...cuando ingresé me encontré con un panorama aterrador. Mi suegra yacía en el piso atada de pies y manos, amordazada e inconciente, mientras Ceci era sostenida por detrás, con una mano en la boca, ahogando sus gritos de desesperación, por un tipo encapuchado apuntando un cuchillo...
Relato
Estoy felizmente casado desde hacen ya 15 años. Con Angélica, mi esposa hemos formado una hermosa familia con dos hijos, de 13 y 9 años. Lamentablemente ha sucedido algo que puede terminar con tantos años de felicidad, y tantos proyectos aun por cumplir.
Como habíamos decidido realizar una ampliación en nuestra casa, esa mañana me fui al banco para hacer una extracción de tres mil quinientos dólares, los cuales debía destinar a la compra de materiales de construcción.
En el centro de la ciudad, estacione mi auto en una playa cubierta y me dirigí caminando hasta el banco a tres cuadras de allí. Al doblar en la esquina, encuentro a Cecilia, mi cuñada, esperando el colectivo de regreso a casa de mi suegra, donde aun vive. Luego de saludarla, le pregunto. ¿Y tu auto Ceci? Mi papá lo llevo a su mecánico para que le repararan la transmisión y me lo van a entregar recién mañana, contesto.
Los veinte años que le llevo de diferencia, han hecho que no tengamos muchas cosas en común, sin embargo nos une un cariño simplemente familiar, y confiamos mutuamente el uno en el otro como parientes políticos y nada mas. Le conté del trámite que debía realizar y la invite a que me acompañara para luego acercarla a su casa, aceptó de inmediato pues le quedaba el resto de la mañana libre.
Termine mis diligencias bancarias y nos fuimos conversando cosas triviales hasta llegar a su domicilio, en el camino me pregunto si quería tomar un par de mates con ella, al llegar. Acepte gustoso pues había desayunado muy temprano y ya tenia apetito, además pensaba saludar a mi suegra y comer unas tostadas con la mermelada casera que ella sabe preparar muy bien. Al ingresar, me fui directamente a uno de los baños pues venia aguantando las ganas desde hacia un buen rato. Allí saque mi fajo de billetes envuelto en un resumen bancario y los deje en una repisa junto al inodoro. Por casualidad, los deje olvidados pero no me preocupaba pues estaba en un lugar seguro. Me lavé las manos y fui a la cocina donde ya debía estar preparado el mate, cuando ingresé me encontré con un panorama aterrador. Mi suegra yacía en el piso atada de pies y manos, amordazada e inconciente, mientras Ceci era sostenida por detrás, con una mano en la boca, ahogando sus gritos de desesperación, por un tipo encapuchado apuntando un cuchillo sobre el vientre de mi cuñada. Quise, instintivamente, saltar sobre él pero sentí un fuerte dolor en mi nuca y no supe mas de mí, hasta despertar mareado y ya también maniatado, sentado en una silla del comedor, afirmado sobre la mesa y mirando hacia el living. Ceci sollozaba impotente, paralizada de horror, mientras, ahora eran dos, los encapuchados la sostenían, y esta vez la amenazaban con el cuchillo y un revolver, se reían de ella y amenazaban también con violarla delante de mí. ¡Paren muchachos! ¡Tomen todo lo que deseen y váyanse, no la compliquen mas, no le hagan daño! Les pedí a modo de ruego tratando de hacerlos entrar en razón. ¿Es tu hija? Me pregunto uno de ellos. Creí conveniente decirles la verdad. No, es mi cuñada. Respondí. ¡Mejor entonces! Dijo uno y tomándola de los pelos la puso detrás de uno de los grandes sillones de un cuerpo que hay en el living. El otro tomo sus manos y las extendió hacia abajo atándolas firmemente con una soga, a las patas del frente del sillón. Ceci quedo doblada por sobre el respaldo con todo su culo parado, y a penas podía asentar la punta de sus pies. Prácticamente le arrancaron el pantalón de jogging que llevaba puesto y junto con el, también el culotte, dejándola en bolas de la cintura para abajo. Quise ponerme en pie, pero caí de rodillas, estaba inmovilizado con las ataduras. Uno de ellos saco su verga fofa y se la pasó