Hacía ya un buen tiempo que un par de compañeros de trabajo de mi esposo Ignacio, habían coordinado junto con él, el pasar un fin de semana en una de las playas de Guanica al sur oeste de Puerto Rico. Entre las tres familias rentamos una pequeña casa, y nuestra única intención era pasar el fin de semana largo en la playa de Manglillo. Lo cierto es que aun no me puedo explicar, cómo en varias ocasiones, le fui infiel a mi esposo, precisamente con sus dos compañeros de trabajo.
Relato
No es por echármelas, pero modestia aparte de las tres mujeres que nos encontrábamos juntas ese fin de semana, yo soy la que mejor cuerpo tiene. Ya que Rosa la esposa de Pedro, tiene ocho meses de embarazo, aparte de ser sumamente gorda, es bien bajita, por lo que cariñosamente la llamamos, tapón de inodoro, claro sin que ella lo sepa. Y Dinora la esposa o compañera de Jesús, es todo lo contrario a Rosa, ya que es sumamente flaca, tanto que si no fuera por lo mucho que come, pensaría que la tipa es anoréxica, aparte de que es muy alta, pero según ella es de metabolismo rápido. Yo en lo personal, no sé a qué se refiere, cuando dice eso, pero la flaca come más que lima nueva.
Mientras que yo soy, morena, de estatura promedio, uso 34B de sostén, y lo que de algo estoy bien segura es que después de mi rostro y tetas, mis nalgas es lo que más les llama la atención a los hombres, de mí. Bueno nos encontrábamos disfrutando esa tarde, en la playa de Manglillo, que realmente es un pequeño manglar, con un par de estrechos canales. Cuando mi esposo Ignacio se dio cuenta de que se habían terminado las cervezas, y sin más ni más se marcho a buscar unas cuantas, mientras que yo charlaba con Pedro, Rosa, y la flaca, en uno de los canales.
Creo que Rosa le pidió a la flaca que la acompañase fuera del agua, mientras que yo me quedé con Pedro, pasando el rato. Ya la tarde había comenzado a caer, y la gran mayoría de los bañistas, ya se habían salido del agua. De momento en la conversación que Pedro y yo manteníamos, no sé por qué salió a relucir, el tema de las playas nudistas. Y yo le comenté que me gustaría mucho nadar en el agua sin nada puesto, tal y como llegué al mundo. Pedro, se me quedó viendo y de momento me dijo, eso lo dices porque aquí no te atreves hacerlo. De inmediato continuó diciéndome. Aprovecha ahora que ya casi no hay nadie, yo te aseguro, que no se lo voy a decir a tu esposo.
Lo cierto era que ya casi todas las personas se habían salido del agua, y se disponían a marcharse, y que el lugar donde nos encontrábamos se encontraba oculto de indiscretas miradas. Por lo que cuando Pedro, me volvió a decir, atrévete, y disfrútalo aunque sea por un instante. Que a mí también me gustaría, estar sin traje de baño ahora mismo. Yo me le quedé viendo como si no creyera la que me estaba diciendo, cuando de momento, zas, que Pedro se quitó su traje de baño y lo ató a una de las raíces del manglar. Ya había comenzado a oscurecer, aunque había luna llena, y claramente comprobé que Pedro estaba completamente desnudo frente a mí.
Pienso que en ese mismo instante debí, salirme del agua, y dejarlo sin decirle nada. Pero en lugar de eso, le pregunté ¿Pedro tú no crees que nos puedan ver desde la orilla? A lo que él, en tono de broma, me respondió, si como no, ni que tuvieran vista telescópica, y de Rayos X, como Superman. Quizás fueron sus palabras, como las dijo, o las grandes ganas que de repente me dieron, de nadar completamente desnuda, por lo que sin pensarlo mucho, primero me solté el sostén de mi biquini, y luego las pantis. Las que al igual que Pedro aseguré a una de las raíces del mangle.
