Desnuda frente al espejo Nuria se ciñó el explosivo wonder rematado de puntilla blanca, el minúsculo tanga a juego y el liguero, elegido entre la media docena de color blanco del cajón que, tan solo dos semanas antes apenas contenía 3 de color negro y ahora, albergaba una veintena en diversos colores.
Optó por estrenar unas finas medias blancas de ancha blonda bordada hasta la ingle, comprobó que la manicura color perla de sus uñas estaba impecable y se dirigió al armario en busca del conjunto que usaría. Su armario no podía contener lo que había acumulado en tan pocos días, a su bien surtido vestuario había añadido una docena de modelos de zapatos regalados por diversos socios del club, tres trajes de noche y un par de sensuales vestidos sufragados directamente por la dirección, joyas por valor de más de 2000€ como gratificación a sus servicios, y hasta una docena de modelitos para evitar repetirse… todo ello sin olvidar hasta una veintena de conjuntos de cara ropa interior gentileza también de distintos socios.
Finalmente se decidió por una ceñida minifalda blanca de tela vaquera a medio muslo y una camisa extremadamente entallada que debido a la ausencia de botones ofrecía un escote que dejaba poco a la imaginación. Completó el conjunto con collar y pulsera de perlas, y unos salones clásicos en blanco con 13 cm de vertiginoso tacón.
Decidida se hizo a la calle con el maletín en una mano y su “chic” carterita blanca en la otra. Caminó, sin hacer caso de las miradas lascivas de muchos de los grises viandantes, embebida en sus pensamientos reflexionando sobre la cantidad de personas influyentes que había conocido en dos semanas, la cantidad de regalos recibidos, las noches de música, risa y bebida hasta el amanecer y sobre todo…la cantidad de rabos gozados, sí gozados, era su trabajo, cobraba por aquello, al final no era más que una puta, pero lo estaba gozando, la elegancia del ambiente en el que se desenvolvía, los refinamientos sexuales de los que estaba disfrutando, el lujo y aquella actividad sexual sin pausa la estaban haciendo gozar, se sentía satisfecha y aunque aún se masturbaba a menudo de regreso en su habitación, lo hacía rememorando las jornadas intensamente sexuales.
En el par de ocasiones en que yo había estado en Alicante desde que comenzó su trabajo nuestros encuentros habían sido extasiantes rememorando todas y cada una de sus experiencias y de sus sensaciones, pero ahora, al contrario que días atrás cuando yo partía ya no sentía esa melancolía de quedar sola y ese vacío de apetencia sexual, sino que se satisfacía plenamente en su trabajo diario.
En apenas dos semanas había tenido ocasión de conocer a más de la mitad de los socios (entorno a un centenar) , había participado en un par de bailes de gala del club y había acompañado al presidente a una elegante cena-orgía en Benidorm, había participado en un par de fiestas en clubes nocturnos, y había tenido ocasión de ver los miembros de casi todos los socios del club que conocía, así como el de gran número de sus amigos e invitados (que bien podían sumar otro centenar) y había gozado del desnudo de un buen número de sus esposas, amigas, empleadas y putas en general.
En dos semanas en plantilla solo recordaba un día, el tercero, en que no hubiese tenido sexo, el resto habían sido una acumulación de experiencias, la mamada diaria al presidente (excepto en un par de ocasiones que no había aparecido en todo el día por el club) evidentemente sin desperdiciar una gota del preciado líquido; las mamadas de rigor a numerosos “miembros” fundamentalmente en la sobremesa del café, que algunos días acumulaba hasta cuatro y cinco en sus distintas variantes: acabadas en la cara en la boca, en las tetas, compartiendo la corrida con el autor, tragándolo todo…
Era también más que habitual que los socios le pidiesen que los pajeara mientras jugaban sus habituales partidas de billar en las tardes, por lo que raro era el día que un par de estas corridas no salpicaban su cara y sus manos y los había que se habían convertido auténticos adictos a sus mamadas y gayolas ya que algunos como el austero Mr Robinson (importante empresario hotelero británico) o el superdotado Sr Castañeda acudían a diario al club y a diario requerían uno u otro de estos servicios.
