la tía Muriel

Muriel una mujer de 32 años que lleva casada con Joel de 44 años, desde hace siete años, dos hijos de cinco y tres años, pero hoy es despreciada por Joel por que tiene una operación en la pierna derecha a la altura de su muslo en donde quedó una fea marca y todo esto debido a un golpe que sufre al ayudar a su marido en cargar una camioneta.
Es una mujer bien parecida y si no sube sus faldas nadie sabe de su problema de marca en su muslo…, pero el ingrato marido que tiene la humilla por su marca… de esto han pasado ya dos años y ella se siente despreciada.
Visita la casa del hermano de Joel, Juan un simpático personaje de 48 años, este tiene tres hijos una de 18 años de edad y los chicos de 15 años Leandro y 11 años Carlos.
Leandro desde dos años cuando sufrió el accidente y operación que le gusta acompañarla y le gustaba curarle la pierna hasta que Muriel se dio cuenta que Leandro se excitaba al cambiarle las vendas y lo alejó de su herida y desde esa época que Leandro cuando puede abraza y acaricia su tía y aun mas le dice a Muriel que él hará lo que ella quiera con su persona por que él la quiere mucho… Muriel lleva ya dos años sin sabr de caricias masculinas, su cuerpo si lo abrazan se excita.
Van al río Muriel no desea sacarse sus vestidos por su herida, pero sus sobrinos le dicen que ellos no la miraran por la herida sino por ser una exquisita mujer, así se lo le dice, Leandro.
Recostada después de refrescarse en el agua en el pasto de la rivera del río Leandro la tenía acomodada apoyada en su dorso. Pasaron 10 minutos. 15 minutos. 20 minutos
Seguían igual. Ella acariciando su pelo. Él acariciando su brazo. Ambos con los ojos cerrados. La mujer estaba muy a gusto. Feliz. Pero entonces se dio cuenta de algo. Algo con lo que no contaba. Algo que podría destruirlos a los dos. Leandro estaba excitado al tener su cuerpo apoyado contra el suyo…, su sobrino estaba ardiente de pasión por ella
Muriel se dio cuenta de que su sobrino estaba enamorándose de ella. En ese momento, cuando ella fue consciente de eso, él susurró, apenas audible. Te quiero.
Asustada por lo descubierto Muriel trata de levantarse diciéndole al oído, recuerda que soy tu tía, se lo impide el sobrino abrazándola por sus hombros, ahora le susurra en sus oídos eres mi hembra, mi mujer… espera le dice estos se van a ir pronto…
Minutos después se van quedando solo ella y Leandro…. Le espera se le hizo eterna. Cuando pasó el tiempo establecido, y estos marcharon. A tientas se sube sobre el cuerpo de su tía el sobrino, la abrazó entre sus brazos susurrándole que la deseaba, Muriel trata de escapar, pero su cuerpo no responde se sentía a placer entre esos brazos y las caricias que recibía…, dos años sin caricias y ahora este sobrino se los daba con pasión y caliente por su tía… El resto de esas horas del día aprovechaba el sobrino cada oportunidad que tenían para besarse, para tocarse. Los dos sufrieron una gran decepción cuando la madre del chico llega y no se va a dormir la siesta. Tenía ganas de cháchara y Muriel se vio obligada a dársela, a lo menos media hora, mientras hablaba con la madre del chico Muriel sentía como disimuladamente este macho la acariciaba sobre todo sus piernas que tenia cubierta por la toalla. Se va la madre y Muriel llama la atención a su sobrino Leandro por excitarla mientras conversaba con la madre, sobándole las piernas.
Muriel estaba maravillada. Conocía a su sobrino que era hasta ayer un chico tímido, callado, sin experiencia. Y ahora le había dado el mejor manoseo de su vida. Su vagina llena de sus fluidos excitados por una cópula y su sobrino comienza a filtrarse con dos de sus dedos en su vagina, sin parar, llevándola nuevamente a un intenso orgasmo. Llevó sus manos a la cabeza de este y lo apretó contra ella. Levantó sus caderas y se cruzó sus piernas por detrás de este maravilloso hombre, permitiéndole a este chupar su vagina. Pronto llegaron sus orgasmos y estos llenaron su boca de su sobrino de líquido, trataba este de escaparse por la comisura de sus labios.
