—Papi … te quiero en mi chochito … y tú Gabriel métemelo por detrás …
Relato
Podría decirse que nací enamorada de papá. Me encantaba sentarme en su regazo y tratar de sentir en mis nalgas la forma de su pene. Muchas veces cuando él estaba acostado a reposar, yo me metía entre sus piernas y me acostaba con mis mejillas a estrecho contacto de su verga, podía sentir esa forma de tubo blandito que él tenía bajo sus pantalones. Entonces me decidí a recontar como llegué a gozar con la inmensa verga de mi padre.
Soy Mirella de treinta y dos años, felizmente casada con Gabriel. Tenemos dos niños. Gabriel pertenece a la Armada y a menudo se ausenta cuando los navíos de la marina salen a hacer sus ejercitaciones navales de guerra. Yo me gradué de abogada, pero no presente mi tesis, así que trabajo a media jornada en un bufete de abogados como secretaria.
Mi padre, Américo, está retirado de la Armada, tiene cincuenta y siete años, pertenecía a la infantería de marina. Divorció de mi madre hace muchos años. En ese tiempo yo cursaba la secundaria y soñaba con su verga como una colegiala. Le gusta ser abuelo y por eso está siempre cercano a mi ayudándome con mis niños, estos adoran a su abuelo. En los periodos en que mi esposo no está, él se viene a casa a vivir con nosotros.
En mis fantasías de adolescente la figura masculina preponderante para mí era él, mientras estuvo esposado con mamá nunca me hizo faltar su amor y cariño, sus mimos era lo que yo más deseaba y buscaba, pero él siempre recto y respetuoso jamás me hizo nada como para animarme a pensar en él en modo sexual. Solo que para mí él era el hombre ideal, de hecho, mi marido se le parece mucho. En mi intimidad con él, muchas veces imaginé que era mi padre que hacía rebosar mi conchita de humores y esperma, pero era mi fantasía. Jamás pensé en que esto podría algún día concretarse.
Pero los giros de la vida son imprevisibles. Un día de verano que regresaba a casa, hacía un calor húmedo y asfixiante. Mi marido se había ido hace dos días. Sobre la mesa veo las llaves de papá. Él estaba en casa, me alegré mucho, me encanta tenerlo cerca. Escuche el agua del baño, me dirijo al dormitorio donde él usa quedarse. El ruido del agua había cesado. Lo veo que entra a su cuarto, la puerta esta entreabierta. Debe haberse duchado, pensé. Él estaba frente al espejo desnudo y secándose su espalda, nalgas y entrepierna. Inmediatamente me doy cuenta de que él no puede verme. Quedo magnetizada como una calamita. Papá es muy guapo. Para su edad tiene un físico envidiable, no hace gimnasia solo largas caminatas. Sus piernas son gruesas y musculosas, su cuerpo entero se ve tonificado y bronceado, miro el contraste de su piel en sus nalgas albinas, firmes y redondas, ¡Que hermoso culo que tiene papá!
Cuando termina de secar su entrepierna, se gira en modo calmo y natural, entonces veo el trozo de pene más grande que haya visto nunca, pende y se bambolea con sus movimientos, también el rugoso saco de su escroto cuelga con sus cojones, los mismos que inyectaron mi ser en el coño de mamá. Parece un dios griego con sus facciones cuadradas, sus cabellos ligeramente rizados, sus pectorales potentes, su vientre plano y su masculinidad que me mantiene embelesada y con mi conchita iniciando a sobre calentarse.
¡Que hermosa polla!, su prepucio arrebujado cubre su glande que hincha esa aterciopelada piel, su pene surcado de gruesas venas azules y sus rizados pendejos que adornan en forma extraordinariamente varonil su miembro esplendoroso. Se seca mi boca y se humedece mi chocho, paso la lengua por mis labios y en ese momento decido que debe ser mío, lo quiero. Mi vientre se contrae, siento un revoloteo de mariposas en mi estómago y un hormigueo en mi ingle que me hace juntar mis muslos lascivamente mirando la verga de mi padre.
Como mujer decidida, esa misma noche mientras él se encuentra viendo el noticiero a la Tv, me acerco vistiendo un kimono que él mismo me había regalado tantos años atrás, traído especialmente para mí en uno de sus viajes al extranjero. Es corto, muy cortito. Mis muslos quedan a la vista y si mi inclino solo un poquito, mis redondas y firmes nalgas vienen expuestas completamente, debajo no visto nada más, entiendo seducirlo luciendo mis tetas moviéndose libres bajo la delgada tela. Me acerco a él con dos tragos de su licor preferido, un Cinzano Martini con su aceituna y a temperatura ambiente, le ofrezco una copa y tomando la otra me siento junto a él con mis rodillas dobladas, a sabiendas que en esa posición mi kimono se abre y mis senos plenos se hacen casi visibles.
