Los tres me miraban impacientes, pensaban que me quitaría la ropa en ese momento y dejaría que me hicieran lo que ellos quisieran.
- ¡bien chicos! Se de sus planes para hacer que Adrián me cogiera… al igual que él sabe, lo de nosotros… en fin ya todos sabemos a qué jugamos… lo que quiero decir ahora es que si bien accedí a hacerlo con ustedes, quiero que haya reglas, como si yo digo que no, es ¡no! Ok… nadie tendrá que enterarse jamás de lo que hacemos… no volveremos a hacerlo en casa… así que vayan pensando en algo… si alguno llega a comentar algo de esto, a quien sea… se olvidan de mi… ¡entendido!... – dije sin parar –
Los tres se miraron, rieron y aceptaron.
Relato
Capítulo 2: Rompiendo Las Reglas Primera Parte.
Todos al crecer, nos regimos por reglas establecidas, las cuales nos indican o enseñan a diferenciar el bien del mal, pero en realidad que está bien o que está mal. Yo lo descubriría al día siguiente de haberme convertido en la puta de los amigos de mi hijo Adrián.
Esa mañana, las miradas de Adrián, Fabian y Alex, me mantenían en suspenso total, ninguno decía nada con palabras, pero decían mucho con las miradas. En ese momento imagine ser un pequeño venado, rodeado por lobos. Era sábado, el día mas atareado en la clínica, por lo que, sin decir más, me marche de nuevo a mi habitación, para darme una ducha.
Al volver con los chicos, me senté junto con ellos, desayunando de prisa y saliendo a la clínica para abrirla. Para mi mala fortuna, o buena fortuna… según como lo quieran ver, ni mi hermana, ni mi ayudante, asistirían a la clínica esa mañana, por lo que no me quedaba otra, que pedirles a los chicos que me asistieran.
Así que llame a Adrián, quien bajo sonriente y dijo.
- ¿Qué pasa ma?
- ¡hay papi! Ni tu tía ni Kari, vendrán a trabajar hoy… ¿será que me puedan ayudar ustedes? – pregunte –
Adrián asintió, respondiendo.
- ¡si! ¡bueno déjame preguntarles a ellos, pero no creo que digan que no! – su respuesta y su sonrisa, me dejaron algo preocupada, ya que eran algo raras –
Después de unos minutos, Adrián bajo acompañado de Alex y Fabian, quienes me miraban como si no tuviera ropa encima.
- ¡claro que la ayudamos! ¡solo déjenos ir a nuestra casa, avisamos y regresamos! ¡y en una de esas, hasta nos quedamos de nuevo! – exclamo Alex con doble intención –
- ¡si doc! ¡no hay bronca! ¡regresamos en un rato! – dijo Fabian riendo entusiasmado –
Adrián y yo, comenzamos las tareas del día, mientras que Alex y Fabian regresaban a la clínica. Jamás imagine lo que es mañana me depararía el destino. Mientras mi hijo y yo bañábamos a un perro grande, una de sus manos roso mi seno derecho, por lo que me quede inmóvil por un segundo sin saber que decir o hacer.
- ¡perdón! ¡perdón! ¡ma!... – exclamo Adrián –
- ¡ya, no pasa nada! – respondí calmada –
Adrián, dejo atrás el incidente, siguiendo con su labor, mi mente trajo de vuelta los momentos de la noche anterior, mi vagina dolorida, se humedeció de inmediato. El recuerdo de los miembros de Fabian y Alex, penetrándome al mismo tiempo, se implanto en mi mente, dejándome sin nada más en que pensar.
- ¡hey! ¡mama! ¡despierta! – dijo Adrián devolviéndome a la realidad –
- ¡eh! ¡si! ¡si! ¡ya! – respondí con un gran bochorno encima –
- ¿en qué pensabas ma? – pregunto mi hijo –
- ¡en nada, olvídalo! – dije intentando esquivar la bala –
El perro era tan grande que apenas entre los dos podíamos abarcarlo, para enjabonarlo, por lo que de nuevo las manos de Adrián tocaron mis senos, pero esta vez no hubo disculpa, a medida que avanzábamos en nuestra tarea, Adrián me miraba de manera distinta, cada vez que sus manos rosaban mis senos.
