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La que recoge basura, se dio gusto conmigo…

Relato enviado por : narrador el 27/01/2018. Lecturas: 3803

etiquetas relato La que recoge basura, se dio gusto conmigo…   No consentido .
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Resumen
La experiencia que me pasó, con ella, aunque quiera, jamás podré olvidarla.


Relato

Realmente todo lo que me sucedió, fue por culpa mía. Ya que durante un tiempo, después de graduarme, y con la ayuda económica de mis padres, pude montar mi propia oficina de contabilidad. Como me comenzó a ir tan y tan bien, que después de un tiempo, comencé a salir de noche, a cuanta actividad me invitaban, y a las que no también. La cosa es que a diario, desde una de las ventanas de mi oficina, veía pasar a esta mujer, morena, con sucio pañuelo que le cubría todo su cabello, algo gordita, de edad indeterminada, con sus ropas sucias, jalando una carretilla de madera, en la que iba poniendo latas de refresco vacías, pedazos de cartón, y todo aquello que seguramente podía revender, incluso hasta muebles. Un viernes en la tarde, que cerré temprano la oficina, me fui a celebrar la firma de un jugoso contrato. Ya serían las nueve, o diez de la noche, cuando de lo bebido que me encontraba, en lugar de montarme en mi coche, comencé a caminar sin rumbo fijo. Hasta que caí en una cuneta. Unos chicos como que se dieron cuenta, y apenas traté de incorporarme, me han caído encima, para robarme. Ya estaba yo tirado en la calzada, cuando no sé de donde apareció alguien, que resultó ser aquella mujer recogedora de basura. Blandiendo un palo, y asestándole varios golpes, a algunos de mis asaltantes. Ellos salieron corriendo, mientras que ella, me ayudó como pudo a ponerme de pie, pero al sentarme en su carretilla, perdí el sentido. Cuando comencé a recuperarme, me encontraba dentro de una especie de chabola, hecha de cartón, pedazos de madera, y quien sabe que más. Tendido sobre una apestosa, y vieja cama de tubos. La única luz que había, la proporcionaba un quinqué, y mientras mis ojos se acostumbraban a esa luz, me di cuenta de que estaba desnudo, de la cintura para abajo, y tanto mis manos, como mis pies, se encontraban atados a los tubos de la cama, por pedazos de trapos. Asustado comencé a gritar, pidiendo ayuda, cuando de tras de plástico sucio, que actuaba una especie de cortina, salió aquella mujer, diciéndome mientras se reía. Querido, grita todo lo que quieras, que el guardia del basurero ya está durmiendo, y su casucha está al otro lado del basurero. Asustado le pregunté qué ella quería, y sin hacerme mucho caso, se comenzó a quitar toda aquella sucia ropa, incluso el pañuelo que cubría toda su cabeza. Cuando quedó completamente desnuda, fue que contrario a lo que yo pensaba, la tía era blanca, pero su ostro y brazos estaban curtidos por el sol, además su desgreñada cabellera era roja, al igual que toda la pelambre de sus axilas y coño. Sin dejar de reírse, me preguntó. ¿Tú que crees, que es lo que yo quiero? Yo no sé si era por lo mareado, que aún me sentía, pero la verdad es que no alcanzaba a comprenderla, hasta que mostrándome su regordete cuerpo, y agarrando su coño con ambas manos, me dijo. Quiero darme un buen gusto. Yo me sentí, indefenso, sin saber, ni poder hacer absolutamente nada. Ya que de no estar amarrado por pies, y manos, tal y como me encontraba hubiera salido corriendo. Y no es que yo sea gay, no que va, me gustan mucho las mujeres, pero al ver a esa tipa completamente desnuda, sin ningún tipo de vergüenza, sentí miedo de ella. Yo no lo esperaba, pero de golpe, se lanzó sobre la cama, agarró mi asustado y empequeñecido miembro, y sin pérdida de tiempo se dedicó a mamarlo. Estaba tan asustado, que no pensé que se me llegaría a parar. Pero a medida que ella seguía, chupa que