, uno de ellos carpintero, hijo del maestro albañil, de 17 años.
Esto de los arreglos de la casa me ayudo pues mis padres decidieron irse de viaje con mi hermana y mi hermano por lo que yo aproveché para decirles que me quedaría en Buenos Aires por razones de estudio, y así los mantendría al tanto de los trabajos en casa.
Relato erótico enviado por thevintage el 14 de February de 2011 a las 22:49:24 - Relato porno leído 90771 veces
A continuación aprovechando la admisión de estas historias en esta web, yo les relatare este caliente relato, la cual trata de una aventura con un profesor de mi hijo. ¡Espero les guste!
Relato erótico enviado por putita golosa el 16 de March de 2011 a las 00:31:26 - Relato porno leído 55498 veces
Una noche del verano pasado mi hermana de 15 hermosos años trajo a dormir a dos amigas suyas , Julia y Sandra ambas tambien de 15 años yo las conocia del colegio pero nunca pense que estuvieran tan buenas y fueran tan guarras
Relato erótico enviado por Anonymous el 21 de August de 2006 a las 17:36:42 - Relato porno leído 37692 veces
Si te ha gustado La pasión de la primavera penetrando por el arco del triunfo. vótalo y deja tus comentarios ya que esto anima a los escritores a seguir publicando sus obras.
Por eso dedica 30 segundos a valorar La pasión de la primavera penetrando por el arco del triunfo..
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Comentarios enviados para este relato
geredu
(23 de January de 2011 a las 16:29) dice:
comentario ojo es muy subjetivo..pero..depende lo que se quiera leer, tiene cositas, como el restaurant, que agrada, y su lugar galicia,, claro tarda mucho para entrarle, a la emoción, erotica , que es un parrafo grandisimo al final. buena ortografía. katebrown
(18 de October de 2022 a las 20:17) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF
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