Por lo general cuando Natalia, mi esposa. Nos encontrábamos teniendo sexo en nuestra habitación, ella es muy expresiva. Pega unos gritos, y chillidos de placer, que en ocasiones doy gracias de vivir algo retirados de los vecinos.
Relato
Pero recientemente cuando regresé a casa, la encontré en el salón de estar, reunida con varias de sus más íntimas amigas. Yo no le di importancia, en ese instante, pero al verme, todas se quedaron en silencio, viéndome como con cierta admiración. Como ya les dije, no les hice mucho caso, y tras saludarlas, después de besar a Natalia, me fui a cambiar de ropa. Eso pasó, pero como a la semana, me las volví a encontrar, pero no se habían dado cuenta de mi presencia, y escuché a mi mujer, como les decía a sus amigas, que yo era insaciable en la cama. La verdad es que me dio curiosidad, y me quedé escuchando, lo que yo entendía eran algunas exageraciones de mí mujer, pero lo que más me causo gracia, fue escuchar a varias de sus amigas, hablar de la porquería de maridos que tenían en sus respectivas casas. Según una de ellas, su marido se levaría el premio, de ser el más rápido de todo el país, y cuidado sino de todo el mundo. Otra se lamentaba de los rapiditos mañaneros, que la dejaban mirando el techo, cuando apenas comenzaba a excitarse. Y así cada una fue diciendo, algo negativo, de sus respectivos esposos. Mientras que Natalia, en una de esas llena de orgullo, les dijo. Que mis rapiditos, eran por lo menos de casi media hora. Lo que no es del todo falso. Esa noche, se quedó en casa Beatriz, ya que su esposo estaba de viaje, y con el cuento de que no quería quedarse sola en su apartamento, se quedó a dormir en casa. Esa noche, ya en la cama, le dije a Natalia, someramente, lo que yo había escuchado. Y mi esposa, sonriendo, al tiempo que abría las piernas, mostrándome su depilado coño, recién bañada, me dijo. Solo quiero que me envidien un poquito. Yo que no soy de hielo, de inmediato me le fui encima, y tras besarnos, y acariciarnos salvajemente, me dediqué a mamar su sabroso coño, a medida que como costumbre, mi mujer, chillaba, y gemía a todo pulmón. Hasta que hice que disfrutase de un tremendo orgasmo, para luego de inmediato penetrarla. Sus gritos, risas, y fuertes comentarios, continuaron, mientras que yo como de costumbre, procuraba hacerla sentir feliz. En la mañana, al levantarnos fue al momento de desayunar, cuando apareció Beatriz, que me acordé que se había quedado en casa. Sus primeras palabras al vernos, fueron. Anoche como que la pasaron bien. Natalia sonriendo orgullosa, le respondió. Como de costumbre. Mientras que yo, me sentí, algo avergonzado. Eso pasó, y ya me había olvidado de ese incidente, cuando un sábado que Natalia salió con varias de sus amigas de compra, apareció en casa Beatriz. Con el cuento, de que se le había hecho tarde, y que pensó que las chicas la esperarían. La cosa es que venía vestida, como si fuera una puta, con una falda extremadamente corta, que sin mucho esfuerzo, podía verle tanto su culo, como su coño, ya que les juro que Beatriz no estaba usando nada bajo aquella corta falda, ni bajo la transparente blusa, que dejaba ver claramente sus llamativos, y parados senos. Y apenas estuvo bien segura de que estábamos solos, casi llorando me dijo. Marcial, tú no sabes lo mucho que yo sufrí la otra noche, que me quedé aquí. Mientras escuchaba, como se divertían los dos. Me dio una envidia tremenda, que casi estuve a punto de gritarles. Yo haciéndome el inocente le pregunté desconcertado ¿a qué se debía eso, y si había alguna manera en que yo pudiera ayudarla? Beatriz se me quedó viendo, y sonriendo, me dijo. Tú no tienes por qué saberlo, pero Juan mi marido, apenas y me toca, y cuando lo hace, para mí, es como un parpadeo. Ya que luego, que él se satisface, da la vuelta y se queda dormido, dejándome como si nada. Apenas terminó de decir eso, se me acercó, y levantándose la corta falda que estaba usando, me mostró su coño, diciéndome. Si realmente quieres ayudarme, ponme a gritar de placer, como pones a Natalia, y te juro, por mi madre santa, que no se lo voy a decir a nadie. En esos instantes, pensé. Natalia de seguro me va perdonar si se entera, al fin y al cabo, me ha hecho tanta promoción entre sus amigas, que no puedo dejarla mal parada. A demás Juan no es precisamente un amigo mío. Así que agarré a Beatriz por la mano, y la conduje hasta, el patio trasero de casa, y a medida que comencé a besarla y acariciarla por todo su cuerpo, la fui desnudando. No le di una buena mamada de coño, porque realmente no me provocó, por lo peludo lo que estaba. Pero a medida que la fui penetrando, la muy puta comenzó a gritar y gemir de placer, tanto que hasta pensé que de seguro estaba sobre actuando. Pero a medida que más le iba enterrando toda mi verga, Beatriz con más fuerzas gritaba, y movía sus caderas, al tiempo que yo no paraba de enterrarle toda mi verga dentro de su caliente coño. En cierto momento, cuando ella me pidió que le diera más duro, saque´ toda mi verga de su coño, y en un descuido de ella, se la enterré de un solo golpe por el culo. Beatriz, chilló con más fuerzas, al tiempo que con una de mis manos, agarré con fuerza, su peludo coño, y se lo estuve apretando con mí mano, hasta que ella, a medida que no paró de mover sus nalgas, debió disfrutar de un tremendo orgasmo. Cuando después de un buen rato, saqué mi verga de su culo, y tal como ella estaba, la puse a mamar, hasta que me vine dentro de su garganta, y boca. Luego de eso, descansamos por un momento, y ella bien contenta y satisfecha, se fue a lavar, y vestir, en el baño que tenemos en el jardín. Después de eso, en parte Beatriz cumplió su palabra, no se lo ha dicho a nadie, según ella. Pero ocasionalmente llega tarde, después de que Natalia sale con sus amigas de compra, de paso le recomendé a Beatriz que se depilase, cosa que hizo, lo mismo que Lucrecia, otra amiga de Natalia, que también se ha quedado a dormir en casa…..
Ambos iniciamos a besarnos con toda pasión, con aun más pasión que la primera vez, mientras nos besamos Armando comenzó a tocarme mi zona intima debajo la falda de mi vestido y como consecuencia a esto de inmediato me moje toda, ¡Quiero hacerte el amor! Me dijo suavemente al oído, -Lo sé y también quiero- le conteste.
Relato erótico enviado por putita golosa el 29 de August de 2010 a las 23:31:22 - Relato porno leído 513552 veces