Sin sacarle el pene de su vagina, la miró. Esto deseabas ¿verdad? Que te llenara con mi semen
. Fueron muchos minutos de placer. Nako no dejaba de mirar a su joven amante. Se dio cuenta de que ningún hombre en su vida la había tratado así. Que ningún hombre le había dado tanto placer.
Agotados se recostaron uno al lado del otro acariciándose y besándose, para luego levantarse bañarse y cada uno volvió a la realidad de su vida. Quedaron de verse muy pronto apenas Pepe fuera a otra reunión.
Relato
Me voy a mi casa como doce calles de ahí, caminaba mareado, agotado y dichoso la mamá de Pepe, Nako había aceptado copular conmigo, era mi amante. Llego a casa agotado me recuesto y me duermo, mamá me despierta sorprendida y pregunta que te pasa ¿estas enfermo? No respondo es que el gimnasio me cansó. Y me levanto…
Transcurren tres días antes de saber que Pepe iría a competir con los de karate a otro colegio…, espero en una plaza cercana ver pasar a Pepe en su bicicleta antes de acercarme a su casa…, golpeo y la mamá de este me recibe con una gran sonrisa.
No más entrar a esa casa abrazo a la hembra y la besó con pasión. Contra su barriga notó la dureza de mi pene. Llevó una mano hasta allí y empezó a acariciármelo. La apreso atrayéndola hacia mí apretándola por el culo. Después, mi pene fue apretado con su mano, este y su cabezota de carne que le hacía daño en su vagina fueron manoseados.
Desnudándose llegaron al dormitorio. Nako se arrodilló delante de su amante. Su miembro quedó a la altura de sus labios. Sabía que iba a ser su primera mamada. Hubiese deseado hacerle una lenta y sensual mamada. Llevarlo al borde de los orgasmos varias veces y parar.
Pero no había tiempo para eso ahora. Tenía que hacerlo correr lo antes posible. Así que puso sus manos en las nalgas del chico, lo atrajo hacia ella, abrió la boca y se tragó la polla. Enseguida empezó a mamar, absorbiendo, chupando, lamiendo con la lengua. E Movía la cabeza hacia adelante y hacia atrás, haciendo que ese miembro saliese hasta la mitad antes de volver a metérsela.
Le miró a los ojos. Sabía que eso volvía locos a los hombres. Que una mujer arrodillada les mire a los ojos mientras tienen su polla entrando y saliendo de la boca.
Leo su amante y compañero de curso de su hijo no le había mentido. Estaba muy excitado y se correría pronto. Empezó a tener espasmos. Los dedos se sus manos se agarrotaron. El pene empezó a temblar.
Nako se preparó para recibir en la boca la corrida del muchacho. Justo cuando el espasmo del primer chorro empezó, Esta se acordó de la cantidad de leche que aquel pene echaba cuando se corría.
Esa vez no fue una excepción. A pesar de los esfuerzos que Nako hizo para tragárselo todo, de las comisuras de sus labios empezó a manar semen, que bajó por su barbilla, por su cuello.
En plena nube de placer, Leo oía como la mamá de su compañero Pepe tragaba, y veía como de su boca salía un reguerito de su leche. Hasta diez chorros le echó dentro de la boca. La mayor parte terminó en el estómago de esta. Cuando terminó de vaciarse, Leo se sintió flojo y dio unos pasos hacia atrás, sentándose en la cama. Vio como su amante llegó justo a tiempo de parar el reguero de leche antes de que le manchara la cama. Lo recogió con los dedos y se lo llevó a la boca.
Leo estaba extasiado con la madre de su compañero, aprovechaban cada oportunidad que tenían para besarse, para tocarse, Se quedó embelesado mirándola. Acostada, sobre la cama. Totalmente desnuda. Su cabello alborotado sobre la almohada. Sus preciosas tetas sobre su pecho. Su barriguita. Su pubis. No veía su vulva. Ella lo tapaba con uno de los muslos.
