Magda viaja a Alemania con Alberto, Juan se queda con Olga
Relato
Alberto tiene 41 años y Olga 39, se hicieron novios en el Instituto, cuando tenían 17 y 15 años, perdieron la virginidad al mismo tiempo, el uno con el otro. En la Universidad se aficionaron al sexo libre, pero siempre juntos o con el conocimiento y mutuo consentimiento cuando alguno hacia algo sin el otro. Nunca se han engañado ni tenido la mínima deslealtad. Se casaron cuando Olga, con 24 años, aprobó la oposición y obtuvo la plaza de profesora en el Instituto del que ahora es Jefa de Estudios. Estaba en una ciudad distinta de la suya, por lo que Alberto (ingeniero informático) decidió dejar su trabajo y trasladarse con ella. Un año después montaba la empresa de importación de material informático de la que todavía es dueño. Tienen tres hijos, María de 12 años y dos mellizos, Pedro y Ángela con 9 años.
Magda tiene 26 años, todavía vive en casa de sus padres, ha sido siempre la típica niña buena y mejor estudiante, estudió al mismo tiempo Filología Inglesa, Francesa y Alemana y aprobó a la primera las oposiciones consiguiendo plaza de profesora en un Instituto de su misma ciudad (el mismo en el que también trabaja Olga). Su mucho tiempo de estudios y el poco de salir de fiesta ha hecho que su círculo de amistades sea más bien escaso, que no haya tenido ningún novio y que su experiencia sexual se reducía a unos poco polvotes sin trascendencia … hasta que conoció a Juan. Juan es policía nacional, tiene 27 años, su vida sexual siempre ha sido penosa por su eyaculación precoz, varias novietas le duraron poco por lo que perdió las ganas insistir en el amor, hasta que hace año y medio conoció a Magda, cuando le trasladaron de destino alquiló un piso por Internet, pero como no conocía la ciudad no supo encontrar la dirección y tuvo que preguntar, la buena samaritana fue Magda que resultó que iban a ser medio vecinos por lo que subió al coche de Juan y le acompañó hasta su destino.
Estas vidas y otras historias es lo que se están contando estos cuatro amigos esta noche de sábado. Han cenado en casa de Olga y Alberto, los niños ya se han acostado y ellos saborean tranquilamente unas copas en el salón. La amistad entre estas dos parejas se ha hecho fuerte en poco tiempo, el que ellas sean compañeras de trabajo ha ayudado pero entre los dos hombres la simpatía también es grande.
La semana siguiente Alberto tiene que hacer un viaje de negocios a Alemania, Olga recuerda que esos días coincide que no tienen clases y que aunque Alberto se defiende bastante bien en Ingles no tiene ni idea de Alemán, Magda domina el Alemán así que Olga propone por qué no va con Alberto y le sirve de traductora. Todos ven la propuesta con agrado y ahí están, dos días después, Magda y Alberto registrándose en una habitación de hotel en Berlín.
Sólo han pedido una habitación, para qué van a gastar en dos y, aunque no lo han pedido, les han dado cama de matrimonio, en recepción han supuesto que son pareja, no les importa. La tarde resulta extremadamente productiva, el domino que Magda tiene del idioma facilita y agiliza enormemente todas las gestiones y todos los negocios quedan cerrados a falta sólo de que los empleados alemanes terminen de redactar los contratos para firmarlos a la mañana siguiente. Magda y Alberto están muy cansados y se van directamente al hotel, cenan ligero en la habitación, Magda se queda durmiendo viendo la televisión mientras Alberto revisa una documentación. Alberto siempre duerme completamente desnudo y siempre amanece con el pene totalmente erecto, Magda sabe ya cual es el primer desayuno de su amiga Olga casi todos los días, por eso, cuando despierta, antes que él, no puede evitar llevar su vista hacia aquel hermoso aparato, totalmente duro y apuntando al techo mientras su dueño duerme. Alberto despierta sintiendo el ansia de la lengua y los labios de Magda por todo su pene, la mira, recorre su espalda con la mano bajándola hasta sus glúteos y metiendo los dedos por la raja del culo hasta el coño, totalmente mojado, que abre con facilidad.
