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Lo que comenzó como un juego, se convirtió en mi fetiche… ( CON fotos)

Relato enviado por : narrador el 20/11/2014. Lecturas: 9520

etiquetas relato Lo que comenzó como un juego, se convirtió en mi fetiche…  ( CON fotos)   Fetichismo .
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Resumen
Cuando era adolescente, pasando el día, en casa de uno de mis amigos, entramos al cuarto de su padre, y de su madrastra, a busca no se qué. Pero ya dentro de la habitación, de momento Eduardo se inclinó sobre una cesta de lo que entiendo era para la ropa sucia, y metiendo su mano en ella extrajo un par de pantaletas. Que desde luego debían ser de su madrastra.


Relato
Sin más ni más me entregó una a mí, mientras que él se quedó con la otra entre sus manos. Eran de color blanco, en tela de algodón, bien grandes por cierto. Bueno si las comparamos con las que usan las mujeres hoy en día, aquellas parecían un par de paracaídas. Y aunque la madrastra de mi amigo no era gorda, creo que era lo que se acostumbraba a usar en esa época, hoy en día estoy cansado de ver como muchas jovencitas, y mujeres no tan jóvenes, como que las usan de pantalones cortos.

Como supuestamente nos encontrábamos solos, al yo ver como mi amigo, se recostó sobre la cama, y agarrando aquellas pantaletas, sacó su verga, y mientras las sujetaba entre sus dedos, comenzó a masturbarse. Nada más bastó que me preguntase ¿Es qué no te atreves, o es que no te gusta? Para que yo de inmediato imitándolo hiciera más o menos lo mismo. Solo que yo me quedé observándolas más detenidamente, y me di cuenta, de una mancha amarillenta en el centro de las pantaletas justo a la altura del donde debería estar el coño de la madrastra de mi amigo, además había otras más pequeñas, como gotas, pero de color más oscuras. No sé que me llevó a olerlas, y fue cuando sentí ese sabroso aroma de mujer.

Eso y comenzar a masturbarme fue la misma cosa, así que mientras Eduardo, y yo nos hacíamos tremenda paja con las pantaletas de su madrastra, pasaron varios minutos. Cuando sentimos la voz de su madrastra y de su padre, por lo que abruptamente, interrumpimos nuestro digamos que juego. Mi amigo, y yo salimos rápidamente de la habitación, y el resto del día me lo pasé recordando no tan solo el aroma, sino también la textura de la tela, así como su color. Por lo que apenas llegué a mi casa, me hice una tremenda paja, con el recuerdo de las pantaletas de la madrastra de Eduardo.

Como a la semana pasé frente a su casa, y vi a la señora regando las plantas, pero ella al verme me llamó. Yo la verdad es que ignoraba para que me quería, pero apenas me pare frente a ella, le pregunté por mi amigo. Aunque la respuesta ya yo la sabía, estaba en casa de su mamá. Pero de inmediato su madrastra me dijo, necesito que me hagas un pequeño favor, Cirilo. Yo desde luego e dije que si aunque ignorando de que se trataba. Por lo que la seguí hasta su habitación. Fue cuando ella tras cerrar la puerta, me lanzó unas pantis sucias a mi cara diciéndome. La semana pasada los agarré a ti y a Eduardo, masturbándose con mi ropa intima ¿Qué me puedes tú decir al respecto?

Yo la verdad no tenía ni la menor idea de que responderle, la señora se veía sumamente molesta, y lo peor de todo era que como lo que me dijo era verdad, me quedé sin decir palabra alguna. Yo por un instante pensé en negarlo todo, pero justo antes de que yo fuera a decir algo, ella me dijo, yo subí antes de que mi esposo entrase a la casa, y vi como tú, y mi hijastro Eduardo, recostados sobre mi cama se estaban haciendo la paja, con mis pantaletas, es más ni cuentas te diste, cuando las estabas oliendo que yo te estaba observando parada en la puerta.

Quizás por ser verdad, no me atreví a contradecirla, me estaba muriendo de la vergüenza, pensado que de seguro todo el mundo se iba a enterar, de lo que mi a migo y yo habíamos estado haciendo. Fue cuando ella quizás se dio cuenta de que me tenía entre sus manos, y en un tono un poco más conciliador me dijo. Bueno Cirilo, de ahora en adelante harás todo lo que yo te ordene, o le voy con el cuento a tu madre, a ver si a ella le gustaría que Eduardo, y tú se pajearan con sus pantaletas.

