Mi nombre es Lidia, doy masajes a domicilio. Gracias a mi trabajo conocí a Coral. Nuestra relación era lésbica, y no me da pena decirlo. Aunque digo “era” porque la perdí y este es uno de los dolores más intensos que llevo en el alma...
Relato
Todo comenzó aquel domingo en la tarde cuando Coral y yo descansábamos en el sofá de la sala viendo televisión. Sonó el timbre de la puerta y acudí a abrir. Por el ojo de la puerta se recorto la figura de una hermosa mujer, supuse que se trataba de una vendedora, ya que cargaba una maleta grande. No era una mujer común y corriente, pues desde el primer momento su personalidad me impacto, y todavía más cuando escuche su cautivadora voz...
-¿Esta Coral en casa?
No se necesitaba ser adivina para deducir que era una conocida de mi pareja. Le permite que entrara y, efectivamente, los rostros de ambas se iluminaron de alegría, se abrazaron fuerte y fraternalmente. Coral me presento a Sandy, desde la infancia habían sido dos muy buenas amigas. Estreche la mano de la recién llegada y fue entonces cuando advertí una sensación especial que me recorría por todo el cuerpo. Hice todo lo posible para que Coral no se diera cuenta de mi repentina debilidad. La recién llegada era una rubia exuberante, a diferencia de mi pareja, quien era una hembra cimbreante.
Pero, bueno, ambas tenían el merito de la belleza. Esa noche, Coral preparo una cena en honor a la hermosa visitante, la cual elogio a más no poder lo estupendo que cocinaba Coral. Una vez en la mesa, las tres platicamos en franca camaradería durante varias horas, hasta que mi pareja sugirió que debíamos irnos a dormir, ya que al día siguiente tenía una cita para un nuevo trabajo que le estaban ofreciendo. Sandy accedió gustosamente, pues el viaje en avión había sido agotador, por lo que debía reponer sus energías.
Dispuesta a descansar, me metí en la cama. Coral y yo estábamos frente a frente, y con la ternura que la caracterizaba, con sus manos tomo mis mejillas y me trajo para besarme con la misma intensidad de muchas veces. Me dijo: “Hoy luces muy linda Lidia...” Cerré los ojos y, justo en ese momento, mi imaginación hecho a volar evocando el rostro de Sandy, sintiendo que eran sus carnosos labios los que besaban los míos.
Coral deslizo su boca sobre mi cuello, y una placentera sensación me recorrió la piel. Llego a la altura de mis senos y, eficiente; se apodero de uno de mis sonrosados pezones para succionarlo con delicioso ritmo. Las manos suaves de mi compañera llegaron a mi cintura, la amoldaron con sentidas caricias y luego continuaron su recorrido para llegar justo al triangulo de mi entrepierna. Allí, sus dedos juguetearon con mis relucientes vellos durante varios minutos. Lance un estremecedor suspiro y mi cavidad se inundo con mis jugos al instante. Los dedos de ella con monótono chasquido seguían entrando y saliendo de mí. “Quiero que seas mía como otras veces Lidia”, susurro. En mis oídos resonó la verdadera voz de Coral y la imagen de Sandy huyo de mi mente como por encanto, trayéndome de golpe a la realidad. La excitación también desapareció de mis sentidos. Coral lo advirtió de inmediato: “¿Qué pasa Lidia?”, dijo. Le comente que me sentía cansada, y ella lo creyó, sonrió y dijo que no me preocupara, pues siempre había más tiempo que vida. Volvió a su lado de la cama y, rápidamente, se quedo dormida. También cerré los ojos para conciliar el sueño, pero mi mente siempre traicionera se empecinaba en traer la imagen de Sandy.
Al día siguiente Coral se levanto temprano, se arreglo como solo ella sabía hacerlo y marcho a su entrevista de trabajo. Por mi parte, tenía una cita con mis clientes en la tarde, por lo que tuve la oportunidad de permanecer durmiendo unas horas más. Eran casi las doce del mediodía cuando desperté. Como era costumbre, al levantarme me dirigí al baño a darme una buena ducha para alejar la modorra. Mi sorpresa fue mayúscula cuando en dicho lugar descubrí a Sandy bajo la regadera, al tiempo que canturreaba una canción en francés. Fue así como tuve la oportunidad de admirar su escultural cuerpo, configurado por dos abultados y jugosos senos coronados por dos diminutos pezones que exhibían su delicia a través de la cortina de agua. Confieso que tuve el impulso de acercármele y con una mano agarrar en toda su extensión el hermoso abultamiento de su paquete vulvar, pero me contuve y opte por cerrar la puerta lentamente para que no se diera cuenta de mi intromisión.