- Olga siempre espera a que venga del servicio, cuando despierto suelo tener ganas de orinar.
- Olga te tiene siempre, puede esperar, yo necesito tu poya en mi coño ya y que me llenes las entrañas con tu leche.
Sin más preámbulos, Magda se tumbó en la cama y estirando del pene de Alberto le obligó a ponerse sobre ella y ella misma se la metió toda
- Dale duro y no pares hasta que te corras y ¡por Dios! No te salgas
Ël se corrió dejándose caer sobre ella que lo abrazaba con fuerza obligándole casi a chafarla bajo el peso de su cuerpo y que, entre gemidos intensos, con voz entrecortada decía
- No te salgas, quédate así, quieto, quiero sentir el peso de tu cuerpo y tu vida dentro de mí.
Pasados los instantes necesarios para que recuperasen un ritmo normal de respiración ella dijo
- ¡Qué ganas tengo de que Juan también me pueda hacer esto, sin tener que usar condón! ¡qué ganas tengo de tener hijos suyos!
- Me parece muy bien, todo llegará pronto, yo creo que ya os podéis empezar a plantear la boda. Pero ahora yo tengo otra urgencia y aunque estoy aquí de maravilla, te recuerdo que hace rato que me estoy meando, así que te voy a enseñar otra cosa que te puede hacer ya Juan sin usar condón.
Sin que se saliese la poya que, aunque ya flácida, todavía estaba dentro de Magda, sujetándola de las piernas y ella todavía aferrada a su cuello con su brazos, Alberto la levantó de la cama y la llevó en volandas hasta la ducha y una vez dentro, con ella todavía tomada, dejó salir dentro de ella todo el líquido retenido toda la noche por su vejiga. Cuando ella sintió aquel gran chorro de líquido caliente golpeando fuerte lo más profundo de su ser y salir a borbotones de su coño experimentó el orgasmo más fuerte de su vida de forma que, aferrada como estaba a Alberto, no pudo evitar morderle en el cuello dejándole marcados los dientes y haciéndole sangre.
Como no tenían clase ni la madre ni los hijos fueron a jugar al tenis y a comer al club del que son socios, por la tarde pasaron por la Comisaría a recoger a Juan cuando terminó su turno pues habían quedado para ir juntos al cine. Al salir del cine y después de cenar una hamburguesas, como al día siguiente tampoco había clase, María pidió a su madre que les dejase quedarse a jugar en una sala multijuegos infantiles, de esos en los que los niños se quedan solos con diversas zonas de actividades, Olga pagó dos horas y se fue con Juan a una discoteca cercana. Bebieron y charlaron amistosamente, se pusieron a bailar, primero sueltos, luego sonó la música lenta y bailaron con sus cuerpos pegados. Juan no pudo evitar una erección, erección que notó toda Olga. Al principio, al sentir con su mulso que el miembro de Juan empezaba a endurecerse y crecer apretó más su cuerpo contra el de Juan y su muslo contra su paquete, conforme el miembro de Juan crecía y se endurecía ella aún apretaba más sus cuerpos y acomodó la posición de sus piernas para que el bulto de Juan se acoplase perfectamente en el hueco entre sus piernas, presionando directamente sus partes más íntimas. Al ritmo de la música fueron apartándose hacia las zonas menos iluminadas de la discoteca y al llegar al rincón más oscuro, con la poya de Juan ya totalmente dura y presionando que parecía que iba a romper los pantalones, Olga se dio la vuelta para aplastar con su trasero la poya de Juan al mismo tiempo que éste le agarraba fuerte los pechos con las manos llevándola hacia atrás para seguir con sus cuerpos totalmente pegados. Ella besaba el cuello de él cuando dejó de sonar la música lenta y volvió el sonido disco.