- ¿te pasa algo Adrián? – pregunte tontamente –
- ¡eh! ¡pues, si! – respondió con cierta duda –
- ¿me dirás, que te pasa? – revire –
- ¿Por qué no dices nada, cuando te toco las chichis? – exclamo mi hijo –
- ¿Qué? ¡bueno pues no te digo nada, porque sé que no eres mal intencionado! ¡solo es un roce producto del trabajo que hacemos! – dije –
- ¿y cómo lo sabes? – exclamo Adrián –
Las palabras de mi hijo comenzaban a preocuparme.
- ¿Cómo? ¿lo haces con otra intención? ¡Adrián, soy tu madre! – dije intentando reaccionar –
- ¡si! ¡lo sé! ¡y Fabian y Alex, son mis amigos! ¡y aun así, dejaste que te cogieran! ¿no? – respondió dejándome sin habla –
Por varios segundos, no hice otra cosa que mirar a mi hijo boquiabierta, el permanecía calmado, lo que me asustaba aún más.
- ¿Qué, pensaste… que tus gemidos no serían escuchados? ¡mama, gemías como loca!... – dijo de nuevo –
- ¡si mama! ¡te vi, con ellos! ¡vi como lo disfrutabas! Y sabes… no me molesta. ¡no! ¡no te preocupes! No diré nada a nadie… ¡pero yo también quiero probarte! – sentencio Adrián –
La cara se me quería caer de vergüenza, pero las palabras de mi hijo me dejaban sin nada más que decir, o poder argumentar en mi defensa. Como negar que me había encargado de seducir a sus amigos, y lo bien que me hicieron sentir ese par. Y ahora era mi hijo, quien quería ponerme ese animal dentro de mí.
- ¡no te preocupes! ¡Fabian y Alex, me lo confesaron en la mañana! Y si te pido esto, es porque quiero que estés de acuerdo… porque te pensábamos drogar o algo así, para que yo te pudiera disfrutar… así que es tu decisión, por las buenas o por las malas… ¡pero te voy a coger mama! – exclamo Adrián –
No daba crédito, a lo que estaba escuchando, los tres habían fraguado un plan para que mi hijo me gozara sexualmente. Y como lo dijo el, por las buenas o malas, pero me cogería… así que no tendría objeto hacer un drama, o intentar persuadirlo de que no lo hiciera.
- ¡bien! ¡pero no aquí! ¡ni en la casa! ¡ya cometí muchas pendejadas! ¡así que si me quieres tener! ¡será en otro lado! – sentencie envalentonada –
Adrián sonrió, morboso. Sin decir más, volvió a su labor, justo cuando Alex y Fabian tocaban el timbre de la clínica, sin darnos cuenta habían pasado más de 30 minutos. Adrián, salió a recibir a sus amigos, cuando los tres entraron en la habitación en la que estaba, todos sonrieron morbosos y lujurioso. Sus ojos se comían mi cuerpecito. Me sentía algo incomoda pero a la vez deseada.
Mi hijo, asigno tareas a sus amigos, dejando atrás las miradas de morbo, el resto de la mañana y parte de la tarde, la pasamos entre miradas, arrimones, roces a mi cuerpo y nada más… hasta ese momento nadie se atrevía a tocar el tema del sexo de la noche anterior o la propuesta de Adrián.
Tanto Adrián, como Alex y Fabian, no perdían oportunidad de rozarme las nalgas o senos, o pegarme sus bultos en el trasero de forma sutil y mientras nadie observaba.
Casi al finalizar el día, Salí a entregar al último perro que tenía para estética, dejando solos a los tres amigos. Al regresar por el pasillo que lleva al consultorio y estética, logre escuchar lo que los tres decían.
- Alex: ¿Qué pedo? ¿ya le dijiste?
- Fabian: ¿cuenta wey?
- Adrián: ¡sí! Ya le dije…
- Alex: ¿y? ¿se puso loca?
- Adrián: ¡no me pareció! De hecho acepto… pero tendrá que ser en otro lado…
- Fabian: ¡no mames! ¡a huevo! ¡esto se va a poner más chingon! ¡ahora que tú mama ya acepto!