Una sensación de completa libertad se apoderó de mí, a tal grado que no me importó que el compañero de trabajo de mi esposo me viera totalmente desnuda. Aunque si bien es cierto, el agua a mi me llegaba a la altura de mi vientre, y mis tetas se encontraban completamente fuera del agua. Cuando me tire de espalda, seguramente Pedro pudo ver sin mucho esfuerzo todo mi depilado coño. Por unos cuantos minutos parecíamos de seguros niños pequeños, saltando fuera del agua. Hasta que de momento, o yo me acerqué mucho a Pedro, o él se pegó de mí. La cosa es que nuestros cuerpos se tocaron, luego nos quedamos viéndonos directamente a los ojos, y nuestras manos se unieron.
Así sin pensarlo, ambos comenzamos a besarnos y acariciarnos dentro del agua, y cuando me vine a dar cuenta ya sentía su verga abriéndose paso dentro de mi vulva dentro del agua. En ocasiones ya anteriormente le había sido infiel a mi marido, pero nunca antes con alguien que él conociera de manera personal. Pero en ese instante poco me importó eso. Lo que deseaba era que Pedro, me siguiera enterrando su verga en ese momento, mientras que yo como una loca movía mis caderas.
Así que ocultos entre las raíces de los mangles, Pedro y yo mantuvimos una tremenda experiencia sexual, a medida que el agua de la marea se retiraba, tanto él como yo disfrutábamos como si se nos fuera acabar el mundo. Sin importarnos lo que pudiera suceder a nuestro alrededor. En cierto momento Pedro me pidió que cambiásemos de posición, por lo que apenas me saco la verga del coño, yo di media vuelta mostrándole mis paradas nalgas, las que acariciando divinamente, Pedro alabó, y descaradamente me dijo una y otra vez que esas si eran unas lindas nalgas, no como las de la gorda de su mujer.
A medida que Pedro continuó alabando mis nalgas, volvió a penetrar mi coño con su parada verga, divinamente. Mientras que con sus hábiles manos acariciaba mis tetas y nalgas. Yo continué moviendo mi cuerpo restregándolo contra el de él, buscando sentir más y más dentro de mí su caliente verga, hasta que de momento disfruté de un tremendo orgasmos, que me hizo chillar como una verdadera perra.
Por su parte Pedro se vino completamente dentro de mi caliente coño, y al poco rato una vez que recuperamos nuestra respiración separamos nuestros cuerpos. Por lo que dentro del mismo mangle me lavé mi coño, que de paso se me llenó de esa fina y babosa arena blanca que corre por los canales. Pedro rápidamente tras darme otro fugaz beso, se puso el corto traje de baño que estaba usando mientras que yo asegurándome que nadie nos hubiera visto, me puse mi biquini, tan rápidamente que la parte inferior me la puse al revés.
Pero de eso no me di cuenta, hasta que salí del agua, en ese momento me pareció que más nadie lo notó. Pedro actuó desde luego como si nada hubiera sucedido entre nosotros, y yo por mi parte cuando casualmente la preñada de su mujer me preguntó donde me había metido, le dije sonriendo. Me quedé flotando entre los canales. Cuando de momento, escuché a Jesús decirle. Si parecía que estaba bien relajada, tanto que por eso Pedro y yo no la interrumpimos y seguimos caminando por la parte de afuera del mangle. Las palabras de Jesús, en el fondo me asustaron, pensé de inmediato. Este cabrón, de seguro nos vio cogiendo dentro del mangle. Aunque solamente le dirigí una sonrisa, la manera en que Jesús me vio, me dejó bien claro que sí nos había visto, a Pedro y a mí teniendo un salvaje sexo dentro del canal.
Yo apenas salí del agua, rápidamente me puse una toalla alrededor de mi cintura, para que no se dieran cuenta de que me había puesto la parte inferior de mi biquini al revés. En ese instante mientras la flaca la mujer de Jesús, se dirigía ayudar a mi esposo que regresaba con las cervezas, que había comprado. Jesús su marido, se me acercó discretamente y viéndome de manera rara me dijo. Ahora se yo que ponerse el biquini al revés es una nueva moda. Al escuchar la manera sarcástica en que me dijo esas palabras, me quedé fría, y de inmediato continuó diciéndome, en voz baja. No s veremos esta noche. Luego sin más ni más se fue ayudar a Ignacio y a su mujer con las cervezas.
