la señora de mi jefe, mi mujer por seis meses

Don Paulo ingeniero jefe de la usina, un hombre de 48 años muy dedicado a su trabajo y a veces hasta olvidaba sus deberes de dueño de casa y marido por su trabajo. Casado con doña Débora una mujer de grandes senos, un maravilloso trasero aunque baja en estatura, mediría un metro sesenta de estatura.
Tenía un rencor contra su marido que se divertía y asistía a cuanta fiesta lo invitaban, pero a ella no la llevaba… de fiesta olvídate no me llevo a ninguna a pesar que en su oficina celebraban el aniversario y el fin de año. Yo en casa mientras el gozaba de estas fiestas… a mis 38 años enclaustrada en mi casa y sin hijos a cuidar.
Era tanto mi rencor con mi marido que no me dejaba tocar por sus manos, mis pasiones sensuales tenía que saciármelas sola con mi estimulador consolador, llevo casi un año sin saborear un coito. Hace seis meses más menos en el verano sediento de placeres gozadores me satisfacía con mi estimulante consolador masturbándome cuando sentí, al tener mis ojos cerrados por el placer del consolador y no miraba, sentí un placer al ser mi vagina masturbada por una lengua que me provocaba gran placer, miro y veo a mi perro alano de gran tamaño lamiendo mi sexo me llevo al cielo, deseaba mas y me abrazaba con sus patas tratando de meter su pene en mi, era un don pene lo cual me dio miedo y me conforme con su lengua…
Casualmente llega a la usina un chico de 18 años a realizar su práctica por seis meses, Pablo no encontró nada mejor que llevarlo a casa y arreglar el departamento que tenía lleno basuras y tiestos del vehículo en el garaje, para acomodarlo y tenerlo cerca para explotarlo en los turnos y en la usina, era un ingeniero técnico eléctrico en mantención de maquinarias y diseños industriales, en práctica.
No hubo problema ese fin de semana que ambos mas dos obreros de la usina adecentaron ese departamento. Quedo bueno y el lunes Leo el chico, así se llama, pinto su pequeño dormitorio y el baño que este tenía, esa noche para que no se mareara con el olor a pintura Pablo lo acomodó en la pieza de los alojados y lo invita a cenar con nosotros, nada anormal hasta que el llevar la loza ocupada a la cocina este chico me ayuda, en ella me miraba mis senos cuando me agachaba y se relamía, lo pillé mirándome y bajó su vista, nada dije... luego al agacharme para recoger unas cucharas que se me habían caído, al agacharme este se me aproxima y me espolea mi trasero con su paquete sexual con la excusa de querer ayudarme en el recoger de las cucharas, el sentirme fustigada en mi trasero me activa mis delirios apasionadas amorosas de mis hormonas, luego de tanto tiempo sin que mi marido me acaricie..., igual lo miré con ojos de reprobación, pero nada dije, continuo la cena sin mayores problemas, eso si que me sentía observada por el chico y eso me agobiaba de sentirme observada por estas miradas y casi inconcientemente comencé a jugar con él, me levantaba mis vestidos para que me viera mis muslos, luego al sentarnos en el living a conversar me senté frente de él y recogí mis pendas de vestir hasta mostrar mas de mis muslos y hasta mis delgados y diminutos calzones, vi como sus ojos se abrían hambriento de ver más de mi cuerpo en su mirada vi que me deseaba.
Olvidé que estaba mi marido y coquetee con el chico. Este estaba incomodo por la presencia de mi esposo, Pablo bebió varios tragos con nosotros y pronto le dio sueño, quería irse a la cama. Anda le dije luego voy yo, bailaré un poco con este muchacho ya que hace tiempo que no bailo y me voy a la cama, rezongo, pero igual se fue a dormir.
Mientras bailaba con este chico olvide que era una mujer casada, que era la dueña de casa, que este mozuelo que trataba de unirse sexualmente conmigo era empleado de mi esposo, olvide todo, solo quería ser disfrutada por este macho. En cada baile lo bailábamos más apretujados el uno al otro, sentía su pene abultar en su pantalón, ese muchacho me deseaba... me clavaba su miembro en mi vientre mientras bailábamos. Me estaba entusiasmando con las caricias de este púber macho. Advirtiendo el peligro de seguir en sus brazos le dije, me iré a dormir mi marido puede despertar y cuando se enfada es una bestia y tu sufrirás su ira en el trabajo.
El chico me dejo ir con el dolor de su pene que creo estaba desesperado por mi y lo tenía, se notaba, tieso y rígido, lo acompaño al patio para que cruce a su departamento detrás del garaje y bese disimuladamente como por equivocación sus labios, fue como un estallido en su cuerpo, sus brazos me envolvieron ciñéndome contra su cuerpo, y me besa con delirio, asustada me aparto y entro en casa camino a mi dormitorio.
