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Mabel y yo...

Relato enviado por : Anonymous el 17/11/2009. Lecturas: 5098

etiquetas relato Mabel y yo...   No consentido .
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Resumen
Hola amigos. Mi nombre es Aitor y trabajo como médico en un pueblo del Norte de España. Llevo 8 años casado con Mabel, y tenemos una hija de 3 años.....
Nuestro matrimonio empezó a ir cuesta abajo con el nacimiento de nuestra niña, Mabel, como muchas mujeres se convirtió más en madre que en esposa



Relato
Hola amigos. Mi nombre es Aitor y trabajo como médico en un pueblo del Norte de España. Llevo 8 años casado con Mabel, y tenemos una hija de 3 años.....
Nuestro matrimonio empezó a ir cuesta abajo con el nacimiento de nuestra niña, Mabel, como muchas mujeres se convirtió más en madre que en esposa y su físico se resintió. A la altura del pasado enero medía 1, 70 y pesaba 79 Kg con lo cual se habían deteriorado sus muslos , su culito y su barriga. Ademas, siempre nos habíamos llevado muy bien en la cama, pero de un tiempo a esta parte las relaciones sexuales se distanciaban en el tiempo y en la intensidad. El golpe final a la relación lo puso la llegada de una compañera, Sandra... Empezamos a buscar excusas para cenar, asistir a cursos, etc. Mabel no es celosa y cuando sugirió lo que pasaba le reconocí claramente que me había aburrido de ella y que necesitábamos tiempo para pensar..
Eso sucedió en mayo 3 días antes de que yo me marchara a colaborar con Médicos sin Fronteras a Togo durante 2 meses. Así que la noche antes de marcharme en medio de lágrimas de ella, hicimos el amor bajo la ducha en lo que parecía ser una despedida definitiva... Recuerdo mis manos apretando sus pechos, su mamada semejante a las de los primeros años de casados,mientras me rogaba que no la abandonase, como la giré de espaldas para penetrarla y el orgasmo angustioso de ella bajo el agua, etc...

Mi estancia en Lomé supuso un alivio para una situación insostenible. Tenía que decidir entre Mabel y Sandra y sólo el peso de nuestra hija me hacía albergar dudas. A principios de agosto regresé. No sabía que me iba a encontrar en el aeropuerto: desde una demanda de separación, a un intento de reencuentro, aunque lo normal habría sido hallarme sólo.

Al abrir la puerta de equipajes me encuentro lo indescriptible: Mabel era otra: había perdido 17 Kg, su pelo se había teñido de moreno oscuro, su tez y su cuerpo estaban bronceados de playa y solarium y lucía unas sandalias de tacón negras con las uñas cuidadas de rojo intenso, un pantalón negro ajustado y una camiseta de tirantes roja ceñida... ¡Estaba impresionante! Me la follaría allí mismo, pero pensé que habría tiempo camino de casa...

Nada más entrar al coche, comenzaron los reproches: que si le había amargado la vida, que vaya verano le estaba haciendo pasar, que si era la cornuda del bufete donde trabajaba, etc.
Nos detuvimos en un área de servicio para repostar, tuvo que salir al baño y como la puerta del conductor estaba pegada al surtidor debió salir por encima de mis piernas. En ese momento no me resistí y metí mis manos rápidamente bajo su camiseta par tocar sus pechos que florecían libres, sin sujetador... Me lanzó una mirada fulminante y se salió del coche.
Al dejar la gasolinera llevé el coche un rato y ella torcía la cara hacia afuera con la mirada perdida en el horizonte y llorando en silencio. Traté de besarla y pegó un grito. “No me toques cabrón, no vas a hacerlo más”. Le pedí perdón varias veces y le dije que debíamos replantearnos nuestra relación. Fui torpe al añadir: “Esta noche cuando esté dentro de tí, me lo perdonarás todo”; -”pero que te has creido hijo de puta, no vas a volver a follarme nunca...” respondió fuera de sí...

Yo seguía en mis trece de tirármela, y lo peor, la miraba como un trozo de carne sin sentimientos. Aquellas piernas firmes y los pechos asomando por la camiseta me tenían a cien...

