Mamá me agarro el miembro y quiso ponerme el preservativo pero el sentir sus manos tan suaves tocándome me hizo explotar en sus manos, casi lloraba de vergüenza pero tranquilizo besándome.
Relato
Mamá me agarro el miembro y quiso ponerme el preservativo pero el sentir sus manos tan suaves tocándome me hizo explotar en sus manos, casi lloraba de vergüenza pero tranquilizo besándome. Ella frotaba mi miembro en sus pezones, sin meditarlo le dije ¡Mami puedo... puedo metértela! Ella se puso de pie y se levanto la falda, yo hice a un lado su calzón y comencé a clavársela por su vagina, mamá pujaba al sentir como me movía dentro de ella pero no resistí y en menos de dos minutos acabe dentro de ella.
Casi un sueño el que haiga hecho el amor a mamá esas dos noches pero ¿saben algo? Lejos de arrepentirnos la verdad es que lo disfrutamos como nunca en nuestras vidas, ahora el sexo es la forma que tenemos para darnos amor mutuo, cada que se la meto ella sabe que le estoy metiendo todo mi amor por sus hoyos de mujer. Mamá tiene casi 50 años, ama de casa y una mujer en verdad increíble, yo soy el mayor de la familia ya que tengo un hermano menor a un niño y yo tengo dieciséis años, papá es mucho mayor que mamá, hablando en términos sexuales es obvio que ya no tienen mucha intimidad en sus vidas, mamá necesitaba un hombre que la hiciera volver a sentir mujer y ya ven que fui yo.
A mis 16 aun no había estado con ninguna mujer íntimamente pero en esos días estaba a punto de hacer el amor con mi novia. Sabía que mi novia era una chica con mucha experiencia, yo tenía miedo de no satisfacerla como espera o que descubriera que aun no había tenido experiencias, esto me hizo realizar mucha práctica días antes de estar con mi novia. Noche a noche en mi cuarto practicaba a ponerme condones, creo esta fue la gota que derramo el agua; los condones. Como olvidar aquella primera noche que hicimos el amor y fue con ella con quien me hice literalmente hombre, estaba en mi cuarto probándome condones y totalmente desnudo, no imagine que mamá entraría sin tocar pero lo hizo.
Mamá entro en el momento menos indicado, ella me quedo viendo impresionada desde la puerta. Me había visto mi miembro bien erecto y en mis manos, no sabía qué hacer por estar muerto de pena, a prisa me cubrí con sabanas. Mamá se acerco sin decirme nada, entonces descubrí que no estaba en problemas, ella me dio tanta confianza que al platicar le conté abiertamente lo que me pasaba, que iba a tener sexo por primera vez en mi vida con una chica algo experimentada y tenía miedo de quedar mal. Ella me analizaba mientras hablaba y me daba una mirada que me costaba interpretar, no sabía si se burlaba o estaba emocionada de confiarle todo esto, no tarde en saber que ella sería mi maestra personal de sexo.
Mamá se veía bien linda con su suéter rojo y falda negra bien cortita con la que enseñaba sus piernas de mujer, ella me dijo que si le permitía podía instruirme en cómo hacerle el amor a una mujer. No sabía que contestar, entonces me dijo que empezaría por enseñarme a usar los condones bien. Mamá agarro mi miembro en sus manos comenzado a ponerme el condón, sus manos eran tan suaves y el placer era tan intenso que no resistí y explote en sus manos, estaba tan avergonzado que casi lloraba como niño, ella me dio un beso en la frente y poco a poco bajo hasta mis labios, nuestros labios se tocaron. Ella continuaba masturbándome con sus manos bien mojadas de esperma, se sentía bien lindo, mamá se saco sus pezones de la blusa y comenzó a frotarse el pene en sus senos, era increíble lo que estaba pasando.
Estaba tan caliente que olvide que si era mi madre, sin meditarlo le dije ¡Mami puedo... puedo metértela! Ella guiño el ojo, se puso de pie y se levanto la falda, yo hice a un lado su calzón, era la primera vez que le veía su concha repleta de pelitos y con un olor celestial, comencé a clavársela por su vagina. Mamá pujo al sentirme dentro, era la primera mujer a quien penetraba. La primera vagina que me apretaba mi miembro y era divino, en pocos segundos comenzó a gritar mucho, decía que se la metiera más dentro. Mi cosa entraba y salía mil veces de su raja.
¡Si, si, si, házmelo! Repetía sin parar, un olorcito bien rico empezó a emanar de la penetración, eran los flujos de mamá al haberse venido muchas veces ya, su raja estaba bien lubricada y se sentía aun más delicioso. Era tanto el placer que al paso de unos instantes al no aguantar me vacié dentro de ella, la concha de mamá estaba mojadisima. Al sacársela vi como se le escurría por las piernas, ella me miraba con ternura y amor, me beso en la boca nuevamente, luego se acomodo la falda sin limpiarse su concha. Esa noche durante la cena estaba más que morboso al pensar en que diría papá si supiera que hicimos el amor y que había mojado la raja de mamá con mis mocos. Cada día, tarde o noche hacemos el amor, ahora es nuestra manera de darnos amor, ella sabe que cada que se la meto por cualquiera de sus dos hoyos de mujer, le estoy metiendo todo mi amor.