Ya como había caído la noche, nos retiramos a la casa que habíamos rentado, los chicos siguieron bebiendo cerveza, yo me di un buen baño, y por flojera lo único que me puse encima fue mi bata de baño. Rosa, la flaca y yo mientras preparábamos la cena charlamos un rato, fue cuando me enteré que debido a que el embarazo de Rosa era de alto riesgo, Pedro y ella no tenían sexo desde hacía ya unos cuantos meses, por lo que pensé de inmediato, que con razón Pedro estaba tan fogoso cuando tuvo sexo conmigo en el canal. Por su parte la flaca Dinora no dejaba de quejarse de lo mucho que le ardía toda la piel, ya que la muy inteligente no quiso usar ningún bloqueador solar, ella que es blanca papel, toda la piel se le puso del color que agarran los camarones cuando los hierves en agua. Además descaradamente comentó, si el pendejo de Jesús cree que esta noche me va coger está muy equivocado, mejor que se haga la paja, porque me arde toda la piel, y me voy a tomar unas pastillas para dormir, y que no se le ocurra molestarme, porque él ya sabe que soy capaz de ponerme a gritar como una loca, si quiere cogerme.
Pero Dinora que es medio zafada, le preguntó a Rosa, que si ella no podía tener sexo, como se las arreglaba Pedro. Rosa que yo pensé que era más discreta, no dijo nada, en su lugar puso una de sus manos frente a su boca, como si estuviera sujetando algo largo y grueso, al tiempo que abriendo su boca, movió varias veces su cabeza como si estuviera afirmando algo. De inmediato comprendí, que cuando a su marido le dan ganas, ella se lo mama. Pero la flaca que como ya les dije es bien zafada, de inmediato dijo. Ha te pone hablar por su micrófono. Y tras decir esas palabras, Rosa, la misma Dinora, y yo nos pusimos a reír como si tuviéramos un ataque. Ya que la flaca lo dijo de una manera tan y tan graciosa, que por lo menos a mi me causó mucha gracia. Además para completar Rosa remató diciendo, yo creo que a Pedro eso le gusta mucho más que darme por el coño.
Yo aunque tenía ganas de contarle lo que había hecho en el canal con su esposo, me contuve, ni loca que fuera. Así que después de cenar, Rosa de inmediato se fue a dormir, al igual que la flaca. Pedro, Jesús, e Ignacio se fueron a pescar de orilla. Mientras que yo después de lavar los platos, me recosté en una de las hamacas que había en el balcón. Así que mientras Rosa roncaba como una cerda, y la flaca cayó en un profundo sueño, yo media desnuda, en lugar de meterme a mi cama, decidí recostarme en la hamaca, recordando lo que había sucedido en el canal entre Pedro y yo.
A medida que me estaba meciendo, como el balcón se encontraba completamente a oscuras, y como la casa más cercana, por lo visto se encontraba sin inquilinos, destapé mi cuerpo, y con mis piernas bien abiertas, al tiempo que continuaba meciéndome en la hamaca, recordando como Pedro me había dado esa tremenda clavada en el canal del manglar, con mis dedos acariciaba mi clítoris de manera desvergonzada. Fue cuando recordé las palabras que Jesús me dijo en la playita de Manglillo. Nos veremos esta noche. En ese instante pensé que quizás Jesús me había dicho eso nada más por joder. Y hasta volví a sentir ese raro sentimiento de temor, y alegría que en ese instante sentí al escuchar sus palabras.
Ya me estaba quedando dormida en la hamaca, cuando de momento siento que alguien la detiene en seco, diciéndome. Te dije que nos veríamos esta noche, y aquí estoy. Yo como les dije ya que estaba a punto de quedarme dormida, al ver a Jesús frente a mí de pie, y agarrándose su verga, la que ya tenía fuera del pantalón. Por la manera en que me estaba viendo, supe de inmediato que de negarme a complacerlo, iría con el chisme a mi esposo. Por lo que cuando me ordenó que me pusiera boca abajo, sumisamente así lo hice. Mi mayor temor era que me fuera a dar por el culo, cosa que llevaba tiempo sin hacer, pero al sentir como sus manos agarraron mi coño, supe de inmediato lo que me esperaba.