No era habitual que la requiriesen para follar pero cuando lo hacían solía ser en “fiestecitas” en la sala de billar donde dos o tres socios la disfrutaban por todos su agujeros mientras un buen número de los restantes se pajeaban observando. Este tipo de juegos a menudo solían ser iniciativa del alemán que parecía disfrutar como nadie de los gritos que lanzaba al entrar su enorme polla en su culo… como nadie, excepto ella, pues Nuria a su mítica afición por las mamadas y tragar semen, había incorporado su admiración por el buen criterio en la selección de los socios donde además de la probada capacidad económica y la imprescindible discreción, parecía tener mucho peso la acreditada potencia sexual, la dotación y unos amplios imaginación y refinamiento en todo lo referente al sexo; sin desdeñar tampoco que a pesar de que había bastantes socios que pasaban los 60 el número de socios jóvenes no era pequeño y tanto ellos como sus compadres maduros solía ser habitual que conservasen cuerpos esculturales bien conservados por el gimnasio, la alimentación cuidada y a menudo la cirugía.
En los bailes de gala, Nuria, había tenido la ocasión de saborear los coños, los pezones y las bocas de las esposas y concubinas de algunos de los socios, en alguna ocasión mujeres mayores y algo deterioradas, pero a menudo explosivas jovencitas mucho más jóvenes que sus amigos y aficionadas a todos los vicios a pesar de la aparentemente sobrada capacidad de sus acompañantes para satisfacerlas en la cama. En una ocasión incluso había tenido la ocasión de ser el regalo de uno de los socios para una importante mujer de negocios británica a la que necesitaba satisfacer para cerrar un trato. Las habilidades de la lengua de Nuria y lo jugoso de su coño depilado valieron al hombre un contrato de varios millones de euros que repercutió en Nuria en unos valiosos pendientes, unos carísimos zapatos de charol con tacón de aguja y plataformas y un elegante conjunto negro de corset y portaligas de encaje.
De la cena-orgía en Benidorm recordaba poco pues estaba convencida de que los organizadores habían añadido a la ya de por si abundante bebida alguna otra sustancia, pero en forma de fláses asaltaban su mente imágenes de hombres y mujeres enfundados en prendas de látex comiendo sobre su cuerpo, dos enormes penes negros eyaculando litros de semen sobre su cuerpo protegido tan solo por un antifaz, unas sandalias de tacón y una cadenita de plata al cuello, y una brutal follada protagonizada por la mujer que sostenía la cadena y que debidamente uniformada como una dominatrix le había dejado el culo dolorido por un par de días con un enorme consolador unido a un arnés.
Las salidas con los socios a clubes solían acabar en pistas de baile donde media docena de sus socios preferidos (los mas jóvenes, guapos, atléticos y bien dotados) bailaban manoseándola ante la mirada ansiosa de otra veintena de invitados e invitadas, hasta que con ayuda del alcohol (y de nuevo sospechosamente de otras sustancias) Nuria acababa de rodillas mamando la polla de todo aquel que se acercaba y deleitándose con los coños de algunas de las chicas, hasta el extremo de que en una ocasión como colofón una de ellas se orinó en su cara, práctica que a priori no le resultaba agradable pero que en aquella espiral le traía un recuerdo excitante.
Inmersa en sus cavilaciones llegó hasta la puerta del club, atravesó el hall, saludó al conserje con indiferencia, a lo que el respondió con una mirada lasciva a sus piernas, y se sentó en su despacho, pues en esas primeras horas de la mañana y hasta la llegada del presidente se concentraba el trabajo administrativo, una vez el presidente había llegado despachaban y después, indefectiblemente, le reclamaba su mamada.
- Buenos días Nuria- saludó el presidente cuando llegó a aproximadamente las 11.30 de la mañana.
- Buenos días señor Márquez- Nuria se levantó y lo siguió con la carpeta en al que llevaba perfectamente ordenada la documentación del día.
El presidente se sentó ceremonioso, atendió las explicaciones de Nuria, examinó algunos documentos, hizo algunas indicaciones, firmo cuanto hubo de firmar y dio por concluida su diaria labor que rara vez le ocupaba más de 20 minutos gracias a la diligencia de la complaciente Nuria.
- Bien Nuria, querida, voy a tomar el aperitivo con los socios, pero antes quiero pedirte un favor….
- Dígame señor Márquez- Nuria ya se humedecía los labios dispuesta a disfrutar de su biberón matutino.
