Para no entrar en detalles, que me puedan identificar, digamos que me llamo Janet, y esto que les voy a narrar, nos sucedió a mis dos mejores amigas y a mí, hace unos cuantos años atrás, cuando recién y habíamos entrado a la Universidad.
Relato
Las tres éramos chicas sencillas, algo tímidas, y con muy poca experiencia. Por lo que rara vez salíamos a divertirnos, lo nuestro era reunirnos para estudiar, hablar sobre las novelas, y de algún que otro chico que estudiase con nosotras, aparte de nuestro amor imposible, el profesor de filosofía y letras, que aparte de ser bien alto, tener un cuerpo atlético, y un cabello canoso que lo hacían ver bastante interesante, y tener un tremendo vozarrón, que nada más de oírlo hacía que se nos mojasen las pantis a las tres. Nosotras, en realidad le teníamos miedo, por la fama de mujeriego que tenía además de ser casado, por lo que nunca ninguna le demostramos que estábamos súper interesadas en él.
En un fin de semana, después de que salimos de uno de los exámenes, Ana y yo fuimos a quedarnos en casa de Marisol, ya que sus padres se encontraban de viaje, ella nos invitó para que la acompañásemos. Realmente la mayor parte del día, nos la pasamos hablando como habíamos salido en el examen, además también hablamos de varios chicos y de nuestro profesor, hasta que llegó la noche, y después de cenar nos cambiamos de ropa para ir a dormir, pero como ninguna realmente tenía sueño, seguimos hablando.
Como las tres nos habíamos puestos nuestra ropa de dormir, mis amigas al igual que yo se habían puesto, una pequeña bata algo transparente, y su ropa íntima abajo sin más nada. Por lo que a pesar del tiempo que llevábamos compartiendo juntas, en mi caso nunca había visto a mis dos mejores amigas, con tan poca ropa. Al principio creo que las tres nos sentíamos algo avergonzadas, no fue hasta que Marisol, por aquellos de que nos sintiéramos mucho mejor, se le ocurrió ofrecernos algo de beber, en principio pensé que nos serviría algún vino, pero me equivoqué, en lugar de eso nos trajo a cada una, una fría botella de cerveza.
Lo cierto es que ninguna de las tres estábamos muy acostumbradas a beber, y creo que ya a eso de las ocho de la noche, entre mis dos amigas y yo, nos habíamos tomado más de unas docena de cervezas. Lo que nos relajó bastante, tanto que por lo menos en mi caso no me sentía en nada avergonzada de estar semidesnuda frente a mis dos mejores amigas. Ya un poco más tarde a la misma Marisol se le ocurrió que nos pusiéramos a jugar la botella entre nosotras tres, desde luego que Ana y yo aceptamos.
Al principio estuvimos tonteando con hacernos preguntas indiscretas, pero poco a poco, seguimos bebiendo más cervezas, y fue a Ana la que se le ocurrió que si no respondíamos alguna de las preguntas o no queríamos hacer lo que las otras dos indicasen, de inmediato perderíamos una prenda de lo que llevábamos puesto en ese momento, que de por si no eran muchas las que en mi caso yo tenía puestas. Y cuando a una de las preguntas que Marisol me hizo sobre si me había besado con un chico que ella conocía, perdí mi bata, quedando en pantis y sostén únicamente. En otra ronda, Ana me ordenó que llamase a un ex novio mío, y le dijera que era un perro por haber terminado conmigo, pero como también me negué, perdí el sostén. Pero yo no era la única que había perdido casi todo, tanto Ana como Marisol estaban casi tan desnudas como yo.
Fue cuando me tocó a mí ponerle una penitencia a Marisol, y le indiqué que besara a Ana, pensando que se negaría, y por lo que debía entregarnos sus pantis y perder el juego. Pero Marisol, se acercó a Ana y le preguntó si estaba de acuerdo, y Ana respondió que si tras terminarse la cerveza que tenía en su mano. De momento mis dos amigas se han comenzado a besar de manera bien fuerte, no de la manera que yo esperaba, tanto que me quedé asombrada viendo como Marisol y Ana se besaban y acariciaban mutuamente. Apenas mis dos amigas terminaron de besarse, Marisol se levantó y buscó más cervezas, para nosotras tres. Y al regresar fui yo la que fui señalada por la botella, por lo que Ana me ordenó que besara Marisol. Lo cierto es que apenas sentí sus cálidos labios sobre los míos, me olvidé del juego y de todo, tan así fue que Marisol a medida que me besaba y acariciaba todo mi cuerpo, sin que yo opusiera la menor resistencia o me diera cuenta, me ha quitado las pantis dejándome completamente desnuda, al tiempo que con una de sus manos fue acariciando mi vulva, hasta que sus dedos agarraron mi clítoris, el cual comenzó apretármelo divinamente hasta que le dio la gana de soltarme. Dejándome tremendamente excitada.
