MARITTA, MEMORIAS DE PUTITA 2da Parte ( CON fotos)

Al otro día, desperté pensando, queriendo y necesitando tener sexo. Mi cuerpo estaba ávido de probar vergas. Me masturbo evocando las escenas sexuales de las que había sido protagonista el día de ayer. Mi calentura aumentaba cuando me veía saboreando el gran miembro de Mauricio, cuando toda mi piel era regada por el esperma de Pedro. Y confieso que la competencia entre los dos machos alfa me motivaba, me fascinaba ser yo la perra por la cual se peleaban. Gracias a todo ello tuve una secuencia deliciosa de orgasmos.

Cercana la noche salí en busca de mis sementales para que le dieran duro a mi vagina. Iba dispuesta a todo con tal de satisfacer esta ola de calentura que ejercía presión en todo mi cuerpo. Esta vez el lugar sería un pastizal desierto que quedaba cerca y por donde no transitaba nadie de noche. Los diviso y nuevamente los desafío a seguirme sin mediar saludo ni nada de por medio. Logro percatarme que ésta vez habían dos chicos más, uno era José Luis, integrante permanente del grupo, el otro no logré identificarlo a la distancia. No me asustaba que fueran seis, por el contrario, me ponía más cachonda aún – “Si voy a ser puta, mientras más vergas me como, mejor”.

Cuando llegamos a la parte más oscura del pastizal, los chicos hicieron un círculo a mi alrededor y me comenzaron a dar de agarrones y a manosearme entera. Mauricio me intentó besar pero no se lo permití. El chico nuevo era Gabriel, amigo cercano del Rusio, quien de seguro le había contado lo que hacíamos por las noches.

Estaba todo listo para comenzar la orgía. Partí por descubrirme los pechos e incitarlos a que me los tocarán, me los lamieran e incluso los mordieran. Pero ahí me lleve la primera sorpresa cuando Pedro le da una fuerte palmada a mi teta derecha. Lo miré desafiante y no dije nada, pero algo me decía que de alguna manera estaba enojado por no darle la primera mamada a él la noche anterior. Me da una mirada penetrante y esboza una leve sonrisa placentera. Nadie dijo ni hizo nada, era el líder. Por mi parte pase por alto el impase y retome mi postura de seducción. Todos con su verga afuera probaron una ronda de mamadas que les di con esta boca de señorita.

Tras lamer, tragar y lengüetear esos riquísimos miembros, me dispuse para ser penetrada y probar una a una esas vergas erectas, quería que me dieran duro por el coño. Que a esas alturas estaba totalmente húmedo y lubricado listo para cobijar esas delicias que ya era tiempo de probar.

Me agaché y me sostuve de una piedra, levantando la cola y ofreciendo mi conchita jugosa para que hicieran con ella lo que quisieran, volteé mi cabeza los mire sin dirigirme a ninguno en particular y dije: - “¡Culéenme!”.
Por supuesto que los dos primeros en abordarme fueron Pedro y Mauricio. Una vez más éstos me disputaban, tanto así que cuando Mauricio se disponía a metérmelo, recibe un empujón de Pedro, recriminándole que él ya había sido el primero el día de ayer y que ahora era su turno. Mauricio tendió a reaccionar mal, pero al parecer esta vez el respeto al líder fue lo que primó, por lo tanto, hizo retirada y cedió el puesto a Pedro. Yo no dije nada, porque no me meto en peleas de hombres, mucho menos si yo soy el objeto de discordia.

Pedro tomó posición tras de mí y condujo con la mano su verga dura y gruesa a mi concha, pude sentir lo caliente que estaba cuando inicia la penetración, comencé a empujar hacia atrás hasta conseguir que al menos la mitad de ese pedazo de carne entrará en mí. Pedro comenzó a empujar cada vez con más fuerza, la sensación era tan excitante, al fin me sentía toda una mujer. Mientras más empujaba más placer sentía, nada de dolor y esas cosas que dicen que suceden la primera vez, podía sentir como mi vagina se contraía y succionaba la carne dura de mi penetrador.

Comencé a motivarlo a que me diera con más fuerza, mientras Pedro engullía su miembro en mi zorrita. No hay como sentirse poseía por un miembro de macho caliente, sentía la presión exquisita de la fuerza de esa verga al interior de mi agujerito carnoso.

El resto de los chicos se masturbaba presenciando la escena, esperando su turno, mientras aprovechaban de pellizcarme los pezones y decirme cosas sucias, lo cual aumentaba más mi calentura.

