Lidia y Rocio mamá de Juan

Lidia en verdad era una mujer insaciable el arte del amor, vuelvo al día siguiente y vuelvo muchos otros días más, a lo menos dos veces a la semana ella copula conmigo antes de la llegada de sus hijos.

En verdad Lidia era una apasionada, entusiasta, ávida y ardiente mujer por satisfacer sus excitaciones carnales. La visitaba a lo menos dos veces por semana y ella siempre dispuesta, solo se preocupaba del horario por sus hijos cada encuentro era una verdadera batalla de disfrute del otro.

Me dejaba acariciarle su clítoris, ella gemía y se revolcaba en la cama moviendo sus caderas solicitando ser penetrada y saciada por un miembro al tiempo que de su sexo manaba una humedad que lavaba mis dedos ante estas caricias. Le metía la lengua en el sexo a esta mujer y bajaba mi cabeza hasta su sexo besando su cuerpo, esto la enloquecía a ella, como movía sus caderas en forma circular, mi miembro a crecido y engrosado se introducía en su vientre dilatándole al máximo su vulva hasta casi desgarrarla, lo cual la hace satisfacerse y la lleva a una fabulosa culminación de su entrega llegando a los orgasmos. Una vez satisfecha ella regaba su útero con mis chorros de semen bañando e inundando su matriz, llevamos ya tres meses de deliciosas entregas del otro al otro.

Lamentablemente Lidia fue de visita a casa de sus suegros por esta semana de vacaciones con sus hijos y he quedado solo, ardiente y con deseos de aparearme con una mujer siempre que sea madura, pues me encantan maduras y con hijos.

Vuelvo a mis amigos y un día de esa semana voy en busca de Juan mi amigo de 12 años a su casa, al ingresar al patio veo a su madre doña Rocío, que era una mujer delgada de mas o menos 30 años, mamá de Ana de 8 y Juan mi amigo, con poco atractivo, pero tenía un apretado trasero que admiraba, encaramada arrinconada entre los árboles cerca de una buhardilla donde lavaba a mano sus ropas, estaba sobre un cajón y se empinaba para alcanzar la soga se veían preciosas sus piernas delgadas en esa posición, pregunto por mi amigo y ella me informa que esta sola todos salieron y volverán tarde. Seguía encaramada y realizaba cada maniobra para colgar sus ropas que le digo, cuidado no vaya a caerse, me mira de arriba y sonriendo me dice entonces afírmame…, mis manos no esperan repetirse la orden y la sostienen en los momentos que la brisa levanta su bata delgada con que cubría su cuerpo mientras lavaba, y la afirmo con mis manos directamente contra la piel de sus muslos, se estremece sorprendida y me mira mientras la afirmo de sus muslos que al recibir el calor de su piel comienzan a acaríciala mis dedos suavemente…, que haces me dice…, la afirmo le digo y tiene Vd. maravillosos muslos la lisonjeo, digno de acariciarse y besarlos. Oye dice me estas afirmando o excitando…, si me permite le digo la excito al tiempo que beso sus muslos.., déjame me dice eres un niño y yo ya soy mujer casada…, me encantan las mujeres casadas y si tienen hijos me enloquecen…, cuando has tenido mujeres casadas entre tus brazos dice, si le contara, miento, no me creería como las acaricio y solicitan de mi que las satisfaga como su semental…, se baja del cajón y su pechera mojad se trasluce y esta sin sujetadores por lo que sus senos se ven pequeños, pero irrefutables en su dureza, se da cuenta de lo que miro y trata de cubrirse, como no he sacado mis manos de sus piernas las traslado a su entrepiernas acariciándole su vagina…, se mueve incomoda, mirándome a los ojos…, suéltame me dice, no le hago caso y por un costado de su calzón entran dos de mis dedos buscando su clítoris, mientras busco con mi boca sus labios para besarlos, trata de aparta su cara , pero no lo logra. Beso sus labios al tiempo que mis dedos atrapan su clítoris, se menea angustiada, pero no se aparta…, mantengo las caricias a su vagina y beso su cuello.., vuelve a decirme soy mujer casada…, si le digo y con hijos ya te dije que eso me enloqueces…, y sigo acariciándola y le digo eres deliciosa no se como tu marido no teme al dejarte sola, te puede perder al hacerlo…, eres un bombón le digo en sus oídos, ella solo sisea antes las caricias…, bajo sus calzones y mis dedos se mojan ante los líquidos que bajan por su matriz ardiente por las caricias…, por favor me dice déjame si no vas hacer nada por que me estas calentando…, al oírla se que se entregara y la llevo al cuartucho donde la acomodo sobre sus ropas por lavar y sin calzones es presa fácil al bajar mis ropas para ser penetrada por mi pene, despacio me dice que es muy grueso y duele, lentamente la voy penetrando y ella vacía sus efluvios sobre este para que la penetre sin dolor…, cinco minutos mas tarde ella sisea desesperada al tiempo que menea exquisitamente sus caderas ayudándome en la unión de nuestro apareamiento.

Como nos movemos entregándonos el uno en el otro, mi miembro a crecido y engrosado mas dilatándole al máximo su vulva hasta casi desgarrarla, lo cual la hace satisfacerse y la lleva a una fabulosa culminación de su orgasmo otro, diez minutos y ambos estamos mojados en transpiración saciándonos de nuestros ardores sensuales de pronto ella se atiesa y sollozando me abraza hasta casi dejarme sin aire a la vez que jada desesperadamente con el remate de su entrega y con un gutural gemido me entrega su cuerpo a que la deshonre a mi gusto… descansamos entre las ropas a lavar y ella me dice en verdad las mujeres te han entrenado muy bien en el arte de aparearte con mujeres mayores eres delicioso copulando creo que nos veremos seguidos en estos apareamientos si sabes callar, ahora ándate que tengo cosas que hacer. Espero que no comentes con Juan que compartes la cama con su madre, Rocío soy un caballero y los caballeros sabemos callar.

Con la llegada de sus vacaciones de Lidia creía solucionados mis problemas, pero esta llega asustada por que esta preñada, sabe que el crío fue implantado por mis espermios y teme encontrase conmigo.

Trato de encontrarme con Rocío, pero es difícil por sus hijos solo logro una vez más estar con ella en la cancha cuando ella acompaña a su marido a verlo jugar…, mientras este corre tras la pelota Rocío recibe en sus entrañas los ríos depositados por las mías en su vientre.