La sobrina de la empleada III ( CON fotos)

La sobrina de la empleada III

Me despertó el gozo, el avance salvaje de mi semen brotando; al abrir mis ojos vi a una preciosa pendeja, flaca, deliciosas tetas, y una carita hermosa sobre mi pija: era Patricia, nuevamente.
Desde 12 días antes, ese era su dulce modo de despertarme.
Entonces fui hacia ella y empecé a acariciar sus senos, los chupé, mordí sus pezones, ya bien duros. La pendeja se sentó sobre mis piernas, permitiéndome lamerla mientras dirigí mis dedos a la conchita, mojadita. Giré mi cuerpo y lo coloque debajo de ella, para comer su delicia vaginal. Mi lengua recorrió cada milímetro de la concha, respirando sobre ella, empapándola de saliva, aspirando su clítoris de miel. Patricia gemía enloquecida.
- ¡Comeme la concha, chupámela!, ¡me gusta, me gusta mucho mi amor, me volvés loca, te amo, te amo! – gritaba la trolita.
Tras más de seis orgasmos de Patricia, me retiré de ella y la miré. Hermosa, estaba agotada, sonriente, dulcemente agotada por tantos placeres.
- Así me gusta putita mía: me encanta verte disfrutar, que gocés… -le dije sonriente.
- ¡Ay papi!; ¡me volvés loca!; ¡te adoro!...
Al otro día, mañana de sábado, sentí nuevamente una boquita caliente albergando mi pedazo. Continué con los ojos cerrados, disfrutando las lamidas sobre mi glande. De pronto casi grito de placer: la lenguita hacía presión sobre el agujerito del pene, y aliento caliente lo envolvía.
- ¡Patri!, ¡esto es nuevo!, ¡me va a saltar toda la leche! – exclamé.
- Lléneme de su jugo rico, señor; es lo que más quiero…
Abrí los ojos, sorprendido. Esa voz no era la de Patricia. Efectivamente: a mí derecha, unas tetas grandes me llevaron a una cara conocida.
- ¡Elsa!
Sin darme tiempo a nada, la empleada me sonrió lujuriosa, guiñó a su sobrina y ambas se abalanzaron sobre mi pija. Contemplé el despampanante espectáculo y sentí la verga latiendo endurecida.
Entonces me incorporé y con un rápido movimiento coloqué a Elsa boca arriba.
- ¿Me va a dar ese palote señor?
- Sí, pero a tu concha le falta mojarse… Patricia, chupa a tu tía…
La piba bajó a la vulva de Elsa. Yo me corrí al costado de la cama y las miré, acariciándome lentamente mi poronga.
Patricia picotea los labios vaginales de la tía, los olió, les dio e suaves golpecitos con la lengua, los acarició con la nariz y labios. Elsa empezó a retorcerse. Su sobrina chupó los labios superiores del coño, y con la lengua fue abriendo los labios inferiores. Y la empezó a coger con la sin hueso.
Mi empleada comenzó a largar juguitos hasta que estalló en dos orgasmos seguidos.
Era el momento que esperaba. Corrí a Patricia y apunté mi pene en el inicio de su concha lubricada de tantos fluidos vaginales que expulsaba. Se la clavé sin piedad y Elsa dio un grito. Y empecé a cogerla, se la metí y saqué con fuerza, cacheteando sus lindas nalgas y chupando sus tetas.
Sentí electricidad en todo mi cuerpo, estaba por acabar… Ordené a Patricia que acerque su boca a la concha de la tía, dispuesto a soltar mi semen en esa raja y la cara de la pendeja. Y largué el primer lechazo.
Elsa no quiso ser menos que su sobrina y engulló la pija. El segundo chorro se lo tragó. Luego, las dos, pusieron sus bocas en contacto con el glande; los otros chorros de leche fueron a sus caras, lamieron la verga y se besaron entre ellas, enchastradas en mi viril jugo…

(Continúa)