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Los compadres…

Relato enviado por : Narrador el 13/11/2013. Lecturas: 29245

etiquetas relato Los compadres…   Confesiones .
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Resumen
Desde hace algunos años, mi primo Mauro y su mujer Lucy se convirtieron en compadres nuestros, ya que mi mujer y yo hemos bautizamos a sus dos hijos, y ellos han bautizado a nuestras cuatro hijas, por lo que los cuatro somos compadres. Y aunque en ocasiones no les niego, que había tenido ganas de meter mano a mi comadre. Por aquello de que era la mujer de mi primo y nuestra comadre, eso nunca pasó de ser un lejano pensamiento, hasta que…


Relato

Un día en que yo estaba comprando un ganado, en otro estado. Por lo que supe, mi compadre llegó a la casa, bien borracho. Y en medio de su gran borrachera, trató de entrar a nuestra casa a la fuerza. Pensamos que con la idea, o las ganas de acostarse con mi mujer. Pero por suerte mi comadre, o sea Lucy su mujer, alguien le había dado el pitazo, de que mi compadre estaba bebiendo más de la cuenta, y salió a buscarlo.

Por suerte ella lo encontró, cuando trataba de abrir la puerta de nuestra casa, y según me contaron los vecinos, su mujer no dejó de caerle a escobazos, hasta ya mucho después de que regresaron a su casa. Razón por la cual mi compadre, ya bueno y sano, quizás por la vergüenza, no ha vuelto a pasar por casa más nunca. Mi mujer estaba indignada con el compadre, y su mujer apenas y nos hablaba, también me imagino, que por la gran vergüenza que sentía.

Pero como realmente todo, no pasó de ser un susto, yo ni rencor le tenía a mi compadre. Entiendo que todo eso se debió, a su mala bebida, y así se lo hice saber a nuestra comadre, un día que nos la conseguimos en la iglesia. Eso pasó, el compadre, se mantuvo retirado, y mi mujer y yo realmente ya ni nos acordábamos de lo sucedido. Cuando cierta noche justo antes de acostarnos, apareció Lucy nuestra comadre en casa, llorando como una Magdalena, pidiendo que la ayudásemos a conseguir a su marido, que se había emborrachado y ella temía que le fuera a pasar algo.

Mi esposa desde luego que estuvo de acuerdo en que yo saliera a buscarlo acompañando a nuestra comadre, mientras que ella se quedó bien encerrada en la casa. No bien habíamos llegado cerca de la casa de ellos, cuando vimos a mi compadre, tirado en el medio de la calle, evidentemente estaba tan y tan borracho, que había chocado su auto contra el portón de la casa, y al bajarse, por lo borracho que se encontraba, se debió haber caído, rajándose la cabeza, nada del otro mundo realmente, aparte de que votó mucha sangre.

Yo ayudé a mi comadre a meter a la casa a mí primo, y luego metí su auto en el estacionamiento, ya que a pesar del golpe podía seguir andando. Al regresar a la casa de mi primo, entre mi comadre y yo comenzamos a llevar a Mauro hasta su cama, cuando mi comadre, de momento, al ver que algo de la sangre de su esposo, le había caído en sobre su blusa, comenzó actuar como una loca, soltó a mi compadre, y al mismo tiempo que lo estaba maldiciendo, prácticamente en medio de un fuerte ataque de llanto, se arrancó la blusa, quedando en sostén frente a mí.

Yo por mi parte, no podía quitar mis ojos de sus hermosas, y bien formadas tetas, al tiempo que como pude dejé caer a mi primo en uno de los sillones de la sala. Lucy por un corto rato, continuó actuando como una loca, sin dejar de maldecir, y llorando como una Magdalena. Luego algo más calmada, con la excusa de que debía meter su blusa en agua, para que no se le quedase la mancha de sangre, se dirigió a la cocina.

A los pocos segundos regresó, más calmada, y sin importarle mucho por lo visto, que yo le viera sus bien formadas tetas, llamativas y oscuras aureolas, así como sus parados pezones, a través de la vaporosa tela del ajustado sostén. Yo la verdad me sentía algo incomodo, porque mi comadre además de tener un buen cuerpo, a mí siempre me gustó, como para acostarme con ella, y pasar un buen rato. Pero primero, como era la esposa de mi primo, y segundo, después nos convertimos en compadres. Decidí evitarme problemas, por lo menos hasta ese momento. Pero cuando en lugar de ella ir a ponerse algo encima, se me acercó casi llorando, diciéndome que mi pobre primo, y compadre, debido a sus grandes y continuas borracheras no la podía hacer feliz. Y no es que le hiciera falta dinero, no que va, a pesar de ser prácticamente un borrachón empedernido, mi compadre siempre, siempre, según me dijo mi comadre, cumplía con casi todas las obligaciones del hogar, excepto con una. Es más en esos momentos, mis ahijados, o sea sus hijos, se encontraban con sus abuelos en los Estados Unidos, específicamente en la Florida visitando varios parques de atracciones, en compañía de sus abuelos.

A medida que Lucy, continuó diciéndome lo mal que la pasaba con su esposo, se me fue acercando hasta que me abrazó, sin dejar de decirme que mi compadre, no la hacía feliz, repitiendo esas palabras una y otra vez. Mientras tanto mi primo continuaba durmiendo profundamente su borrachera, tirado en uno de los sillones de la sala. Yo desde luego que procuré darle apoyo a mi comadre, abrazándola también.

