Me incorporé y comprobé que el vino se me había subido un tanto a la cabeza, acomodé la minifalda y enfilé hacia los baños, fui derecho a sentarme al inodoro y mientras orinaba solo me repetía que debía pensar lo que estaba haciendo y los pasos que estaba dando, miré mi tanga y estaba empapada con mis propios jugos por lo caliente de la conversación, en el momento lo pasé por alto, pero ahora que pensaba con calma debía reconocer que me habían excitado demasiado las preguntas de Gustavo, como contrapartida, asumí que el seguramente debió sufrir una terrible erección bajo la mesa, me sentí fatal y avergonzada.
Relato
MANIPULADOR (PARTE 3 DE 8)
- Por supuesto! – contesté airosa
- Y lo amas?
- Con todo mi corazón – volví a responder con suficiencia
- Le has sido fiel, por supuesto, no? – preguntó dando como descontada la respuesta
- Por qué preguntas? – devolví la pregunta con otra pregunta
- Por nada, curiosidad… y le serías infiel?
- Por qué habría de serlo? – volví a preguntar sobre una pregunta
Viendo que no encontraba lugar por donde flanquear mis defensas dialécticas, Gustavo hizo una pausa para llenar nuestras copas nuevamente y replantear su estrategia
- Fue tu único hombre, cierto?
- No sé a dónde apuntas… - reclamé a su pregunta con una nueva evasiva
- Debo tomar eso como un sí?
- Si, Marito fue mi único hombre, el único con el que me acosté, si eso quieres saber…
- Y apostaría que fue al único que has besado, cierto?
- Y por qué supones tantas cosas? – la conversación comenzaba a molestarme y a salirse de curso
- Bueno, ya hace un tiempo que nos conocemos, en alguna oportunidad me contaste que te habías casado muy joven, me contaste también de tu inclinación religiosa, lo de tu padre, y hasta que te casaste embarazada, recuerdas? Yo solo ato cabos…
Ya no tenía ganas de responder, por lo que llevé la charla hacia otro lado
- Por qué mejor no me cuentas algo de tu vida, de tu pareja, sigues enamorado de la doctora María José Gorostiaga? – como queriendo resaltar el nombre de su esposa
- Ja! ja! – rio en forma llamativa - María José Gorostiaga… - mencionó acariciando con el dedo índice el contorno de su copa, con la vista perdida en el líquido contenido
- Si, la amas? – repregunté por si quedaban dudas
- Se ve que hacemos un buen trabajo vendiendo la imagen de matrimonio perfecto… verás jovencita, no mucha gente sabe esto, por lo cual confiaré en tu discreción…
Gustavo hizo una pausa para luego explayarse
- No somos lo que aparentamos, hoy en día solo somos socios, como habrás notado María José es una excelente abogada, de las mejores, y no puedo perderla, y bueno, ella a su vez necesita un tipo de negocios como yo, pero hace años que nuestro amor murió, ella tenía más o menos tu edad cuando la encontré en mi propia cama con otro tipo, pero no me quejo, yo también tenía mis aventuras por ahí. Decidimos montar esta fábula que tú conoces, pero matrimonio? no queda nada… cada uno tiene su vida, de hecho cada uno duerme en su cuarto, no hay nada de nada entre nosotros…
Escuchaba con atención mientras el último bocado de salmón se enfriaba en el tenedor, entonces preguntó volviendo a la carga
- Y que tal es en la cama?
- Perdón? – como no queriendo entender su pregunta
- Tu sabes… que tan bien te hace el amor?
- Qué preguntas son esas? – dije nerviosa por el punto al que nos dirigíamos
- Qué tiene de malo mi pregunta? te acabo de confesar un importante secreto de mi vida…
- Si! es muy bueno, demasiado bueno! – respondí orgullosa y segura de mi misma y de mi esposo
- Ok, pero… con que lo comparas?
- Cómo con que lo comparo?
- Claro, es el único con el que te has acostado… entonces, como sabes que ‘tan bueno’ es?
- Sé que es muy bueno y punto – aseveré como no queriendo entrar en detalles y cerrar el tema, entonces tomó la copa y meciendo el vino de un lado a otro dijo
- Mira Nora, ves este vino? Es un ‘cabernet sauvignon’, y yo puedo asegurar que para mí paladar es realmente el mejor, y sabes por qué? porque he probado un ‘malbec’, y también un ‘sirah’, y otros, entonces, tengo patrones para comparar y no solo ‘es muy bueno y punto’, comprendes de que hablo?
- A mí no me hace falta comparar, digas lo que digas…
- No se… tal vez… sabes, dicen que los hombres somos como el vino, cuanto más añejo, mejor…
Empezaba a sentirme ahogada, acosada y acorralada por ese hombre, me daba cuenta a qué lado llevaba la conversación y la cosa no pintaba bien, tuve que poner un freno, y en realidad necesitaba pasar por el baño a orinar, así que se lo hice saber, de paso, le dije que me pidiera una copa helada, de vainilla y frutilla si fuera posible.
Me incorporé y comprobé que el vino se me había subido un tanto a la cabeza, acomodé la minifalda y enfilé hacia los baños, fui derecho a sentarme al inodoro y mientras orinaba solo me repetía que debía pensar lo que estaba haciendo y los pasos que estaba dando, miré mi tanga y estaba empapada con mis propios jugos por lo caliente de la conversación, en el momento lo pasé por alto, pero ahora que pensaba con calma debía reconocer que me habían excitado demasiado las preguntas de Gustavo, como contrapartida, asumí que el seguramente debió sufrir una terrible erección bajo la mesa, me sentí fatal y avergonzada.