Conversamos y nos reímos de las travesuras que inventan mis niños. Me alzo dos veces más a rellenar nuestras copas. A la tercera, como si nada me siento en su regazo y le pregunto si se recuerda cuando él jugaba conmigo al caballito, siento ese bulto familiar en sus pantaloncitos cortos y que ahora es la fuente de mis deseos. Me mira y percibe que estoy desnuda, paso un brazo alrededor de su cuello y una teta salta fuera del kimono, rápidamente me cubro, pero él un poco incomodo me mira casi perplejo, entonces ataco:
—Papi … necesito abrazos y cariñitos …
—No crees que eres muy grande para pedirme eso …
—Pero los cariñitos que yo quiero son para mí como mujer …
Comienzo a frotar mis glúteos sobre mi objetivo y siento como comienza a hincharse, él me mira un poco confundido, no sabe si estoy hablando en serio o bromeando.
—Papi … tú me enseñaste siempre a ser directa y sincera … así que no me interrumpas y escúchame … mi esposo, desde hace tiempo que me comenta cuando estamos en la intimidad … que quisiera verme hacerlo con otro hombre … ¿sabes? … como esas parejas modernas … yo siempre he pensado que tú podrías ser ese otro hombre … ¿Quién mejor que tú? … tú me conoces y me quieres … nos tenemos confianza … eres perfecto …
Papá puso su mano en mi cintura y yo bese cariñosamente su nariz, movió su pelvis algo incomodo con su erección incipiente y yo continué a informarlo el porqué de mi actuar:
—¡Sí! … no te maravilles, pero es mi marido que me mete estas cosas en mi cabeza y yo tengo que secundarlo, soy una esposa fiel y que hace lo que le pide su consorte, pero tengo miedo de hacerlo con cualquiera, por eso pensé a ti … cuando estamos en la intimidad y él me está haciendo todas esas cosas que se hacen entre una pareja matrimoniada, me susurra al oído sus fantasías y yo me imagino contigo … mi marido quiere que seamos una pareja que jueguen e intercambien con otros …
—¡Mirella! … te das cuentas de lo que me propones … ¡Yo soy tú padre! … te vi nacer … te vi crecer …
—Pero papá … ahora soy mujer y tú eres un hombre … y esto no lo puedes negar mi ocultar …
Le dije meciéndome sobre su verga que se había endurecido como el mármol. En la emoción, mi kimono volvió a abrirse y mis senos estaban a centímetros de su barbilla. Tomé su mano y la puse sobre mis tibias y sedosas carnes esponjosas. Él no hizo ningún intento por quitarla, sentí que sus dedos se abrían y atrapaban en medio uno de mis endurecidos pezones. Rápidamente muevo mi mano y la meto sobre su verga dura:
—Papá … lo necesito … necesito éste … tengo que hacer feliz a mi esposo, padre mío …
Aprieto su pene contra mi muslo.
—Solo piensa en mí como mujer … una mujer con ganas … una mujer que te retiene a ti como el hombre de sus sueños …
Me inclino y lo beso en los labios. Su mano se cierra sobre mi teta y la aprieta y juega con mis pezones. Sus labios finalmente se abren a los míos y mi lengua invade su boca, lo poseo, lo domino, mi padre es mío. Gimo lascivamente y me restregó en su regazo, él continua a jugar con mis tetas y mi conchita comienza a gotear. Nos besamos por largo rato, ya nos son besos de padre e hija, solo mujer y hombre. No puedo dejar de desearlo, pero al mismo tiempo me siento segura con él, me acurruco y busco la fuerza de sus brazos, mi mano palpa su erección, manoseo su regazo, dibujo la forma de su pene con mis dedos desnudos, sobajeo un poco por encima de sus pantalones, debo tenerlo en mis manos, tengo que saborearlo. Lo miro a los ojos y muevo mi lengua humedeciendo mis labios, él me sonríe y se deja hacer de todo.
Sin vergüenza ni remilgos busco la cremallera de sus pantaloncitos, la abro apresuradamente, escarbo entre sus boxers, mis dedos tocan su piel tibia. Su pene es suave, delicado y cálido. Lo tiro fuera, veo como se muestra erguido y desafiante, magnifico miembro masculino, en los ojos de mi padre se vislumbra el orgullo que el siente por su verga. Ahí está en toda su espléndida turgencia. Hinchada, dura, recta. Me viene de hacerle una respetuosa reverencia. Lo tomo con una mano y con la otra me meto en posesión de sus pelotas, me inclino y su glande entero desaparece en mi boca, sabe a macho, limpio, sabroso y cachondo. Un gemido escapa de la boca de papá y siento que lo estoy haciendo bien. Mi coño palpita de deseos, lo quiero dentro de mí, lo empujo hacia atrás con la mano, así puedo montar a papá a horcajadas, a lo caballito, luego desciendo lentamente sobre su pija y literalmente me empalo en la polla de papá. Fuertes escalofríos me hacen estremecer, mis glúteos tocan sus piernas, lo tengo todo dentro. Papá me toma de las mejillas y me besa apasionadamente. Siento como su pija toca el fondo de mi chocho y envía descargas eléctricas por todo mi cuerpo. Quiero ser follada por papá. Él sigue jugando con mis tetas, pellizca mis pezones y los presiona entre sus dedos. Me deja la iniciativa a mí y yo lo cabalgo ardorosamente siendo sorprendida por un espontaneo orgasmo que me hace estremecer, papá me está mordiendo los pezones y su verga taladra mi bajo vientre, el me abraza y sabe que me he corrido en su pija, me mantiene firme y segura en sus brazos paternales.