En ese instante, mientras mantenía su cálido y semidesnudo cuerpo entre mis brazos, le comenté, que su falda también se había manchado con la sangre de Mauro, por lo que ella, ya mucho más calmada, apenas sin dejar de abrazarme, separándose ligeramente de mi cuerpo, dejó que su falda se deslizase hasta el piso. Quedando entre mis brazos, con apena sus pequeñas y ajustadas pantis y sostén.

Al quedarse en panti y sostén entre mis brazos, nuestras miradas se encontraron, no hizo falta que ninguno de los dos dijera algo más, de inmediato nuestras bocas se encontraron en un ardiente, y fogoso beso, de lengua. Mis manos fueron recorriendo todo su casi desnudo cuerpo, sin importarnos mucho a ella o a mí, que mi compadre estuviera frente a nosotros.

A medida que continuamos besándonos y acariciándonos mutuamente, Lucy me fue ayudando a desabotonar mi camisa, y mi pantalón, hasta que yo también los dejé caer al piso. Sin ningún tipo de precaución, de inmediato nos acostamos en el sofá de la sala, yo con toda mi calma, le fui bajando sus apretadas pantis, hasta que al terminar de hacerlo, y ver su llamativo coño, lo que me provocó fue dedicarme a mamárselo. Por lo que no bien acerqué mi rostro a su coño, separando sus piernas con suavidad, comencé a pasar mi lengua, lentamente por entre los labios de su vulva. A medida que iba lamiendo su vagina, el cuerpo de Lucy se iba estremeciendo del todo. Sus manos las colocó, sobre mi cabeza, y apretándome con fuerza contra su coño, no dejó de restregar mi cara una, y otra vez contra su ardiente cuerpo. Al tiempo que yo me dediqué a chupar intensamente su clítoris, mientras que con mis manos acariciaba y apretaba sus hermosas tetas y parados pezones.

En ocasiones en que le he mamado el coño a mi mujer, he logrado que ella se chorreé, pero en el caso de mi comadre, a medida que comencé a chupar su clítoris o pasar mi lengua por dentro de su vulva, los chorros que salían de su caliente coño eran incontenibles. Tan es así que mojó no tan solo toda mi cara sino gran parte de mi cuerpo también. Lucy a medida que yo continuaba, mama que mama, su sabroso coño, disfrutó de múltiples orgasmos, como luego me lo hizo saber.

Pero no conforme de tener el sabroso sabor de su coño en mi boca, me puse de pie, y tras darle un rápido vistazo al ebrio de mi compadre, que dormía a pierna suelta, dirigí mi erecta verga al divino coño de su mujer. Quien al comenzar a sentir que yo la estaba penetrando, de inmediato comenzó a mover sus caderas, de manera salvaje. Lucy a medida que más yo la iba penetrando, metiendo y sacando mi verga de su mojado y caliente coño, más me pedía que le diera más y más duro. Aun no me explico, como ella y yo pudimos hacer prácticamente de todo encima de ese pequeño sofá. Por un momento temí que sus gritos, y profundos gemidos de placer, fueran a despertar a mi compadre, pero que va, él se encontraba tan y tan embriagado, que dudo mucho que se llegase a enterar realmente de lo que pasó, entre su mujer y yo, prácticamente frente a sus ojos.

Desde luego que apenas terminamos, Lucy me permitió darme una rápida ducha en su casa, junto a ella, y al momento de enjabonarnos mutuamente, al sentir como restregaba sus enjabonadas nalgas contra mi verga, desde luego que la volví a penetrar. Al mismo tiempo que con una de mis manos agarraba su delicioso coño, mientras mi verga volvía a entrar y salir del mismo.

Al llegar a casa, mi esposa dormía plácidamente, con nuestra hija pequeña entre sus brazos, por lo que por uso y costumbre, procuro no despertarlas. Al siguiente día le dije a mi esposa que tras mucho buscar a mi compadre, finalmente lo encontramos, después de que había chocado el auto frente a su casa, y que debido a eso se había rajado la cabeza, y al llevarlo dentro de la casa, hasta se había vomitado.

Después de ese día, mi compadre, muerto de vergüenza, se nos acercó en la iglesia, me dio las gracias, por ayudar a mi comadre a meterlo en la casa, y nos pidió perdón, jurando que no volvería a beber más nunca. Lo que por suerte para su mujer, y para mí, no ha cumplido totalmente. Si bien es cierto que ha dejado de beber como antes, no es menos cierto que ocasionalmente, se emborracha, al grado que pierde la noción, y el sentido. Por lo que mi comadre llama a mi esposa, pidiendo que la ayude, a buscar y cargar a mi compadre hasta la cama. En una ocasión le dije a mi esposa que no pensaba ir, y me salió con que Mauro aparte de ser nuestro compadre, es mi primo, y que yo estaba en el deber cristiano, de irlo a socorrer. Actualmente Lucy ya tiene varios meses de embarazo, y la sorpresa que me dio fue el decirme, que aparte de que está bien segura de que yo soy el padre, es que también está segura de que va ser una niña…

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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 21:55) dice: SEX? GOODGIRLS.CF

katebrown (18 de October de 2022 a las 19:31) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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