Esa última frase me pareció algo rara, pero no le di importancia en ese momento, horas después averiguaría el porqué de esa frase. Haciendo algo de ruido, entre en la habitación, los chicos guardaron silencio, mirándome.
- ¡bien! ¡al fin terminamos! ¡solo hay que recoger, limpiar y seremos libres! – exclame –
Los chicos se pusieron manos a la obra, mientras que yo subí a la casa a ordenar mi cabeza. Sabía que de alguna forma debía tener el control sobre todo lo que venía, al menos cuando estuviera vestida, decidiendo poner algunas reglas, con los muchachos. Regrese a la clínica, la cual había quedado en orden en poco tiempo. Adrián, Alex y Fabian se encontraban en la habitación de la estética, riendo y cuchicheando.
- ¡que hay muchachos! ¿acabaron? – pregunte –
- ¡si! – exclamo Adrián –
- ¡ok! Entonces pongan atención… - dije mientras me sentaba en un banco que hay en la habitación –
Los tres me miraban impacientes, pensaban que me quitaría la ropa en ese momento y dejaría que me hicieran lo que ellos quisieran.
- ¡bien chicos! Se de sus planes para hacer que Adrián me cogiera… al igual que él sabe, lo de nosotros… en fin ya todos sabemos a qué jugamos… lo que quiero decir ahora es que si bien accedí a hacerlo con ustedes, quiero que haya reglas, como si yo digo que no, es ¡no! Ok… nadie tendrá que enterarse jamás de lo que hacemos… no volveremos a hacerlo en casa… así que vayan pensando en algo… si alguno llega a comentar algo de esto, a quien sea… se olvidan de mi… ¡entendido!... – dije sin parar –
Los tres se miraron, rieron y aceptaron.
- ¡no te preocupes mama! Nadie hará nada que no quieras hacer… ¡si doc! Nadie tiene que enterarse… ¡de acuerdo doc! – respondieron los tres –
Me levante del banco, saliendo de la habitación, pero antes de hacerlo, dije.
- ¡ah! y si quieren hacerlo esta noche, vayan pensado en donde, porque aquí ya no…
Me había vuelto loca, como es que decía esas cosas… en verdad había desatado a la puta que vive dentro de mí. Subí a la casa para cambiarme de ropa y darme un baño, justo antes de desnudarme para entrar al baño, Adrián golpeo la puerta de mi habitación.
- ¡ma! ¿puedo pasar? – dijo Adrián –
Pensé que si me había visto ya ensartada por dos penes, porque se tomaba la amabilidad de preguntar eso.
- ¡claro! – respondí –
- ¡ma! Ya está resuelto… si tú, estas en lo dicho, queremos hacerlo esta noche… Y en cuanto estés lista nos vamos… te esperamos en el auto… - dijo Adrián –
- ¡oye! Pero no a un hotel… de acuerdo… - exclame –
- ¡no te preocupes, ma! Iremos a un lugar a las afueras de la ciudad, es del papa de Alex… y ellos están el monterrey ahora… así que esta solo… ok… - dijo mi hijo cerrando la puerta
Me cambie de ropa, colocándome los jeans más ajustados que encontré, una blusa vaquera sin mangas y sandalias. Me recogí los cabellos y baje para encontrarlos. Adrián, estaba detrás del volante de mi coche, en el asiento trasero Fabian y Alex.
- ¡listo! – pregunte –
Adrián puso en marcha el auto, manejando hasta las afueras de la ciudad, por el rumbo de un paraje llamado “la marquesa”, el silencio dentro de auto era insoportable, hasta que Adrián lo rompió con algo que nunca espere.
- ¡mama! Podemos tocarte un poco… - exclamo el –
Su petición, lejos de asombrarme, me puso caliente, por lo que de inmediato respondí que sí. Adrián, miro a sus amigos por el espejo retrovisor, indicándoles que podían proceder. De inmediato los dos de atrás, me tomaron las tetitas, mientras que mi hijo dudaba en tocarme el chango.