—Mirella, tesoro … detente y bájate … no podemos hacer esto … así, cariño … así, para …
No entiendo por qué, lo estoy disfrutando mucho, su verga parece latir llena de vida dentro de mi chocho, entonces me doy cuenta de que está a punto de correrse, por eso me detuvo. Fuertes escalofríos me sacuden. ¡Oh! Mí Dios, pero yo lo quiero. Quiero sus chorros dentro de mí. Pero vuelvo en mí, sé que él tiene razón, a regañadientes me levanto y lo dejo salir de mi coño, siento el profundo vacío en mí. De pronto me surge una idea, quiero que disfrute y se corra dentro de mí, me doy la vuelta y me inclino a mostrarle mí agujero anal. Con vehemencia abro mis glúteos para él mostrándole mi florcita rosada y rugosa:
—Tienes razón, no podemos correr riesgos … entonces ponlo aquí … ponlo en mí trasero …
Sus dedos acarician mis nalgas, luego moja sus dedos en mi coño y comienza a meterlos en mi estrecho ano. Un dedo me penetra y gimo de placer y empujo mi culo hacia atrás:
—¿Estás segura, cariño? …
—¡Sí! … sí … no me harás daño … te quiero dentro de mí …
Él no dice nada. Siento su glande que roza mi pequeño orificio. Empuja y penetra:
—¡Ssssiiii! …
Grito mientras siento su profunda penetración. ¡Dios!, sí que es grande. La verdad es que no soy virgen de ahí, pero él me está ensanchando a sus dimensiones. Aprieto los dientes para soportar los primeros embistes. Me estoy comiendo la pija de papá por mi culo. Siento sus bolas que chocan con mi chocho. Estoy emocionada y muy excitada. ¡Uy! Que emoción, lo tengo todo dentro y es la pija de papá. ¡Maldita sea! Pero me está doliendo … me duele, tengo que rendirme … resbala fuera de mí … ¡Oh no … lo quiero dentro … quiero que se corra … lo empujo y me siento en él …
—¡Oh! Papá … no lo dejes salir … métemelo todo … ¡Sodomízame! Por Dios, hazlo …
¿De donde me salió esa palabra? “Sodomizada por papá”, me parece como el título de una película porno, debo estar alucinando, no puedo haber dicho yo eso … ya no sé lo que estoy diciendo, pero estoy disfrutando el poder de su verga que llena mi recto y me hace gemir … ¿Pero cuando es que se corre? … quiero que me llene como lo hace mí marido. Se me escapa un grito de placer, algo tibio comienza a caldear mis vísceras. Papá se está corriendo dentro de mí … debo tocar mi clítoris y correrme con él … ¡Oh! Sí … me correré junto a papá … ¡Oh! … siento su mano en mi vientre, él busca mi botoncito y comienza a jugar con sus dedos sobre mi clítoris hinchado … ¡Oh! Papá … ¡Ooohhh! … papi … me estiro hacia atrás sin voluntad, solo con deseo y lujuria y abro mis piernas que comienzan a tiritar, esos temblorcillos se apoderan de mí y me recorren entera:
—¡Oooohhhh! … ¡Ssiii! … papi … dámelo todo … ¡Uy! Que rico …
Sus deditos me provocan una descarga eléctrica feroz y me corro con un agonizante grito, mis tetas se estremecen, aprieto mis nalgas, quiero exprimir cada gota de su lechita cálida. Tengo mi cabeza perdida hacia atrás, siento sus besos en mi cuello, papá está sobajeando mí pelvis arrancándome otros gemidos lascivos de desenfreno total. Lo escucho jadear cerca de mí oído, sus gruñidos han cesado, me desplomo a peso muerto sobre él. Papá me abraza, siento su amor y su cuidado por mí, me mantiene tiernamente con tanta pasión y ternura que me hace convulsionar, un mini orgasmo me hace contraer los músculos de mi esfínter y el pene de papá se desliza fuera de mí. Un pequeño grito se me sale cuando el resbala fuera de mi culo. Ha sido todo tan dulce, muero por la polla de papá, él todavía me sostiene por la cintura, sus velludos brazos cosquillean la base de mis tetas:
—¡Hija! … ¡Mirella! … ¿Estás bien? … Casi te desmayas … ¿Cómo estás? …
—¡Ooohhh! … ¡Ssiii! Papi … ¡Mi Dios! … Me hiciste morir de placer … Solo abrázame fuerte … Estoy bien … Sí estás junto a mí, siempre estaré bien … te quiero papá …
Mas tarde papá censura mi actuar y tenemos una larga discusión. Finalmente termino ganando y logro que me lo vuelva a hacer. Ahora que he probado el sexo con él no lo dejaré escapar por ninguna razón al mundo. Como no estoy tomando anticonceptivos, papá me encula varias veces durante la noche, al parecer él también aprecia mi trasero, tanto como yo su pija. Cuando despierto, el latido y sensación de mis posaderas me dice que no he soñado, ¡Todo es verdadero! Me acurruco junto a él que duerme a mi lado, de nuevo soy su niña preferida, pienso que tendré que bajar a comprar condones, lo quiero en mi chocho.
