No sé si será un insatisfecho gusto adquirido. Pero desde que me casé, he deseado intensamente, que mi esposa, se acueste con otros hombres. Pero a la vez soy una persona muy discreta, por lo que tampoco me gustaría que todo el mundo se enterase. Así que mentalmente y durante un buen tiempo, vamos a decir que me dediqué a soñar despierto, con eso.
Relato
En fin llegó el momento, en que ya no me quedaba nada más, que imaginarme. Ya que había pensado, o imaginado todos los escenarios posibles. Desde que asistiendo a una fiesta, me quedaba dormido por la borrachera, y mi mujer sucumbía a las artimañas de uno de mis mejores amigos. O que en un viaje, fuimos asaltados por una banda de ladrones, que tras atarme, amenazando a mi esposa con que me matarían, la obligaban a que se acostase con todos ellos. Por lo que de estar soñando despierto, comencé a concebir un plan que a mis ojos, fuera perfecto, sin lugar a errores. En el que debía dar por contado, que mi mujer participaría de forma o manera inconsciente e involuntaria. Algo que pareciera ser un grupo de circunstancias, que la llevaban a meterse en la cama con otro hombre, y que encima de eso, yo lo pudiera presenciar, sin que ella se diera cuenta. Gladis de por si, en lo referente al sexo, era sumamente conservadora. Tanto que ni tan siquiera, quería escuchar nada sobre sexo anal, u oral. Además había terminado la amistad, de par de sus amigas, al enterarse que una de ellas, le fue infiel a su marido. Y con la otra, porque después de divorciarse, ya había tenido varios novios. Así que se la pueden imaginar. Por lo que ¿cómo podría yo hacer, que se acostase con otro hombre, que no fuera yo? Lo único que se me ocurrió, en principio fue emborracharla, pero no al grado que perdiera la conciencia, aunque les confieso, que también contemplé eso. Lo segundo, sería encontrar al tipo, idóneo. Descartando a mis amigos y conocidos, más que todo, por ser sumamente bocones, y en menos de lo que canta un gallo, todo el mundo se enteraría. Y tercero, el lugar, que desde luego no podía ser en nuestra casa, por razones obvias. Así resolví todo, comenzando por lo último, por lo que busque un retirado hotel, para turistas, del que había tenido noticias de que eran bien permisivos, con los huéspedes. Luego en la red, también busqué a un acompañante para mí esposa, que además de los principales atributos físicos obvios, era necesario que se tratara de una persona sumamente discreta. Así que después que resolví los dos últimos, me enfoqué en el más relevante, desde mi punto de vista. Hacer que Gladys participara. Estuve a punto de emborracharla, hasta hacer que perdiera la conciencia, y permitir que de esa manera mi plan de verla acostada con otro hombre se llevase a cabo. Aunque eso me excita tremendamente, decidí buscar otras opciones, hasta que encontré, un medicamento que a diferencia del alcohol, aparte de actuar en los lóbulos frontales del cerebro, desinhibiendo por completo a la persona que se le administra, no deja los marcados efectos secundarios, del alcohol. Permitiendo, que tras administrar la dosis adecuada, por un lapso de entre seis u ocho horas, que a quien se le administre, actué prácticamente de forma instintiva, sin ningún tipo de freno ético o moral. Y lo mejor de todo, es que no retienen ningún recuerdo alguno de lo que ha hecho, o dicho, durante ese lapso de tiempo. Pero antes de poner mi plan en práctica. Tomando en cuenta, el peso, y contextura de mí esposa. Preparé media dosis, un viernes en la noche, estando solos en casa, y después de cenar, se lo serví en una copa de vino moscatel, que sé que ella aprecia. Su acción es relativamente rápida, ya que antes de la hora, ella a medida que veíamos la tv. Comenzó a dar muestras de su pérdida de su sano juicio, haciendo, fuertes comentarios de tipo sexual sobre la pareja que aparecía en el anuncio, de una cerveza. Cosa que buena y sana, jamás haría. Solo me basto que ligeramente le insinuase, que deseaba acostarme con ella, en nuestra habitación. Para que en la misma sala, Gladys