- ¡vamos Adrián! ¡tú, eras quien quería hacer esto! ¡ahora no me salgas con que te da pena! - dije animándolo –
Al darme cuenta que no lo haría por sí solo, tome su mano, poniéndola entre mis piernas, en ningún momento Adrián dejo de ver el camino, pero su mano comenzaba a moverse haciéndome sentir algo inexplicable. Dejo de importarme que Fabian y Alex, me abrieran la blusa, metiendo sus manos dentro de mi brasier, estrujando mis tetitas. Solo podía pensar que quien me tocaba la vagina era, el mismo que hacía 19 años me había convertido en madre. La idea de estar en un error llego de golpe a mi cabeza, pero desapareció pronto, cuando Adrián dijo.
- ¡desabróchate el pantalón ma!
Sus palabras, fueron como escuchar el permiso necesario. Por lo que me desabroche el botón y baje la cremallera, bajando un poco mis jeans, dejando expuesta mi ropa interior. Sin mayor petición la mano de Adrián se metió entre mis piernas, hurgando por encima de mi panty, sus dedos se aventuraban a entrar en mi vagina, pero el panty se lo impedía, opto por frotarme el frijol, con lo que los gemidos de placer comenzaron.
- ¡mmh! ¡mmh! ¡oh! ¡mmh! – gemia yo –
Entre los tres me tenían casi desnuda, las manos de Fabian y Alex se paseaban por mis tetitas, cuello, y abdomen, incluso alguno de ellos, metió la mano en mi panty, logrando tocar mis nalgas. Mis ojos se cerraron, mi boca dejaba escapar gemidos suaves y placenteros, mientras que por instinto mi mano busco la primer macana a su alcance. Encontrando la de mi hijo Adrián, misma que estaba dura como piedra y lista para lo que fuera. Sentir su el pene de mi hijo palpitando en mi mano, me lleno de locura, por lo que abrí los ojos y mire su bulto debajo del pantalón.
- ¡sácalo! ¡déjame tocarte! – susurre a mi hijo –
Adrián, se volvía loco intentando manejar y abrir sus pantalón, por lo que tuve que ayudarlo un poco, una vez que su animal estuvo fuera de su ropa interior, mis ojos admiraron aquel pene enorme, lleno de venas palpitantes, con mucho vellos púbico. De inmediato lo tome con la mano izquierda, empezando a masturbar a mi hijo. La mano de Adrián, se apartó de mi entre pierna, dejándole el lugar a la de alguno de sus amigos, mientras que masturbaba a mi hijo, volví a cerrar los ojos para disfrutar del momento. Pasaron unos minutos más, hasta que el auto por fin se detuvo después de un camino de terracería. Al abrir los ojos mire una cabaña pequeña pero bonita, iluminada por completo, pensé que había alguien en el interior, por lo que de inmediato solté la macana de Adrián les quite las manos a los chicos de mi cuerpo y cubrí mis tetitas cerrando la blusa con las manos.
- ¡no que estaríamos solos! – exclame algo molesta –
- ¡tranquila mama! es solo pepe, el cuidador… - respondió Adrián mientras me agarraba una teta –
Alex, bajo del auto y camino hasta la puerta, un hombre grande y entrado en años salió a recibirlo, le entrego las llaves y se marchó en una moto para todo terreno. Alex volvió al auto y dijo.
- ¡listo! Ya pueden bajar…
De inmediato Fabian y Adrián, bajaron, yo me quede dentro intentando saber si aquello era una trampa de los chicos y acomodando mis ropas. Después de unos segundos abrí la puerta con cautela, Alex me miro y exclamo.
- ¡vamos doc! ¡estamos solos! ¡usted cree que seriamos tan estúpidos de incumplir en algo, y perdernos de su culito!...
Decidí que tenía razón, baje y entre a la cabaña, la cual era tan linda por fuera como por dentro, una chimenea encendida hacia que la sala estuviera tibia, los chicos me dieron un tour por la cabaña, mostrándome el cuarto de baño, en donde había un jacuzzi grande, la habitación principal, con una cama Queen size, regresando a la sala.
- ¡bien! Con que empezamos… – exclamo Fabian –
- ¡chicos! ¡quiero un trago! – exclame –
De inmediato Alex, busco algo de beber en una cantina ubicada en la esquina izquierda de la sala, tomo cuatro vasos y sirvió un licor de melón llamado “midori”, los tres chicos fueron detrás de la barra, mientras que yo me senté en un banco de la cantina, todos brindamos por esa noche, y bebimos hasta el fondo. Tenía que encontrar el valor necesario, para lo que estaba por venir.