A partir de ese instante, creo que las tres nos olvidamos del juego, y sin decirnos nada las tres, continuamos besándonos y acariciándonos mutuamente, por todas partes. Yo sentía los dedos de mis dos amigas acariciando mi vulva, al tiempo que yo hacía lo mismo a una de ellas dos. Así estuvimos por un largo rato las tres, y llegamos al punto en que sin que ninguna de ellas dos me lo pidiera, comencé a besar y a mamar sus coños, al tiempo que alguna de ellas también me mamaba el mío, arrancándome profundos y placenteros gemidos, a medida que con sus dientes me mordisqueaban sabrosamente mi clítoris de manera increíble.
Yo estaba que no podía controlarme, deseaba que mis dos amigas me continuaran proporcionando ese divino placer que me estaban haciendo sentir. Las tres nos encontrábamos tan y tan excitadas y calientes, que yo al igual que mis amigas, no tan solo las besaba y acariciaba sus húmedos coños, sino que también de manera insistente chupaba sus parados pezones, al tiempo que alguna de ellas me acariciaban tanto mi coño como mis nalgas. De momento Marisol se separó de Ana y de mí, dejándonos a nosotras dos solas, restregándonos mutuamente nuestros coños con las piernas bien abiertas, y proporcionándonos placer increíble la una a la otra.
Al regresar Marisol nuevamente nos trajo más cervezas, y a medida que continuamos bebiendo, ella separó mis piernas, al tiempo que sin decirme nada, comenzó a introducirme una botella completa dentro de mi caliente coño. Yo continué disfrutando de lo que mi amiga me estaba haciendo, y de momento nuevamente se levantó, dejando que las mano de Ana continuaran haciendo lo que ella había iniciado. Así que mientras Ana y yo nos besábamos de manera ardiente, mi amiga continuaba empujando la botella de cerveza dentro de mí, lo que yo disfrutaba intensamente moviendo mis caderas a más y no poder al tiempo que entre dientes le pedía a mi amiga que me diera más y más duro.
Por su parte Marisol nos volvió a dejar solas, al tiempo que Ana hasta llegó a introducir algunos de sus dedos dentro de mi culo, sin que yo me opusiera, o le pidiera que dejase de hacerlo. Ya en esos instantes, las tres nos encontrábamos más que borrachas, no tanto por las cervezas que habíamos bebido, sino más bien por el sexo que estábamos manteniendo. Cuando Marisol regresó nos dio una tremenda sorpresa, en una de sus manos mantenía agarrado un inmenso y grueso pepino, mientras que con la otra mano, sujetaba la correa de su perro, un macho pastor alemán, de gran tamaño, y de abundante pelaje, llamado Toro.
Sin quitarnos la vista de encima, el perro movía su cola con fuerza, mientras de su abierta boca, colgaba gran cantidad de su baba. Lentamente sin decirnos nada, Marisol se nos acercó con su perro, y le entregó el grueso y largo pepino a Ana, la que sin pérdida de tiempo se lo enterró profundamente dentro de su peludo coño, auto arrancándose profundos gemido y chillidos de placer, a medida que continuaba metiendo y sacando semejante legumbre de entre sus piernas.
Mientras que yo me quedé tirada sobre la cama de Marisol, con mis piernas colgando, la misma Marisol se fue acercando a mi acompañada de su perro, ella ya estando a mi lado simplemente acercó el morro de su perro a mi coño. En cosa de segundos, Toro se ha dedicado a pasar su áspera y húmeda pero divina lengua por sobre mi chorreante vulva, enterrando de cuando en cuando su morro dentro de mi caliente coño, hasta el punto que me al igual que mis dos amigas me hizo disfrutar de un tremendo orgasmo. Sin que Marisol me dijera nada, me bajé de la cama, di la vuelta, y me quedé en cuatro patas, al borde de su cama. De inmediato sentí las gruesas patas de aquel animal que se colocaron a los lados de mis costillas sujetándome contra su peludo cuerpo, y en cosa de segundos la misma Marisol, dirigió la verga de su perro, directamente a mi coño.
En ese instante no pensé en que era lo que estaba haciendo o mejor dicho dejando que ese perro me hiciera. Sentí su peludo cuerpo sobre el mío, y como su miembro se abrió paso sin dificultad alguna dentro de mi ya manoseado coño. Las babas de Toro, chorreaban sobre mi nuca y gran parte de mis hombros, a medida que sin dejar de moverse, él continuaba metiendo y sacando su verga dentro de mi coño, al tiempo que yo como si fuera una verdadera perra movía mi cuerpo, sin dejar de decirles a mis dos amigas lo divino que se sentía la verga de semejante bestia dentro de mi coño, pero de momento el placer fue mucho mayor.