Al día siguiente mi esposo le comunica al chico que estará de turno por la noche de 23,00 horas hasta las 7,30 horas en que entra el otro turno y él en la tarde le traerá las tareas que debe cumplir. Toma la camioneta y se va a la usina despidiéndose de mí con un breve beso...
Estaba vestida solo con una bata de levantarse y debajo una camisola que apenas cubría mi trasero, con los movimientos se me había abierto mostrando mis muslos y mi diminuto y transparente calzón de dormir. Mi marido no se había alejado ni unos metros cuando entramos a casa y este chico me abraza atracándome a su cuerpo y a la pared, sentí su pene espolear mi vientre, sus manos acariciaban mi cuerpo, no sabia si oponerme o dejarlo hacer, por último lo dejo y bien pronto me tenía desesperada y ardiente por él, este me lleva a su dormitorio en el garaje... caí sobre su cama..., aparta mi bata y baja sus pantalones. Su pene apunta hacia mi vagina y...
Sentía como esa maza de carne y músculos abría mis carnes vaginales apretadas desde casi un año sin uso, sentía que me estaban desgarrando mis paredes vaginales, era virgen después de un año despreciada por mi marido, me estaban desflorando nuevamente, me dolía, pero ese dolor me excitaba y me agradaba, que pene era ese duro, gordo, extenso y ansioso por poseerme, me sentía mujer deseada y comencé a mover mis cinturas como meses que no lo hacia apretando y soltando ese maravilloso miembro de mi muchacho que gemía feliz sobre mi cuerpo penetrándome con dureza y enérgicamente casi partiéndome en dos, estaba siendo cubierta por un adolescente, pero que adolescente, como entraba y salía de mi vagina, me estaba llevando a la cumbre de mis frenesíes carnales…, pronto gritaba y arañaba su espalda desesperada por un delicioso orgasmo que este muchacho había logrado de mi cuerpo con sus maniobras vaginales, me estaba entregando a un nuevo macho, un nuevo marido, un delicioso y delicado amante.
No se el tiempo que estuve gimiendo, suspirando…, ansiaba su leche en mi matriz, solo se que cuando esta comenzó a llegar era tibia potente y en gran cantidad, parecía un grifo abierto de cómo me llenaba de sus semen y sus derrames de espermas en mis entrañas, tenía un nuevo amo y señor de mi cuerpo..., mientras lo abrazaba, besaba, acariciaba a este macho que vaciaba sus emisiones en mi matriz, luego silencio y solo se escuchaban nuestras respiraciones alterada por el desplante apasionado amoroso que habíamos sostenidos. Lo abracé diciéndole desde hoy soy tuya eres mi macho y yo tu puta cuando desees de mi, dímelo, y yo me entregaré a ti.
Como me manipulaba, como me estremecía con su miembro escarbando en el interior de mis entrañas, me enloquecía, si no se alejaba de mi corría peligro acercándose y besándome excitaba aún más mi erotismo y casi sin pensar y sin poder aislarme de su cuerpo me tomaba entre sus brazos besándome entre mis senos y acariciando mi rostro caliente a más no poder de la pasión que despertaba en mi. Nuevamente soy penetrada por ese tieso y duro pene que el muchacho tenía.
No paraba de mover mis caderas salvajemente, indecentemente y mis estremecimientos fueron desvergonzados, escandalosos, me meneaba, me apareaba desesperadamente con todas mis fuerzas, mis caderas se agitaban lujuriosamente, estaba loca de placer, gemía y gritaba, me acariciaba, besaba, pero yo estaba activadísima, de decirle entre besos, manera seductora, le decía que parase, que me dolía mucho, pero lejos de detenerse, continuaba clavando con todo su pene dentro de mis calientes entrañas, gemía de placer. Clavaba mis uñas en su espalda, y él en mis nalgas. Después que mi cuerpo se sacudía y atiesaba con las llegadas de mis orgasmos quedaba exhausta en sus brazos era mi macho, era mi delicado y joven nuevo marido..., desde hoy soy su puta amante.
Cada día mi marido se iba en la camioneta y yo era llevada ya a su dormitorio ya al mío, en donde eran desgarradas mis entrañas con sus duras penetraciones, solo gemía y gritaba feliz de ser empotrada por un deseoso macho que descargaba en mi todas sus pasiones por poseer a una madura mujer, eran mis mejores momentos del placer de sentirme deseada, apetecida y acariciada por mi macho mi amante Leo, mi marido lo había traído a mi hogar para que me satisfaciera y como me satisfacía y a veces por la tarde cuando iba a dormir siesta, ya que trabajaba de noche, me llevaba a su dormitorio donde nos apareábamos como si fuera la primera vez, mi vagina estaba irritada de tantas penetraciones, pero yo era feliz.
Seis meses fui su amante, a veces toda la noche, a veces dos veces al día, dependiendo de los turnos de mi marido y los suyos, pero todos los días era penetrada y recibía gustosa sus efluvios en mis entrañas, esos tibios líquidos con que el juvenil macho desahogaba sus pasiones en mis entrañas... fueron los meses mas felices de mi vida.