Salí del cubicle y fui hasta los lavabos, miré la hora, era casi media noche, tomé el celular y llamé a mamá para asegurarme que todo estaba bien y advertirle que no llegaría en un tiempo, ella estaba a punto de irse a dormir y me aseguró que Romina ya descansaba.
Mientras hablaba, de casualidad me descubrí mirándome a los espejos del sanitario, hacía tiempo que no me vestía así, me veía algo puta, me veía puta, bah… me veía muy puta… esa falda era demasiado corta y me hacía una cola grandiosa, y los pechos no pasaban desapercibidos bajo el brillo de la tela, volví a la mesa a tomar mi lugar donde mi copa helada empezaba a derretirse.
Gustavo tomó la palabra nuevamente
- Nora, quiero confesarte algo
- Si?
- Te observé detenidamente cuando ibas al baño…
- Y? – contesté esperando no escuchar lo que sabía que iba a escuchar
- Tienes un culo perfecto!!!
- Qué??? – pregunté enojada y halagada a la vez
- Vamos nena, no te hagas la que no lo sabes, esa cola, esas piernas, esos pechos, esa cintura… seguro los hombres mueren por ti…
- Basta Gustavo! – lo reté con una inapropiada sonrisa que no podía evitar, con el rostro incendiado en vergüenza por sus palabras que me llegaban profundo, pero para el solo fue abrir una puerta para que seguir buscando
- Dime, te masturbas?
- Pero qué te pasa? – exclamé con ojos desorbitados…
- Si quieres cambiamos de tema, pero me gustaría saberlo, te masturbas? – sabía que debía detener la charla, sabía que no era conveniente seguir, tal vez el alcohol en mi sangre me animaba a seguir, pero no podía detenerme, pisé en falso con mi respuesta…
- Si, algunas veces… - queriendo dejarlo satisfecho para dar por terminado el tema, pero solo sirvió para que monologara…
- Te tengo! sabía que no me equivocaba! en resumen, sabes que tu esposo es ‘el mejor’, pero no tienes con quien comparar porque nunca te has acostado con otro hombre, y apuesto que ni siquiera has besado, pero si te masturbas, quiere decir que tienes fantasías y adivino que en tus fantasías estás con otros hombres…
- Basta Gustavo! en mis fantasías solo está mi hombre!
Pero Gustavo solo rio ante la evidencia de quedar expuesta, que no fantaseara con otros hombres era algo que ni yo misma podía creerme, en silencio seguí comiendo mi crema helada, casi sin mirarlo a los ojos por temor a no saber qué hacer, o que decir, mis pezones estaban duros bajo mi sostén, y no podía saber con certeza si era por la baja temperatura del postre que ingería o por la excitación de esta charla de sexo, desinhibida y abierta que estaba teniendo con mi jefe, y que por cierto, no quería averiguar.
Gustavo no dejaba de sorprenderme, odiaba darle la razón, porque era mi jefe, y sobre todo porque era hombre, pero me acorralaba a cada tiro, y sea como sea lograba ponerme en evidencia.
Como fuera, su dialéctica y su forma de razonar despertaban en mí un raro sentimiento, mezcla de admiración y por qué no un tanto de excitación.
Gustavo pidió la cuenta, y felicitó al garzón por el trato, mezclando castellano con francés, cosa que volvió a causarme gracia.
Sacó su billetera que noté rebalsando dinero con sus tarjetas de todos colores, nuevamente tomó una al azar y se la entregó al mozo.
Quise desviar la conversación, no quería sonar ‘monotemática’, y menos desnudar poco a poco mi alma, comencé a platicarle cosas acerca de Mario, de su trabajo, cosas que en definitiva ni yo entendía muy bien, pero el en un evidente gesto de que no me prestaba atención y que solo tenía una idea en la cabeza volvió a la carga con una llamativa crudeza
- Se la chupas? te tragas su leche?
- Si qué? – repregunté nuevamente incrédula mientras un frío recorría mi cuerpo
- Tu sabes… si le practicas sexo oral… - notando que había sido demasiado directo, buscó una forma más natural de preguntar a una dama
- No voy a contestar a esa pregunta!
- Por qué no? es algo natural, no te parece?
- Repito, no es algo de tu incumbencia…
- Ok, tomaré eso como un ‘si’
- Yo no he dicho que ‘si’…
- Tampoco has dicho que ‘no’
- Bueno, que te propones?
- Es fácil, si realmente no lo haces me hubieras dicho ‘que no’, aunque igual lo hubiera dudado, si realmente lo haces, me hubieras dicho ‘que si’, pero quedarías muy puta, por lo que tu respuesta ‘no voy a contestar a esa pregunta’ es la forma correcta de decir ‘lo hago pero no quiero confesártelo’
Para mi suerte, la llegada del mozo con el comprobante y la tarjeta salvaron mi autoestima de una humillación, que pretendía Gustavo? soy mujer, me gusta hacerlo, a quien no? no soy una monja de convento, pero lo que hacía con mi esposo quedaba entre cuatro paredes, nada de andar contando intimidades.
Mientras firmaba el comprobante y despedía al mozo con una cuantiosa propina, concluí que era demasiado tarde y estaba un tanto alcoholizada y excitada para no decir caliente por la velada transcurrida, así que me apresuré a decir antes que el retome el tema anterior
- Es tarde Gustavo, te agradezco la velada, me llevas a casa?
Ambos iniciamos a besarnos con toda pasión, con aun más pasión que la primera vez, mientras nos besamos Armando comenzó a tocarme mi zona intima debajo la falda de mi vestido y como consecuencia a esto de inmediato me moje toda, ¡Quiero hacerte el amor! Me dijo suavemente al oído, -Lo sé y también quiero- le conteste.
Relato erótico enviado por putita golosa el 29 de August de 2010 a las 23:31:22 - Relato porno leído 513555 veces