Algo que yo desconocía hasta esos momentos, es que a los perros una vez que han podido penetrar a una perra, y comienzan a moverse, su miembro como que se les inflama o se les pone aun más y más grande. Lo que a su vez me produjo un mayor placer, hasta esos instantes, yo ignoraba que era quedar abotonada, pero también ignoraba que el olor de ese animal me excitase de tal forma o manera, me sentía como una verdadera perra en celo, disfrutando del placer que Toro me proporcionaba.
Yo estaba de lo más inspirada moviendo mis caderas, cuando Ana colocó su peludo coño frente a mi cara, y sin más ni más, al tiempo que Toro continuaba enterrando su tremenda lanza, yo me dediqué a mamarle el coño a mi amiga, mientras que Marisol y ella se besaban insistentemente. Perdí la cuenta del sin numero de orgasmos que disfruté en esos momentos, en mi vida había sentido algo semejante, ya cuando Toro finalmente se vino dentro de mí, me dirán exagerada, pero les juro por lo más sagrado, que sentí como el chorro de su semen inundó mi coño. Después de eso Toro se dio la vuelta, y quedamos culo con culo, fue cuando Marisol me dijo que debía esperar un rato a que el miembro de su perro se desinflamase para que me lo pudiera sacar sin que me doliera, o el me fuera a morder.
Mientras esperaba, me tomé otra cerveza que me dio mi amiga, mientras ellas dos se reían al ver en la posición en que yo me encontraba, además veía como Ana le empujaba el tremendo pepino por el culo a Marisol, después de un buen rato, finalmente Toro pudo sacar su verga de mi coño, y para mi sorpresa se dedicó a lamer de inmediato divinamente, su propio semen que chorreaba por entre mi coño y mis muslos. Yo estaba tan borracha y deseosa de continuar, que sin importarme mucho, cuando el perrazo se retiró a una esquina de la habitación a lamer o limpiarse con la lengua su miembro, yo gateando me le acerqué, y al estar a su lado comencé acariciarle su barriga, haciéndole cosquillas, en ese instante lo que me pareció lo más normal de todo fue que me pusiera a mamar su verga. Poco a poco comencé a lamerle el miembro a ese perrazo, ante la asombrada mirada de mis dos amigas. Realmente se lo estuve chupando por un corto rato, pero al pensar en lo que estaba haciendo, saqué su miembro de mi boca, y tras darme otro trago de cerveza, dando tumbos me tiré sobre la cama de Marisol, donde me quedé completamente dormida.
Al día siguiente al despertarnos cerca de las cuatro de la tarde, las tres estábamos que nos moríamos de la vergüenza, para colmo de males, en mi caso yo apestaba a perro por todos lados, a mi me dolía la cabeza. Una a una, muertas de vergüenza, sin decirnos nada nos fuimos dando un buen baño siendo yo la última, mientras me bañaba recostada en la gran tina, recordé todo lo que había hecho, tanto con mis amigas como con el perrazo de Marisol, lo mucho que había disfrutado de todo lo que hice y de lo que me hicieron tanto ellas dos, como lo que dejé que Toro me hiciera, y a medida que fui recordando todo, y el agua caliente caía sabrosamente sobre mi cuerpo y en particular dentro de mi coño, él que comencé a acariciar suavemente mientras continuaba recordando todo lo sucedido, la manera en que sin que me lo dijeran le ofrecí mi cuerpo a ese animal, y hasta como el olor de Toro podía sentir aun, como si estuviera a mi lado, así estuve autosatisfaciéndome introduciendo mis dedos dentro de mí coño, hasta que disfruté de un sabroso orgasmo. Como por arte de magia el dolor de cabeza desapareció, al salir del baño, y me encontré a Marisol y Ana tan desnudas como lo estaba yo en esos momentos. Entre las dos me abrazaron, y yo comencé a decirles que todo había sido culpa de la mucha cerveza que habíamos bebido, cuando de momento sentí los dedos de ambas acariciando y explorando sabrosamente mi coño, nuevamente…
Hola saludos mi nombre es joselyn,
Tengo 43 anos ,
vivo en el DF,Mi marido es pablo tiene 52
anos ,Tenemos un hijo de 18 anos ,
Relato erótico enviado por Andytorres el 08 de December de 2015 a las 21:47:15 - Relato porno leído 147188 veces
Si te ha gustado Locuras de chicas… vótalo y deja tus comentarios ya que esto anima a los escritores a seguir publicando sus obras.
Por eso dedica 30 segundos a valorar Locuras de chicas….
narrador
te lo agradecerá.
Comentarios enviados para este relato
katebrown
(18 de October de 2022 a las 20:19) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF jeison hardcore
(13 de June de 2012 a las 18:34) dice:
hola nena la neta a mi jamas un relato me habia exitdo el tuyo lo hiso tanto que me hiso masturbarme
porfavor espero la continuación porfavor hermoza la neta es el mejor relato que he leido saludos
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