Yo me sentí atrapado, por lo que no me quedó más remedio que decirle. Como usted diga señora. A todas estas yo aun mantenía agarrada entre mis dedos, las pantaletas usadas que ella me tiró a la cara. Por lo que cuando me dijo, bájate los pantalones, y el interior. Yo como que no entendí lo que me había dicho, y algo molesta me lo repitió diciendo, te dije que te bajes el pantalón y el interior. Por lo que yo aun muerto de vergüenza, sumisamente le obedecí, y apenas me los bajé, con mis manos creo que de manera automática, traté de ocultar mi miembro, que para colmo de males no sé por qué se había comenzado a pararse.

Yadira, la madrastra de Eduardo, se me acercó y empujándome sobre su cama me dijo, ahora has lo mismo que estaba haciendo ese día. Yo aun con lo asustado que me encontraba, comencé torpemente a pajearme frente a ella, pero de inmediato ella me dijo, no primero huélelas como lo hiciste aquel día. Y siguiendo sus instrucciones, así lo hice. Fue cuando volví a sentir ese grato aroma de mujer, penetrando por mis fosas nasales. Yo me quedé aspirando el sabroso olor, que tenían las pantaletas, al mismo tiempo que con mi otra mano comencé a masturbarme. Fue cuando la escuché decirme, ahora métetelas en la boca. Y tal como ella me lo había ordenado así lo hice. Al tiempo que no dejé de masturbarme.

Yo tenía o mis ojos cerrados, o mirando fijamente el techo de la habitación, cuando sentí que una de sus manos, retiró la mía de mi propia verga. Y al bajar la mirada, me encontré con que la señora, mantenía su falda sujetada a la altura de su cintura, mostrándome en vivo, y a todo color, por primera vez en mi vida un verdadero coño, bien peludo. Pasó una de sus piernas sobre mí, y vi como ella agarrando mi propia verga, la mantuvo bien parada, y como lenta y sabrosamente la fue introduciendo dentro de su oscura mata de pelos. Yo aun tenía sus pantaletas dentro de mi boca, así que cuando ella comenzó a cabalgar sobre mí, pensé que me iba a morir pero del placer que sentía.

Mucho me gustaría decirles que estuvimos largas horas teniendo sexo, pero la verdad es que al ser mi primera vez con una mujer de verdad, verdad, prácticamente me vine a los pocos minutos. Aunque eso a ella definitivamente no le incomodó. Ya que aunque yo ya había acabado, Yadira continuó restregando su peludo coño contra mi verga, hasta que me parece, cosa que yo ignoraba en ese momento, que ella disfrutó de un orgasmo.

Esa tarde Yadira, no conforme del todo, tras lavarse su coño, y advertirme que no me moviera, al regresar ya sin nada de ropa, colocó su peludo coño contra mi cara, y así fue como fui aprendiendo a mamar coños. Yadira me convirtió en una especie de esclavo sexual de ella, aunque fue más lo que me enseño, que lo que se aprovechó de mi pienso yo. Pero algo que en todo momento me ordenaba hacer era que oliera y hasta que saborease sus pantaletas, así como sus sostenes. Además de que me los pusiera, cuando quería tener sexo. Razón por la que pienso fui desarrollando un gusto por hacer esas cosas, y poco a poco se fueron convirtiendo en mi mayor fetiche.

Después de que por durante un buen tiempo, sin que su marido se diera cuenta. Yadira y su esposo se mudaron, a otra ciudad. Por lo que dejé de gozar de su agradable compañía. Pero el gusto de oler, y saborear pantaletas usadas, se me quedó. Razón por la cual a la mayoría de mis parejas, siempre les huelo y saboreo sus pantis. Además de que las colecciono, con alguna foto de ellas. Bueno esa ha sido la historia de mi fetiche, me gustaría saber si hay otras personas con gustos similares a los míos…



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hola, pues este es mi primer relato y es 100% real, yo me masturbo cada vez que me recuerdo de ese dia y espero que lo hagan ustedes tambien y que me hagan saber asi se que es de su agrado.
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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 20:11) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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