chupa, toda mi verga se fue poniendo dura. Como si no me importase, su fuerte olor, a sudor, ni la mugre que tenía por todo su cuerpo. Pero de la misma manera que se puso a mamar mi verga, una vez que se me paró, ella dejó de mamar, y ante mi asombro, se fue colocando sobre mí, introduciéndosela dentro de su peludo coño. Aunque su físico, no era de mi agrado, y su cuerpo apestaba, al ir sintiendo como mí tiesa verga se iba deslizando una, y otra vez dentro de caliente su coño. No pude menos que tratar de empujárselo, lo más adentro que podía. Mientras que ella, sin dejar de gemir y de pegar prácticamente aullidos de placer, no dejaba de mover sus grandes caderas, restregándolas, una y otra vez contra mi cuerpo. En principio, aquella mujer se colocó, viendo hacía mis pies, pero al cabo rato, se dio la vuelta, mostrándome sus grandes tetas, para luego ir restregándomelas en mi cara. Al principio, traté de evitarlas, pero de momento, lo que me provocó fue ponerme a mamárselas, chupando aquellos grandes y oscuros pezones. Fueron tantos, y tan fuertes sus movimientos, que cuando ella disfrutaba, dando fuertes alaridos, al tener un increíble orgasmo, yo terminé por venirme. Pensando que ya todo, estaría terminado. Pero no fue así. Apenas se levantó, tal como estaba salió fuera de la chabola, y comencé a escuchar cómo se echaba agua, al regresar tenía todo su peludo, y rojo coño bien mojado. Y agarrando un pedazo de tela, me limpió la verga. Para luego, nuevamente ponerse a mamármela. Pero en lugar de sacarla de su boca, me la fue mordisqueando, al tiempo que me colocó su coño sobre mi cara, para nuevamente seguir, mama que mama. Entre sus mamadas, y sabrosas mordisqueadas que me fue dando, no había que ser muy inteligente, para saber qué era lo que ella deseaba que yo hiciera. En esos momentos, su coño olía a jabón barato de hotel, y al sentir su roja pelambre contra mi rostro, no me quedó de otra, que también ponerme a mamársela. Y si cuando le estuve dando por el coño, ella pegaba tremendos alaridos de placer, en algunos momentos, me dejaba de mamar la verga, para dar tremendos chillidos, al tiempo que restregaba su coño, contra mi cara. Y yo le chupaba, y hasta le mordisqueaba, su inflamado clítoris. Por un largo rato, le estuve mamando el coño a ella, sin importarme a que olía, o que tan seguido se lo lavaba. En esos momentos, ella disfrutó de otro tremendo orgasmo, mientras que dejó de mamar mi verga. Con una agilidad, que jamás pensé que ella tendría, volvió a dirigir su cuerpo, contra mi parada verga, pero dirigiéndola en lugar de su coño, directo al centro de sus grandes nalgas. Enterrándosela por completo, dentro de su culo. Yo no dejaba de moverme, y así estuve, hasta que nuevamente hizo que me viniera, luego se recostó a mi lado, me abrazó, y mientras me besaba, me dijo. La verdad cariño, es que la pasamos bien. Yo me quedé dormido, pero al despertarme, aunque seguía recostado en aquella apestosa cama, ya no estaba sujetado por pies y manos. Lo más pronto que pude me vestí, y al salir de la chabola, el sol me encandilo. Me costó algo de trabajo el orientarme, y encontrar la salida, de aquel basurero. Apenas pude, me hice un examen médico, resultado negativo a cualquier tipo de enfermedad venérea, que era mi mayor temor. En cierto momento, hasta pensé denunciarla, pero nada más de pensar cómo se burlarían de mí, los agentes, o el fiscal al llevarle el caso, desistí de eso, por no hacer que mi vergüenza, fuera pública. En ocasiones la he vuelto a ver, empujando su carreta llena de basura, y hasta he sentido el deseo de saludarla, a ver qué pasa….


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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 21:27) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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