Como gozaba Muriel dos años abandonada por su marido y ella, la muy tonta, esperándolo siéndole fiel… hoy su el sobrino de este hombre la estaba descendiendo como mujer deseada…
A orilla de ese río, en medio de la vegetación de la naturaleza, ese chico la tenía semi desnuda y ahora se aprontaba a tener su primera relación sexual con su tía Muriel. Se quedó embelesado mirándola. Acostada, sobre la cama vegetal totalmente desnuda, su cabello alborotado sobre le pasto. Sus preciosas tetas sobre su pecho, su barriguita, su pubis. No veía su coño, la tía lo tapaba con uno de los muslos. El macho se preparaba a penetrarla… La espera se le hizo eterna. Cuando pasó el tiempo establecido… el macho bajo una de sus mano lentamente por el suave cuerpo de Muriel hasta llegar su tesoro su vulva. Ella la recibió abriendo las piernas… gimió satisfecha…
Los ojos de Leandro se iluminaron. Bajó sus labios y la besó. Muriel abrió las piernas, dispuesta a recibirlo. Él se puso en medio de ellas, se cogió su pene y la acercó a la vagina. La pasó de arriba a abajo, haciendo gemir otra vez a su tía… Muriel lo ayudó, cogiéndole su pene y dejándola justo en el sitio.
Cuando el duro miembro resbaló dentro de las cálidas paredes de la vagina, los dos entrecerraron los ojos de placer, Leandro se dejó caer hasta que sus pubis chocaron… todo su extenso pene estaba dentro de la vagina de su tía. La besó con pasión y ella lo abrazó.
¡Ah! que rico se siente tu miembro dentro de mí...ahora... hazme tuya Leandro. Hazte un hombre dentro de mí… lléname como macho…, aparéate, lentamente con intensidad el sobrino ahora su macho amante, la poseía, su pene resbalaba en el interior de su vagina arrancándole gemidos de placer y dolor, después de dos años su vagina era dilatada nuevamente, escapaban de ambos combatientes gemidos de placer, poco a poco el juvenil macho aumento el ritmo, sus bocas se besaban intensamente… aquel macho supuestamente inexperto la estaba llevando a un intenso orgasmo. El pene del macho golpeaba duramente en su vientre una y otra vez salía y volvía a meterse en sus carnes vaginales
¡Ah… Ah… gemía Muriel!, Leandro resollaba en plena función de macho semental aporreando a su tía en las pasiones del coito…, cuanto gozaban satisfaciéndose los dos cuerpos en su entrega.
El placer de estar satisfaciendo a la mujer que tanto deseaba era lo mas grande que le había pasado a Leandro, sus músculos empezaron a tensarse se aproximaba la entrega de sus leches, pero podía dejar embarazada a su tía, se detuvo y trató de salir para vaciar sus espermios fuera de ella, tía que placer…, voy a vaciarme…
Muriel también estaba ya al borde del orgasmo, el responsable de su sobrino iba a sacar de su vagina su pene y se arrojaría afuera su leche. Muriel se rebeló. No quería eso. Quería sentir dentro de ella las contracciones de ese pene , sentir como vibraba ese miembro arrojando en su matriz sus espermas testiculares. Con sus piernas rodeó su cintura y apretó. Leandro intentó salirse, pero no pudo. Dame tu leche dentro de mí le dice Muriel es mía la deseo así…
Leandro dejó de luchar, la tía liberó sus caderas y él le clavó su pene hasta el fondo. Se quedó quieto y estalló. Su miembro empezó a inundarle el fondo de la matriz de su tía, que al sentir los calientes chorros que empezaban a llenarla, soltó sus fluidos junto con él.
El mundo entero se paró. Sólo existían ellos. Sólo existía el placer. El placer de llenarla a su tía con una abundante leche proveniente de sus testículos. El placer de recibir chorro tras chorro de tibio semen en lo más profundo de la vagina enloqueció a Muriel. Compartieron largos segundos de placer. Sus ojos se abrían para mirar los ojos del otro y se cerraban nuevamente.
Primero terminó el orgasmo de Leandro. Luego la vagina de Maribel se lleno de espasmos. Al poco, los dos se besaron, ahora, con suma ternura. Ella le acariciaba el cabello. Él, los brazos. Eran desde hoy marido y mujer, uno del otro, él el amo, ella la esclava de sus barbaridades sexuales. Este fin de semana tres veces fue su mujer su tía. Ella feliz recibía los embates de las duras penetraciones de su nuevo marido su sobrino Leandro. Un muchacho que satisfacía plenamente a Muriel.
El próximo año Leandro tenía que ir a la ciudad a estudiar, Muriel sabía donde lo alojaría y quien sería el amo de su cuerpo.