Después de que mi suegro me cogio en la noche de bodas, me desvirgo analmente, ya qué el menso de mi marido no me complace completamente o más bien muy poco.
Relato
Hola de nuevo, soy Maya, ya hace mucho les conté como es que me cogió mi suegro en mi misma noche de bodas, todo por culpa de que el menso de mi marido prefirió ponerse hasta las manitas antes que cumplir con su mujer.
Todo ese día transcurrió muy lento, mis pensamientos me atormentaban, me sentía sucia y ruin, no me explicaba como es que un poco de alcohol haya sido suficiente para no oponer la suficiente resistencia para dejarme coger por mi suegro. Busque evitar en todo momento a su familia, sobre todo a mi suegro, ya que hasta me había asegurado que hoy me iba a dar por mi culito. como pude convencí a Tulio para estar en la habitación todo el día, era domingo recuerdo, en la noche que salimos a cenar con toda la familia reunida, traté de no separarme ni un segundo de mi marido, no quería quedarme a solas con mi suegro, aun sentía adolorido mis labios vaginales, todo mi interior aun se estremecía después de haber tenido ese enorme trozo de carne venosa dentro. Estando todos en el jardín en la plática, aguanté todo lo que pude pero las ganas de orinar me vencieron y me tuve que disculpar para ir al tocador, mi suegro vio esa oportunidad y justificándose que iba por más bebidas, se metió a la casa. Cuando iba saliendo yo del sanitario, mi suegro me volvió a meter dentro y me cubrió la boca con su mano tosca para que no gritara, me arrinconó a la pared mientras que con su otra mano me manoseaba bruscamente por encima de mi tanguita mi clítoris, me besaba el cuello, mordisqueaba, entré en pánico, que tal si llegaba Tulio y se daba cuenta, el escándalo que se iba a armar, mi corazón latía a mil por hora. Mi suegro, que su nombre es Heriberto pero que todos solo le decían Beto, me susurraba al oído- verdad que te gusta?, si ya sé bien que eres una zorra bien putita, di algo y todo el mundo se enterará que tu me calentaste- sollozando le dije que no diría nada, pero que por favor, que ya me dejara. Quitó su mano de mi boca y me besó metiéndome su lengua hasta el fondo de mi garganta, mientras me levantaba el vestido, dejo al descubierto mis duras y redondas bubis, ufanándose de que me las había dejado sus chupetones en ellos. Volvió a comérselos como quiso, su mano que ya había hecho mi ropa interior a un lado, la restregaba con fuerza, mi cuerpo paso del miedo a la excitación y me empecé a humedecer, se dio cuenta y metió sus toscos dedos en mi conchita, me dedeaba frenéticamente, después de un rato sacó su mano y la llevó a sus labios, saboreó mis jugos vaginales con su lengua-que rico sabor tienes zorrita- me decía, desabrochó su pantalón y dejó salir su enorme y moreno miembro que ya también desprendía su líquido seminal, me levantó con una facilidad increíble, a pesar de sus sesenta años, se conservaba muy fuerte, me hizo a un lado la tanguita y me dejó caer sobre su cosota, mi puchita sintió otra vez ese enorme miembro y empezó a palpitar, tratando de lubricar para que resbalara con más facilidad , me daba con muchísima fuerza mientras que con su boca me succionaba mis pechos adoloridos, mi cuerpo se empezó a convulsionar del orgasmo que me estaba haciendo sentir, mi vagina se contraía delicioso y eso hizo que Heriberto, mi suegro, explotara dentro de mí, inundando con su leche espesa mi adolorido útero. Esos diez minutos fueron increíbles, mezcla de temor y deseo, mis piernas temblaban sintiendo los espasmos de mi orgasmo. Me recompuse y le dije a mi suegro -esto ya no se puede volver a repetir, no le puede hacer eso a Tulio, el es un hombre muy bueno- el muy desgraciado me dijo – es un tonto, por no cuidar mas a su mujer, ya buscaré la manera para venir más seguido y ahora si darme el tiempo de coger ese culito, no creas que te lo perdonaré-, se acomodó su pantalón y salió del baño, dejándome con su esperma escurriendo por mis piernas. Tomé una toalla y me limpie, fui a mi recámara y me cambie mi tanga y mi vestido, me puse perfume para disimular mi aroma a sexo y volví con ellos al patio.