Por un par de días follamos como pareja en luna de miel, lo tengo dentro de mí tan a menudo como sea posible. Follamos en todos los rincones de la casa, todos mis agujeros disfrutaron de su magnífica verga. Entonces mi marido me llama y me avisa que regresará a casa por algunos días. Aviso a papá y él prepara sus cosas para marcharse y se va como si nada. Siento una sensación de abandono, pero en mi cabeza se está formando un plan.
Después de un par de días de furiosas folladas con mi marido, estoy acurrucada a él en nuestra cama, él está jadeando y yo lanzo el anzuelo:
—Amor … ¿Sabes? … Creo que lo encontré …
—¿Qué cosa amor? …
—Pero … No recuerdas que dijiste que te gustaría ampliar nuestros horizontes … que podríamos agregar alguna variación a nuestras relaciones … bueno … ¡encontré a la persona adecuada! …
—¿La persona? … ¿Un hombre? … ¿Y quién es? …
—Sí, un hombre … Un hombre especial … Pero no te diré todavía quién es … Quizás, es mejor que no lo sepas aún …
—Ya lo probaste … ¿Verdad? …
—¡Emh! … bueno … Sí … Lo hice por ti … sabía que te gustaría … pero quiero confirmarlo …
—¡Umh! … Sí … si, hiciste algo que yo te había pedido … Pero ¿Lo conozco? …
—Sí que lo conoces … es un hombre muy confiable … sabe muy bien su lugar … ¿Crees que lo hice bien? …
Mi marido comenzó a jugar con mis pezones, ya no se mostraba tan cansado, su pene comenzaba a endurecerse otra vez, me abrazó y me estrecho a su cuerpo, se ve que lo excitó mi confidencia.
—Amor … casi no lo creo … pero sí … quiero que lo intentemos … quiero hacerlo …
—¿Estás seguro? … ¿No será para ti un problema verme jugar con otra verga? …
—Amor … puedes estar segura … lo quiero más que a nada …
—¿Estarás bien si me folla y quizás hasta si me penetra por el culo? …
—Sí … Sí … Sí, mi amor … quiero que se lo chupes … que se lo lamas … que te roceé las tetas … que te coma el coño … todo … quiero ver cómo te hace de todo …
Apenas termino de hablar, se lanzó sobre mí y me folló con una inusitada violencia, no duró mucho y se corrió copiosamente dentro de mí, luego exhausto se quedó dormido. Durante la noche se despertó a follarme varias veces, nunca lo había visto así de caliente, solo cuando estábamos recién casados.
“Hay que martillar el fierro mientras está caliente”, este dicho me viene a la mente porque se ajusta a lo que estoy pensando. Me tomo un par de días de licencia en el trabajo y llamo a papá para que venga a visitarnos. Le expliqué todo por teléfono, creo que entendió. Lo sentí emocionado, pero un poco titubeante. Solo espero no me defraude y quiera participar, siempre hace todo lo que le pido y esta vez no será diferente.
Me despierto muy excitada y juego un poco con la polla de mi esposo, luego le pido que no se levante, que luego vendrá alguien a visitarnos, veo su cara de sorpresa y me tira hacia él para besarme. Le pido de esperar y tener paciencia, me levanto y le traigo un café caliente. La hora está cerca, sé que papá está por llegar, es maniático de puntual y está vez no falla, justo a la hora suena el timbre, mi marido se sienta en la cama expectante, corro a abrir la puerta, mi chocho se contrae placenteramente entre los gruesos labios de mi vulva. Me tiemblan las piernas. Tan pronto como entra, salto sobre él. ¡Dios, cómo quiero su verga! A baja voz le explico mi plan. Lo desnudo completamente, luego le doy una máscara confeccionada de unas viejas pantys mías, solo hay un espacio para su nariz y su boca, pero cubre bien todo el resto. Mi marido nunca lo ha visto desnuda, no creo lo vaya a reconocer, le pido a papá de no hablar ni una sola palabra.
De la mano entro con él al dormitorio, Gabriel está sentado en la cama sorbiendo su café, nos mira y abre el edredón que le cubría y nos muestra su pene rígido, duro, amoratado al máximo, casi a punto de explotar. Me detengo con papá y me arrodillo frente a él, su pene está tomando consistencia, así semi fláccido lo meto en mi boca y comienzo a succionar, mi marido se lleva su mano a su boca como en aprensión, le demuestro que me gusta lo que estoy haciendo, tomando a mi padre por sus nalgas y comienzo a tragarme toda su erección, hasta tener un conato de tos sintiendo su glande estimulando mi garganta. Mi marido comienza a masturbarse, mira embelesado como se la chupo a papá con todas mis energías, su polla ha adquirido dimensiones inusitadas. Sintiendo que la verga de mi padre ha crecido en toda su dimensión, me levanto y nos aproximamos al lecho:
—Aquí está él, amor … él nos acompañará … ahora tengo dos grandes pollas solo para mí … ¡Gracias, cariño! … es eso lo que tú también querías, ¿verdad? …
Mi marido ha enmudecido, solo asiente afirmativamente con su cabeza, subo a la cama y me arrodillo a lamer las gotitas perladas que salen de su verga, él gime. Me giro y le hago señas a papá para que suba a la cama. Lo siento que se coloca directamente detrás de mí, su lengua húmeda separa los labios de mi concha e inicia a lamer mis labios inflamados y calientes, continuo a chupar la pija de mi marido y las manos de papá me toman por las caderas y presiona su bulboso glande contra el ojete de mi vagina. Empuja y empuja, su largo miembro centímetro a centímetro se hunde en mi chocho haciéndome encorvar mi espalda. Gabriel mete su mano en mi cabeza y me empuja a chupar su verga, me parece de haberme convertido en una actriz del porno y eso también me excita, papá me está follando con todas sus fuerzas, me viene de estirar una de mis piernas hacia atrás, pienso sea un calambre, pero no, un potentísimo orgasmo me sorprende y me hace bramar con la verga de mi esposo en boca, lo baboseo todo, tiembla mi cuerpo, muevo mis nalgas temblorosas y papá luego de enterrarme su verga con embistes violentos haciéndome gritar, se calma y me sostiene hábilmente para dejarme recuperar, su largo y grueso miembro late dentro de mí, apresado en mis encharcadas paredes vaginales. Lamo las bolas de mi esposo que consciente de mi orgasmo se entretiene acariciando mis cabellos.
