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Magda y Juan

Relato enviado por : jagredmancha el 22/10/2011. Lecturas: 5359

etiquetas relato Magda y Juan   gangbang .
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Resumen
Después de observar y aprender cómo es un matrimonio feliz. Juan decide hacer a su novia Magda una novia feliz.


Relato
Juan se quita el preservativo con rabia y lo arroja contra el suelo. Magda le abraza cariñosamente por la espalda:
- no te preocupes, cariño, no pasa nada, esto le pasa a muchos hombres.
Pero no hay consuelo para Juan que, deshaciéndose con malos modos de los brazos de Magda, se sienta al borde de la cama agachando la cabeza entre las piernas.
- Soy un mierda, no soy capaz de follar como un hombre … más me valdría estar capao.
- No digas tonterías, Amor. La eyaculación precoz es un problema que tienen muchos tíos, hay tratamientos para ello, ¿por qué no vamos a un médico?
- Te he dicho mil veces que yo no voy a un médico para esto, que me muero de vergüenza. Vístete y vete, por favor, quiero dormir, sólo, y entenderé si no vuelves más … yo que tú me buscaría otro novio.

Tres días después Juan está esperando el autobús para ir a casa tras su jornada laboral, está solo, absorto en sus pensamientos, pero de pronto sus cinco sentidos se centran en la pareja que, a su lado, también espera el autobús. Una pareja de mediana edad, ambos con buenos tipos, bien conservados, probablemente ambos hagan deporte, ella algún año más joven que él. Seguramente son matrimonio, por sus risas, cómo se miran y cómo se hablan, un matrimonio feliz. Juan no puede evitar fijarse en ella, ni alta ni baja, morena, guapa, muy guapa y con un tipo espectacular, con un par de buenas tetas que duda si serán naturales y un culo espectacular, la pequeña curvita del vientre no del todo plano a pesar del aspecto deportivo en general hace suponer a Juan que es madre.. Pero lo que ha llamado la atención a Juan de esta pareja no es su aspecto, lo que le ha sacado de golpe del ensimismamiento en el andaba absorto ha sido su conversación. La pareja hablaba sobre el último gang-bang que había protagonizado, más bien que había protagonizado la mujer aunque, por supuesto, él había sido co-protagonista principal.
La pareja subió al mismo autobús que Juan y se sentaron en los asientos de al lado. Ellos seguían tranquilamente con su conversación y Juan cada vez más nervioso sin dejar de poner toda su atención en lo que ellos decían, sin darse cuenta de que ellos sí se habían dado cuenta de su interés
- Hola, perdone, me llamo Alberto, veo que le interesa nuestra conversación, ¿también es Vd. … liberal … swinger?
Juan creyó morirse de vergüenza
- Ehh … no … ¿qué dice?. …. Perdone pero creo que se equivoca … yo no sé de qué hablaban Vds.
- Como Vd. Diga … pero ¿le interesaría participar en nuestra próxima fiesta?. Ésta es mi mujer, Olga, el viernes iremos a Eros, ya hemos quedado con unos amigos, en total seremos 10 hombres, más Olga, claro … además de quien por allí esté, … si quiere… ya sabe.
- Claro hombre -dijo Olga alegremente- apúntese, ya le digo que me gusta Vd.
Juan bajó corriendo en la siguiente parada, no era la suya pero no podía seguir en el bus con aquella gente … pero no pudo dejar de pensar en ellos. Buscó en Internet qué era eso del Eros, encontró que era un club liberal situado en las afueras de la ciudad. También quiso saber más sobre los gang-bang, cómo se organizaban. Llevaba tres días sin ver a Magda, ella le había llamado varias veces pero él no había querido quedar, sin embargo, no paraba de pensar en ella y desde su encuentro con esa extraña pareja no paraba de darle vueltas a una idea, la felicidad y el amor que había visto en aquel matrimonio le habían hipnotizado.
No pudo remediarlo, el viernes fue a Eros, cuando Olga y Alberto le vieron lo saludaron con alegría, le presentaron y lo integraron en el grupo (todo hombres menos Olga) con el que estaban tomándose una copas en la barra. Alberto entregó a Juan unos preservativos, eran condición imprescindible para participar. Pero Juan no hizo uso de ellos, no pensaba participar de ninguna manera, sólo había ido en busca de información, además de que le daba un miedo atroz el tener una eyaculación precoz con tanto público, se moriría de vergüenza. Se limitó a hablar, con unos y con otros, con todos, habló y habló y, sobre todo, no paró de preguntar y preguntar, no quería dejar ninguna duda sin resolver. Cuando todo empezó Juan se limitó a quedarse en un rincón como mirón, era el único de todos los que estaban, nadie le dijo nada, sólo cuando todo terminó Olga y Alberto, todavía desnudos y sudorosos, Olga además con restos de semen por todo su cuerpo, se acercaron a Juan
- ¿qué, le ha gustado el espectáculo- preguntó Olga y, sin esperar respuesta, a modo de despedida, le dio un beso, un simple piquito que, sin embargo, fue suficiente para dejar en Juan un regusto y un aroma que no conocía pero que no tenía duda debía ser a poya y a semen.
- Pues ya sabe, cuando quiera … solemos venir los viernes, cuando podemos, más o menos una vez al mes – terminó de despedirse Alberto dándole la mano.