sin el menor ápice de pudor se desnudase por completo ante mí, y de la manera más vulgar, sin vergüenza alguna, me ofreciera su coño. Yo la verdad es que no esperaba que el efecto de aquel medicamento, fuera tan efectivo. Así que antes de comenzar a follármela, le pedí a manera de prueba, que le diera una buena mamada a mi verga. Lo que sin pensarlo dos veces, ya estando completamente desnuda, se agachó frente a mí. Y al tiempo que se dedicó a mamar mi verga, comenzó a acariciar su coño lascivamente con una de sus manos, para al poco rato comenzar a introducir gran parte de su mano. Hasta que sacando mi verga de su boca, y sobre el mismo piso de la sala, tras separar sus piernas, le penetré su caliente coño, con mi erecta verga. Ella chillaba, y gemía como nunca, pidiéndome que le diera más y más duro. Hasta que en el momento en que disfrutó de un salvaje orgasmo, me araño la espalda con sus uñas. Descansamos por un momento, y casi de inmediato voluntariamente, sin que yo se lo pidiera, nuevamente se puso a mamar mi verga, hasta que en cosa de pocos segundos, ya la tenía nuevamente dura, y lista para penetrarla, pero en lugar de enterrársela por el coño, sin previo aviso, se la empujé por el culo. Y aunque Gladys pego un grito de dolor, a los pocos momentos, ya estaba moviendo sus nalgas, como una verdadera puta, chillando, y pidiendo que siguiera dándole bien duro, y que le apretara con fuerza su coño. Esa noche, después de que me hizo acabar nuevamente, a pesar de estar agotada, la lleve a la ducha y mientras la bañaba y lavaba su coño, así como sus nalgas, le tuve que empujar gran parte de una de mis manos, por su vulva, hasta satisfacerla, y que nuevamente disfrutara de otro salvaje orgasmo. Quedando completamente agotada, y dormida. Tras secarla, la cargué a nuestro dormitorio, le puse su bata de dormir, y esperé al siguiente día, a ver que sucedía. Y como si nada, se despertó, se volvió a duchar, como de costumbre lo hace apenas se levanta, y sin hacer ningún tipo de referencia a lo sucedido, durante la noche. A manera de prueba, le comenté algo sobre el sexo oral, y su respuesta fue la que normalmente me daba. Que no tenía interés alguno, en escuchar algo sobre esa aberración. Debido a todo eso, decidí llevar mi plan a cabo, solo que en lugar de un acompañante, pensé que si le daba la dosis entera, por lo menos necesitaría en lugar de uno, dos o tres acompañantes más, para asegurarse que estuviera toda la noche siendo follada, y llevar de manera satisfactoria, mi plan a cabo. Tras comunicarme con el hotel, me ofrecieron una cabaña, con todas las comodidades, y una pequeña piscina, además de que se encuentra lo suficientemente retirada, como para no preocuparme de que llegásemos a ser vistos. Posteriormente también me comuniqué con la persona, que ya había escogido para que participara de mi plan, solo para pedirle que viniera acompañado por otros dos, más o menos con las mismas características que él, pero que sobre todo, fueran bien discretos. Y finalmente invité a mi esposa a pasar un fin de semana en aquel peculiar hotel, sin decirle más nada. Al principio la idea como que no le agradó mucho, pero cuando le comenté que se trataba de una aislada cabaña, idónea como para hacer un tipo de retiro. Encantada de la vida, aceptó. El viernes en la tarde apenas llegamos, yo ya tenía todo fríamente calculado, y me encargué personalmente de preparar la cena, así como el postre, y lo que iba a beber. Aunque Gladys no se dio cuenta de nada, yo ni comí postre, ni bebí del vino moscatel, que a ella tanto le gusta. Ya que a través de ellos, le administré todo el medicamento. Nuevamente antes de la hora, vi como la conducta de mi esposa fue cambiando, y al poco rato, tras llamar por el móvil, aparecieron los tres tipos a los que había contratado. Ellos llegaron, cuando ya había oscurecido, con la excusa de que se les había accidentado su auto, los dejé pasar dentro de la cabaña, supuestamente para que hicieran uso del teléfono. Por su manera de verlos, entendí que Gladys, ya estaba