- Vamos a los servicios
Dijeron los dos al mismo tiempo. Fueron a los de señoras, que suelen estar más limpios. Ella entró primero, comprobó que no había nadie y le dijo al él que pasara. Pasaron rápido a un compartimento y echaron el cerrojo.
- No tengo condones- dijo él
- No importa, por detrás, la quiero por detrás
- Vale, pero ahora no me toques tú a mí que estoy que reviento y no aguanto.
- Como quieras, hazme tú lo que quieras
Olga ya se había quitado las bragas, se subió la falda hasta la cintura y se dio la vuelta abriendo las piernas y apoyándose con las manos en la pared ofreciendo a Juan su hermoso culo en todo su esplendor. Juan permaneció contemplando la hermosura de esta mujer que, a sus 39 años. Estaba maravillosa. Sus grandes pechos, que habían crecido aún más al haber amamantado a sus hijos, permanecían duros y firmes, bien cuidados como el resto de su cuerpo y su trasero, qué trasero, respingón y redondeado, le volvía loco
- ¿Qué haces tío, te has quedao pasmao? En 50 minutos tenemos que recoger a los niños
Juan abrió con sus manos los cachetes de aquel culo para dejar al aire el orificio anal y metió su lengua en él. De los labios vaginales de la mujer chorreaban jugos en abundancia, Juan empezó a recogerlos con sus dedos para irlos metiendo en el culo, así Juan fuel alternando su lengua con sus dedos, primero uno, luego dos, cuando ya entraban tres sin dificultad se bajó la cremallera del pantalón, apartó sus calzoncillos y su pene salió despedido como un resorte. Ella lo vio y comprendió que aquello estaba a punto de estallar y que no duraría mucho
- ¡Joder tío, casi te corres sin tocarte! Espera, siéntate, déjame que sea yo la que lleve el ritmo.
Juan se sentó en la taza del water, Olga le cogió el pene acariciándoselo con extremada delicadeza y se sentó sobre él clavándoselo por el ano hasta el fondo, entonces se quedó quieta, sintiendo el palpitar de él casi en sus intestinos. Se echó hacia atrás para besar su cuello, le cogió una mano y la llevó hasta sus pechos, le cogió la otra y la llevó a su clítoris.
- Tú mueve sólo las manos, yo moveré el cuerpo, sólo te recuerdo que estamos en un sitio público y no podemos hacer ruido, cuando nos vayamos a correr no me dejes chillar, tápame la boca.
La maestría de Olga en el sexo es impresionante, cómo se nota lo que le gusta follar, lo que lo disfruta y la experiencia que tiene, Juan se deja hacer y hace lo que le han dicho, mueve sus manos al ritmo que le marcan los movimientos y las silenciosas indicaciones de Olga. Ella coordina los movimientos de su culo con la poya dentro y la manos de él, lento primero, cada vez más rápido, volviendo a acelerar, aflojando otra vez para acabar en un acelerón total que hace que se corran los dos al mismo tiempo en un orgasmo impresionante. Cuando él nota que se va a correr lanza sus labios sobre los de ella que espera con la boca abierta y la lengua preparada para comerle la suya. Así completamente fundidos se aguantan mutuamente los espasmos del orgasmo. Cada una de sus bocas calla los gemidos de la otra, nadie oye nada a pesar de que al otro lado de la puerta unas chicas se terminan de arreglar y se toman unas “pastillas”. A Juan le sale la vena de poli y piensa en salir, Olga le sujeta, besa su mejilla y le dice al oído
- Tranqui, colega, que estás fuera de servicio y tenemos que irnos de aquí sin que nos vean.
yo le metia la verga en el culo una otra ves mientras ella le mamaba la verga ami compadre como una puta desesperada por momentos ella dejaba de mamarle la verga ami compadre por que el ya estaba a punto de venirse para luego mamarle el queso humedo y rojo de mi esposa
Relato erótico enviado por Anonymous el 24 de February de 2010 a las 00:07:43 - Relato porno leído 144239 veces