- Jaime cumple hoy los años y como sabrás lleva mucho tiempo en esta casa, siempre como agradecimiento le hemos dejado que disfrute puntualmente de tus antecesoras y en tu caso basta con ver como te mira para, no se si será por la edad, darse cuenta de que ya ha gozado de más de una paja a tu salud…¿serías tan amable de darle una sorpresa de las que solo tu sabes dar?
- ¿? … por supuesto señor Márquez , no se preocupe estoy seguro que ambos quedarán satisfechos.
- Gracias Nuria, nada más.
Nuria abandonó el despacho y aun estupefacta por la petición, archivó la documentación, hizo un par de ajustes que le habían ordenado mientras el presidente dejaba su despacho y tomando aire, pensó deprisa, sacó pecho, se atusó el pelo y se dispuso a cumplir las ordenes.
Descolgó el teléfono y pulsó el botón de conserjería. Un par te toques y una voz grave sonó al otro lado:
- -¿Si señorita López?
- Por favor Jaime- Nuria ya acariciaba su escote- serías tan amable de acercarte un momento necesito…un favor.
- Por supuesto, ahora mismo señorita López.
Unos pasos acelerados se escucharon en el hall y un “toc toc” en la puerta.
- Adelante- Nuria forzó la postura cruzada de sus piernas para que se entreviese la blonda de una de sus medias.
- Sí señorita López ¿dígame?
- Necesito que me…eches una mano…tráeme la escalera quiero ordenar ese estante- señaló al más alto de la pared, pese a lo cual con su altura y sus tacones casi podía alcanzarlo- pero tengo vértigo y… tendrás que ayudarme- su mirada, la forma de acariciarse el escote, como humedecía sus labios con la lengua…todo indicaban una puta buscando clientes.
- Bien señorita- Jaime la miró extrañado, pero se sintió excitado y cierto calor mezclado con apresuramiento por cumplir sus órdenes se apoderaron de él.
El conserje desapareció por la puerta y al instante apareció con una escalerilla de tres peldaños.
- Aquí estoy señorita...usted dirá.
Nuria miró al hombrecillo de arriba abajo, su cara rechoncha, arrugada y sudorosa apenas le llegaba al escote, no mediría más de 1.60, el pelo era prácticamente cano, o al menos el que le quedaba, debía estar cerca de los 65 y su calvicie estaba muy avanzada. Vestía un pulcro traje azul de ujier extremadamente ortodoxo, pero lo abultado de su barriga le daba un aspecto algo desaliñado, era la antítesis de lo que podía excitar a Nuria, pero trabajo era trabajo y sentirse utilizada así, como una puta hasta el extremo la estaba excitando casi como si el hombre de delante fuera un adonis mestizo de 1.90, mostrando tableta de chocolate y 20 cm de erección.
- Ponla ahí por favor- Nuria estaba de pié y avanzaba contoneándose como una zorra en celo en dirección a la estantería.
El conserje acercó la escalera hasta la estantería.
- Sujeta con fuerza por favor, me dan pánico las alturas- Nuria comenzó a subir el primer escalón, forzando la postura, sando pecho, buscando el escorzo qeu diera un buen ángulo de su nalag al hombrecillo.
- No se preocupe- Jaime se agachó ligeramente para aferrarse a al escalerilla y podía sentir el palpitar del vientre de Nuria avanzando al segundo escalón.
- ¡Uy, ayúdeme, por favor sujéteme!- la angustia en la voz de Nuria era más que fingida, tembló teatralmente y se apoyó en el hombro de Jaime como si fuese incapaz de seguir subiendo sola a pesar de que ya podía llegar más que sobradamente al estante.
- Tranquila señorita..estoy aquí- Jaime tímidamente, como por obligación apoyó su mano en el muslo de Nuria impulsándola hacia arriba, al tiempo que su mirada, nerviosa, buscaba donde posarse pues en ese instante los melones de mo novia se bamboleaban sobre su despejada frente.
- ¡Ay! Así , sujétame fuerte por favor- Nuria describió un arco exagerado con su pierna derecha, en la que Jaime apoyaba la mano, forzando la postura al llevar su pie al ultimo escalón para obligar a la ajustada minifalda a que subiese y dejase ver la blonda de las medias de nuevo.