—Luces hermosa, tesoro …
Le escucho decir, lo que me anima a engullir su verga y animar a papá para que siga perforando mi chocho. Me entrego con pasión y lujuria a mis dos hombres. En mis manos tengo las bolas de mi marido y su pija se desliza por mi garganta, lo escucho gemir y las pulsaciones de su pija me anuncian que se va a correr, también la polla de papá se hincha profundamente en mi vulva y late caliente, siento sus tirones en mis caderas y comienza a llenar mi chocho con su lechita, no tengo tiempo de nada, la polla de mi marido hace erupción dentro de mi boca y trago su lefa tibia. Mis dos machos me llenan de esperma, abro más mis piernas y chupo intensamente a mi marido, mi cuerpo entero tiembla y me corro una segunda vez al sentir como la gruesa pija de papá se desliza fuera de mi cuevita mojada, mi marido aún tiene sus piernas tiesas y expele semen en mis mejillas. Me siento saturada de pasión y amor, sé que estoy con los hombres que más me aman, mi padre y mi marido, me siento dichosa.
Nos quedamos por largo rato inanimados, reponiéndonos de nuestro placer. Mi marido me sorprende cuando se dirige a papá:
—¡Oye tú! … quiero que se la metas en su culito … quiero ver a mi mujer enculada por ti …
Me enderezo y lo abrazo con fuerza, lo beso y acaricio tiernamente, es mi marido, lo amo:
—¿Quieres verme sodomizada, tesoro? …
¡Uy! Otra vez esa palabra, me parece hasta boba mi pregunta, pero yo también quiero sentir la enorme pija de papá horadando mi trasero. Me he quedado al centro de la cama, a mi derecha mi esposo y a mi izquierda mi padre, arrodillada en medio a ellos, tomo sus vergas en mis manos y comienzo a pajearlos a los dos, me parece ser una reina tomando el cetro de mis dos poderosos reyes, ambos se miran complacidos, a ratos chupo a uno y luego al otro. Son vigorosos y sus potentes vergas reaccionan endureciéndose, papá es ligeramente más grueso y grande que Gabriel, mi marido se levanta y me toma de la mano:
—¡Siéntate en la pija de él! … luego abre tus piernas … quiero ver tu culo llenito de su verga …
Papá permanecía acostado sin decir nada, volví a bajar la cabeza y se lo chupe enardecidamente dejando bastante saliva sobre su polla enhiesta, luego hice como me pedía mi consorte, en cuclillas me senté y me tragué por mi trasero la polla de papá. Mi marido observa de cerca toda la acción, veo como se lambe sus labios y acaricia su polla tiesa, no sé si está más interesado en mi culo o en la gruesa verga de papá. Por un momento me viene de pensar que quizás sea bisexual y yo no lo sabía, quizás tampoco él.
Mi libido está por los cielos, cerca del paraíso absoluto, la estoy gozando toda, la pija de papá en mi culo se siente fabulosa, me enderezo y tomo la verga de mi marido de nuevo en mi boca y la encuentro otra vez durísima, entonces le digo:
—Cariño … ven y métela tú también …
Papá me tira de los hombros hacia atrás y mis piernas se abren, mi marido ve que la pija de mí padre está metida en mi hasta los cojones, se mete entre nuestras piernas y comienza a sobar su miembro sobre mi panocha hinchada y mojada, luego empuja su miembro que se junta al de mi padre separados por esa delgada y delicada piel entre mi chocho y mi culo, la sensación es avasalladora, los dos seres que más quiero están físicamente en mí, estoy feliz, es un goce infinito, es diferente a todo lo que he sentido anteriormente. Me tratan como una muñeca de porcelana, me miman, me acarician, me besan, todo con mucho afecto, sin prisa ni violencia, mi padre me toma de los brazos hacia atrás y mi marido aprieta mis tetas con sus pectorales, literalmente estoy en un sándwich. La pija de papá en mi recto me provoca sensaciones placenteras, la verga de mi marido colmando mi panocha me sobrepasa, se mueven uno saliendo y el otro entrando, hay una especie de sincronía de movimientos, mi padre muerde mi cuello y mi marido acalla mis gritos con sus labios sobre mis propios labios.
