Madura se folla a estudiante

Viernes por la noche, un grupo de jóvenes atraviesa la calle para entrar en la discoteca. Uno de ellos no llega a la edad mínima y no lo dejan entrar. En cambio sus amigos entran y lo dejan tirado.


Javier, así se llama el chico, decide volver a casa antes de lo esperado y toma el último autobús. Entra y se sienta en una de las butacas. Está enfadado. Esperaba poder entrar y ligar con alguna chica. Por otra parte estaba también enfadado con sus amigos a los que ahora insultaba mentalmente.
En una parada una mujer destaca entre la multitud. Se puede ver que está bastante ebria y justo se sienta en la butaca que está al lado de Javier.
Este se pone rígido cuándo aún le quedan unas diez paradas por delante. La razón de la riguicez: la mujer que está a su lado,de unos treinta y pico pero aún bastante atractiva, descansa su mano derecha en el muslo del muchacho.
La ve de soslayo y puede ver una sonrisa en la cara de la mujer, que en ese momento dirige la vista hacia él. No entiende por qué aquella desconocida empieza a subir la mano por su muslo, solo sabe que es la primera vez que le tocan tan íntimamente. Él no dice nada para detenerla, aquello le está resultando extrañamente agradable.
Ve otra vez de reojo a la mujer y puede observar que tiene la vista fija en su paquete. La mano subiendo lentamente cada vez más cerca de su objetivo hace que la polla de Javier se empiece a despertar.
Finalmente la mano de aquella señora llegan al paquete de Javier.
El chico nota cómo aquella mujer tantea por encima de los pantalones vaqueros en busca de la verga de él y frota encima de ellos.
Ahora el chico tiene una erección en toda regla y, aún no se atreve a ver a la señora a la cara. Simula observar por la ventana como si no pasase nada, hasta que está tan cerca de correrse que tiene que levantarse y salir corriendo dos paradas antes de la suya y casualmente la mujer lo sigue.
-Chico- por primera vez la señora le dirige la palabra-. ¿Te gustaría subir?- añade señalando uno de los edificios.
Javier está excitado, mucho y no le importa nada más. Esta era una oportunidad fantástica para perder la virginidad. Llevaba ya meses deseándolo.
-Claro ehm...
-Claudia, lla-llámame Claudia- contesta ella un poco inestable por el alcohol.
Suben por el ascensor y allí empiezan un beso apoyados en una de las paredes de este. Un beso bastante torpe, pues él apenas había besado a chicas a sus edad y ella había estado bebiendo mucho más de lo normal.
Entran con dificultad al piso y a duras penas llegan al cuarto de la mujer.
Tirados sobre la cama empiezan a desvestirse. Primero, ella tira de su camiseta y él entiende que quiere que se la quite, aquella mujer aprovecha para manosearle el abdomen que no está muy definido pero se marca.
- Joder chico, tienes todo en su sitio, venga, venga. Quítate los pantalones...
Él un poco cortado, obedece, mientras ella se va desabrochando los botones de la blusa. Si la polla de Javier estaba ya dura, al ver la mujer en sujetador hace que dé brincos de anticipación.
- Ayúdame chico, esta blusa no quiere salir, desnúdame.
Él obedece como buen pupilo. Le ayuda a sacar la blusa y desabrocha aquellos pantalones ceñidos que ella lleva. La tumba en la cama y se levanta para tirar de los pantalones. Mientras está en ello, aquella señora le coge la polla por encima de sus boxers y acaricia.
- Humm, niño... Estás bien cargado aquí ¿eh? - y acto seguido le suelta el paquete y le da un cachete en el culo. Javier no entiende por qué, pero aquello le enciende como nunca. Se apresura a bajarle los pantalones y tira de las bragas, apreciando un coñito rasurado. "Mi primer coño va a ser rasuradito", su mente ya le está ofreciendo imágenes de cómo será cuando le meta la poya. Se sienta al lado de ella y con curiosidad le toca los labios del coño, abriéndolos, es la primera vez que toca algo así.

Mientras Javier está ocupado tanteando aquella maravilla, Claudia aprovecha para quitarse el sujetador de mala manera, quedando totalmente desnuda con aquel yogurín. Hacía tiempo que no se excitaba tanto.
- Venga niño, quítate eso, que me tienes caliente.

Javier se pone nervioso, ¿qué tenía que hacer ahora? Intentó poner memoria a las clases de educación sexual, recuerda algo importante:
-¿Condón?
Ella le señala una mesilla de noche. Él se lo pone y le hace gracia. Cuando se lo puso a aquel plátano en clase fue mucho más difícil que ahora.
- ¿Qué es tan gracioso? Ven, ven... Mete eso aquí.
Él mira a la mujer que está en la cama, está totalmente a su disposición, con las piernas abiertas y señalando su coñito.
Una voz en la cabeza tararea de la suerte que ha tenido, y responde un "Voy, voy". Se arrodilla entre las piernas de ella y acerca su cuerpo al suyo intentando no aplastarla. Se fija que sus tetas estás casi a la altura de la cara. Un instinto primitivo le obliga a meterse uno de aquellos pezones rositas en su boca.
- Si, nene... Venga, métemela.
Entonces procede a penetrarla. Lo hace hasta el fondo, temiendo a que de no hacerlo así se le escapase la oportunidad. Ella gime, así que en su cabeza una voz le dice que lo debe de estar haciendo bien.
Empieza entonces el famoso mete-saca que en tantas películas de porno barato ha visto. Claudia gime suavemente con cada entrada.
Mientras siente la agradable fricción en su verga vuelve su atención a aquellas tetas y lleva sus manos a los pechos de aquella desconocida, que rebotan con cada envestida por parte de él. Los nota suaves y los estruja cuidadosamente. Con curiosidad aprieta los pezones con el índice y el pulgar y eso hace que ella gima un poco más alto.
Pronto él está casi a punto y empieza a notar como la vagina de la mujer empieza a apretarle.
Principiante como es no aguanta más y se corre justo cuando la mujer.
Alguna vez se había masturbado en su habitación, mientras veía a chicas desnudas en el ordenador, pero aquello no se aproximaba a lo que sentía.
Tumbado encima de aquella mujer siente su cuerpo débil tras el orgasmo. Sale del coño de Claudia y nota que la mujer se ha quedado dormida.
Se tumba a su lado y sin molestarse si quiera a quitar el condón se queda dormido.
***
A la mañana siguiente Claudia se despierta con un gran dolor de cabeza. Hacía siglos que no probaba una copa y ahora la noche de fiesta le pasaba factura.
No tarda en notar un cuerpo al lado suyo, intenta ver quién es y descubre que se había acostado con un hombre aquella noche. Mejor dicho, con un chico, que todavía llevaba el condón en el pene del acto anterior.
Enfadada consigo misma se levanta de la cama sin hacer ruido y se va a la ducha.

El ruido del agua despierta a Javier. Se deshace del condón con el semen reseco y revisa el móvil. Las llamadas de su madre se acumulan en el contestador automático.
Le envía un pequeño mensaje y se viste. Deja una pequeña nota a Claudia en la que le agradece la noche, con su número de teléfono.
Sale del edificio en dirección a casa, no sin antes haber anotado bien la dirección

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