Jaime obedeció a Nuria y acompañó su ascenso con su mano izquierda en la pierna izquierda de la zorrita que tan descaradamente lo estaba seduciendo,. Ahora era el culo de novia lo que estaba justo encima de su cara, la falda se había levantado hasta la línea de la blonda de las medias en la que Jaime tenía apoyados sus manos, mientras, ahora si, miraba descaradamente el nacimiento de los glúteos de Nuria e intentaba, ya sin disimulo, atisbar la entrepierna.
Nuria contoneó sus glúteos durante un par de minutos, moviendo incoherentemente algunas carpetas, al tiempo que sus pezones se endurecían y su coño se humedecía por la situación, mientras que el conserje manoseaba sus piernas con poco disimulo dejando un bulto crecer en el pantalón.
De repente Nuria tropezó torpemente y se dejó caer sobre el hombrecillo, el pobre Jaime casi cae arrollado al suelo, pero el efecto fue justo el que deseaba Nuria, la depredadora tenía a su presa donde la quería, había quedado abrazada a la cabeza del ujier, con las tetas sobre su calva y el coño prácticamente en la boca, la falda subida hasta el glúteo luciendo el liguero y con el pobre hombre obligado a agarrarla firmemente de sus carrillos desnudos.
- Gracias Jaime...que susto creía que me caía- Nuria bajó hasta el suelo pasando descaradamente su pierna por el paquete, nada desdeñable, del vejete, dejando que la falda se le subiese hasta la cintura y aferrándose al cuerpo del ujier, llegando incluso a empinarse ligeramente para que su boca viniese a coincidir con el nacimiento de su escote.
El juego había terminado, Nuria no podía sacar más sustancia a la situación, era hora de pasar al ataque, así que sin mediar palabra, llevó su mano izquierda hasta el bulto de la entrepierna y lo estrujó haciendo que Jaime cerrase los ojos con un gemido de placer. Comenzó a lamer sus orejas estrujando sus tetas contra su cuerpo mientras el lanzaba su lengua hacia su cuello y apretaba los glúteos. La otra mano de Nuria comenzó a desabrochar los botones de su camisa, mientras que la izquierda pajeaba a Jaime sobre el pantalón.
- Dios como me pones...joder...quiero que me folles...- las palabras de Nuria eran una mezcla de guión estudiado y excitación por la situación.
Su mano comenzó a caracolear con la espesa pelambrera del pecho del hombre, que a pesar de su edad y aunque estaba gordo tenía una carne dura y para nada fofa...cada vez estaba más caliente sintiéndose completamente una puta utilizada por cualquiera a cambio de su sueldo.
La mano izquierda liberó la polla del pantalón y descubrió una agradable sorpresa: un tronco de una considerable longitud y un más que respetable grosor. Nuria la pajeó hasta conseguir una erección juvenil de casi veinte centímetros que su mano casi no podía abarcar. Se besó en la boca con el viejo y se arrodilló.
- Por favor no le diga nada al señor Márquez, no puedo follar por placer y si se entera de esto me despedirá....- Nuria no era buena actriz pero con la polla en su mano cualquier hombre está dispuesto a creer sus mentiras.
- Tranquila…no diré nada…- la respiración de Jaime estaba considerablemente agitada.
Nuria comenzó a lamer el enorme capullo del viejo conserje, de sus huevos, casi ocultos por la pelambrera, llegaba un olor dulzón, casi desagradable. Como una experta abrió su boca, acariciando el tronco con lengua y labios al tiempo que lo arañaba ligeramente con sus dientes y uñas, hasta que estuvo casi completo dentro de su boca y comenzó a succionar mientras le masajeaba sus enormes huevos.
En menos de un mes había probado, con creces, más pollas que en toda su vida; además se sentía afortunada porque, al menos, la mitad de los dos centenares de rabos que había conocido eran instrumentos dignos de admiración, superando a menudo los 20 cm y con grosores nada desdeñables, que para su mayor regocijo colgaban en muchas ocasiones de cuerpos dignos de ser portada de cualquier revista. Desde luego el cuerpo de Jaime no era uno de esos, pero ahora con los pantalones en las rodillas, gimiendo de gusto, semidesnudo y mostrando un cuerpo bastante mejor conservado de lo que cabría esperar; se le antojaba excitante, postrada ante él como una puta callejera, metiéndose en la boca aquel nabo que sin ser pequeño no era de los más largos que había mamado, pero que seguramente ostentaría un buen puesto debido a su calibre.