Me sentía tal cual como imaginaba en mis fantasías como una puta que no le interesa el que dirán, una perra que se dedica a satisfacer sus instintos carnales y disfrutar de lo mejor de los hombres, sus exquisitas vergas.
Siento contracciones cada vez más aceleradas en mi concha, un hormigueo riquísimo se apodera de toda mi zona vaginal, al tiempo que Pedro continúa metiendo y sacando su palo. De repente siento algo así como una descarga eléctrica que hace que me comience a retorcer de placer, comienzo a gemir y jadear como una puta viciosa, al fin había tenido mi primer orgasmo vaginal, tras una embestida real.

En cuestión de segundos Pedro retira su verga y comienza a bañarme con sus ya conocidos latigazos de esperma. Acto seguido los demás toman partido en la escena y es Mauricio quien me introduce su callampón en la concha y comienza a darme duro, como si estuviera enojado o quizás como si quisiera demostrarme que lo hacía mejor que Pedro, no lo sé, y no me importaba tampoco, yo estaba ahí para gozar, no para hacer de psicóloga de nadie.

Dale Mauricio, más fuerte, que rico, hazme acabar, lo incentivaba y al parecer eso provocaba en él una mezcla de calentura y enfurecimiento que lo hizo rápidamente acabar lanzándome un chorro grueso de leche en mi abdomen. Confieso que estuvo rico, pero no logró hacerme alcanzar un orgasmo, yo quería ir por más.
Entre varias manos me inclinan y me ponen de frente tres vergas, eran Bruno, José luis y Gabriel que me ofrecían sus salchichones para devorármelos a chupetazos. La sorpresa fue cuando siento un cosquilleo húmedo en mi culo, que me arranca un quejido. Era el Rusio que metía su lengua en mi hoyito y la movía de una manera que me hacía jadear de placer. Chupaba vergas como una demente, trataba de engullírmelas todas, lengüeteaba esos glandes colorados, hinchados de deseo, bajaba lamía huevos, estaba en la gloria, el paraíso de las vergas solo para mí.

José Luis es el primero en soltar un bramido y comenzar a expulsar su leche en mi cara, su semen era algo amargo, pero no podía despreciar su ofrenda así que igual me lo trague. Como un efecto dominó los otros dos chicos también comenzaron a correrse en mi cara, y de pronto perdí hasta la visual de quien era la leche que recibía pues llegaban algunas gotas de esperma a mis ojos, los contraje con fuerza y me dedique a tragar.
Me toman de los brazos y siento que el Rusio se estira en el suelo y pide que me sienten en su miembro, yo obediente me dejo llevar, sin pensar que las intenciones de él eran ensartarme pero por el culo. De pronto comienzo a sentir la presión de su cabeza gruesa en mi hoyito, lancé un grito de dolor, pero eso no bastó para que se detuvieran sino que siguieron ejerciendo presión para que el cipote entrara. Pues así fue como de pronto tenía la verga del Rusio ensartada en mi ano. Confieso que los primeros segundos fueron dolorosos, pero no obstante como el Rusio se había encargado de lubricarme el hoyito mientras yo mamaba vergas, eso facilitó el deslizamiento de su polla y rápidamente comencé a experimentar placer. Solita empecé a moverme agitándome al ritmo de las empalmadas del Rusio, se sentía rico, sentía como su grueso miembro tocaba el fondo hasta los intestinos.

Todos se pajeaban mientras el Rusio y yo disfrutábamos del ensartamiento. Comencé a moverme más y más rápido, hasta que de pronto el Rusio empieza a quejarse y empiezo a sentir como su leche hirviendo se derramaba al interior de mi culo. Nuevamente sentí contracciones y también me corrí, la sensación era indescriptible, nunca me imaginé el placer enorme que se podía llegar a sentir por atrás.

Prácticamente todos me comienzan a regar nuevamente de leche, incluidos Pedro y Mauricio. Era una lluvia de esperma que se derramaba por todo mi cuerpo, yo me bañaba en ella frotándomela con las manos, lamiéndola, aspirando el rico y fuerte olor de la leche masculina, definitivamente la escena más caliente y placentera que había vivido hasta ese momento.

Los chicos me pusieron de pie y comenzamos a vestirnos. Nadie decía nada, pero todos estábamos satisfechos, y esa era la idea. Esa noche me consagré como la puta del barrio.

Le siguieron unas cuantas ocasiones en que volvimos a juguetear con los chicos. Pero éstos comenzaron a pelearse entre ellos por ser el primero o el que la ensartaba por detrás, llegando Pedro y Mauricio incluso a las manos. Eso me asustó y me hizo enojar, entonces decidí no volverles a facilitar mi cuerpo a un grupo de pendejos, ahora quien o quienes quisieran gozar de este cuerpesito, deberían pagar. CONTINUARÁ.