Por la mañana se marcharon todos , inclusive mi marido se fue a trabajar, quedándome hundida en mis pensamientos toda la mañana. De no haber sido por la campana del carro recolector de basura, no me hubiera levantado de la cama, me puse unos leggins y una playera, salí a tirar las bolsas de basura que había quedado de la fiesta. Uno de los ayudantes que recogían la basura se ofreció a ayudarme. Sin duda, mi carácter de casada parecía atraer más a los hombres, pues este tipo no dejó de verme en cada descuido que tenía mis nalgas o mi vulva que se marcaban en mis leggins ajustados que traía. Todo esto me causó un poco de morbosidad.
Pasaron las semanas y mi vida se volvió una rutina aburrida, Tulio serio, cortes y lindo como siempre, en la cama la mayoría del placer era para él. Casi siempre de tomaba de misionero o de a perrito, no me daba mas diversidad, ni calidad, mucho menos cantidad. En fin, un día me llegó con la noticia que de la empresa lo habían designado para ir una semana a unas capacitaciones a la Ciudad de Monterrey (por cierto no les dije que soy Michoacana), pero la sorpresa mayor fue al decirme que su papá, Heriberto, venía a unos asuntos de legalización de sus propiedades, que se quedaría un par de días en nuestra casa y que desafortunadamente mi suegra no podría acompañarlo. Mi rostro palideció, no quería estar a solas con él, le pretexté que iría a casa de mis padres, pero me pidió de favor que aunque sea me quedara esos dos días ahí para apoyarle en lo que se pudiera. En mi mente sobradamente sabía que mi suegro lo único que buscaba era saciar su hambre sexual. No insistí más, aunque no me gustara aceptarlo, ese hombre si me llenaba y con excesos.
Llegó el tan dichoso día, llegó Heriberto con sus maletas, esa noche le preparé la cama de huéspedes y mi marido para colmo, ni una noche de sexo me dio. En la mañana siguiente , después de desayunar se fue muy temprano a Monterrey. Regresé a mi habitación a seguir durmiendo, cerca de las diez de la mañana me desperté y me fui a dar una ducha, mi cuerpo se aceleró al imaginar que en algún momento del día Heriberto me buscaría para darme desenfrenadamente una sesión de sexo, use el perfume más provocador que tenia y me unté de crema el resto de mi cuerpo, quería darle el placer de aspirar mi aroma mezclada con lo dulce de mis lociones. Cuando salí de mi recamara pensé que mi suegro aun dormía, me dirigí a dejar mi ropa al cuarto de lavado, y sorpresa que me voy llevando pues mi suegro se estaba masturbando con una de mis tangas. Me puso al mil y sin tanto rodeo le dije que mejor dejara eso y le diera con todo a la dueña de esa prenda, ósea a mí. Se miro sorprendido, pero sin más se acercó a mí y tomándome por la cintura me pego a su cuerpo, su miembro durísimo se clavó en mi abdomen, lo sujeté con delicadeza para lubricarlo con su mismo liquido que ya escurría. Le planté un delicioso beso mientras soltaba el listón que sujetaba mi bata, dejando al descubierto mi cuerpo; me dio una agasaje riquísimo, me magreaba mis redondas nalgas, hurgaban sus dedos en mi sexo, sus labios se prendían furiosos a mis tetas, me apretujaba con deseo salvaje. Nos fuimos a su habitación, ahora yo tomé la iniciativa, le pedí que me abrazara, que me llevara pegada a su cuerpo como la primera vez que me cogió, pegada mi espalda a su cuerpo, la arquee y mis nalgas instintivamente atraparon ese enorme trozo de carne, estaba calientísimo y babeante. Llegamos al cuarto y le comencé a quitar toda su ropa, lentamente mientras saboreaba cada parte que dejaba al descubierto. Lo tumbé sobre la cama y le besé todo su cuello, sus brazos, su pecho, su viejo abdomen, hasta llegar a su enorme trozo de verga, estaba que parecía querer explotar, recorrí como nunca cada centímetro de ese miembro, su olor era exquisito, mi lengua saboreaba su glande rojísimo, que contrastaba con ese falo color chocolate y ese par de bolas enormes y negras. Jadeaba lleno de la excitación y placer que le estaba proporcionando.
