mi madre me compro unos binoculares y lo que pude ver me dejo fascinado
Relato
La provincia donde vivo es un lugar tranquilo, no hay mucha gente y mi padre nos llevo a ese lugar hace aproximadamente dos años, queriendo escapar del alboroto de la ciudad, pensó que era el lugar indicado, así que sin preguntarnos nada, nos llevo hasta ese alejado lugar, yo no tarde en acostumbrarme, a mis 19 años soy un chico algo tímido y el lugar era perfecto para mi, pero la que si sufrió un poco fue mi madre, ella tiene 40 y tantos años y estaba mas que acostumbrada al alboroto de la ciudad, a salir con sus amigas, ir al cine y hacer todas esas cosas que hacen las mujeres, y pues no le cayo nada bien el cambio, pero pues no teniendo de otra se tuvo que acostumbrar y así entre remilgos de mi madre comenzaron a pasar los meses, hasta que un buen día, al pasar por una tienda de chácharas, encontré unos binoculares, pregunte por el precio y al ver que no estaban nada caros, le pedí a mi madre para comprarlos, y claro, ella de inmediato accedió y en la tarde ya tenia en mis manos aquellos hermosos catalejos, eran metálicos y estaban casi nuevos, y venían con un pequeño manual, así que en cuanto estuve en casa, me sumergí en ese pequeño libro, los días pasaban y yo me sabia a la perfección todo su funcionamiento, pero ya me estaba cansando de mirar pajarillos y puntos brillosos en el espacio, necesitaba algo mas interesante que mirar y en el pequeño pueblo donde vivo, no había mucho de donde escoger, hasta que la oportunidad se pinto sola, y fue nada mas que en un pequeño bar que estaba a tres terrenos de donde vivo y el cual descubrí sin querer, y era una especie como de granero, así que cada noche esperaba que mi padre saliera a jugar cartas con los vecinos y mi madre se durmiera para subir a la azotea y observar a las mujeres que visitaban ese lugar, en su mayoría eran prostitutas que se alquilaban por un rato a los traileros, pero para mi eran mas que suficiente, pasaba horas contemplando sus cuerpos, me daba el lujo de enfocar a detalle sus piernas, sus nalgas y veía también como los traileros las manoseaban y después de un buen rato, bajaba a mi cuarto y me hacia tremendas chaquetas recordando sus carnes, hasta que un viernes escuche que mi padre iba a salir y mi madre había echo cita con sus amigas para ir a no se que lado, así que espere a que dieran las diez y cuando al fin me quede solo, de inmediato corrí hacia la azotea y me puse a observar, y rápidamente me di cuenta que ese día había un concurso, y las mujeres que estaban siempre, habían cambiado su vestimenta a diminutas tangas y pequeños short de mezclilla, así que sin perder tiempo comencé a enfocarlas, había un pequeño grupo musical y las habían formado en línea y todas comenzaron a bailar, había nalgonas, chichonas, piernudas y alguna que otra borracha, pero en eso me tope con una madura que llamo mi atención, ya que sus grandes nalgas sobresalían del resto de las demás y no solo eso, aquella mujer se movía de una forma por demás cachonda, llevaba un pequeño short de mezclilla el cual subía y bajaba rápidamente causando gran alborto entre los traileros, así que continué observando aquel cachondo espectáculo, los minutos pasaban y las mujeres iban bajando de la tarima y yo para ese momento, ya tenia una gran erección, que casi rompía mis pantaloncillos, jamás había visto tanta mujer desnuda y bailando, pero la que mas llamaba mi atención era aquella madura del shorcito, así que deje de ver a las demás y me concentre en ella y enfoque los binoculares justo hacia sus nalgas, en verdad eran hermosas, subía y bajaba sus caderas al ritmo de la música y cuando se agachaba sus nalgas parecía que crecían, causándome una tremenda erección, y de pronto, para mi sorpresa, sujeto su diminuto short y de un jalón se lo bajo por completo, dejando ver que llevaba una diminuta tanga negra con brillos dorados, eso claro causo un gran alboroto y claro yo no aguante mas y decidido a no perder semejante espectáculo, desabroche mi pantalón y comencé a masturbarme, los movimientos de aquella mujer se volvían cada vez mas y mas calientes, en instantes se agachaba a la vez que separaba sus nalgas con las manos, todos los hombres gritaban al verla bailar y yo claro no dejaba de masturbarme, aquella mujer se veía que era una tremenda golfa y después de unos minutos termine en mi mano, pero el espectáculo continuaba, así que seguí masajeado mi miembro y aquellas nalgas provocaron que en segundos mi verga, se volviera a poner erecta, era un verdadero espectáculo ver esas carnes contoneándose, pero de pronto aquella mujer se agacho y volteo un poco su cara y lo que vi me hizo levantarme de inmediato, no creía lo que veía, así que volví a enfocar los binoculares y me di cuenta que la mujer que estaba bailando y con la que me había masturbado, era ni mas ni menos que mi madre, no me lo creía, mi madre en tanga y bailando frente a esos hombres, era imposible, solté los binoculares y comencé a caminar por el cuarto, me sentía molesto, pero también muy caliente, mira que masturbarme con los binoculares que ella misma me había comprado, me ponía algo cachondo, y ademase ella no sabia que la estaba viendo, así que movido por la calentura, tome de nuevo los binoculares y volví a observar hacia aquel establo, y para ese momento ella ya bailaba con dos traileros, y yo claro, volví a lo mío y termine dos veces mas, hasta que me quede dormido,
a la mañana siguiente baje a la cocina y mi madre se veía bastante desvelada y mi padre dormitaba en el sillón, le pregunte a ella a que hora había llegado y me dijo que algo tarde, me sirvió el desayuno y volvió a su recamara, hasta la fecha no puedo creer aquella experiencia, todas las noches subo a mi cuarto y enfoco hacia el establo, pero ya no es lo mismo sin las nalgas de mi madre.