Juan no podía quitarse de la cabeza la imagen radiante de satisfacción y felicidad de Olga así como la de esposo orgulloso de Alberto, pero a Juan había otro detalle que no se la había escapado: algunos de los presentes habían tenido eyaculaciones precoces y si alguien lo había notado o no, nadie le había dado la menor importancia.

El jueves siguiente por fin consiguió Juan el valor suficiente para llamar a Magda, nada más contestar ella el teléfono, a bocajarro y sin más saludos ni preámbulos dijo:
- ¿Me quieres?
- Claro tonto … ¿no lo sabes?
- ¿Sabes cuánto te quiero?
- Pues creía que mucho, pero estaba empezando a dudarlo ya
- ¿Tienes planes para mañana?
- Quedar contigo
- ¿Te fías de mí?
- ¿Cómo tengo que demostrártelo?
- Ponte guapa, más que guapa, ponte sexy. Te paso a recoger a las nueve y media. Oye y la ropa interior … la más sexy que tengas y coge de repuesto.
- ¿ De qué vas, nene ?
- Ya te enterarás mañana.

Ni durante la cena ni en el camino al club quiso Juan contarle a Magda nada de donde la llevaría. Cuando llegaron a Eros el nerviosismo se apoderó de Magda que se negaba a bajar del coche
- ¿Qué sitio es este?, ¿qué venimos a hacer aquí? ¡vámonos! Yo no entro ahí.
A Juan le costó un largo rato vencer la resistencia de Magda utilizando toda la persuasión que fue capaz de desplegar. Ya fuera del coche, antes de entrar, Juan cogió las dos manos de Magda y mirándole fijamente a los ojos dijo:
- Fíate de mí como yo me fío de ti, quiéreme como yo te quiero. Aquí no harás nada que no quieras hacer, aquí a nadie la pasa nada que no quiera que le pase.
Los viernes eran los días de la semana que el club Eros tenía especialmente señalado como “noche del gang-bang” por lo que aumentaba la presencia de hombres solos con respecto al resto de la semana y disminuía la presencia femenina, así que cuando entran la abrumadora mayoría de hombres presentes vuelve a despertar los recelos de Magda
- Mira, ya te he dicho que aquí no habría mujeres. Además ¿qué es eso de “noche del gang-bang”
Sólo había dos mujeres, pero ambas apartadas, cada una en un rincón, una sentada en un sofá se dedicaba a morrearse y meterse mano con un tipo y otra se estaba pegando el lote bailando sensual y pegado con dos maromos.
- ¿quieres tranquilizarte cariño? Te repito que no vas a hacer nada que no quieras hacer. Lo del gang-bang lo hace la clienta que quiere cuando hay clienta que quiere hacerlo, si no hay clienta disponible no pasa nada, ya se encarga una camarera.
Juan comprobó que Olga y Alberto no estaban y que de los del viernes anterior sólo había tres, uno de ellos reconoció a Juan y se acercó saludando cortésmente..
Cuatro gin-tonics después Magda, que intentaba no separarse ni un milímetro de Juan, al que dedicaba todas las muestras de cariño que podía, como queriendo utilizarlo de escudo o como para demostrarles a todos aquellos hombres que ella ya estaba ocupada, estaba sin embargo rodeada por 15 hombres además de Juan con los que hablaba, bailaba y se rozaba, se rozaba sí, o ellos la rozaban a ella de una forma totalmente desinhibida ya. Estaba super nerviosa y también muy excitada, lo que en principio había sido una mezcla de aprensión y miedo se había convertido en morbo, ella misma se sorprendía a sí misma buscando con sus manos y su culo el roce con los paquetes de aquellos tipos o apretando sus pechos contra los cuerpos o las manos de ellos.
Una camarera se acerca a Magda y, apartándola a un rincón de la barra, le pregunta:
- Perdone pero ¿lo va a hacer Vd. o me preparo yo?
Magda mira alrededor, calcula que hay 30 hombres en la sala, ninguna mujer.
- ¿Ya las otras dos chicas que había antes?
- Están en los reservados, ya están ocupadas. Mire, nada la obliga, si Vd. quiere, es su derecho, si no, no pasa nada, yo lo hago por gusto, encantada, me encanta follar, disfruto como una loca.
Magda miro de nuevo alrededor
- ¿Tengo que hacerlo con todos?
- Sólo con los que quiera
- ¿Es aquí o puedo pasar a un reservado?
- Donde Vd. quiera.