En uno de esos momentos que mi boca intentaba engullir su pene, con sus manos sujeto mi cabeza intentando que me la tragara toda, ni siquiera pude con la mitad de ese monstruo, casi me ahoga, di arcadas queriendo vomitar, le dije no te pases, no ves que mi boca es pequeña y tu tienes una cosota enorme, casi estaba de gruesa como un bote de cerveza y con una cabeza que parecía un arpón, lo que más me gustaba es que como no estaba circuncidado, mi lengua bajaba su prepucio, escondiendo y descubriendo su cabeza. Me tenia loca ese hombre. Después de un buen rato me tocó a mi recibir placer, su boca parecía querer destrozar mis pechos, mi cuello fue victima de su boca, me dejo toda marcada, no me importaba, al fin que iba a tener una semana para que se borraran. Su boca y su lengua volvieron a entrar en mi cuevita, volviéndome loca, gimiendo como una perra en celo, en un movimiento brusco me levantó de la cama quedando en un sesenta y nueve de pie, me sostuve de su cintura buscando desesperadamente su miembro con mi boca, entretanto que la suya seguía cogiendo mi conchita con maestría. Le suplique que ya me cogiera que ya necesitaba su miembro dentro de mi. Me colocó sobre la cama y abriéndome las piernas, nuevamente mis pliegues vaginales se estiraron al máximo para poder albergar ese grueso trozo de carne. Mis gemidos retumbaban por toda la casa, no me importaba si algún vecino o algún curioso escuchaba mi gritos alocados. Me hizo tener el orgasmo más rico que haya sentido hasta ese momento de mi vida, me convulsione como una loca, escurría mi conchita dejando brillosa esa barra caliente. me dejó descansar y luego de un rato me pidió que lo montara, esa posición no la había probado, agarre con mi mano su miembro que parecía arder, lo dirigí a mi cosita y me ensarté en el, sentí que me llegaba hasta el útero, dolía pero mis piernas no querían soltar a mi suegro, después de acostumbrarme a estar sobre estirada, lo tome del pecho y desenfrenadamente comencé a cabalgar frenéticamente, Heriberto me tomaba de la cintura y de mis nalgas, pegándome a su cuerpo, no quería que ni un centímetro saliera de mi puchita. Su boca mordía mis pezones que ya a esas alturas estaban enrojecidos de tanta succión. Casi después de cinco minutos de literalmente engullirme su verga exploté junto con él. Rendida y satisfecha quedé recostada sobre Heriberto, le daba besos de agradecimiento, me había quitado las ganas que traía arrastrando ya varias semanas.