Besaba los labios, la frente, las mejillas, el cuello de su Nako. Ella ronroneaba como una gatita de lo a gusto que se sentía entre los brazos joven amante. La mano de Leo bajó lentamente por el suave cuerpo de esta hasta llegar su vulva. Ella la recibió abriendo las piernas. Y gimió en la boca de Leo cuando él empezó a acariciarla.
Estás muy mojadita. ¿Es por mí? pregunta Leo…, si , si quier…, si , si quiero ser tuya le conteo ser tuya le contesta ansiosa Nako.
Abrió las piernas, dispuesta a recibirlo. Lo sintió cuando se puso en medio de ellas, se cogió su pene y la acercó a su vulva. Las pasó arriba y abajo, haciendo gemir otra vez.
El momento tan esperado había llegado. Iba a penetrar a esa mujer. A la madre de Pe la madre de Pepe. Empujó pero no atinó. Lo intentó otra vez y tampoco dio con el punto adecuado. Nako lo ayudó, cogiendo su miembro y dejándola justo en el sitio.
Empezó a poseerla, lentamente, con intensidad. El miembro resbalaba por las paredes de la vagina arrancándole gemidos de placer a los dos. Poco a poco, aumentó el ritmo. Sus bocas no se separaban ni un instante. Aquel joven, supuestamente inexperto, la estaba llevando a un intenso orgasmo. El pene martilleaba dentro de ella, una y otra vez. Su boca la besaba, a veces con pasión. Otras con ternura.
El placer de estar apareándose a la mujer madre de un compañero estaba fuera de todas sus fantasías era lo más grande que le había pasado en su vida. Sus músculos empezaron a tensarse. Su orgasmo empezaba lentamente a anunciarse.
Nako también estaba ya al borde del orgasmo. Sentía la vibración de ese émbolo. Quería sentirlo dentro. Con sus piernas rodeó su cintura y apretó. Leo dejó de luchar. La mujer liberó su pene y e el clavó su pene lo mas profundo en su matriz. Se quedó quieto y estalló. El pene empezó a vaciarse en el fondo de la matriz de la madre de su compañero, que al sentir los calientes chorros que empezaban a llenarla, se descargo de sus orgasmos con él.
El mundo se detuvo. Sólo existían ellos. Sólo existía ese placer. El placer de llenar de la matriz de su Nako. El placer de recibir chorro tras chorro de tibio semen en lo más profundo de la vagina llevo a la mujer a entregarse plenamente a este chiquillo.
Sus ojos se abrían para mirar los ojos del otro al otro compartiendo el placer y se cerraban nuevamente.
Primero terminó el orgasmo de Leo. La vagina de Nako seguía teniendo espasmos. Al poco, los dos se besaron, ahora, con suma ternura. Ella le acariciaba el cabello. Él, los brazos.
Sin sacarle el pene de su vagina, la miró. Esto deseabas ¿verdad? Que te llenara con mi semen
. Fueron muchos minutos de placer. Nako no dejaba de mirar a su joven amante. Se dio cuenta de que ningún hombre en su vida la había tratado así. Que ningún hombre le había dado tanto placer.
Agotados se recostaron uno al lado del otro acariciándose y besándose, para luego levantarse bañarse y cada uno volvió a la realidad de su vida. Quedaron de verse muy pronto apenas Pepe fuera a otra reunión.
Ambos iniciamos a besarnos con toda pasión, con aun más pasión que la primera vez, mientras nos besamos Armando comenzó a tocarme mi zona intima debajo la falda de mi vestido y como consecuencia a esto de inmediato me moje toda, ¡Quiero hacerte el amor! Me dijo suavemente al oído, -Lo sé y también quiero- le conteste.
Relato erótico enviado por putita golosa el 29 de August de 2010 a las 23:31:22 - Relato porno leído 513555 veces