Mi nombre es Francesca, y aunque llevaba varios meses de casada con Sergio, no sabía lo que era un verdadero orgasmo. Ya que como estudié en un Colegio católico, todo lo que se relacionaba o se refería a sexo, era muy mal visto, por lo que entendí que disfrutar del sexo era algo muy malo y sumamente pecaminoso.
Relato
Encima de eso mi marido parecía no comprender en lo absoluto, mi punto de vista. Aunque en múltiples ocasiones, tan solo porque constantemente le escuché al párroco de nuestra Iglesia, decirnos a las Hijas de María, que la mujer debe ser obediente, jamás hubiera hecho las cosas que Sergio me ordenaba hacer. Cosas que en todo momento me hacían sentir sumamente avergonzada, cosas tales como ponerme a mamar su miembro, aun y en contra de mi voluntad, además de prácticamente obligarme a que mantuviera relaciones anales con él. A pesar de lo mucho que yo sentía que eso me dolía, cuando me penetraba con su miembro por mi inexperto esfínter.
Por lo que nuestra relación matrimonial se fue deteriorando, al punto que sin yo estar al tanto, Sergio habló de nuestro problema con una amiga mía, la que en lugar de estar de parte mía, mucho después me enteré por ella que se había acostado con mi esposo en esa ocasión. Claro que para cuando me lo dijo ya no me importó tanto, pero según ella mientras él le estuvo dando una buena mamada de coño, se le ocurrió a ella, que me invitasen a participar de una orgía, claro que sin decírmelo. Y mientras mi marido comenzó a penetrarla por su coño, y ella a moverse como la gran puta que es, ella se lo fue proponiendo, diciéndole lo mucho que yo me podía excitar al ver a otras parejas teniendo sexo delante de mí de manera abierta.
Yo ignorante de todo lo que ellos dos habían planeado, al llegar, mi esposo me dijo, que no íbamos hablar de lo que pasara esta noche en la fiesta, sin importar lo que fuera. Eso me pareció algo raro, ya que yo creía que estaba asistiendo a lo que para mí era una sencilla fiesta, de la cual hasta desconocía el motivo de la misma. Al principio todo me parecía de lo más normal, o mejor dicho no me había fijado realmente en que era lo que sucedía. Si me di cuenta de que Sergio, mi marido como que estaba demasiado pegado al cuerpo de mi amiga Beatriz, ya que el culo de ella a pesar del lago vestido que ella tenía puesto, lo restregaba constantemente contra el cuerpo de mi esposo. Me dirigía a llamarles la atención, cuando fui interceptada por un tipo, que se me presentó como Efraín, viejo amigo de mi esposo y conocido intimo de Beatriz, lo que me sorprendió saber, ya que durante esos días yo pensaba que mi amiga no tenía pareja alguna.
A medida que el tal Efraín me conducía al lado opuesto de la casa, comencé a darme cuenta de que varias de las persona presentes, comenzaban a toquetearse y a besarse, como si estuvieran completamente solos, sin el más mínimo pudor o reparo, por que otras personas los estuviesen viendo. En cierto momento vi, como a una gordita muy simpática ella, a la que recién y había conocido esa noche, dos hombres la acariciaban, besaban y desnudaban sin el menor atisbo de vergüenza, por parte de ninguno de los tres.
Yo me quedé boquiabierta y cuando dirigí la vista a mi marido asombrada vi a lo lejos que Beatriz, se encontraba completamente desnuda, arrodilladla y mamando descaradamente el miembro de mí esposo. Efraín sin soltarme el brazo, y ante la vista de mi propio marido me condujo a una apartada habitación, y antes de que yo pudiera reaccionar, comenzó a besarme y agarrarme por todo mi cuerpo, en contra de mi voluntad, pero a pesar de mis intentos por zafarme de sus manos, me era algo completamente imposible. De momento, vi que hacía la habitación se dirigía Sergio mi marido, y di gracias a Dios porque pensé que el tipo ese se detendría. Pero Sergio y Beatriz nos vieron de refilón y continuaron caminando, como si no pasara nada, dirigiéndose a otro lugar.