¡Guau! Sus pijas son enormes, están moviendo todas mis vísceras dentro de mí. Mi marido saca su pene de mi vagina y me dice:
—Date vuelta … quiero metértelo yo en tu culo ahora …
Mi padre escucha y suelta mis brazos, me levanto y la verga de papá se desliza fuera de mí, estoy completamente vacía sin sus penes, rápidamente monto a papá a horcajadas y tomando su pene en mi mano, lo dirijo derecho dentro de mí, mi marido no pierde tiempo, me empuja un poco hacia adelante y presenta su órgano en el redondeado y amplio ojete dejado por papá, prontamente lo empuja y me llena con su verga marital, grito:
—¡Que rico! …
Bombean sus pollas dentro de mí, me acurruco sobre el pecho de papá y abro mis piernas para que mi marido me pueda penetrar mejor y más profundo, estoy colmada de polla, me siento abrumada y me estrecho a mi padre, él entiende y me abraza, me estoy corriendo tan fuerte que siento que me orino sobre la verga de mi padre, no lo puedo evitar, lo mojo, lo beso, mis manos enmarañan sus cabellos. Mi marido entierra con fuerza su pija en mí y llena mi esfínter con su semen. El abrazo de mi padre se hace más enérgico y también lo siento que su clímax esta cercano, entonces le digo:
—¡Córrete en mis senos, papá! …
—¿Papá? …
Mi marido que se había corrido en mí y estaba arrodillado mirándome follar con este desconocido para él, se detiene. Pero yo no doy un paso atrás, me acuesto y de paso le quito la máscara a papá:
—¡Ya! Papi … llena mis tetas con tú lechita …
Mi marido observa en silencio, su pija no se ablanda por nada, es más, comienza a pajearse y dice:
—¡Ahora, suegro! … haz cómo te pide … llénale sus tetas cochambrosas con tu esperma … es tú hija … ríndela contenta a esa puta …
Mi padre lo mira inexpresivamente, hay solo lujuria en su mirar y comienza a rociar mis pechos con su semen caliente:
—Es mi hija … también es tú mujer … y tú le has pedido que sea muy puta … es así cómo te gusta, ¿no? …
—¡Sí! … es así cómo me gusta … es por eso por lo que la amo … será nuestra puta de ahora en adelante …
Después me sorprende, mete sus manos sobre mis senos y comienza a espalmar la esperma de papá en mis senos y pecho, todo se convierte en una especie de crema blanca y jabonosa, mi marido lo disfruta y yo también, papá de rodillas se aproxima a mi rostro y yo me trago las últimas gotas de su semen, la verga de papá se mantiene rígida, entonces llamo a mi marido:
—Ven tesoro … ven a probar la polla de papá … acaba de salir de mi conchita … ve a probar lo rico que sabe … sabor de tu puta mujercita … disfrutémoslo … chupémoslo juntos, amorcito …
En los ojos de mi marido hay apetencia, ardor y lujuria. Juntamos nuestras cabezas, él besa mis labios y luego lame el glande de papá. La estaca brillante y dura desaparece en la boca de mi esposo, luego él la empuja y es mi turno de chupar y lamer. Lo compartimos con mucho amor, nos alternamos instintivamente, sin conflictos, la verga de papá es nuestra verga. La reverenciamos entre ambos. Papá echa su cabeza hacia atrás y gime con placer, Gabriel y yo mientras chupamos y lamemos, nos damos de besos y gozamos la complicidad de gozar la misma verga, nos sonreímos mutuamente con mucho amor y cariño, continuamos a servir la tiesa y dura pija de mi padre.
En un momento, presiento que papá esta pronto a correrse de nuevo, entonces me apodero de su polla y la chupo con vehemencia, succiono y lamo vigorosamente, mi marido está expectante, ahí a centímetros de mí, cuando el primer chorro sale de la polla de papá, lo empujo hacia la boca de mi marido y éste no pierde tiempo engullendo con gusto y chupando y tragando el zumo de mi padre rápidamente. Papá gruñe y le da más, yo también quiero, le quito la verga y me la trago chupando los restos de la corrida de mi genitor. Mi marido tiene unas gotas en la comisura de los labios, lo beso y lamo su boca limpiando todos los restos, solo entonces miro entre sus piernas y veo una laguna de semen. Mi marido se corrió chupando la verga de mi padre.