Magda eligió a los 12 que más le gustaron y con ellos y Juan pasó a un reservado. Una habitación redonda con una gran cama redonda en el centro, música sensual, luz roja. Estaba excitadísima, deseaba hacerlo todo con todos, abrazó a Juan y le dio un largo beso, pero con los ojos abiertos mientras le besaba e invitando a los hombres a que se acercaran para tocarles directamente los paquetes, aún estaban todos vestidos, uno empezó a desnudarse, soltó la boca de Juan para pedir por favor que no se desnudara nadie, que ella los desnudaría a todos. Ayudada por Juan los fue desvistiendo uno a uno, aprovechando para besarlos, tocarlos, saborearlos, olerlos. El último fue Juan. Entonces la desnudaron a ella, fue rápido, la cremallera del vestido la bajó Juan, lo demás lo quitaron todo entre varias manos, con una coordinación que denotaba la experiencia de aquellos hombres en esas tareas.
Alguno hizo intención de ponerse un preservativo, Magda pidió que aún no, que quería mamársela y tragarse las corridas de todos, una vez que ya se hubiesen corrido ya podrían ponerse el preservativo y metérsela cuando pudiesen por donde pudiesen. Dicho lo cual se abalanzó sobre la poya de Juan comiéndosela con avaricia mientras con las manos pajeaba las que más cerca pillaba. Juan no tardó nada en correrse, nadie pensó en ningún problema de eyaculación precoz, más bien al contrario, la mayoría agradeció la deferencia de aquel hombre que tan generosamente estaba compartiendo su chica. Magda no paraba de chupar y tragar mientras mantenía ambas manos ocupadas en pajear a los que serían los siguientes en ocupar su boca, trataba de controlar que los de las manos no se corrieran antes de tiempo, quería saborear y tragar el semen de aquellos sementales, pero en algún caso no lo consiguió y acabó con leche en el pelo, una oreja, las mejillas y un pecho.
Magda estaba de rodillas en la cama, mientras ocupaba sus manos y su boca, los hombres que estaban libres se dedicaban a acariciarla y masajearla a ella, especialmente sus pechos, sus pezones, su clítoris, alguien metía algún dedo en su coño de vez en cuando, besaban su cuello, su espalda, empezaban a lubricar su ano con alguna lengua, con dedos ensalibados o mojados en sus propios jugos.
Ya había tenido dos orgasmos y todavía no había terminado su tarea de mamarles a todos cuando unas manos sujetaron su cintura desde atrás y notó que era penetrada por un pene que no vio pero notó enorme, no quiso saber quién era, solo esperaba que quien fuese se hubiese puesto preservativo, miró a Juan y éste asintió con la cabeza.
Cuando éste primero terminó de follarla le pidió el preservativo, quiso beberse la lefa que en él había igual que había visto en alguna peli porno, pero no pudo, sintió nauseas y a punto estuvo de vomitar si no es porque Juan rápidamente la abrazó besándole en la mejillas a la vez que otros le daban palmadas y le hacía caricias tranquilizadoras. El que estaba follándola también paró sus acometidas para, sin salirse, esperar a que se tranquilizara acariciando su espalda y su trasero. Magda estaba acostumbrada al sabor del semen, con Juan lo tragaba habitualmente, siempre era lo primero que hacían para que después pudiese durar más la penetración; esta noche también había saboreado sin problemas el de todos estos tipos pero la mezcla de la leche con el condón, que no había probado nunca le sorprendió bastante desagradable.
Se tranquilizó y pasaron las nauseas abrazada a Juan, así siguieron besándose y acariciándose mientras Magda era follada por todos hasta que sólo quedaba Juan por penetrarla.
Mientras la follaban por detrás, en la posición del perrito, tanto los que la follaban en cada momento como algún que otro voluntario que entretenía la espera se dedicaban a masajear, lubricar e ir metiendo dedos poco a poco en el orificio trasero de Magda, de forma que ya le entraban, sin problemas dos dedos. Juan ordenó a los 12 amigos por el tamaño de su aparato, el más pequeño primero y el más grande para el final, se tumbó en la cama, Magda se puso encima metiéndose ella misma el pene de su amado en el coño. Juan la abrazó con todas sus fuerzas y se fundieron en un intenso beso, la postura, tumbada sobre Juan, con su pene dentro y el culo totalmente en pompa no podía ser mas propicia de modo que a una señal de Juan el primer invitado, el que la tenía más pequeña, subió a la cama y la penetró analmente.