No lo podía creer, que mi propio esposo no hiciera nada, y se marchase dejándome en las manos de ese tipo que estaba a punto de violarme. En mi desespero por zafarme de sus brazos, fuimos a dar al piso, y a pesar de todo lo que hice por evitar que el tal Efraín continuase agarrándome, metió una de sus manos por debajo de mi vestido, y de un fuerte jalón me arrancó las pantis, y aunque yo continuaba gritando como una loca, y uno que otro invitado se asomaba a ver qué sucedía, Efraín tras levantarme el vestido separó mis piernas, y sin consideración alguna, me ha penetrado, yo pensaba en esos momentos que el desgraciado ese me estaba violando sin que nadie hiciera nada por mí. El odio que le llegué a tener a él, a mi marido, a mi amiga, y a todos los presentes a la fiesta, en cosa de breves segundos fue algo que nunca yo había experimentado. Pero a medida que más resistencia yo oponía, él parecía disfrutar mucho más de lo que sucedía, fue cuando comencé a sentir algo que nunca jamás había sentido antes.
Quizás fue lo morbosa de la situación, pero la excitación que comencé a sentir fue algo que nunca antes había sentido, era como una especie de fantasía que se me estaba cumpliendo, y me acordé cuando jovencita, hubo días en los que mientras me duchaba soñaba despierta con ser violada, claro que luego me decía a mí misma, que el tan solo pensar eso era algo malo y pecaminoso. Pero en esos instantes sentir como el duro y caliente miembro del tal Efraín entraba y salía a la fuerza, una y otra vez de mi peludo coño, me volvía loca de placer y alegría.
Él terminó de arrancarme el vestido y dejarme del todo desnuda bajo su cuerpo, como si fuera un verdadero animal a medida que continuaba penetrándome salvajemente, su boca me chupaba y mordisqueaba mis pezones y senos, cual si fuera un verdadero salvaje. Yo aunque aun ofrecía algo de resistencia, movía mis caderas con tanto gusto y placer, gemía profundamente, y hasta se me escapo en varias ocasiones pedirle que me diera mucho más duro, que de seguro a quien nos viera no le quedaba la menor duda de que yo estaba disfrutando todo eso.
Y finalmente algo que en mi vida, nunca había sentido, un orgasmo, hasta lágrimas de alegría corrieron por mi mejilla. Sé que a muchas personas esto les sonará cosa de locos, pero para mí el hecho de ser violada, en contra de mi voluntad, por lo menos al principio, como que me permitió disfrutar de ese largo y satisfactorio primer orgasmo, aprendí lo mucho que había dejado de disfrutar, por el miedo que las condenadas monjas siempre me estuvieron metiendo.
Yo terminé tirada sobre la alfombra de la habitación, el tal Efraín se marchó, yo apenas pude entré al baño y me asee, para luego tratar de ponerme mi destrozado vestido. Al salir del cuarto, note que mi forma de pensar había dado un giro de 180 grados, ya que cuando vi a varias parejas y hasta tríos, que mantenían relaciones en medio de la sala, y hasta sobre el comedor de la mesa, no me incomodó en lo más mínimo, es más hasta los llegué a envidiar. En ese momento divise a mi esposo, que fuera de la casa, compartía alegremente con el tal Efraín y Beatriz. Mi cabeza estaba aun del todo confundida, y cuando me dirigía hacia ellos, un guapo joven me detuvo, y sin tan siquiera intercambiar palabra alguna, me ha dado un tremendo beso que me llegó hasta los tuétanos. Sentí de inmediato ese sabroso calor entre mis piernas, le di un vistazo a mi marido, y después de que él me vio, en los brazos de ese joven, al que yo no conocía, lo dejé que me llevase a un lado de la sala, donde continuó besándome de manera salvaje, y me di cuenta que cuando yo trataba de rechazar sus avances, él más se excitaba, y más salvajemente se comportaba, lo que a mí me encantaba.
