Cuando finalmente se fue mi hija y me quedé solo, me senté en el sofá medio aturdido, todavía conmocionado por lo que había pasado entre ella y yo. ¡Qué barbaridad!! Pensaba al mismo tiempo que había sido una locura en todos los sentidos, por el placer inmenso que había tenido y también por la sensación de haber hecho algo indebido. Me fui tranquilizando poco a poco hasta que vino mi mujer. Cuando entró en casa y la vi tan atractiva como siempre me dije que esa noche, solos los dos, porque la niña y el niño habían salido (sábado noche, sábado sabadote), nos lo íbamos a pasar teta.
En efecto, yo seguía muy excitado con el recuerdo de mi hija y nos pasamos varias horas follando. Mi mujer estaba algo extrañada por la fuerza que yo ponía en los embites y me decía, picarona y guasona, que qué era lo que me había puesto tan burro esa noche ¡si yo le contara!!! Era un secreto total, un secreto entre mi hija y yo, que nunca (o eso pensaba yo en ese momento ingenuamente) lo iba a saber nadie.
Cansados ya al final de tanto monta monta tanto, acabamos dormidos sin que nuestros hijos hubieran llegado a casa todavía.
A la mañana siguiente me desperté otra vez enfebrecido, como de costumbre, para qué voy a decir otra cosa. Las mañanitas de los domingos sobre todo es lo que tienen, que con todo el tiempo del mundo y con tranquilidad y sin prisas, te despiertas levantado el mástil y dispuesto a darle su merecido a tu mujer, que tienes a tu lado pidiendo guerra aunque esté medio dormida, como la mía, que casi siempre era yo quien la despertaba a base de toqueteos, magreos, me encanta ponerle mi polla dura y gorda en su cuerpo, acariciar su piel con mi picha, ensartarla poco a poco por detrás, ella ofreciéndome su culazo espectacular, yo cogiéndole sus hermosas tetas todavía firmes y desafiantes mientras le paso mi polla por entres sus piernas, notando su coñito húmedo y ardientes, esperando que entre en su cuerpo casi dormido...hmmm...todo eso estaba pasando esa mañana de domingo como otra cualquiera, pero para mí era bien diferente. Sabía que mi hija estaría durmiendo en su habitación, no muy lejos de la nuestra, y tal vez estuviera despierta, quién sabe!!! O la despertaríamos con nuestros gemidos y gritos, con el ruido de la cama al follar, con los botes que pegaba mi mujer encima de mí mientras se metía toda mi polla hasta la garganta. Precisamente de eso me estaba acordando en ese instante, recordaba cuando mi hija la tarde anterior me reprochaba que "bien que follábamos su madre y yo haciendo un montón de ruido sin vergúenza ninguna" y yo me ponía cada vez más caliente y más becerro, miraba a mi mujer con ojos de gorila en celo, la follaba sin descanso, le metía mi polla por delante y por detrás, a cuatro patas, en todas las posiciones, mientras yo seguía pensando, no me podía quitar de mi cabeza la escenita con mi hija el día anterior, era como si estuviera deseando que apareciera por la habitación y se uniera a nosotros en el festival de sexo en estado puro que estábamos gozando. Me preguntaba: Si está despierta ¿qué estará pensando o haciendo ella? Hmmm, la imaginación se desbordaba y me excitaba más y más a cada momento.
Una vez terminamos también esta batalla campal había que levantarse y pasar por algo que empecé a calentarme la cabeza una vez ya estaba algo más fría tras descargar toda mi rabia y mi lujuria en mi mujer. Y esa cosa no era otra que la reacción que iba yo a tener al ver a mi hija tras lo ocurrido la tarde anterior, y también, claro está, la reacción de ella. ¿Qué iba a ocurrir entre nosotros? ¿Cómo nos íbamos a mirar? Era algo que me producía a la vez, inquietud y excitación. ¿Pensaría ella algo similar, tendría la misma preocupación que yo? Hmmm, tal vez esto os lo pueda desvelar ella misma.