más que lista, para dar rienda suelta a sus apetitos sexuales. Ella se encontraba sentada en un sillón, con sus piernas abiertas, mostrando su oculto coño, tras las bragas. Cuando uno de ellos comentó, que hacía tanto calor que lo que le provocaba era quitarse toda la ropa, y tirarse en la pequeña piscina fuera de la casa. Y ella simplemente, se quitó la braga diciendo. Es verdad que hace mucho calor, mientras se quedó con sus piernas bien abiertas, mostrando alegremente todo su coño, sin vergüenza alguna. Yo discretamente, me fui retirando de la vista de Gladys, observando detenidamente, como mi plan, poco a poco se iba llevando a cabo. Pero al ella ver que los recién llegados, se quedaron boquiabiertos observándola, continuó diciendo. La verdad es que lo que provoca es quitarse toda la ropa, y tirarse en la piscina a follar. Por lo que de inmediato, sin pensarlo se comenzó a desnudar frente a esos tres extraños. Invitándolos a que se desnudasen, y con ella se tiraran en la piscina. Que ella terminara de decírselos, y que ellos lo hicieran, prácticamente fue lo mismo. Así que al tiempo que los tres se quitaban toda la ropa, como si yo no existiera, mi esposa salió de la cabaña, moviendo sus nalgas sensual y provocativamente, para de inmediato, a la luz de las estrellas zambullirse completamente desnuda en la pequeña piscina. Seguida de cerca por aquellos tres tipos, mientras que yo retirado a cierta distancia, seguía observando. Ya en la pequeña piscina, vi claramente como entre los tres, acariciaban por todo su cuerpo a mi mujer, agarrándole los formidables senos, sus sabrosos muslos, sus paradas nalgas, así como su peludo, y caliente coño. Entre caricias, besos, y chupetazos por todo su cuerpo, Gladys estaba que deliraba de placer. Uno de los tres fue colocándose tras ella, y dentro de la piscina, la comenzó a penetrar por el culo, a los pocos segundos, otro separó las piernas de ella, y de frente la penetró por el coño, mientras que al tercero, se dedicó a mamarle su verga. Yo en esos momentos estaba que no cabía de la emoción, pero apenas y estaban comenzando. Por lo que tranquilamente me senté cerca de la orilla de la piscina, mientras que ella movía todo su cuerpo, recibiendo inmisericordemente aquellas tres vergas, por sus distintos orificios. Los gemidos, y chillidos de placer, los escuchaba claramente, así como los fuertes comentarios que ella decía. Eso era una exquisita orgía, en la que el centro de toda la atención era Gladys. Y mientras que yo disfrutaba, en silencio, de todo. Por un largo rato, aparte de que cambiaron de lugar, entre ellos tres. La cara de satisfacción de mi esposa era indescriptible. Ya fuera, culeando, mamando, o dejándose dar por su coño salvajemente. Ella seguía moviéndose, tal como si fuera una puta profesional. En cierto momento, se salieron de la piscina, pero para seguir casi a mis pies, en el jardín de la casa. Ya en esos momentos, quizás por comodidad, siguieron follándosela de uno en uno. Cuando no era que Gladys le mamaba las vergas alternándoselas dentro de su boca, y garganta. Yo por mi parte me encontraba disfrutando de tal manera, que mientras los observaba, saqué mi verga del pantalón, y sin dejar de verlos, me comencé a masturbar lentamente, escuchando los gemidos, y comentarios de placer, que expresaba mi esposa, a medida que ya fuera le estuvieran dando por el culo, o por su coño. El ver como aquellas tres vergas, la penetraban, y como continuamente se las empujaban, me hizo sentir el ser más dichoso sobre la faz de la tierra. Ya dentro de la casa, directamente se fueron a nuestra cama, en donde Gladys, en lugar de ponerse a mamar la verga de uno de ellos, comenzó a darle un profundo beso negro, enterrando toda su cara, y en especial su boca y lengua, entre las nalgas de aquel tipo. Mientras que otro de ellos, la volvía a penetrar. En fin, esa noche y parte de la madrugada, a mi mujer la satisficieron íntimamente hasta su total cansancio, unas cinco o seis horas después de que habían comenzado. Por su parte ellos también se