A la fuerza me separó las piernas, y cuando me penetró lo disfruté tremendamente. Por un rato estuvo penetrando mi vulva una y otra vez, mientras que yo gustosamente movía mis caderas, pero de momento sacó su miembro de mi cuerpo, y como si yo fuera una muñeca de trapo, me ha dado vuelta, quedando yo boca abajo, al ver que sus intenciones eran la de penetrarme por el culo, traté de escaparme, pidiéndole que no me lo metiera por ahí, que eso me dolía mucho, sus dedos impregnados con su saliva me los pasó varias veces entre mis nalgas, mientras que yo inútilmente trataba de zafarme de su fuerte abrazo, ante la vista de las otras personas presentes, sin que nadie hiciera nada por ayudarme o evitar que me lo metiera por el culo. Sentí la caliente cabeza de su verga, presionando contra mi apretado esfínter, y aun mientras que yo continuaba diciéndole que no lo hiciera, él siguió introduciendo sabrosamente su verga dentro de mí, hasta que ya nuestros cuerpos quedaron del todo unidos. Yo aunque a toda voz, le pedía que se detuviera, comencé a mover mi culo, restregándolo con fuerza contra su cuerpo, mis gemidos de placer, sustituyeron mis pedidos por qué me lo sacase. Yo estaba prácticamente en cuatro patas, cuando frente a nosotros se han detenido un par de chicas, tan desnudas como me encontraba yo, una rubia y una negra, ambas de muy buen ver. Que sin tan siquiera preguntarnos, se integraron a nuestro juego. La rubia se acostó en el piso, y con su boca buscó mi coño, el que se dedicó a mamar divinamente. Mientras que su compañera la negra agarró y se sentó en un pequeño banco, separó sus piernas, y colocó la negra pelambre de su coño en mi rostro. Así que mientras mi repentino violador me tenía enterrada toda su verga dentro de mis nalgas, la rubia me chupaba mi clítoris como nunca nadie lo había hecho, y yo le hacía lo mismo a su amiga la negra.
En cierto momento al levantar la vista vi a nuestro lado a Beatriz acompañada de mi marido, que ambos asombrados veían como nosotros cuatro disfrutábamos. No sé a ciencia cierta de cuantos orgasmos disfruté, lo que sí sé es que lo disfruté todo a plenitud. De haberme dado cuenta antes de que el negarme a ser penetrada me excitaría tanto, seguramente jamás Sergio me hubiera llevado a esa fiesta. Cuando finalmente llegamos a casa, mi esposo me dijo, yo se que te dije, que no íbamos hablar de lo que pasara esta noche en la fiesta, sin importar lo que fuera. Pero dime, si es idea mía o qué, pero creo que tú has cambiado radicalmente. Yo me limité a sonreírle, y le dije no mi amor esas son ideas tuyas. Yo sigo siendo la misma de siempre.
Ambos iniciamos a besarnos con toda pasión, con aun más pasión que la primera vez, mientras nos besamos Armando comenzó a tocarme mi zona intima debajo la falda de mi vestido y como consecuencia a esto de inmediato me moje toda, ¡Quiero hacerte el amor! Me dijo suavemente al oído, -Lo sé y también quiero- le conteste.
Relato erótico enviado por putita golosa el 29 de August de 2010 a las 23:31:22 - Relato porno leído 515332 veces
Relato casi en su totalidad real que demuestra que toda mujer casada es una puta sumisa en potencia
Relato erótico enviado por morboso sadico el 29 de July de 2009 a las 18:09:16 - Relato porno leído 301101 veces
Si te ha gustado Lo que descubrí de mi misma, en la fiesta en que me violaron. vótalo y deja tus comentarios ya que esto anima a los escritores a seguir publicando sus obras.
Por eso dedica 30 segundos a valorar Lo que descubrí de mi misma, en la fiesta en que me violaron..
narrador
te lo agradecerá.
Comentarios enviados para este relato
pro2001
(29 de October de 2011 a las 04:31) dice:
TE FELICITO LE HAS DADO UNA BUENA LECCION A TU MARIDO Y QUE BUENO QUE TAMBIEN TE COJIERON POR EL CULO ASI ESTUVO TU COJIDA COMPLETA. katebrown
(18 de October de 2022 a las 21:34) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF
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