Después de beber el contenido de los vasos, Adrián fue el primero en salir de atrás de la barra, abrazándome por la cintura, pegando su miembro en mi espalda, el bulto de mi hijo era prominente y podía sentirlo con facilidad, sus manos subieron de mi abdomen, hasta mis tetitas, comenzando a frotarlas por encima de la blusa, su boca se pegó a mi oído y dijo.
- ¡te voy a dar lo que papa, nunca te dio!...
Acto seguido desabotono mi blusa, despojándome de ella, después me quito el brasier dejando mis tetitas desnudas, Alex y Fabian, miraban atentos, la frase de mi hijo me daba vueltas en la cabeza, la calentura aumentaba con cada toque de sus manos a mis tetitas y cuerpo. Sin mayor esfuerzo me levanto del banco poniéndome de pie frente a él, deje que me besara el cuello y chupara un poco mis senos, sus manos buscaban el botón de mis jeans, cosa que encontraron de inmediato abriéndolo y bajando la cremallera, metió sus manos dentro de mis jeans, bajándolos hasta los muslos, ayudándolo un poco me senté de nuevo en el banco sin decir nada, solo levante las piernas y Adrián me quito las andalias y el pantalón, dejándome solo con la panty.
- ¿chicos, no van a participar? – pregunte lanzando la cabeza hacia atrás, mientras que disfrutaba de la boca de mi hijo en las tetas –
Ambos sonrieron, se miraron y respondieron.
- ¡primero va a Adrián! ¡después veremos! – dijo Alex –
- ¡si! ¡le toca a su hijo, gozarla completa! – exclamo Fabian –
Los dos salieron de atrás de la barra, dejándonos a mi hijo y a mí en ese lugar, Adrián me comía las tetas, con demencia. Mire que Fabian y Alex, se desnudaron al llegar al sofá, sentándose para mirar lo que mi hijo me hacía.
- ¡nene! Creo que eres el único que esta vestido… - susurre a su oído –
Rápidamente, Adrián se desnudó por completo, su enrome pene salto de dentro de sus calzoncillos, totalmente duro y palpitante. Momento que aproveche para bajar del banco y quitarme las pantys. Mire el miembro de mi hijo por unos segundos, a la vez que comparaba los de sus amigos, los tres eran lindos, grandes y gordos, pero el de Adrián sobresalía, por lo que hice una pregunta.
- ¿Cuánto les miden estos monstruos?
Fabian fue el primero en responder, mientras que se frotaba su miembro con fuerza, 20 centímetros doc, y 4 de ancho, después Alex, 18 centímetros y 4 de ancho, dijo masturbándose con delicadeza. Finalmente la sentencia de mi hijo. 22 centímetros y 5 de ancho. Mientras ponía mi mano en su pene. Comencé a masturbarlo despacio, mientras miraba a sus amigos hacer lo mismo, Adrián me chupaba las tetas, mordisqueando un poco mis pezones. Los gemidos comenzaron al instante. Después de frotarle el miembro un poco más a mi hijo, decidí que era hora de comenzar la acción y entregarme al incesto por completo.
- ¡Mmmg! Mmmg! ¡Mmmg! Mmmg! ¡Mmmg! Mmmg! ¡Ahhh! ¡ssshh! ¡Mmmg! Mmmg! ¡Mmmg! Mmmg! ¡Mmmg! Mmmg! ¡Ahhh! ¡papi! ¡que enorme estas! ¡Mmmg! Mmmg! ¡Mmmg! Mmmg! ¡Mmmg! Mmmg! ¡Ahhh! ¡ssshh! ¡Mmmg! Mmmg! ¡Mmmg! Mmmg! ¡Mmmg! Mmmg! ¡Ahhh! – decía mientras le mamaba la macana a mi hijo, haciéndolo saltar con cada succión que le daba mi boca –
Debido al grosor de su miembro no podía más que meter una cuarta parte en mi boca, pero suficiente para darle placer a mi nene.