Cambiamos otra vez y aproveché que ella llevaba el coche para jugarme el todo por el todo. A 130 por hora en la autopista no iba a hacer ninguna maniobra brusca. Le desbroché los botones del pantalón y deslicé mi mano sobre su pubis. Mi sorpresa fue notar una leve linea de vello y todo el lateral depiladito. Se lo había rogado muchas veces pero nunca me lo concedió. En ese momento me moría por detener el coche y metérsela hasta la empuñadura... Metí mi dedo corazón en su vagina y rocé su clítoris con suavidad y velocidad a la vez. Comenzó a llorar y trató de cerrar las piernas: “Déjame, no lo hagas por favor”. Con todo a los tres minutos su flujo vaginal corría por ni mano como nunca, y sus protestas derivaban en suspiros entrecortados y jadeos sumisos. “Aaaaah, dios, eres crueeel. Que placeeer”. El coche hacía eses y nos detuvimos en un pinar a 3 km de casa. Era la 1 de la madrugada y estaba totalmente oscuro. Quise probar su docilidad; se resistió y dijo: “ no vas a penetrar mi vagina con tu polla, te lo aseguro”. La saqué hacia el asiento trasero, mientras rompía sus braguitas de encaje negras, y la besaba en la boca. Curiosamente respondío con un largo beso jugueteando con la lengua en mi interior.

Le quité el pantalón y la camiseta. Tenía ahora a una diosa con tacones negros delante de mi. Le hice un gesto de que se arrodillase: lo hizo sin rechistar y comenzó una mamada espectacular: parecía que el mundo se acabase esa noche. En ese instante le cabía un puño en su vagina, pèro su habilidad bucal era tan grande que decidí cogerla bajo las axilas y voltearla. Quedó así de espaldas a mi e iniciamos un hermoso 69. En tres minutos le arranqué 2 orgasmos. Cuando yo ya estaba a punto de correrme, soltó un dardo envenenado: “A ver si te corres en mi boca igual que Fernando...” Era el cirujano con el que trabajaba. En ese instante sentí una excitación como nunca. La agarré de los pelos para sentarla sobre mí y empezó a forcejear y a negarse...

Directamente le di dos bofetadas y un par de palmadas fuertes en el trasero. Corrí el asiento hacia adelante y la empotré contra él de espaldas a mí. Fue como una inspiración divina, si se me permite. Tenía en la guantera un bote de crema labial. La eche sobre la mano izquierda; con la derecha la atraía del cabello...Introduje el dedo índice en su ano y se puso a gritar como una cerda: “ Nooo , hijo de puuta eso no...Te denunciaré” A los 2 minutos llevaba dos dedos dentro. Los gritos eran desgarradores. A los 8 minutos había logrado meter tres dedos y le quité los tacones pese a lo que me excitaba verla así porque había recibido un par de clavadas en mis piernas con sus lloros y pataleos. A los 15 minutos mi polla empezo a taladrar su virgen huequito trasero. Había entrado la punta y sus lloros eran ahora un quejidito suave y resignado, pero se convirtieron en un alarido cuando la empitoné y la metí hasta el medio... Su espalda era cinco minutos después una pista de patinaje por el sudor del mete y saca constante. Yo mientras manipulaba sus pechos con una mano y tiraba del pelo con otra. Era una muñeca en mis manos, bella y perfecta para mi disfrute. Sentí los avisos de mi corrida: en un último arreón metí el resto de mi pene y Mabel gritaba como en un sacrificio ritual: “Arrrrrggff, cabróoooon, me destrozass. Iiiiiiiiih, piedad , noooooo, sacalaaaa o correteeee por lo que más quieras. Aaaaah, aaaaaaah”


Echándome hacia atrás solte todo mi semen en sus intestinos. Al sacarla aún goteaba y llene sus pequeños y firmes pechos. Le dice con sarcasmo: ¿Mejor que Fernando? - Eres un bastardo, pero el llegará más lejos que tú. Mañana tenemos turno y lavará con su polla lo que me has hecho hoy. Entrábamos en una guerra sexual sin tregua, pero quedaba noche y yo no pensaba pararme aquí... (Continuará)







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Si te ha gustado Mabel y yo... vótalo y deja tus comentarios ya que esto anima a los escritores a seguir publicando sus obras.

Por eso dedica 30 segundos a valorar Mabel y yo.... te lo agradecerá.


Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 20:15) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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