Ya cerca del mediodía, nos levantamos y nos metimos juntos a la regadera, me nalgueaba y besaba a su gusto, era literalmente su mujercita, me enloquecía este hombre, me di el gusto de mamar nuevamente su herramienta con las gotas de agua cayendo sobre él, nuevamente se puso durísimo, me apoyaba en la pared de la regadera, me abría las nalgas y me metía una y otra vez su rico miembro en mi conchita que ya hasta rozada estaba de tanto mete y saca sin piedad. Cuando salimos del baño le mencione que le iba a preparar un desayuno, pero el muy sinvergüenza me llevó nuevamente a la cama y ahí en la orilla me puso en posición de a perrito, pensé que me iba a dar otra cogida a mi cuquita pero en vez de eso, con sus toscas manos me abrió mis redondas nalgas para comenzar a lamer mi culito, sentí electrizar mi cuerpo, se me erizó la piel, pues supuse lo que pretendía hacer, no ofrecí resistencia, esa mamada de mi culito estaba deliciosa, sentía como su lengua intentaba profanar mi virgen culito, las puntas de su barba sin rasurar de la mañana me estremecían al sentirla rozar entre en medio de mis glúteos, me estaba llevando a la gloria. Le pedí que fuéramos a mi recamara, porque ahí tenia un espejo enorme y quería ver mi cara de satisfacción cuando su cara se hundía entre mis nalgas, me acomodé de tal manera que levanté lo mas que pude mis caderas y acomodé mi pecho pegada al colchón, la vista era fenomenal, mis nalgas se abrieron en automático y mi suegro atrás amenazante con su miembro venoso ya estaba escurriendo el líquido seminal que brotaba de su pene. Volvió a acomodarse y comenzó nuevamente a lengüetear mi ano, la punta de su lengua rasposa remolineaba mi orificio anal, si hubiera tenido la lengua más larga hubiera sido capaz de cogerme con ella sin dificultad. Juro que ha sido la mejor lamida de culito que me hayan dado en mi vida. Ya extasiada de tanto placer, le pedí que ya me partiera con su garrote. Ya dame papi, le decía, soy tu puta, hazme gemir, préñame, hazme lo que quieras.
Me tomó por la cintura y empezó a restregar su pito en mi culito que ya de por sí estaba todo babeado, con las gotas de su semen me super lubricó, luego comenzó la punteada que al principio se sentía delicioso pero al cabo de unos minutos ya comenzó mi suplicio, mi suegro estaba vuelto loco, me mordía con desesperación la espalda, mi cuello, sentía su lengua dentro de mi oreja, me enchinaba la piel; era un goce total, me decía que nunca en su vida se había cogido a una mujer como yo, que mis nalgas aterciopeladas eran únicas, que parecían piel de durazno, que hasta mi culito sabia dulce, eso me excitaba más y más paraba las nalgas. La cabeza de ese enorme miembro inicio con la profanación de mi orificio anal, por más que abría con sus manos mis glúteos nada más no entraba, lo intentaba hacer con delicadeza, pero no cedía mi culito, era enorme esa barra de carne, muy gruesa. Volvió al juego de la lengua y mi culito pensó que la libraría, pero en eso lo que entró fue uno de sus dedos, nunca nadie me había tocado mi hoyito y mucho menos nadie se había adentrado en el. Estuvo cerca de un minuto jugando en círculos con mi culito hasta que me susurró al oído, ahora si ya te llego tu hora suegrita rica. Me apunto nuevamente con su pene y mi anito empezó a ceder, gemía de dolor, era intenso, me estaba reventando mi esfínter, traté de aguantar lo más que pude pero al final me hice hacia el frente para liberarme de ese dolor. Me volvió a tomar de la cintura y va de nuevo, fueron casi cinco intentos fallidos, cuando en una de esas, me jaló con fuerza hacia él y entró con fuerza la punta de su enorme miembro en mi culito. di un grito desgarrador al sentir como me desvirgó mi ano. Apreté con fuerza el colchón y mordí las sábanas con desesperación, tratando de mitigar tanto dolor. Se acopló a mi espalda mientras me decía, tranquila Mayita, entrando la puntita ya el resto será nada. Eso fue una verdadera mentira, pues después de unos instantes comenzó a destrozarme por dentro, mientras avanzaba metiendo su enorme miembro en mi culito, sentía que me partía en dos, mis lagrimas comenzaron a brotar producto del dolor y del arrepentimiento. Casi