Jaime no se hizo esperar, casi sin avisar, tan solo anticipándolo con una mano fuertemente prendida de la nuca de Nuria, se corrió y lanzó un intenso chorro de leche a la garganta de mi novia. Nuria lo tragó con facilidad, lo paladeó y lo saboreó: ¡exquisito! le encantaba el semen…todo el semen.
Se levantó y con el suave sabor aún en la boca, besó ligeramente los labios del vejete y le susurró al oído:
- Este será nuestro secreto.
El conserje salió y ella se recompuso la ropa, disponiéndose a atender a los socios en su quehacer diario.
El teléfono sonó justo cuando se disponía a abandonar su despacho. Nuria descolgó.
- Club Reformista, ¿dígame?
- Hola cariño- contesté desde el otro lado de la línea.
- ¡Hola Pascual! Me pillas por los pelos…dime.
- Te llamaba para darte una buena noticia…
- Perfecto…pues cuenta…
- Ya tengo todo preparado para instalar el negocio, he visto los locales, tengo solucionada la financiación, todo listo…
- ¿Ya?
- Bueno…si…ya sabes que estaba viéndolo.
- Pero no sabía que lo tenías tan adelantado.
- Bueno tendré que empezar a mover papeleos, solucionar algunas cosas con los muebles y las reformas y todo eso…me tocarán unos kilómetros de viajes casi a diario hasta que busque un piso… luego ya te vienes tu ¿no?
- Bueno…no se supongo…pero..¿cuando?
- Bueno quiero abrir y tenerlo todo funcionando en un par de meses , yo me mudare en un par de semanas, lo que tarde en buscar piso, así que a partir de ese momento…cuando quieras…
- ¿Y mi trabajo?
- Bueno…jejeje- el recuerdo de sus narraciones me arrancó una sonrisa- está bien pagado y te diviertes mucho, pero si queremos vivir juntos uno de los dos tendrá que dejar lo que está haciendo y viajar a donde esté el otro; con tu actual sueldo nos podríamos mantener los dos, pero yo tendría que dejar mi negocio y no se ni de que podría trabajar… mientras que yo ahora estoy ganando bastante más de lo que tu ganas y una vez que haya montado todo espero que se multipliquen los beneficios, tu podrías buscar otro trabajo o incluso trabajar conmigo, y bueno…siempre habría buenas opciones para divertirte: Ciudad Real no es muy grande pero estaremos bien.
- Supongo que es lo más lógico…bueno está noche hablamos más tranquilos…ahora te dejo, tengo que trabajar.
- Ok, se buena…bueno no…se mala, te divertirás más y tus jefes quedarán más satisfechos.
Nuria se quedó pensativa, la verdad es uqe se estaba acostumbrando a alicante y su hermana se llevaría un disgusto, además estaba disfrutando de aquel “trabajo” y tenía algunas cosas pendientes fuera de él, sin contar con el sueldo…pero, en fin, vivir con su novio era algo que llevaba un par de años queriendo hacer y había llegado el momento de dar el paso y era el paso más lógico. Solo le quedaba disfrutar lo máximo posible los días que le quedaban en el puesto y en Alicante.
Su quehacer pasaba por visitar a los socios en la cafetería donde a esa hora la mayoría de las mesas estaban ocupadas por más de una treintena de personas. Nuria ya los conocía a todos, así que paseó entre los grupos contoneándose y saludando con un deje sensual. Un grupo de tres la reclamó para que tomase el vermut con ellos y Nuria, complaciente, se sentó a su lado.
Los tres hombres eran socios habituales, importantes empresarios alicantinos a los que Nuria conocía más que de sobra, a su derecha Albert Chueca, un treintañero rubio y desenfadado siempre con traje y nunca con corbata, que la había acompañado en las dos ocasiones en que salieron a clubes y cuya polla había tenido la oportunidad de gozar en ambos casos y un par de ocasiones más, siempre con mamadas que le proporcionaban un abundante y delicioso trago de leche que debía beber hasta la última gota. Ricard Planas estaba a su izquierda, inseparable de Albert muy moreno y juvenil, Nuria había tenido la oportunidad de beber su abundantísima corrida, después de lamer una polla de las más largas que conocía, también en las dos ocasiones en que salieron a clubes. Enfrente Pedro López, de unos cuarenta años era el típico madurito interesante y bien conservado, pero era un voyeur, así que hasta la fecha Nuria solo había podido ver de refilón un buen aparato que él solo usaba para pajearse mientras la veía follar con otros.
