La tatuada…

En realidad la mayor parte de mi cuerpo por no decir que casi todo, hoy en día lo tengo tatuado con motivos japoneses, que son los que me fascinan, y vuelven loca, desde que entré en contacto con varios artistas extremos del tatuaje. De hecho el mayor tatuaje que tengo en mi cuerpo es de un dragón, de tres cabezas, luchando a muerte con un fiero guerrero samurái, que para que pueda ser apreciarlo en su totalidad, bueno debo estar completamente desnuda, pero no es de eso lo que les quiero hablar.

Debido a como mi piel es sumamente blanca, y por todos los medios evito exponerme al sol. Soy, como dice una de mis amigos, un cuadro policromado viviente. Por lo que cuando el periodista me pidió entrevistarme, al principio, hasta pensé en decirle que no. Ya que estoy cansada de salir con chicos, que al ver mis tatuajes, como que me agarran miedo, y dan por terminada la cita. Hasta hay más de uno, que me dijo que le parecía que yo, no me había bañado en mucho tiempo, por las manchas en mi piel, los muy estúpidos.

Pero volviendo al periodista, resultó ser un tipo apenas unos años mayor que yo. Realmente hasta ese día nunca había escuchado ni leído nada de él, pero aun y así me convenció de que por lo menos nos reuniéramos a tomar un café. A lo cual yo accedí, pero pensando como ya les dije, en decirle que no, que no estaba interesada en salir en el artículo que él escribía sobre los tatuajes, como expresión de arte extremo.

Pero apenas llegué al café, en el que habíamos  quedado en encontrarnos, nada más de ver la manera que admiraba algunos de mis tatuajes que llevo en los brazos, accedí gustosa en continuar con la entrevista, para lo que me dio dos opciones, o íbamos a mi casa, o en su lugar podíamos ir a su apartamento. Bueno comprenderán que aun vivo con mis padres, los cuales detestan mis gustos por los tatuajes, por lo que para no pasar malos ratos, accedí ir al apartamento de Ramón.

Bueno desde que nos encontramos no dejó de admirar, y decir que yo era prácticamente un lienzo viviente. Y un sinfín de bellas cosas, que me agrada escuchar. Ya en su apartamento, a medida que me fue entrevistando, comencé poco a poco a ir mostrando mis tatuajes. Por lo que desde un principio, me fui quitando la ropa. No toda de su solo golpe, que les quede claro, no soy exhibicionista, ni desnudista. Sino a medida que yo iba viendo su interés, poco a poco me fui quitando primero la blusa, luego la falda, luego las botas, y a medida que seguíamos hablando, me fui quitando el resto de lo poco que aun tenía puesto. Además me di cuenta, de que Ramón conocía ampliamente sobre el tema, por sus acertadas preguntas, e inteligentes comentarios.         

Aun tenía mis pantis y sostén puesto, cuando vio por primera vez aunque de forma parcial, a mi dragón de tres cabezas, y al samurái, luchando juntos. Fue en uno de esos instantes, que me pidió permiso para pasar sus dedos, por sobre la piel de uno de mis brazos, y mi hombro. Así que a medida que continuábamos con la entrevista, me preguntó que me motivaba a realizarme esos tatuajes. Yo la verdad es que no sabía que responderle, y para no parecer estúpida, y responderle simplemente que me gustaba, le dije algo así que esa era para mí la representación de la constante lucha entre el bien y el mal. Solo que en ocasiones, el bien lo representaba el samurái, y en otras el dragón.

Desde luego que me pidió, o mejor dicho casi me rogó, que me quitase el sostén para ver dos de las tres cabezas de mi alado dragón. Yo lo complací, pero no me esperaba que fuera a continuar con la tocadera. Pero como al tiempo que sus dedos comenzaron a rozar la piel de mis tetas, y suavemente sus dedos, manipularon mis pezones, la verdad es que no me provocó decirle que se detuviera.

Yo a pesar de estar semidesnuda, me sentía sumamente acalorada, por lo que cuando me ofreció una cerveza, no dudé en decirle que sí. Continuamos con la entrevista, además que comenzó, a fotografiar en detalles, los distintos tatuajes que tengo en mi cuerpo, después de pedirme permiso.  

Seguimos con la entrevista, y me pidió o mejor dicho casi me rogó, que le mostrase la tercera cabeza del dragón, así como la cara del samurái, que me fue tatuada en mi nalga derecha, mientras que la tercera cabeza del dragón, el artista la realizó entre mi bajo vientre, y la parte interna de mis muslos, así como encima de mi depilado coño.

Ramón continuó no tan solo realizando la entrevista, y tomando fotos en detalles de mis tatuajes, sino que además de manera experta, fue pasando sus dedos a todo lo largo y ancho de todos mis tatuajes. Así que cuando sus dedos se acercaron a mi vulva, yo por aquello de colaborar con la entrevista, y dejar que tomase buena fotos, abrí bien mis piernas, lo más que pude.

Así que a medida que continuó entrevistándome, alabando todo el trajo realizado, y reconociendo lo valiente que yo era por soportar largas horas de sentir como las agujas penetraban mi piel. Al mismo tiempo sus hábiles dedos, no dejaban de acariciar toda mi piel, incluso hasta prácticamente dentro de mi vulva. Bueno como se habrán dado  cuenta, yo no soy de hierro precisamente, y al sentir el cálido roce de sus dedos, sobre las diferentes figuras tatuadas sobre la piel de mis senos, pezones, y hasta de mi coño. La verdad es que yo misma, no pude aguantarme más las ganas de acostarme con él, y le pedí que me lo metiera.

Él se me quedó viendo, y sin decir más nada separando mis piernas, comenzó a besar la boca de la tercera cabeza del mi dragón. Al tiempo que con sus manos acariciaba las dos cabezas superiores, o sea mis tetas. Por un largo rato disfruté, de sus sabrosos lengüetazos sobre mi clítoris, de cómo me lo chupaba, arrancándome profundos gemidos de placer. Al tiempo que yo casi como poseída por mi propio dragón le pedía que me penetrase.

Después de que Ramón me hizo disfrutar, del profundo placer que me produjo al provocarme varios orgasmos. Comenzó con calma, a quitarse toda su ropa, fue cuando me di cuenta de que sobre su pecho, y parte de su vientre, tiene tatuado un gran caballero templario, sosteniendo un enorme y flameante espadón, cuya punta termina justamente sobre el miembro de Ramón.

Dirigió la gran y ancha punta de su espadón,  directamente a la boca de la tercera cabeza de mi dragón, al tiempo que agarrándome las nalgas, acariciaba el rostro del samurái. Eso sí sin dejar de meter en su boca alguno de los cuernos de las dos cabezas que fueron tatuado en mis pezones.

Yo la verdad es que hasta ahora no se si se ha publicado,  o no la entrevista que Ramón me realizó. Lo que si se, es que a los pocos días, cuando me bajó la regla, y nos volvimos a encontrar en su apartamento, sentí como su larga, y grueso espadón lo enterró justo bajo la cola mi dragón, lo que para mí fue todo un desconocido placer, y toda una gratificante novedad.

En mi vida aparte del doloroso placer que disfruté al sentir las vibrantes agujas con que me han tatuado todo mi cuerpo. Cuando Ramón me penetró, por el culo sentí  otro tipo de doloroso placer, que les confieso  que me ha vuelto adictamente loca, además hasta esos momentos, aun podía presumir, de por lo menos hasta ese día, de ser virgen, al menos por el culo, pero después de esa tarde, definitivamente dejé de serlo.