me desmayé por semejante dolor, por más que intentaba relajarme para acostumbrarme a esa invasión, no podía; su miembro parecía crecer mas y más. me susurró al oído que ya solo faltaba casi la mitad, que cooperara para que no sufriera tanto. Que mi culito era sin duda el más apretadito y rico que se habría comido en toda su vida; me sentí orgullosa, yo sabia que mi cuerpo siempre había sido el deseo de muchos, sobretodo mis redondos y respingados glúteos; y aquí estaba, siendo empalada por un viejo, que dicho de paso era mi suegro. Lo que nunca llegue a imaginar. Estando en mis cavilaciones, no me di cuenta cuando me pasó un brazo tomándome del cuello y pecho y con la otra abriendo mis nalgas, porque en ese preciso momento me sujetó muy fuerte y arremetió contra mí, insertándome lo que faltaba de su monstruosa verga. Di un grito mas fuerte que el anterior, el dolor hizo que casi perdiera el conocimiento, entró hasta el tronco sin remordimiento, teniéndome prensada, con mi agujero completamente desbocado. Al cabo de un rato comenzó el mete y saca, primero lento y después más rápido, ya sin ninguna resistencia dejaba que me utilizara como el quería. Pasado momentáneamente el dolor, comencé a menear mis cadera intentando sentir placer, no lo conseguía, me dolía mucho, ya después de diez minutos el dolor se fue convirtiendo en gemidos y alaridos de placer, sin sacar su miembro me reacomodó y poniéndome de a perrito, no se puso de rodillas atrás mío, me montó literalmente, clavándome nuevamente hasta el fondo. Comencé a venirme a chorros, mientras Heriberto me metía hasta el tronco su polla. Sus huevos rebotaban en mis labios vaginales, generándome un placer inimaginable. Mis gemidos calentaron mas y mas a mi suegro, que al cabo de unos pocos minutos tuvo un escandaloso orgasmo, sintiendo el palpitar de su pene dentro de mi culito y lo caliente de su leche inundando mi interior. Me dejé caer completamente sobre el colchón y a Heriberto sobre mí, con su rica verga aun dentro de mí. Me quedé dormida, por un buen rato, desperté cuando Heriberto sacó completamente su miembro de mi culito. sentí al fin relajación y también como palpitaba mi hoyito. Bien lindo mi suegro, fue por una toalla y me limpio toda. Me volví a quedar dormida, Heriberto pidió comida a domicilio porque yo ya no pude levantarme nadita todo ese día. Al día siguiente amanecí toda adolorida y sin poder sentarme adecuadamente. Eso no le importó a mi suegro, pues en la tarde ya me estaba cogiendo nuevamente, aunque ese día fue solo por mi conchita. Como supuse, no solo fue por dos días, se quedó el resto de la semana cogiéndome a su antojo. Mi culito se acostumbró a no sentir tanto dolor después de tres cogidas consecutivas que me propinó.
Tulio regresó a los ocho días después y mi vida sigue llena de placer pues mi suegro a veces cada una o dos semana viene a llenarme de placer. Lo único que ha cambiado y que mi marido ha notado es que mis caderas se ensanchó más y mis nalgas se respingaron más, pero el que las disfruta como quiere es mi suegro Heriberto y a veces unos amantes que luego les contaré.
Mi Madre, a sus 42 años, es una hembra que está rebuena. Mi Padre, un pobre idiota. Así que una noche decidí darle marcha a ella con mis amigos, mientras mi padre miraba..........
Relato erótico enviado por domo54 el 12 de December de 2008 a las 11:35:56 - Relato porno leído 315597 veces
Era un día normal, común y corriente, yo regresaba de la prepa, yo soy un chavo moreno, alto, con buen cuerpo, bien dotado y muy atrevido, no tengo novia y ese día fue uno de los mejores en mi vida
Relato erótico enviado por Anonymous el 29 de August de 2008 a las 13:06:42 - Relato porno leído 214751 veces
Mi nombre es Alicia, y hasta no hace mucho mi familia, y yo desde luego vivíamos en un retirado pueblo, en el que apenas y nos enterábamos de las noticias, ya que ni tan siquiera llegaba la señal de la Tele. Por lo que cuando nos mudamos a la ciudad, lo que más me impresionó fue el baile del perreo
Relato erótico enviado por Narrador el 04 de June de 2012 a las 23:00:35 - Relato porno leído 151532 veces
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