Espere pacientemente a que saliera del baño. Cuando lo hizo solo llevaba una pequeña toalla en su cabeza con la que se secaba sus húmedos cabellos dorados. De hecho, ella propicio e hizo más intensa mi tentación al decirme que se sentía bastante maltrecha debido a las largas horas de viaje en el avión, por lo que si en ese momento podía darle uno de mis masajes para des tensarla. No tuve ni la más mínima oportunidad de negarme. Se tendió en el amplio sofá-cama, desnuda y de bruces. El panorama que se alzaba ante mis ojos me dejo extasiada por algunos instantes. Aquel era el trasero más hermoso que había visto en mi vida.
Luchando contra mi misma adopte un aire profesional y procedí a iniciar la sesión. Comencé por los músculos del cuello y continuando con los de la espalda, de esa manera hasta llegar a las montañescas nalgas, las cuales se alzaban desafiantes y voluptuosas. En tal lugar permanecí por largo rato, muy a propósito, hasta que llego el momento en que le sugerí que se volteara para continuar con mi rutina. Obedeció de inmediato y tuve la oportunidad de empezar a masajear sus firmes y protuberantes tetas. La sensación que entraba por la piel de mis manos era tan hermosa que me sacudía el cuerpo.
La rubia noto que mis manos se movían con una intensión especial y aprovecho para decirme a bocajarro que yo le gustaba mucho. Me hice le remolona fingiendo no haber escuchado. Pero mis manos estaban sobre sus caderas maniobrando afanosamente los músculos de su vientre. Fue precisamente en ese lugar donde mi vista se quedo extasiada contemplando los destellantes vellos dorados de su montículo. Nítidamente pude aspirar el delicado perfume que emanaba de su piel recién lavada y al acercarme un poco mas aprecie el aroma de su vagina. Aquello fue la gota que derramo el vaso, pues repentinamente me sentí un ave de rapiña y mi boca se dirigió a atrapar su presa: el sonrosado clítoris de Sandy.
Al tenerlo entre mis labios, ella lanzo un estremecedor suspiro y, al instante, con sus manos fijo mi cabeza en el objetivo. Para ese momento ya no me hice del rogar y comencé a succionar con monótono ritmo e hice que mi lengua se deslizara por ella, recorriéndola de norte a sur y de este a oeste.
Hundiendo alternadamente mi propia lengua en la sonrosada caverna para degustar el sabor agridulce de sus jugos. Repentinamente me aparte de su voluminoso sexo para dirigir mi boca a la suya y prodigarle un intenso beso. Lo que siguió fue una sesión de caricias mutuas y alternas hasta que llegamos al clímax de nuestros cuerpos. Sumamente fatigadas, quedamos cálidamente abrazadas en el sofá. Justo en ese momento se abrió la puerta y apareció Coral. Primero, se sorprendió visiblemente. Yo estaba avergonzada, pues había alardeado tanto de mi concepto de fidelidad que era la primera en caer en tal error.
Pero lo hecho, hecho estaba, y debía enfrentar mis errores. Justo en ese momento, mi pareja recupero la vertical y me dijo con natural serenidad que no me preocupara, que Sandy, antes de irse a Francia, había sido su pareja, y no le molestaba en lo mas mínimo que yo tuviera relaciones con ella. Por su parte, Sandy sugirió que podríamos hacer un buen “trió”. Por supuesto que no acepte, pese a todo, mis ideas no son tan extravagantes. Por eso, preferí alejarme de Coral. Desde luego, la extraño mucho, pero esto es una forma de expiar mis culpas.
Ese viernes fue el mejor de todos, porque desde entonces nunca me separo de mi amiga Lorena Con la que mas de una vez, y desde entonces nos hemos enloquecido de placer juntas!!!!
Relato erótico enviado por Anonymous el 07 de February de 2009 a las 22:46:05 - Relato porno leído 304567 veces
Mi nombre es Antonia, pero mis amigas me llaman tan solo Ant, cuando llegué a casa de Valeria mi amiga, me encontraba llorosa, triste y bien deprimida ya que me novio, momentos antes, sin más ni más, me dijo que terminaba conmigo, y que no lo buscase más. No me dio razones, y simplemente se montó en su motora y se marchó. Dejándome toda confundida y sin saber qué hacer, fue que me di cuenta que me encontraba cerca de la casa de Valeria, y me llegué hasta su casa, buscando consuelo, pero al tocar la puerta, salió su madre la señora Estela, únicamente cubierta con una pequeña toalla de baño alrededor de su cuerpo, pero nada más al verme, sonriendo me dijo, que Valeria había salido con su padre y regresaba a la noche. Fue cuando sintiéndome más sola y abandonada, estallé en llanto, Estela al verme en esas condiciones, de inmediato me hizo entrar a su casa.
Relato erótico enviado por Narrador el 24 de October de 2009 a las 11:09:24 - Relato porno leído 127189 veces
Acariciándonos nuestras piernas hasta que ya estábamos lo suficiente calientes nos quitamos nuestros calzones y comenzamos a mamarnos nuestras vaginas y a besarnos.
Relato erótico enviado por Anonymous el 22 de July de 2009 a las 23:49:21 - Relato porno leído 110308 veces