por el culo mientras le decía ¡te voy a hacer gozar pendeja! Parecía algo inevitable. Por suerte, el otro, mas calmado le dijo. ¡Pará gil, busquemos la guita y nos vamos que puede caer la yuta con todo este quilombo! ¿Dónde dejaste la guita guachín? ¡Hablá o sos boleta! Me dijo el mismo tipo ¿Que guita? Pregunte pero su respuesta fue un puntapié dirigido a mi cara que alcancé a esquivar y me dio entre el hombro y el pecho, dejándome sin aire y sin habla. Como no podía responderles me pegaron un par de fuertes cachetones en la cara y luego martillaron el revolver en mi cabeza. Pensé que era mi fin. ¡Está bien, está bien, llevateló, esta en el segundo baño, al lado del inodoro, en la repisa! Contesté antes que me mataran. Uno se fue a buscar el botín mientras el otro me tomo desde atrás por el cuello y con su filoso cuchillo cortó de un solo golpe mi cinturón, me bajó toda la ropa y me empujó hacia el sillón donde estaba Ceci. ¡Ahora quiero ver como te culias a tu cuñadita! ¡Maricón! Me afirmo sobre el culo de mi cuñada y empujaba con sus manos mi culo como bombeándola. Por supuesto, mi verga estaba más muerta que nunca con el cagazo. Como yo también tenia las manos atadas por delante, él estiró mis brazos hasta pasarlos por sobre la cabeza de Ceci quedando mis manos en su cuello. Gire mi cabeza y vi al otro ladrón, ya con el fajo de dólares en sus manos, reírse a carcajadas de la ocurrencia de su compañero ¡Dale puto! ¡O te la coges vos, o me la cojo yo y después la mato! Mi cuñada que seguía sollozando, pero sabía cual era el mal menor, y a pesar de mi resistencia, tal vez mas lucida o mas asustada comenzó a moverse frotando sus partes intimas contra mi pene. ¡Muy bien guachita, vos si que sos inteligente! Le dijo, ¡si gritas te mato! Y de un tirón arrancó de su boca la cinta que la cubría. Ella giro su cabeza hacia un costado para no mirarlos. Ceci, ¿que hacemos? Le susurré en su espalda. ¡Shhh! Me hizo callar por lo bajo. Ceci es una morocha alta delgada y con sus veintidós años tiene un culito parado y duro como dibujado por un artista, por razones obvias yo siempre he tratado de evitar mirarlo mucho, y tampoco pensar en él como objeto del deseo, pues es la hermana de la mujer que amo. Pero el haberlo tenido hace un momento desnudo ante mis ojos y ahora apretando mi pene y moviéndose con insistencia hizo despertar en mí los instintos de macho, y a pesar de la peligrosa situación en unos segundos ya tenia mi pija dura como madera, y apuntando hacia arriba se deslizaba por entre las nalgas de Cecilia. ¡Ya se te paró puto! ¡Ahora ensartasela en la zorra! ¡Dale carajo! Ordeno el depravado. Miré a mi cuñada debajo de mí y asintió con la cabeza pero sin articular palabra. Me retire un poco, flexione apenas mis piernas como para que la cabeza de mi glande calzara entre sus labios vaginales, y comencé a introducir lentamente mi pija en aquella tibia y húmeda cavidad, ella giro aun mas su cabeza para mirarme, pero con una mirada de tristeza y a la vez agradecimiento por estar haciendo aquel sacrificio mutuo para salvar nuestras vidas. Cerró sus ojos y emitió una exhalación cuando la penetré profundamente. Estaba todo dentro suyo. Quede ahí dentro por un instante. ¡Vamos carajo! ¡Bombeen los dos, y mas vale que no dejen de culiar por media hora o los degollamos a los dos! Escuchada la orden, obedecimos los dos y comenzamos a coger frenéticamente, para satisfacer los bajos instintos de los ladrones. De pronto escuchamos el ruido de la puerta de la cocina, al parecer huían. Nos detuvimos, y desde allí escuchamos ¡Vamos, no paren o matamos a la vieja! Seguimos cogiendo mas lentamente, yo pensaba en cualquier cosa que me distrajera para evitar eyacular dentro de Ceci, pero debo reconocer que ella se movía como una diosa, su vagina succionaba mi verga hacia adentro suyo. Escuchamos un portazo y al instante el sonido de una moto que se alejaba. Nuevamente detuvimos nuestro coito obligado. Como pude me erguí un poco y vi a mi suegra que