- ¡ma! ¡uh! ¡así! ¡chupa verga! ¡uh! ¡eres la mejor! ¡Mmmg! Mmmg! ¡Mmmg! Mmmg! ¡Mmmg! Mmmg! ¡Ahhh! ¡ssshh! ¡Mmmg! Mmmg! ¡Mmmg! Mmmg! ¡Mmmg! Mmmg! ¡Ahhh! ¡Mmmg! Mmmg! ¡Mmmg! Mmmg! ¡Mmmg! Mmmg! ¡Ahhh! ¡ssshh! ¡Mmmg! Mmmg! ¡Mmmg! Mmmg! ¡Mmmg! Mmmg! ¡Ahhh! – gemia Adrián, mientras me comía su pene –
Los chicos miraban atentos, como mi boca se tragaba la macana de mi hijo, aumentando la velocidad de sus manos.
- ¡tenía razón! ¿o no? – exclamo Fabian –
- ¡si! ¡lo hace de poca madre! – respondió Adrián entre gemidos –
Saque su miembro de mi boca, mirándolo por un segundo, intentando averiguar de qué hablaban.
- ¡Fabian me dijo que la chupabas de poca madre! Y tiene razón… ¡ma! – dijo mientras me ponía su macana en la boca de nuevo –
Le mame la macana a mi hijo por espacio de unos 10 minutos más, hasta que tomándome de los brazos me puso de pie sin mayor esfuerzo.
- ¡lista! ¡mi turno! – exclamo –
Me subió a la barra de la cantina, abrió mis piernas, metiéndose entre ellas, lamio mi chango de punta a punta, dejando un chupete en mi frijol. La sensación era increíble, el morbo de ver a mi hijo chuparme la vagina, era inmensa y llena de locura. Tenía esperanzas en que al menos el, fuera más atrevido y como él lo dijo, me diera lo que su padre nunca me dio. Y a si era, con maestría lamia, chupaba, tragaba e introducía su lengua en mi agujero.
- ¡oh! ¡mmh! ¡ah! ¡bebe! ¡ah! ¡uh! ¡así papi! ¡ah! ¡más bebe! ¡mas! ¡uh! ¡así! ¡comete mi chango! ¡ah! – gemia mientras Adrián me pegaba tremenda mamada –
Abriendo un poco los ojos, mire a sus amigos, quienes se mostraban excitados y sus manos querían arrancarles sus miembros. Recargada sobre mis codos, mis manos tomaron la cabeza de mi hijo, atrapándolo entre mis piernas, quería más de su boca en mi sexo. Y llego lo inesperado. La mano derecha de Adrián, comenzó a pasar por mi ano, humedeciendo sus dedos con mis fluidos femeninos. En un segundo sentí como su dedo entraba en mi agujerito.
- ¡ah! ¡dios! ¡Adrián! – exclame –
Mi hijo se detuvo de golpe, pensando que me había molestado, saco su dedo de mi agujerito y siguió chupando chango. Comencé un debate en mi cabeza, dejaría que esas monstruosidades me abrieran el ano, hasta despedazarlo… no estaba segura de poder hacerlo, aunque si había podido tener dos monstruos en la vagina, no estaría mal intentar por el culo… y nada me impedía dejar que me pusieran un dedo dentro, o dos…
- ¡hazlo! ¡papi! ¡uh! ¡hazlo! ¡ah! ¡mmh! ¡si! ¡dios mío! – exclame hecha una loca –
Adrián, hizo lo que su madre pedía, dejando que su dedo entrara en mi ano, despacio y suavemente. Mientras seguía chupando chango, dejo su dedo inmóvil dentro de mi culito. Mire a Fabian y Alex, mismo que no pedían detalle de la acción.
De momento, sentí como un dedo más hurgaba en mi ano, intentando perforarlo. Cosa que sucedió pocos segundos después.
- ¡ahh! ¡dios, dios! ¡ummh! ¡Adrián, bebe! ¡oh! ¡ah! ¡umh! – gemí al sentir mi ano abrirse más –
Sentí un poco de dolor, pero poco a poco me sentí más cómoda con los dos dedos dentro de mi agujero. Mire que Alex se levantó del sofá, dirigiéndose a la habitación, regresando a la sala con algo en la mano. Se sentó de nuevo, masturbándose con ritmo. Después de unos minutos más Adrián salió de entre mis piernas, pero no sus dedos de mi culito.
