Los deliciosos placeres del dinero

Su nombre es Vanessa, ella es la mujer que me ha dado los momentos más bellos de mi vida, la que quiso darme el don más preciado de toda mujer; la pureza de su virginidad y aunque ciertamente fue un servicio comprado en verdad lo goce y me siento dichoso.
Ella es la hija de nuestra sirvienta. Nosotros, mi esposo y yo vivimos en la ciudad pero la señora del servicio domestico es de provincia, tiene una única hija. Recuerdo que hace años nos la presento pero apenas era una adolecente, ahora casi diez años después se convirtió en toda una señorita hermosa y verdaderamente seductora. Sin embargo vive en su pueblo natal y pocas veces llega a visitar a su madre en nuestra ciudad pero vaya que si pude aprovechar bien su última visita en otoño pasado.
Aquel día cuando llego a casa apenas la recordé, se había vuelto alta, esbelta, toda una mujer digna de apreciar y fuente de lujuria de todo hombre. Ahora con sus 19 años y bastante extrovertida para venir de pueblo pero como toda mujer de provincia era bastante sencilla en su vestimento. Algo que yo me encargue personalmente de mejorar. Luego de unos días en casa y a pesar de la negativa de su madre yo me tome la libertad de comprarle ropa nueva, urbana y a la moda.
Lo mejor; mi esposa no se negó a esto porque también la estima bastante, nosotros no hemos tenido hijos así que la veíamos como una hija hasta que todo cambio al menos para mí. Un detalle y créanme que no la culpo es que Vanessa se había vuelto algo ambiciosa, quizá esto la motivo a darse vuelo conmigo y bueno yo… no diré que soy millonario pero no me va nada mal económicamente, soy banquero por lo que esto me permite darle a mi familia ciertas comodidades e incluso lujos para mi mismo pero quiero enfatizar que nunca antes le hice infiel a mi esposa hasta ahora. Nuestro matrimonio es bello y estable.
Vanessa naturalmente es muy coqueta, estuve notando ciertas miradas que dirigía hacia mí discretamente durante la cena y en muchos instantes más. Esto inicio a causar en mi cierto nerviosismo por tenerla en casa, por primera vez en mi vida estaba pensando en alguien más que mi esposa y a cada día era mucho más y no tenia control de la situación.
Ella sólo estaría un par de semanas más pero en verdad estaba confundido; no sabía si deseaba que se marchase ahora o que se quedara mucho más en casa. Tanto era mi deseo que no lo pude controlar más y pasara lo que pasara me di la oportunidad de faltar al amor que le tenía a mi esposa.
La primera oportunidad de estar solos, esa tarde mi esposa aun no llegaba del trabajo y su madre había salido. Mi amada tenia puesta una falda rosa coqueta de las que yo le compre. Me miro, sus pupilas estaban dilatadas, ella se inclino reposando sobre la mesa de la cocina y dándome una lujuriosa vista de su trasero. Por instinto de hombre me le acerque, ella se erizo al sentir como la abrace, estaba yo muy caliente. Sin pensar en consecuencias fui directo a sus muslos, eran tan suaves.
Vanessa volteo, dulcemente me sonrió y suspiro. Yo cole mi mano bajo su falda buscando su zonita de mujer. Gran sorpresa que me lleve al sentirla libre. –adelante señor, no me puse calzones hoy–
Fueron sus hermosas palabras. Ella separo las piernas dándome libre paso a mis maniobras. Yo despacio me incline perdiendo mi cabeza bajo sus piernas, pude ver su intimidad llena de bellos y con un delicioso olor embriagante. Ella se estremeció al sentir mi lengua recorrer su intimidad, fue de verdad un deleite saborear cada gota de sus flujos de mujer. Y aunque deseaba más el momento no lo ameritaba, nuestros familias estaban por llegar. Desde esa vez comencé a pagarle cierta cantidad cada vez que deseaba tocarla y más de una vez tuve el deleite de disfrutar de ricos orales de ella pero aun no comprendía porque me detenía cada vez que deseaba penetrarla. Pero esto tuvo fin la noche que descubrí su secreto: su pureza.
Recuerdo que esa noche me encontraba en una cena de negocios con unos colegas. Era un restaurante prestigiado y glamuroso, una noche igual prometedora de todo, menos de lo que estaba por venir. Debo decir que me impacte al verla entrar al restaurante, Vanessa se compro un seductor vestido azul. Ya no mas era una provinciana, ahora gracias a mi era toda una mujer diga de admiración de esta gran ciudad. Se sentó en la barra y pidió una bebida, ella fingió no conocerme pero sus coqueteos eran intensos. Sospeche que algo más iba pasar esa noche, ella me miro discretamente, se puso de pie yendo al baño. No sabía cómo actuar para que mis socios no se dieran cuenta, pero casi era imposible. Yo la seguí cuidando de no ser vistos. Entramos en el baño de mujeres, aseguramos la puerta y ella al momento libero mi miembro, una vez más me haría gozar de su deliciosa boca de mujer.
Era imposible posponerlo más, corte de inmediato a todos y la lleve con ansias a un hermoso hotel, ella estaba nerviosa.
Aun estando notablemente excitada, Vanessa temblaba discretamente y su respiración era intensa. Nuevamente después de despojarla de su tanguita yo me incline a chuparle su hermosa rajita, ahora bien afeitada y color rosita, créanme que me deleite como nunca probando el rico sabor de sus fluidos de mujer. Toda su piel se erizaba al sentir mi miembro jugando para entrar en su rajita de mujer aun virgen; ella cerró sus ojos y suspiro tenuemente. No esperé un segundo más, luego de frotar mi miembro en su partecita por varios minutos yo inicie a penetrarla. Sus labios vaginales impedían paso y me causaba cierta sensación no muy grata pero si para mí era algo molesto sin duda para mi niña lo era el doble, vi su expresión facial, Vanessa fruncía sus labios para no gritar pero ya era tarde para todo. Lento empecé a sentir como mi miembro iba resbalando dentro de ella, milímetro a milímetro y me pija estaba a reventar.
En este instante solo basto un golpe de mí y la penetre todita. Nunca olvidare los pucheritos que hizo al sentir su desfloración y mi amada me abrazo fuertemente ya con mi miembro bien dentro de ella. No resistí ver su cara, inocentes lagrimillas bajaban por sus mejillas pero a la vez se sentía complacida por dentro. Yo enjugue sus lágrimas con mi boca, la bese nuevamente y comencé a moverme suavemente dentro de ella. Vanessa me abrazo con fuerza, se aferro a mí intensamente. Con cada segundo sentía venirme, estaba en verdad estrecha y esto mismo me causaba el mayor de los placeres y mi amada estaba vuelta loca. Sus gemidos eran cada vez mayores, me clavaba su dulce mirada hambrienta de deseo y suplicaba que se lo hiciera mucho más. El momento era más intenso a cada segundo, mi Vanessa estaba extremadamente mojado de sus orgasmos, quise retirarme antes de venirme pero ella lo impidió. Me retuvo dentro de ella y ahora comenzó a moverse junto conmigo, yo no aguante un segundo y al momento vacié dentro de ella cada gota de mi semen. Los dos llegamos al clímax máximo del momento, estábamos bañados en sudor. Saque mi miembro, vi claramente manchas de sangre muy tenues pero ahí estaban como viva prueba de su pureza.
Luego de aquel momento goce de hacerla mía muchos momentos más antes que regresara a su pueblo. Ella vino como doncella, ahora regresa vuelta toda una mujer.