La conversación andaba animada rememorando días pasados e invitando a Nuria a una nueva salida el siguiente sábado, siempre con la mano de Albert sobre su rodilla y la mirada de Pedro en su escote. Así que Nuria se vio obligada a adelantar noticias.
- Si, nos lo pasaremos bien, pero será una pena que sea casi como una despedida, en dos o tres semanas dejo alicante…
- ¿Y eso preciosa?- Albert fue el primer sorprendido.
- Cuestiones familiares- la voz de Nuria estaba de verdad compungida.
- Oh…es una pena, lástima que el Club sea muy estricto respecto a la relación con las encargadas de relaciones públicas, un buen sueldo y regalos a gusto de los socios, pero para nada relaciones fuera del club a no ser que haya un acuerdo general como en el caso de las finalizaciones de contrato por antigüedad; sino estaría dispuesto a ofrecerte una relajada jubilación en uno de mis apartamentos para tenerte solo para mi…
- Oh Albert, no seas egoísta, supongo que nos la prestarías a los amigos o al menos nos dejaría echar un vistazo ¿no?- Pedro rompió así la tensión de la noticia y arranco las sonrisas de los cuatro.
- Bueno en cualquier caso creo que debemos aprovecharnos lo mejor posible del tiempo que te queda aquí ¿conoces todo el edificio?
- Bueno creo que si...-Nuria dudó- conozco el restaurante, la cafetería el comedor de gala, la sala de baile, la sala de juntas, las oficinas, los cuarto de calderas...y evidentemente la sala de billar.
- Ahá...me lo temía, no conoces las habitaciones de reserva, supongo que nadie te ha pedido aun montar ahí una fiestecita...claro lo normal en esos casos es que tu lo organices pero que participen chicas de fuera...-mientras hablaba Albert no dejaba de acariciar la rodilla de Nuria.- hoy e sun buen día para que las conozcas ¡no chicos? ¿que os apetece?
- Estaría bien pero habrá que pensar algo bueno, Nuria no estará muchos días más por aquí- Pedro estaba entusiasmado con al idea.
- Ok, pues si no les importa les dejo pensándolo, si me disculpan tengo que hablar con el presidente, en cuanto decidan algo por favor avísenme.
Nuria se levantó y se dirigió a la mesa donde el presidente departía con los dos socios más veteranos.
- Señor Márquez me permite un instante...es importante.
- Si claro Nuria, dime-Márquez se levantó y acompañó a Nuria a un aparte.
- Mire, no se como decírselo...pero acaba de llamarme mi novio...acaba de terminar de instalarse...como ya le dije aun no tenía claro donde podría montar su negocio y alicante era una de sus alternativas...pero...le ha surgido otra oportunidad...en Ciudad real...y en unas semanas me tendré que trasladar con él.
- ¡No me diga! por Dios que contrariedad...es una auténtica lástima...¡no hay nada que yo pueda hacer? ¿supongo que nuestro comportamiento no ha tenido nada que ver? Comprenda que en cuanto a la remuneración llevamos una política muy estricta...
- No por favor, el sueldo está muy bien y ciertamente disfruto el trabajo...pero mi novio...su negocio...
- Ciertamente...una pena...
- Pero espero poder doblar esfuerzos en mi trabajo en estos días... y si necesitan ayuda para la selección de mi sustituta...
- Bien , no se preocupe...es una pena, pero que remedio... de momento siga con su trabajo, ya le iremos indicando cualquier novedad.
- Muy bien muchas gracias.
Nuria continuó su tour por las mesas, hasta que uno de los socios le pidió una mamada. Lo complació como siempre y gozó de su leche, sin poder quitarse de la cabeza los días que le esperaban al frente de su puesto y el que debía esforzarse al máximo y disfrutar de aquello cuanto le fuera posible y de Alicante hasta que tuviese que trasladarse.
Ambos iniciamos a besarnos con toda pasión, con aun más pasión que la primera vez, mientras nos besamos Armando comenzó a tocarme mi zona intima debajo la falda de mi vestido y como consecuencia a esto de inmediato me moje toda, ¡Quiero hacerte el amor! Me dijo suavemente al oído, -Lo sé y también quiero- le conteste.
Relato erótico enviado por putita golosa el 29 de August de 2010 a las 23:31:22 - Relato porno leído 513555 veces