Me mira un poco abrumado, no sabe que decir, pero no necesita que diga nada, me ha dado una muestra de amor irrefutable, un amor maravilloso. Mi marido un poco más repuesto, me dice:
—¿Tú padre? … ¿hemos disfrutado con tú padre? …
—¡Sí! Mi amor … papá … ¿Crees que podría haberlo hecho con cualquier otro hombre? … ¿Un desconocido? … ¿Quién mejor que él? … ¿Un hombre de nuestra plena confianza! …
—Pero es tú padre …
—Y lo seguirá siendo … Único … uno que jamás se interpondrá entre tú y yo …
—Pero es tú padre …
—Eso ya lo dijiste … papá es un hombre de verdad … con fuerza y vigor … recuérdate que le has chupado la verga y no te ha disgustado …
—¡Sí! … sí … es qué … es solo que nunca lo esperé … no es fácil asimilarlo … pero es genial …
—Amor … fue maravilloso verte chupar a mi padre … te amo más que antes …
Papá nos miraba a ambos, su expresión era de completa tranquilidad, no había ningún drama entre mi marido y yo, creo que eso lo mantenía sereno, pero carraspeó un poco como para aclararse la voz y dijo:
—¡Chicos! … estoy feliz de que me hayan elegido … pero basta de conversar … sigamos disfrutando de todo esto … me encantan las parejas modernas …
Estaba feliz con los dos amores de mi vida, pero me parecía oportuno hacer un pequeño descanso, así que los deje a los dos en amena charla y yo me fui a la cocina a preparar un café y un tentempié, cosa de reponernos y poder continuar lo más hermoso que me ha tocado vivir, dejarme poseer por los dos hombres que más amo. Me levanté con los dos que me miraban y me hacían sentir bella y deseada, cosa que yo intentaba obtener de ellos, quería el máximo de atención, ambos eran míos y los debía hechizar y mantener sus vergas erguidas y prontas solo para mí. Ambos acariciaban mi cuerpo mientras me movía para dejar el lecho, papá estaba encantado con mis senos y Gabriel se entretenía con mis glúteos, yo jugaba con sus cabellos y luchaba por dejarlos por un rato, no soy de hierro, sus manos me encendían, sus vergas estaban ligeramente en reposo, pero sabía muy bien cómo hacerlas reaccionar y tenerlas en pleno régimen. Ambos me deseaban y eso era evidente.
Me desvié hacia el baño para mis necesidades naturales, aproveche a lavarme rápidamente bajo la ducha y siempre completamente desnuda me fui a la cocina. Encontré un grembiulé en la cocina y repentinamente me pareció una prenda sexy para vestir, preparé café y unos panecillos, además un trozo abundante de la torta que había traído papá. Me vieron entrar al dormitorio y tuve inmediatamente su entera atención, ambos me llenaron de cumplidos por lo hermosa que lucía con mi delantal de cocina, luego nos dedicamos a comer y beber nuestros cafés y bromear y comentar mil cosas.
Gabriel me retiró la taza de café y me hizo acostar, luego se apoderó de mi seno izquierdo y puso un trozo de torta de chocolate sobre mi pezón, procediendo luego a comerla lamiendo mi areola y mordisqueando mi capullo endurecido. Papá hizo algo parecido, pero su torta termino sobre mi monte de venus, su lengua inició un largo camino desde mis muslos, separó mis gruesos labios vaginales y finalmente se comió su torta sin dejar de lamer todo mi pubis, instintivamente separé mis piernas y él luego se dedicó completamente a mi panocha. Muy pronto los besos y lamidas de mis amantes me tenían contorsionándome y gimiendo de puro placer, entonces papá me pregunto:
—Hija … ¿Cómo te gustaría ser tomada esta vez? …
Su voz era dulce y paternal, mi esposo se detuvo expectante de mi respuesta, sus vergas estaban completamente duras, mientras me besaban y acariciaban, me las arreglé para tomar en mis manos sus penes magnificos, estirando mi cuello y sintiendo sus besos en mí, le dije:
—Papi … te quiero en mi chochito … y tú Gabriel métemelo por detrás … los quiero a los dos en mí … juntos …
Papá se acostó y yo le dije que no, quería a mi esposo acostado, y yo me sentaría en su pija, luego él podría tener mi conchita pronta, entonces mi marido se recostó casi a mitad de la cama, yo me senté en su vientre y tomé en mano su pene, papá acariciaba mis piernas esperando que yo me empalase en la verga de mi marido, le miré y luego dirigí la vista a la polla de Gabriel diciéndole:
—Papi … hay que mojarlo un poquito …
Me guardo sicalípticamente, tenía fuego en sus ojos cuando se inclinó y tomo la vara de Gabriel en su boca y lo baño con su saliva, lamiéndolo, besándolo y tragándolo profundamente en su boca, cuando pensé que había hecho un buen trabajo, toqué su cabeza y tomando el pene de mi esposo, levanté mis caderas y me empalé en la verga tiesa y mojada, papá se quedó cómo hipnotizado a mirar mi culo siendo profanado por la pija de mi consorte, abrí mi boca y gemí haciendo rotar mi pelvis engullendo con mi culo la inmensa polla de Gabriel. La boca de papá sabía de polla cuando me abrazó y besó, pero fue el beso más dulce que él me podía dar, sentí su amor en ese ósculo, en sus caricias. Tiernamente me empujó hacia atrás, mi marido acompañó mi cuerpo sobre su pecho y sus manos acariciaron mis senos, papá hizo juntar las piernas a Gabriel y procedió a abrir mis muslos, su hinchada asta empujó mis labios apartándolos y haciéndose camino, se adentró fácilmente en mis entrañas y cuando su óseo pélvico chocó con el mío, me hizo alzar las piernas y procedió a follarme con profundos embistes, no pude evitar de gritar mi goce. Otra vez me entregaba a ellos dos y mi cuerpo se acomodaba a sus maravillosas vergas. Gabriel pellizcaba mis pezones y movía hábilmente su pene dentro y fuera de mi ano, parecían dos máquinas de follar perfectamente isócronos, papá tenía un ritmo más rápido, mientras la pija de mi marido se deslizaba suavemente dentro de mi recto.