Magda entró en éxtasis, el dolor, si lo había, era insignificante, no es que llevase toda la noche teniendo un orgasmo tras otro, es que estaba en un orgasmo continuo. Se sentía completamente plena, no sólo físicamente por las dobles penetraciones que le estaban haciendo, psicológicamente no podía desear mas. Su hombre, su amado estaba completamente fundido con ella en cuerpo y alma. Varios hombres habían descargado ya en su trasero cuando se dio cuenta de que ya no notaba el pene de Juan en su vagina, debía haberse corrido ya, se miraron, se besaron y pararon un momento. Juan se levantó y el siguiente de la fila se situó en su lugar, tumbado en la cama de espaldas. Magda se dio la vuelta sentándose de espaldas sobre aquel hombre grandón, bastante más alto y recio de Juan, aquel cuerpo le servía como confortable colchón, su pene también era de tamaño considerable, también bastante más larga y recia que la de Juan, ella misma la sujetó con las manos colocando su ano sobre su punta y dejándose caer de golpe para que toda aquella carne entrase, sin dificultad alguna, hasta sus entrañas. Arqueó su cuerpo hacia atrás apoyando sus manos en el pecho de aquel hombre que la sujetaba por la cintura y abrió sus piernas dejando totalmente abierta la puerta de entrada a su chocho. El siguiente de la fila entendió perfectamente la invitación y completó la doble penetración. Así terminaron de pasar todos aquellos machos por sus agujeros que estaban constantemente llenos, cuando el que estaba debajo terminaba en su ano, se abrazaba al que tenía encima que, sin sacársela de su coño, colocaba su culo sobre la nueva poya que se había colocado debajo, cuando era el de arriba el que terminaba en su coño esperaba apoyada sobre el que por debajo le clavaba su poya en el trasero a que el siguiente volviese a llenar su chocho.
Cuando los dos últimos terminaron, casualmente, al mismo tiempo, se derrumbó en la cama sintiendo espasmos y convulsiones, estos últimos no solo es que eran los que más grandes las tenían, es que eran dos trancas tremendas. Cuando se recuperó de aquel intensísimo orgasmo infinito, cogiendo la mano de Juan, que se había puesto a su lado, dijo que ya no podía más, la verdad es que todos estaban más que satisfechos, todos se habían corrido tres veces y la mayoría en los tres agujeros de Magda. Magda los despidió a todos con dos besos, uno en la boca y otro en el pene y quedó a solas con Juan. Juan era el único que sólo se había corrido dos veces y además no se lo había hecho por el culo. Magda estaba agotada, no podía más, pero no quería irse sin que él se lo hiciese así que le dijo que se quedaba tumbada en la cama y que él hiciese, pero él no quiso, le dijo que descasase y no se preocupase que la noche ya había sido bastante, que ya tendrían ocasiones.
Al salir del reservado, todavía desnudos camino de la ducha, vieron a la camarera rodeada de un montón de tipos, todos desnudos, debían haberse corrido todos ya pues tenían lo penes ya flácidos o en reducción. Ella sujetaba y les enseñaba un vaso lleno de semen de ellos que empezó a saborear. Magda se adelantó rápidamente para ponerse a su lado abriendo su boca debajo de la de ella. La camarera comprendió y dejó caer el semen de su boca a la de Magda para después compartirlo las dos fundiéndose en un morreo hasta que lo tragaron todo sin dejar gota. Cuando terminaron de tragar y de saborearse la una a la otra Magda acercó su boca al oído de la camarera
- Quiero compartir otra cosa contigo
- ¿Qué quieres compartir conmigo? – dijo la camarera mirando de reojo a Juan
- Quiero que mi novio te de por el culo.
- Será todo un placer.
Magda cogió con su mano el pene de Juan que, con aquel último espectáculo, estaba otra vez totalmente duro y apuntando al cielo, y lo llevó hasta la boca de la camarera. Cuando Juan terminó con la camarera, el gerente del lugar dijo:
- Señores por favor, no vamos, no he querido interrumpir, pero como este hombre parace no conocer la eyaculación precoz, hace más de veinte minutos que teníamos que haber cerrado.

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Si te ha gustado Magda y Juan vótalo y deja tus comentarios ya que esto anima a los escritores a seguir publicando sus obras.

Por eso dedica 30 segundos a valorar Magda y Juan. jagredmancha te lo agradecerá.


Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 21:41) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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