seguía desmayada en el piso de la cocina. Tu mamá esta en el piso como la dejaron antes, no le han hecho nada mas, le dije a mi cuñada, para tranquilizarla. Pero no se si se han ido los dos. Nos quedamos quietos y en silencio por unos cuantos minutos, mi pija ya comenzaba a perder algo de rigidez producto del cagaso. ¡Se han ido Ceci! Le dije, entonces ella soltó un llanto ahogado. Calmáte Ceci, ya vemos como nos podemos soltar. Le dije pues seguía dentro de ella. El compás de su llanto hacia que su cuerpo se moviera y que su cavidad vaginal se contrajera una y otra vez. Esto despertó nuevamente mi excitación, y ya estaba al palo nuevamente sin quererlo. Perdonáme Ceci, no lo puedo evitar. No, Perdonáme vos Tony… (Silencio)
La tenia tan ensartada que no podía salir dentro de ella, y cada intento que hacia se convertía en una nueva bombeada que me excitaba más. De pronto sentí como mi cuñada suspiraba profundamente y su respiración se aceleró. Primero me pareció sentir que ella se movía milimétricamente y no precisamente para favorecer mi salida. Por las dudas, me equivocara, fingí continuar tratando de zafar de aquella posición mientras le bombeaba mas duro. Mi cuñada comenzó a acompañar mis movimientos y al instante suspiraba y sollozaba. Pensé, ¡claro! A ella se le habrá ocurrido que si eyaculo se me duerme el muñeco y podemos probar de desatarnos. Como dije antes sus contorciones succionaban mi pene hacia dentro suyo y no paraba de hacerlo ni de gemir. Me entregue entonces a disfrutar del momento. Y realmente lo disfruté, al bombeo se agregaron mis suaves mordidas e ni espalda y la base de su cuello. Pareció gustarle pues se mordía su labio inferior y se humedecía ambos con su lengua. Luego de unos minutos la escuche llegar a un orgasmo ¡Ayyy!!!! ¡Ayyy!!! ¡Mmmm..!!! ¡Ahhh….!!! Excitado a más no poder, me descargué dentro de ella eyaculando lo que me parecían litros de semen. Seguí así hasta caer exhausto sobre su espalda. Decidí quedarme quieto mientras mi pene quedaba exangüe y blando para poder zafarnos. ¿Estás bien? Pregunté como un boludo. Si, contesto ¿la ves a mamá? Me incorpore cuanto pude y mire hacia la cocina.
Si, ya despertó, ha logrado sentarse en el piso, afirmada en la pata de la mesa, pero esta de espaldas no puede ver hacia acá. Tratemos de soltarnos. Le dije.
Comenzamos los forcejeos para soltarnos pero de pronto observe que nuestros cuerpos se reflejaban en el vidrio del ventanal, a un costado, me quede mirándonos por un instante y esa imagen despertó nuevamente en mi, la pasión, mas aun cuando descubrí a Ceci mirar hacia la ventana libidinosamente. Apure la huida y logre con esfuerzo sacar mis brazos de su cuello, cuando lo hice ya estaba empalmado nuevamente pero esta vez erguido y con solo empujar de su cintura lograría salir. Fui sacando mi pene muy despacio para gozar del nuevo punto de vista que tenia de aquella situación irrepetible, con el hermoso culo de mi cuñada a mi alcance y disposición. Mi pija bañada en nuestros fluidos íntimos hizo un ¡Plaff! Al salir de su vagina, luego de un instante, no me pude contener y nuevamente se la metí de un solo golpe hasta el fondo. ¡Ahhh…!!! Exclamo ella. Y la saque inmediatamente. ¡Dale de nuevo por favor, metémela toda Tony…!!! Dijo, y esta vez mas cómodo, pudiendo acariciar sus nalgas duras que contraía y relajaba al compás de aquel inolvidable polvo la cogí con tantas ganas que ambos gritamos de placer.
De cómo logramos soltarnos luego, de que ahora no nos atrevemos a mirarnos a la cara con Ceci, y ni mi mujer ni mi suegra nos dirigen la palabra, forma parte de otra historia que aun no concluye, al igual que las declaraciones que debimos hacer en la Policía donde de común acuerdo mentimos un solo polvo, y el dinero que nunca apareció. ¿Los chorros? Supongo que bien. A ellos les debo un par de polvazos con mi cuñada que me costaron u$s 3.500
Si los llego a encontrar, seguro no sabre si hacerlos re-cagar a patadas o darles un abrazo e invitarles una birra.