Así que apenas comencé a sentir como la erecta verga de Jesús comenzó a penetrar mi vulva, un sin número de sentimientos me embargaron, por una parte me sentía que prácticamente estaba siendo violada por él. Pero por otra parte el gozo que eso me produjo fue algo tremendo. A medida que Jesús continuaba clavándome su verga, me fue diciendo lo puta que yo era, lo que en parte me avergonzaba, pero al mismo tiempo me gustaba que me lo dijera. Por lo que instintivamente comencé a mover mis caderas, restregando mis nalgas contra su cuerpo, sintiendo como su gruesa y larga verga, entraba y salía de mi bien lubricado coño.
Era algo increíble, Jesús me trataba como a toda una puta, me insultaba y me decía lo bueno que tenía mi coño, y ninguna de sus palabras me molestaban, es más hasta en cierta forma o manera disfrutaba que me dijera todas esas cosas, al tiempo que no dejaba de meter y sacar su verga de mi coño. Yo gemía de placer, cuando de momento al abrir los ojos, que me encuentro a una verga frente a mi rostro. Se trataba de Pedro, que por lo visto había decidido dejar la pesca de orilla, por venir a que le mamase su verga.
No hizo falta que me dijese nada, yo me dediqué a mamar su verga por lo que mamé, y mamé como nunca antes lo había hecho, al tiempo que Jesús continuaba clavando su verga dentro de mi coño. Lo que a pesar de ser una situación vergonzosa, a mi me hacía sentir muy feliz. Ya que nada más de pensar que alguien nos descubriese, el alboroto que se iba armar. Pero Ignacio mi esposo, es fanático de la pesca de orilla, y aunque les suene raro, únicamente se mete al agua, hasta las rodillas.
El resto de la noche, me la pasé mamando y dejando que alguno de ellos dos me clavase divinamente alguna de sus vergas por mi depilado coño. Al amanecer, antes de acostarme, me di una buena ducha, y tal como me encontraba me tiré sobre la cama. Cuando mi esposo regresó, y al verme así desnuda, acostada boca abajo, por lo visto le provocó mi apretado culito, ya que de momento estando dormida comencé a sentir que algo grasoso y bien duro me comenzaba a penetrar por el culo. Cuando me vine despertando ya me lo había enterrado caso por completo, y aunque el dolor, en parte me resultó incomodo. Apenas comenzó a meter y sacar su verga de entre mis nalgas, y agarrar mi coño con una de sus manos. Me sentí la mujer más feliz del mundo, y hasta estuve a punto de confesarle lo que sus compañeros de trabajo y yo habíamos estado haciendo. Pero como no soy pendeja, se que de hacerlo, ahí mismo hubiera terminado nuestro feliz matrimonio.
Ambos iniciamos a besarnos con toda pasión, con aun más pasión que la primera vez, mientras nos besamos Armando comenzó a tocarme mi zona intima debajo la falda de mi vestido y como consecuencia a esto de inmediato me moje toda, ¡Quiero hacerte el amor! Me dijo suavemente al oído, -Lo sé y también quiero- le conteste.
Relato erótico enviado por putita golosa el 29 de August de 2010 a las 23:31:22 - Relato porno leído 515329 veces
Relato casi en su totalidad real que demuestra que toda mujer casada es una puta sumisa en potencia
Relato erótico enviado por morboso sadico el 29 de July de 2009 a las 18:09:16 - Relato porno leído 301101 veces
Si te ha gustado Lo que dejé que sucediera en la playa de Manglillo… vótalo y deja tus comentarios ya que esto anima a los escritores a seguir publicando sus obras.
Por eso dedica 30 segundos a valorar Lo que dejé que sucediera en la playa de Manglillo….
narrador
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Comentarios enviados para este relato
katebrown
(18 de October de 2022 a las 19:54) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF
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