Siento los primeros temblorcillos en mis piernas, las bajo, las estiro, hundo mi vientre y alzo mi pelvis, abrazo a papá, siento sus poderosos omóplatos bajo mis manos, mis uñas arañan su piel y me corro con contracciones de mi esfínter e involuntarios apretones de mis músculos vaginales a la pija de papá. Le grito a Gabriel de romperme el culo con fuerza, mientras chillo pidiendo a mi marido de hacerlo con más fuerza, siento que mi padre se corre dentro de mí panocha. ¡Mujeres!, si nunca lo han probado, lo recomiendo, tienen que hacerlo. Dos pollas que te llenan completamente es … ¡¡Maravilloso!!
Soy una masa de sensaciones eróticas, grito que me lo hagan más fuerte, la pija de papá sale de mi chocho y lo veo que rápidamente se encarama hacia mí, prendo su verga y lamo y chupo succionando todo el resto de su lechita exquisita, mi marido endereza su cabeza y alcanza a lamer a mi padre. Luego papá se inclina y cierra sus labios sobre mi clítoris, me desespero porque mi botoncito está demasiado sensible, me estremezco, siento escalofríos, temblores, vuelvo a gritar, le pido que no se detenga que se coma mi concha, papá obedece y se acomoda a lamer mis labios vaginales que rezuman su propio semen, no puedo resistir y salto fuera de su alcance, mi marido queda con su verga tiesa y yo me pliego en posición fetal temblando de pies a cabeza, Gabriel no se aguanta y me llena la espalda con su tibia esperma. Me quedo como una muñeca inanimada, respiro jadeante, siento los ojos de mi padre que se preocupa por mis sollozos, acaricia mis cabellos, me acurruco a sus muslos y mi marido me envuelve por mi cintura y acerca su cuerpo al mío.
Hago pucheritos como una niña pequeña, estoy emocionada pero feliz, siento el bulto de papá que descansa en su muslo, paso mis dedos sobre ese pene mojado, pero de buena consistencia, papá continuo a meter en orden mis cabellos, sus caricias me dan una seguridad infinita, exhausta derivo en una especie de catarsis, mi mente esta plena, mi alma esta colmada de una paz inmarcesible, me siento como en una eterna primavera, estoy en una dimensión paradisiaca.
Los besos de mi marido me traen de vuelta al lecho en medio a estos dos hombres que me miman, es papá quien habla con mi marido Gabriel:
—Parece que se nos quedó dormida …
—No … tiene los ojos abiertos … pero no reacciona …
—Pero mueve los dedos de sus pies … y esta respirando normal ahora …
—¿Tú crees que está normal? …
—Creo que sí … pero la sentí llorar …
—Quizás le causamos algún daño …
—¿Tú crees? …
—Es que es primera vez que la veo temblar y gritar tanto …
—Es mi hija y no quiero que nada le pase …
—Es mi mujer y tiene que estar bien …
Me encanta escucharlos y sus preocupaciones por mí, pero al parecer no se han dado cuenta de que me han rendido una mujer sumamente dichosa. Amo a mi marido y amo a mi padre, ellos no me disputan, me apapachan y me dan lo que un hombre da a una mujer deseosa como yo. Mi marido lo deseaba y no imaginé que fuese a ser tan delicioso tener a los dos en mi cama. Me muevo y atrapo sus penes en reposo, me enderezo y beso primero a mi marido y luego a mi padre, los veo que miran y se regocijan de tenerme otra vez entre ellos. Estoy mojada y rociada de semen por todos lados, nunca me había sentido tan femenina y deseable, mi culo está un poco irritado y mi coño sensible, mis tetas están sudadas y pegajosas de esperma, todo eso me hace sentir hermosa, hembra, amante. El sabor de mi boca sabe a semen, ¿de papá? ¿de mi marido?, realmente ya no lo sé ni me importa. La esposa de uno y la hija del otro, en cierto modo pertenezco a ambos, me han poseído los dos como mujer y esto es lo más maravilloso de todo.
Llamé al trabajo y me tomé la semana libre. La madre de Gabriel se puso contentísima cuando le llevé los niños y le pedí que me los tuviera por algunos días. Me preguntó si mi marido había vuelto y yo le dije que sí, me miró y me sonrió, luego dijo:
—Te entiendo perfectamente querida … deja los pequeños conmigo … ve y disfruta con mi hijo …
Bajé mi mirada con un poco de timidez. Milena es una mujer viuda y madura y muy agradable, es un par de años menor que mi padre, se mantiene espléndidamente bien, no sé porqué pensé a papá mirando sus senos redondos y túrgidos. Estaban hechos como para acomodar la verga gruesa de mi padre. Se lo comentaré a mi marido. Él siempre ha hablado afectuosamente de su madre, quizás si alguna vez se le ha cruzado por su mente la mujer que hay en ella. Yo no lo he hecho nunca con una mujer, pero mi suegra me inspira ciertos pensamientos que debo compartir con mi marido, quizás tenga algo que contarles en otra oportunidad. Ya veremos ….
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