encontraban sumamente agotados, pero eso no impidió que tras pagarles en efectivo, por sus servicios, se marchasen de inmediato. Dejándome a mí solo con ella. Yo pensé que no podía disfrutar de una mayor satisfacción, cuando a pesar de lo evidentemente agotada que Gladys se encontraba, se me lanzó encima, poniéndose a mamar mi verga. Hasta que lo que me provocó, fue darle por el culo, que estaba más abierto que la entrada de un túnel. Yo luego de eso, la llevé a duchar, lavé sus senos, su culo, y su coño, así como sus axilas a las que no me cansé de enjabonar, para luego pasarle mi lengua, así como al resto de su divino cuerpo. Ella se vino levantando como a las diez de la mañana, se dio su acostumbrada ducha, momento en que yo ya le había preparado el desayuno. Lo que si me sorprendió en parte, fue que mientras estábamos haciendo la sobre mesa después de que desayunamos, mi esposa algo avergonzada, me comentó que había tenido un sueño extremadamente raro. Pero cuando le pedí que me lo contara, al principio estuvo algo renuente hacerlo, diciéndome que había sido sumamente perturbador, y perverso. Pero tanto le insistí, que finalmente Gladys accedió, diciéndome. Discúlpame, pero que te quede claro, que tan solo fue un sueño, al que no le encuentro ni pies ni cabeza. Yo sin decir palabra, asenté con mi cabeza, presto a escucharla. No sé porque soñé que estaba completamente desnuda, metida en esa piscina de haya afuera, acompañada por varios hombres jóvenes. Pero todos estábamos desnudos, y contrario a mi manera de ser, me estaba comportando como una puta, dejando que me hicieran de todo, sin oponer la más mínima resistencia, es más en ese sueño, yo disfrutaba al máximo de todo lo que me hacían, y me pedían que yo hiciera. Tanto en la piscina, como en el medio del jardín, y hasta en la cama. Además en ese sueño, que no sé si catalogarlo ahora más como una pesadilla, tú en todo momento nos observabas sin decir nada. Lo que a la vez me daba una tremenda morbosa satisfacción. Ya que además de esos tipos penetrarme por todas partes, incluso por mi boca y mi culo. Yo no paraba de pedirles que me dieran más, y más duro. Era como si realmente no fuera yo, a la que le hacían todo eso. Parecía que fuera otra persona, que no dejaba de sentir un perverso placer al sentir como aquellos miembros, entraban y salían de mí vulva, mis nalgas, y hasta de mi boca, con lo repulsiva que para mí resulta, la sola idea de que me hagan eso. Ya nada más de escuchar a Gladys, diciéndome eso, sentí unas enormes ganas de saltarle encima. Pero conociéndola, preferí dar un pequeño rodeo, agarrándola por la mano, y diciéndole. Vamos a la cama, para que me lo expliques de manera más detallada, a ver sí así te puedo ayudar. Yo la ayudé a quitarse la ropa, pero en lugar de tirármele encima, o pedirle que se pusiera a mamar mi verga. La comencé a besar, suavemente, diciéndole. De seguro se trata de algún deseo reprimido, así que vamos a explorar. Y la seguí besando en aquella boca, que horas antes había estado mamando, un sin número de veces las vergas, de los tipos que contraté. Lentamente fue bajando por sus senos, lamiéndolos y chupándolos, para continuar con su ombligo, y posteriormente con su peludo coño, que al igual que su boca y culo, fueron penetrados por aquellos tres tipos. Yo le estuve chupando su coño, su clítoris, así como los labios de su vagina, a medida que ella dejó de contenerse, y comenzó a pedirme que se lo metiera. Pero en lugar de hacer eso, coloqué mi verga frente a su boca, y sin decirle nada, comenzó a mamar de manera desesperada. Luego la penetré por el coño, pero como nunca antes lo había hecho, colocándome tras de ella. Y a medida que le seguía empujando toda mi verga, le iba introduciendo algunos dedos dentro de su apretado culito. Mientras que ella salvajemente movía sus caderas, sin detenerse, pidiéndome que le diera más y más duro. Bueno desde esa experiencia, Gladys me complace en todo, y yo a ella, aunque en ocasiones me gustaría planificar verla, teniendo sexo con otras mujeres…