- ¡ten wey! – exclamo Alex, lanzándole un objeto brillante –
Adrián, lo atrapo y me lo mostro, se trataba de un dilatador anal de metal, lo puso en mis labios y dijo.
- ¡tienes que entrenar ese agujero, ma! ¡nos encanta hacerlo anal! ¡chúpalo para lubricarlo!
- ¡ah! ¡bebe, mejor lubricante! ¡no sean malos! ¡mi culito es virgen y me va a doler! – respondí implorando clemencia –
Al ver que mi respuesta no fue la que ellos esperaban, Alex lanzo un bote de lubricante a Adrián, quien lo atrapo y dijo.
- ¡bien! Pero no te lo vas a sacar en toda la noche!
Dios, eso me hizo comprender que los chicos me darían miembro toda la noche. Eso me hizo volverme loca.
- ¡de acuerdo! ¡pero despacito! – implore –
Mientras que Adrián, lubricaba mi ano y el dilatado, mire que Fabian y Alex, se levantaron del sofá, caminando con sus miembros en la mano, hasta donde estábamos, se colocaron uno a cada lado de mí, para observar como mi hijo estaba a punto de abrirme el culo. Una vez que Adrián termino de lubricar mi ano por dentro y por fuera, dejo caer un poco del líquido sobre el objeto en forma de pera, poniéndolo sobre mi ano.
- ¡lista! ¡respira hondo! – dijo mi hijo como todo un experto –
Jamás imagine que dé tras de esa carita angelical, se escondiera una joven perverso y morboso.
- ¡si! – respondí tomando una bocanada de aire, como quién se sumerge en el agua –
Adrián, presiono contra mi ano, el objeto. De a poco este comenzó a hacer su labor, abriendo mi culito despacio. Fabian y Alex, miraban atentos, como aquel objeto se hundía en mi esfínter. Con cada centímetro que el objeto entraba, dejaba escapar un poco de aire de mis pulmones, haciendo que el dolor se difuminara. Tome unas dos bocanadas más de aire, hasta que el objeto metálico quedo incrustado en mi ano.
- ¡no mames! ¡que chingon, se vio! – exclamo Alex –
- ¡si no mames! ¡que rico culito doc! – dijo Fabian –
- ¡listo, ma! ¡ya está dentro! ¡respira y trata de no pensar que está ahí! – dijo mi hijo –
El dolor, fue pasando con los minutos, mientras que Adrián, besaba mis tetas y lamia mis pezones.
- ¡wey! ¡ya dale reata a tu mama! ¡queremos ver! ¡y después darle también! – dijo Alex impaciente –
Adrián, estuvo de acuerdo, por lo que me levanto tomándome de los brazos, dejándome sobre mis pies en el suelo frio.
- ¡vamos al jacuzzi ma! ¡llego la hora de cogerte! ¿estás de acuerdo? – pregunto mi hijo –
Claro que estaba de acuerdo, quería sentir su animal taladrándome el chango. Por lo que asentí afirmativamente, mi hijo me tomo de la mano, llevándome hasta el cuarto de baño. En todo momento y a cada paso, el dilatador anal, se movía dentro de mí, haciendo que mi chango se empapara más…
El cuarto de baño era grande, al igual que el jacuzzi, todo rodeado de espejos, había una ducha amplia y dos lava manos. Alex se dedicó a llenar el jacuzzi mirando por los espejos lo que pasaba, mientras mi hijo me daba a mamar su pene de nuevo. Ante la mirada de Fabian, quien disfrutaba la escena.
Cuando el jacuzzi, estuvo lleno y listo, Adrián pregunto.
- ¿Quieres que ello participen, ma?
- ¡no! ¡aun no! ¡cógeme tu primero! ¡y después ya vemos! – respondí –
- ¡ok! ¡pues entremos! – dijo llevándome hasta la orilla del jacuzzi –
Ambos son sumergimos en el agua tibia, llena de espuma. Adrián me tomo de las nalgas levantándome, poniéndome justo encima de su pene erecto. Mis brazos lo rodearon por el cuello y de apoco comencé a sentarme en su miembro…
Continuara…